Cómo sobrevivir a la lluvia en la meseta

 
  Afectaron a los que no tenían protección para los cerdos recién nacidos quienes registraron una fuerte mortandad. Qué hicieron los previsores.


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  Después de más de una década los productores más experimentados aprendieron a tener menos ganado y protegerlo del clima.

Neuquén > Ser productor porcino no es una actividad que se aprende de un momento a otro. Son muchos los cuidados que requieren estos animales si es que se quiere tener una buena producción. Es por eso que ante las intensas lluvias que azotaron la capital neuquina durante una semana, no todos los productores de la Colonia Nueva Esperanza tuvieron las mismas armas para defenderse.
El caso de uno de ellos dejó una pérdida de 77 lechones que no pudieron sobrevivir ante el agua que cayó directamente sobres los animales sin reparo alguno.
Al no tener un criadero techado las quince chanchas madres que dieron a luz sufrieron la muerte de casi todas sus crías.
La desolada situación se repitió en varias de las parcelas de esa zona en donde los criaderos techados no abundan y sí las necesidades de comercializar esos chanchos.
Todas las crías estaban destinadas a la venta para navidad, una de las fechas en donde la venta porcina se incrementa. “La pérdida es de diez mil pesos. Lo bueno sería que alguien nos de una mano para poder salvar el apareamiento porque sino no tenemos nada”, expresó Sergio Ulloa, productor de la Colonia Nueva Esperanza.
El productor explicó que con fuego cerca de los nacimientos trató de paliar el frío de estos cerdos, pero el barro y la abundante agua no permitieron que estos animales vivan.
La cantidad de chanchas madres en esa granja de la meseta asciende a treinta, número peligroso ante las variaciones del tiempo para no tener ni un sólo corral de cemento.
“Si hay la posibilidad de un crédito yo después devuelvo la plata. Necesitamos aunque sea los materiales para construir un chiquero en condiciones”, aseveró Ulloa.

Producción y reciclaje
Otros tantos productores de la zona sufrieron pérdidas de lechones por no poder albergar a los animales alejados de la lluvia. La meseta deja de manifiesto dos maneras de ganarse la vida para sus pobladores.
Por un lado, la de producir chanchos, pollos y, en menor número, conejos, y por otro el reciclaje. Este último se refiere a la venta de cartones, plásticos y botellas que encuentran en el cercano basural.
En el ejemplo de Segundo Inostrosa, otro productor de la zona, también tuvo pérdidas en estos días con tanta agua.
“Las circunstancias no tan buenas que tenemos en la granja hicieron que unos cinco lechones se mueran ahogados”, explicó Inostrosa, quien agregó que “a veces estamos desprovistos, no pensás que va a llover tanto”.
Aunque también en condiciones precarias y con mucho esfuerzo otros productores lograron tener sus criaderos con techo lo que les permitió que las crías no se mojaran durante los largos siete días de precipitaciones que concluyeron el lunes pasado.
Las distintas formas de alimentar a estos animales también cambia mucho la situación de los criaderos. Residuos o alimentos balanceados son las opciones, bien diferentes, a la hora de darle de comer a un chancho.

Tres chanchas
“De la lluvia no se salva nadie”, exclamó Osvaldo Fica, productor de la zona y presidente de la Asociación de Fomento Productores Unidos.
En este caso, la cantidad de chanchas madres dentro de la granja desciende a solamente tres, sus crías pudieron sobrevivir secas y alejadas de la lluvia.
“El conocimiento de esta actividad, las malas y buenas experiencias, y el trabajo en equipo en muchos casos concluye en una buena producción”, afirmó Fica.
El productor explicó que lo eligieron junto a otros catorce compañeros de actividades de la zona, hace unos pocos días, en un plan que les facilita asistencia técnica y materiales de construcción para poder desenvolverse con más herramientas dentro de la producción porcina.
El proyecto y la selección de estos productores la realizó el Ministerio de Desarrollo, el municipio y la Fundación Hue che para brindarles el apoyo de capacitadores, veterinarios e ingenieros agrónomos con el objetivo de mejorar su actividad.
En este caso para seleccionar a estos productores tuvieron en cuenta sus condiciones económicas, que tengan menos de seis animales, si el productor brinda algún servicio a la sociedad y otras variables que facilitaron ingresar a este plan.
“La gente muchas veces es muy cómoda, uno sabe la cantidad de chanchas que tiene y hay que tener en claro los problemas que te pueden ocasionar”, expresó el productor.
Por otra parte, los productores coincidieron en que “sería beneficioso que reactivaran los programas del municipio donde brindaban líneas de crédito de hasta treinta mil pesos lo que era de un gran apoyo para completar las granjas”.
El sector tuvo apoyo oficial tras la crisis de la fiebre aftosa que obligó a aplicar un plan sanitario y para evitar que alimentaran cerdos con residuos.

Una granja en medio del desierto

La colonización de la meseta, ubicada al norte de la ciudad de Neuquén, a 3 kilómetros al oeste del barrio Parque Industrial, se fortaleció a mediados de la década pasada cuando los fiscaleros que ocupaban tierras en el Oeste fueron reubicados para permitir el crecimiento urbano de la ciudad.
En principio se dedicaban a vivir del reciclaje de la basura que se depositaba en el cercano basural de la ciudad y algunos incursionaron en la cría de cerdos que luego comercializaban en la ciudad. La aparición de un brote de fiebre aftosa en esta década obligó a la provincia y al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria, Senasa, a establecer una barrera sanitaria interna para evitar el contrabando de carne con hueso desde Río Negro al gran centro consumidor de Neuquén.
El acuerdo sanitario implicó establecer una zona de vacunación y obligó a los gobiernos municipal y provincial a preocuparse por la alimentación de los cerdos que, hasta entonces, se basaba en los residuos domiciliarios. El riesgo de que se contagien de triquinosis fue el argumento.
A partir de ese momento se fortaleció la producción porque los pareceleros comenzaron a recibir asistencia para adquirir alimento balanceado y el municipio invirtió en la construcción de una planta de faena.

Luz
A fines del año pasado, el sector contó con la luz eléctrica financiada en forma conjunta por el Ente Provincial de Energía del Neuquén y por la municipalidad. También se habilitó una precaria red de riego a partir de una cisterna que tiene una empresa petrolera. El agua potable es llevada por camiones del municipio.
Son alrededor de 1.000 los vecinos que se acercan a faenar a la planta, lo cual se ha incrementado mucho en este último año ya que durante 2005 no se llegó a los 400 lechones.
El matadero municipal, además de estar provisto con el equipamiento para realizar la faena de lechones, en un futuro próximo contará con máquinas peladoras de pollos que le permitirán procesar 100 aves por día.
Hasta el año pasado el municipio tenía detectados unos 330 puesteros propietarios de las tierras, cuyos predios tienen superficies de 1 a 3 hectáreas».

 

 


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