«Se necesita mucha decisión y vocación política para mejorar el Poder Judicial»

 
 
«Es muy posible que algunos de los jueces de la Corte tengan cierta afinidad política con el Presidente de la República Argentina, pero no se advierten señales de presión del Poder Ejecutivo».
El reconocido abogado constitucionalista Gregorio Badeni dialogó con La Mañana de Neuquén sobre la crisis y descreimiento de las instituciones, principalmente sobre el Poder Judicial.

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Por LAURA E. ROTUNDO

Para Badeni, el abogado constitucionalista la inseguridad jurídica en Argentina se ha incrementado sensiblemente en el curso de los últimos años.

El desgaste de las instituciones y el descreimiento hacia ellas por parte de la sociedad son temas de habitual debate desde hace cinco años al día de hoy.
Gregorio Badeni es un reconocido abogado constitucionalista de la República Argentina y en diálogo con La Mañana de Neuquén, detalló cuál es su visión sobre el actual accionar del Poder Judicial y cuáles son las falencias más urgentes de revertir.

¿Cómo observa a la Justicia en la actualidad?
Considero que el Poder Judicial Nacional, si bien ha sufrido un poco el deterioro que ha sido común para todas las instituciones gubernamentales en el curso de los últimos cuatro o cinco años, todavía tiene una solidez más que suficiente como para garantizar a los ciudadanos la preservación de sus derechos y de sus libertades.

Si se llegara a proyectar una reforma estructural y profunda en la Justicia, ¿cuáles serían sus prioridades?
Hay varios cambios que deberían hacerse en el Poder Judicial, algunos ya de larga data. Por de pronto, habría que mejorar sustancialmente su infraestructura y las remuneraciones que perciben los jueces, ya que -muchas veces- éstas no guardan relación con la importancia de la función que se le asigna a los magistrados judiciales y en cuyas manos, en definitiva, está la suerte de nuestra libertad ambulatoria, de nuestros bienes y de nuestros valores.
Pero al margen de la necesidad de fortalecer la infraestructura y la parte remunerativa, también se imponen otras reformas como la de la Ley del Consejo de la Magistratura, que si bien ha sido modificada hace poco tiempo atrás, presenta el gran defecto de otorgarle a la clase política una injerencia mayor a la que pretende la Constitución, en la administración del Poder Judicial.
Así hemos advertido en el curso de los últimos 15 y hasta 20 años, la gran cantidad de pedidos de juicios políticos que ante el Consejo de la Magistratura se presentan contra los magistrados judiciales y a los cuales, a casi todos ellos, se les da impulso y trámite, sin que ello desemboque necesariamente en la remoción del juez cuestionado.
El hecho de que un juez sepa que se está sustanciando un pre-proceso político contra él genera un estado de perturbación que puede -en muchos casos- diluir la vocación y el entusiasmo con que los jueces abordan sus funciones y que a veces acarrea la renuncia, por cansancio moral, de muchos profesionales altamente capacitados para desempeñar sus labor y que lamentablemente no pueden ser reemplazados de un día para el otro con personas que tengan la misma idoneidad.
Yo considero que todos tienen derecho a formular denuncias contra los jueces, pero el Consejo de la Magistratuta tendría que ser muy estricto sobre a cuáles acusaciones se les da curso y a cuáles no, porque en repetidas oportunidades esas imputaciones son presentadas por litigantes o por abogados que están disconformes por una sentencia dictada por un juez... y los jueces no pueden ser removidos de sus cargos por el contenido de una sentencia, salvo que se acredite que con ellas han intentado o han cometido algún hecho delictivo.

¿Cree que al no existir actualmente una oposición sólida y definida al Gobierno, esto influye en que de algún modo el oficialismo no se exija tanto en impulsar las reformas que la Justicia necesita?
No, no creo que esto dependa de la existencia de una oposición más fuerte porque lamentablemente estas falencias que presenta el Poder Judicial son de lejana data, no son nuevas. Sí se están incrementando en los últimos años.
Lo que sí se necesita es tener mucha decisión y vocación política para mejorar el Poder Judicial y si existen estas dos cualidades, seguramente las fuerzas de oposición van a estar totalmente de acuerdo porque nadie quiere tener una Justicia endeble o carente de independencia.
Por eso, otro de los graves problemas que advertimos hoy en día es la indefinición por parte del Gobierno en la cobertura de gran cantidad de vacantes que hay en el Poder Judicial. Se ha caído en una solución, a mi modo de ver, manifiestamente inconstitucional que es la de designar jueces subrrogantes, a secretarios del Poder Judicial que en realidad no reúnen las condiciones para ser jueces porque no han sido nombrados por el Presidente con acuerdo del Senado y ni siquiera por el Presidente en Comisión.
Otro tanto acontece con las vacantes que hay en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El Poder Ejecutivo dicta un decreto, diciendo que dentro de un lapso muy breve de producida una vacante, se debía iniciar el mecanismo para su reemplazo.
Pero en este momento hay dos vacantes en la Corte y ya desde hace varios meses que no se cubren, lo cual impone una solución inmediata que puede consistir en reducir en número de jueces que la integran a siete miembros o en proceder a la urgente elección de los dos nuevos componentes.
Hay que tener en cuenta que la Corte, en todas las sentencias que dicta, debe tener una mayoría de cinco votos y siendo siete en lugar de nueve, a veces esto se vuelve muy difícil de conseguir. Esto no hace otra cosa que dilatar la tramitación de las causas.

Algunos juzgan de un tanto «kirchnerista» la renovación de la Corte Suprema de Justicia. ¿Usted cómo observa los cambios?
Por supuesto que la Corte en su composición anterior era evidente que tenía una postura muy independiente frente al Poder Ejecutivo Nacional. En su nueva formación, esa independencia no es tan intensa pero eso de ninguna manera significa que todos los actuales componentes respondan a las inquietudes políticas del Poder Ejecutivo.
Es muy posible que algunos de las jueces de la Corte tengan cierta afinidad política con el Presidente de la República Argentina pero no se advierten señales de presión del Poder Ejecutivo para que fallen conforme a sus intereses políticos, sociales o económicos.
Dejando de lado el tema del Poder Judicial y del Ejecutivo, ¿cómo observa la inseguridad?, ¿cree que es un poco cierto -en este tema puntual- que vivimos en una «anarquía»?
Desafortunadamente, la inseguridad jurídica en Argentina se ha incrementado sensiblemente en el curso de los últimos años. Esa inseguridad jurídica que obedece, tanto a factores sociales como a factores políticos, determina hoy día que los derechos de las personas y la vida de los ciudadanos no cuenten con el resguardo preventivo suficiente como para evitar lesiones a ellos. Nada tiene que ver sobre el particular, el Poder Judicial que interviene una vez producido el daño.
La prevención de esta situación de inseguridad está a cargo del Poder Ejecutivo, no solamente para acudir a la represión, porque éste es el último recurso al cual se debe recurrir cuando se produce una situación de inseguridad, sino tratar de desarrollar una política preventiva para reducir y, si es posible, para erradicar los focos de violencia a los cuales está expuesta actualmente la sociedad.

¿Cuál es su expectativa respecto de revertir esta situación que describía al principio del reportaje, en referencia a las falencias que presenta la Justicia?
A corto plazo, mi visión es pesimista. Esto no es de carácter subjetivo, sino objetivo porque advierto que no adoptan medidas concretas destinadas a vigorizar la Justicia.
Esto puede conducir -a mediano plazo- a la desarticulación del Poder Judicial, como ha acontecido en gran medida con el Congreso de la Nación.

Y si esto sucediera, ¿cuál sería el mayor riesgo?
Que si desaparece completamente el Poder Judicial, habrá una absoluta concentración del poder y en ese caso el ciudadano estará dispuesto a la ley del más fuerte y no a la ley, escrita desde el papel.

 

 


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