«Lavagna tiene clarísimo que su objetivo es que no se produzca la siguiente crisis»

 
 
«No hay que tenerle miedo a un posible descongelamiento de tarifas que agregue un punto de inflación. Por un lado, es cierto que va a sumar al índice pero, por otro lado, es deflacionario el aumento de tarifas porque opera como un impuesto».
El economista y ex presidente del Banco Central Javier González Fraga analiza el panorama económico. Asegura que el gobierno debe hacer hincapié en la inversión y reforzar las políticas comerciales.


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Por Laura E. Rotundo

El economista Javier González Fraga dialogó extensamente con La Mañana de Neuquén sobre el panorama económico actual, los puntos en los que debería hacer hincapié el Gobierno en materia de inversión y también de reforzar las políticas comerciales.
Además, el ex presidente del Banco Central dijo que con su libro, «Sin Atajos» (que escribió junto a su colega Martín Lousteau) pretende demostrar que la volatilidad de la economía es la verdadera explicación de los problemas de la República Argentina.

¿Cómo observa el escenario económico local actualmente y cómo cree que será el comportamiento de las principales variables en 2006?
Yo soy muy positivo frente a la situación actual. Creo que en la medida que se mantenga y que se fortalezca todavía más la situación fiscal, se va a poder seguir manteniendo una tasa de interés baja y un tipo de cambio devaluado y también la buena rentabilidad del sector privado productivo, que desde mi visión es la base del crecimiento de la solvencia macroeconómica actual. Realmente, no hay secretos en la economía cuando al sector privado productivo le va bien, no al especulativo.
Creo que cerraremos el 2005 con un crecimiento superior al 8 por ciento y seguramente en 2006 tendremos un desarrollo importante, no tan relevante como el de este año pero por supuesto alrededor o superior al seis por ciento, que para ser prácticamente un quinto de crecimiento consecutivo es realmente trascendental. Este no es un dato menor en una economía acostumbrada a la volatilidad y a ciclos cortos.

¿Y lo negativo?
Del lado no tan bueno, vemos una inflación un poco mayor pero creo que esto no debe angustiarnos porque es la que no tuvimos en 2003, que muchos pronosticaron y que no se dio por la deflación, por el desempleo que de alguna manera moderaba los reclamos salariales y no se produjo también por el congelamiento de tarifas que evitamos vivirlo desde hace varios años.
Considero que en los próximos meses es muy importante que salgamos de ese congelamiento y se empiecen a revisar las tarifas, especialmente las residenciales que son las que están más atrasadas.

¿De esa manera debería encarar el Gobierno el tema de la inflación?
Sí. Yo creo que no hay que tenerle miedo a un posible descongelamiento de tarifas que agregue un punto de inflación. Por un lado, es cierto que va a sumar al índice pero por otro lado es deflacionario el aumento de tarifas porque opera como un impuesto. A medida que a uno le sube la cuenta del gas tiene menos plata para ir a consumir otros bienes, cosa que es conveniente en los sectores medios y los altos para moderar cierto exceso de demanda.
Si solamente se suben las tarifas industriales, lo que vemos es que aumentan los precios industriales inmediatamente porque se trasladan a los precios y, aunque esto no aparezca directamente en el índice, lo hace indirectamente de un modo mucho más importante.

¿En qué otros temas debería hacer hincapié la conducción económica para consolidar el crecimiento durante los próximos dos a cinco años y para seguir disminuyendo el desempleo?
Hay varios temas. Uno central es la inversión de empresas pequeñas y medianas, mediante esquemas como los que han propuesto, de desgravar las inversiones. De las empresas grandes, solucionando los problemas que subsisten con las empresas privatizadas, la renegociación de los contratos.
Con las grandes industrias también habría que cerrar los puntos que tienen que ver con la incertidumbre energética que hace, a veces, a la resistencia de algunas empresas a seguir invirtiendo.

Aprovechando la coyuntura por la polémica del Alca, ¿por dónde cree que pasaría la estrategia comercial de Argentina?
Creo que nuestro país tiene que abrir mercados y entonces Argentina debería cerrar el acuerdo con México, lograr uno todavía más amplio con Chile... perfeccionar el Mercosur también es sumamente importante, estamos sufriendo un déficit comercial con Brasil del orden de los 1500 millones de dólares este año y deberíamos revertirlo el año entrante.
Hay que seguir avanzando en las negociaciones, sino son a nivel del Mercosur, por lo menos que sean a nivel de país con país.
Además, no creo que sea lo ideal pero sí creo que es lo mejor, dentro de lo accesible, las negociaciones con acuerdos bilaterales. En la teoría hay una gran discusión al respecto ya que se considera que es mejor vía la OMC (Organización Mundial del Comercio) pero yo creo que es una utopía y que no vamos a lograr nunca la reducción de los subsidios agrícolas y por eso creo que tendríamos que recorrer el camino que hizo Chile y México de los acuerdos bilaterales.
También es importante avanzar con el FMI (Fondo Monetario Internacional) no sólo porque signifique una refinanciación de los vencimientos de los próximos dos años, sino porque considero que es un aval fundamental del G7 a nuestra política importante.

Respecto a la inversión, ¿qué cambios deberían realizarse en el sistema impositivo que rige en nuestro país para promocionarla junto con el empleo formal?
Yo estimo que lo que está planteado en el Congreso, de desgravar las inversiones, es buena idea en el sentido que las considera como un costo. Es decir que si uno tiene ganancias y las reinvierte no paga impuesto a las ganancias.
También es muy sabia la idea de preservar la relación capital - trabajo y que si uno aumenta un 20 por ciento sus bienes de uso, tenga que incrementarse también el mismo porcentaje la masa laboral.
Este es un incentivo muy fuerte para las Pymes porque va a producir el blanqueo de muchos trabajadores que en la actualidad están parcialmente en negro y va a significar un aumento de la inversión que es algo que se necesita.
Que haya financiamiento a tasa fija, en pesos y a mediano plazo también es un tema esencial. Con justa razón, los empresarios no quieren endeudarse ni en dólares ni a tasas variables, se quiere saber cuál va a ser el costo y yo creo que este es buen momento como para estirar los plazos... el BCRA (Banco Central de la República Argentina) podría hacer algo en este aspecto y lograr un mejor perfil de endeudamiento por parte de los empresarios que desean invertir.

¿Y en relación a las empresas grandes?
La problemática de inversión es distinta. A veces hay cuestiones de seguridad jurídica, que es una definición muy amplia.
Las empresas grandes, en general, invierten después de hablar con funcionarios y teniendo en cuenta ciertas pautas. Los chicos en cambio, lo hacen en función de cierta realidad de los negocios.
En las grandes, son soluciones ad hoc que pueden darse y por eso estimo que la provisión de energía es clave en muchas de ellas porque es la forma de evitar los cuellos de botella inflacionarios que Argentina puede encontrar en los próximos 24 meses de seguir creciendo a estas tasas actuales.

¿Y en relación al crédito para las personas físicas?
Creo que ya aumentó bastante... este año también creció casi un 40 por ciento el crédito para consumo, por tarjetas de crédito también se está incrementando muchísimo y son los sectores que primero reaccionaron porque son los más fáciles, no creo que haya que estimularlos, van creciendo solos.
Las personas físicas no exigen plazos muy largos, son préstamos atados a los sueldos, no hay problemas de garantías, las tasas siguen siendo altas pero han bajado. Los créditos hipotecarios también están apareciendo y por eso estimo que el énfasis habría que ponerlo en los créditos para la inversión.

¿Cree que el tipo de cambio debería mantenerse en los niveles actuales para que el peso vaya apreciándose por efecto de la inflación o que tendría que ser más flexible a la baja?
Me gusta la política actual. Que la apreciación del peso se dé por diferencial de inflación y estoy de acuerdo con que el Banco Central le ponga un piso muy cerca de los tres pesos y con que no haya un techo a la vista, es decir que si el mercado lo lleva claramente arriba de 3,20 o 3,30 que no lo impida

Más allá de que eso pueda generar un punto más de inflación.
Sí. Me parece que una flotación sucia en el marco de una banda razonable es lo lógico. No se puede evitar una apreciación del orden del 4 o del 5 por ciento anual pero considero que sí se debe rehuir a que el peso se desplome porque entonces habría una especulación a la baja y una llegada de fondos especulativos muy grande que generaría, además del inflacionario, un problema monetario y terminaría el peso a 2,20 por dólar... algo que nadie desea porque provocaría problemas fiscales y bancarios.

«Sin Atajos» es el nombre del libro que lanzó hace muy poco tiempo junto con Martín Lousteau, hoy por hoy ministro de Producción de la provincia de Buenos Aires. A grandes rasgos, ¿qué conceptos intentan transmitir en ese trabajo editorial?
Con Martín lo que hemos desarrollado es una simplificación -con todos los errores que eso implica- y hemos fundamentado que la volatilidad de la economía argentina es la verdadera explicación de nuestros problemas, porque no sólo genera grandes caídas del PBI cada tres o cuatro años sino que también impide desde que los funcionarios públicos acometan políticas que no son las más urgentes... por ejemplo, en la política comercial, en la industrial, en la de educación o de infraestructura. Todas vuelan por los aires cuando llega la crisis... se ajusta el gasto y no importa lo que sea.
Educación es la variable probablemente que mejor se relaciona con desarrollo de largo plazo, se abandona por un tema financiero.
Los empresarios, cuando padecen crisis, también se olvidan de las inversiones a largo plazo y hasta sucede con los particulares.
Cuando se vive un conflicto cada cinco años en promedio, durante los últimos 40 años, la volatilidad pasa a ser una cultura.

A propósito de las crisis, hace hincapié en un comentario sobre el optimismo de los economistas...
Sí. Cuando le preguntan en Argentina, y es muy único de este país, a un economista si es optimista, en realidad están preguntando si falta mucho para la crisis o si vos crees que falta poco, entonces uno es pesimista... lo que están cuestionando es si hay que pasarse a dólares ya o hay que esperar un poco más.
Es la cultura de la volatilidad -y es gravísimo decirlo- que explica el estancamiento del PBI per cápita que lleva 35 años inmovilizado. Pero insisto en que esto es una superficialidad total porque en el interín, hasta se agravó tremendamente la distribución del ingreso...
Lo que el promedio ha estado estancado no es cierto ni para los más ricos ni para los más pobres. Los primeros tuvieron un crecimiento espectacular de su riqueza y los segundos de su pobreza.

Éste es un aspecto en el que hacen mucho énfasis en el libro.
Destacamos que en 1974, la relación entre el 10 por ciento más rico y el 10 más pobre era de 8 veces y que al final de la convertibilidad llegó a 43 veces.
Estamos hablando de tres millones y medio de personas, no de los ricos y famosos... mucha gente pasó a ser muy pero muy rica y otra terriblemente pobre.
En la volatilidad, lo que se premia es el capital, la especulación. Lo que produce esto es ganancia para quien tiene capital y pérdida para los que viven de un salario.
Por eso es importante la tasa de interés baja y el tipo de cambio devaluado, porque exactamente a la inversa es lo que tenemos en los últimos 40 años de volatilidad.
Los planes pseudomágicos que padecimos desde 1967 -a veces de la mano de militares, otras de civiles, de radicales o de peronistas, de izquierda o de derecha, intervencionistas o liberales- todos hicieron lo mismo: fijaron tipos cambio para que se atrase en términos reales e impusieron una alta tasa de interés. Cualquiera que sabe un poco de finanzas se hace rico con esa fórmula.

En una entrevista, su colega y usted dijeron que con el libro buscan hacer «un culto a las políticas sensatas y poco espectaculares»...
Exacto. Somos admiradores del «paso a paso» y de las políticas humildes que se planteen evitar la próxima crisis. Yo creo que el Ministro de Economía, Roberto Lavagna tiene clarísimo que su gran objetivo es que no se produzca la siguiente.
La verdad es que tengo 35 años de consultor económico y nunca vi que al tercer año cumplido -llevamos tres años y mediode reactivación- no hay ni atraso cambiario, ni tasa de interés ridículamente alta, tampoco hay déficit fiscal o tenemos problemas en los bancos o estamos recorriendo el mundo para pedir plata prestada.
Esto me hace ser bastante más optimista en cuanto a las posibilidades de la economía en el mediano y largo plazo.

 

 


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