«La campaña ha perdido interés,
en función del debate de los temas»

 
 
«Salvo los casos de Santa Fe, Capital Federal y, probablemente, La Rioja, creo que habrá un plebiscito favorable a los oficialismos provinciales al igual que Sobisch, quien seguramente ganará en Neuquén».
Carlos Fara es especialista en opinión pública, campañas electorales, estrategias de comunicación y márketing gubernamental. En esta entrevista analiza las próximas elecciones legislativas.


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Sólo faltan 21 días para las elecciones legislativas, que ponen en juego 151 bancas del Congreso Nacional y otras 395 en las legislaturas provinciales.

Carlos Fara es especialista en Opinión Pública, Campañas Electorales, Estrategias de Comunicación y Márketing Gubernamental.
En diálogo con La Mañana de Neuquén, el director ejecutivo de Carlos Fara & Asociados aseguró que no se debatieron los «grandes temas» durante la campaña y que durante las próximas tres semanas van a desarrollarse en un marco tranquilo, ya que el enfrentamiento entre el gobierno y el duhaldismo bajó los decibeles.

¿Cómo observa, a tres semanas de las elecciones legislativas, el
escenario de campaña?

Es un escenario que ahora está en un tono mucho más tranquilo que un mes atrás, fundamentalmente porque el Gobierno abandonó la política del enfrentamiento con el duhaldismo y en términos generales, con algunos otros actores de la sociedad. Lo que vamos a ver en estas próximas tres semanas, salvo algún que otro elemento altisonante, se va a desarrollar dentro de un marco más ‘normal’, en función de lo que está en juego.

¿Repercutió de alguna manera el conflicto entre el kirchnerismo y el duhaldismo en la opinión pública?
Sí, pero tuvo una incidencia coyuntural.
Por un lado, le quitó sentido ético a la pelea porque el 80 por ciento de la sociedad consideraba que era una disputa de poder y no un intento real de cambiar la política.
Por otro lado, en el momento más álgido de los entredichos se produjo una baja muy fuerte en la intención de voto de Cristina Kirchner -que hasta julio inclusive estaba como ‘intocada’ por la campaña- y si bien esto no permitió reducir la diferencia de voto con Hilda «Chiche» Duhalde, sí provocó que se incrementara el porcentaje de gente indecisa.
Esto también afectó al Presidente, Néstor Kirchner, y a la gestión del gobierno en general.

¿Cómo se encuentra actualmente la imagen de los principales candidatos?
Recuperaron algo de imagen, en función de que bajó esta situación de alto enfrentamiento. Cristina Kirchner marca un nivel de opiniones que es muy fuerte y hasta mucho más importante que «Chiche».
Hoy por hoy, la actual primera dama (según los estudios de nuestra consultora) tiene una imagen positiva del 42 por ciento contra un 19 por ciento de la mujer de Eduardo Duhalde, que tiene una perfil mucho más negativo que positivo. De todas maneras, conviene aclarar que más allá de la fotografía actual, si bien la presencia de Cristina Kirchner se recuperó en setiembre, no es tan alta como a principios de este año, cuando marcaba un porcentaje 10 puntos más alto que en la actualidad.

¿Y cuál es la situación de los partidos opositores?
La oposición está muy fragmentada y, salvo en la provincia de Buenos Aires, no existe ninguna figura demasiado relevante. La más importante es la figura de Ricardo López Murphy, que sistemáticamente tiene bastante más imagen negativa que positiva y por lo tanto tiene un techo muy bajo respecto a su construcción electoral y desde este punto de vista, se encuentra totalmente estancado.

¿Cómo impactó el aviso que se vio por televisión, en el que utiliza frases con doble intención y un vocabulario no muy común en él?
Sin haber hecho mediciones sobre ese hecho en particular, me parece que fue una mala idea y que no tuvo el impacto positivo que tal vez se imaginaron al hacerlo, no hubo poder de reacción porque sólo se emitió algunas veces y cuando sucede esto, los costos terminan siendo mucho más altos que los beneficios. Pero más allá de la pieza comunicacional como tal, cuando uno maneja estos temas de alto impacto tiene que considerar no solamente el efecto de la publicidad, sino también ocuparse de controlar el efecto del debate que se produce después. Creo que no estuvo bien planificado el post-anuncio como para trabajar la opinión pública a favor de esa comunicación.

A nivel provincial, ¿qué estima que ocurrirá?
Salvo el caso de Santa Fe, Capital Federal y probablemente La Rioja, creo que habrá un plebiscito favorable a los oficialismos provinciales. Esto significa que los peronistas y los radicales van a ganar en sus distritos, al igual que Jorge Sobisch, quien seguramente ganará en Neuquén. En este sentido, el efecto pro-oficialismo del gobierno nacional termina también favoreciendo a los gobernadores que no son del mismo partido del Presidente.

¿Qué temas cree que deberían haberse debatido a lo largo de la campaña y que no se trataron?
Hay algunas cuestiones que siguen siendo candentes. El tema de desempleo, seguridad e inflación los ubicaría entre los más importantes... pero la verdad es que se ha discutido mucho más sobre lo institucional, sobre el estilo del Presidente y de ese cierto desequilibrio de poder que sobre las grandes cuestiones. Cuando uno va a la opinión de la población, se da cuenta que a la gente le interesan más los problemas cotidianos que mencioné antes que esos inconvenientes institucionales. Me parece que sobre la desocupación ronda alguna propuesta, tibiamente, de parte de la alianza entre López Murphy y Mauricio Macri; de inflación, poco y nada; y la seguridad ha pasado a ser como un lugar común, del que ya no hay mucho para decir.
En función de todo esto, creo que sí... que la campaña ha perdido interés en función del debate de los temas.

¿Y la imagen del Presidente cómo se encuentra?
La imagen personal es de un 49 por ciento positiva y sigue siendo, aunque bajó respecto a fines del año pasado, el funcionario que mejor perfil tiene.
Respecto a la imagen de la gestión, llega a los 41 puntos que implica una baja estadística respecto a mediciones anteriores, pero con una tendencia a la disminución en manera persistente.

Pensando en el 2007, ¿a qué candidato ve con mayor proyección nacional?
Obviamente el Presidente de la Nación. Si hoy hay una elección y los candidatos son Carlos Menem, Elisa Carrió, López Murphy o Macri y el Presidente, en esa situación ganaría Kirchner con un 34 por ciento, contra un 11 de la líder del ARI, que es la que mide dentro de la oposición.
No tengo dudas de que si hubiera hoy una elección presidencial, el Presidente podría ser reelegido sin necesidad de ir a una segunda vuelta.

¿Cree posible que lancen, desde el duhaldismo, al ministro de Economía Lavagna como su candidato presidencial?
Es una posibilidad. Honestamente no estoy convencido del deseo presidencial de Lavagna y tampoco de las oportunidades políticas del ministro.
En Argentina es muy difícil tener posibilidades reales si uno no atravesó instancias electorales que lo hayan posicionado primero, como el dueño de un territorio. Desde este punto de vista, nuestro país -así como Estados Unidos- es una nación federal en donde el trampolín de ser gobernador es muy importante para llegar a una carrera presidencial.

En general, ¿cómo vislumbra el futuro político del país?
Me parece que el Presidente no va a tener demasiadas dificultades de gobernabilidad en el futuro, pero sí creo que el Congreso va a «enlentecerse» y va a bloquearse como sucedió el última miércoles con el tema de los remates de los deudores hipotecarios.
Creo que ahí el duhaldismo se volvió importante, no por números, sino estratégico por situación y de alguna manera, lo de esta semana generó un antecedente inédito, ya que por primera vez un Gobierno pierde una elección en Diputados... porque existe un especie de acuerdo o de regla no escrita desde 1983 a la fecha y es que el Gobierno de turno no pierde votaciones en la Cámara baja. Esto obviamente es fruto de la fragmentación.
Quizás Kirchner debería sacar otro tipo de cuentas respecto del poder para lograr cambiar cosas hacia el futuro, teniendo en cuenta este tipo de equilibrio institucional que puede estar dándose en los próximos dos años.

¿Cree que la destitución del juez Antonio Boggiano podría marcar una tendencia hacia una crítica al gobierno, porque podría sugerirse que está acomodándose la Corte Suprema «a piacere»?
La verdad es que no lo creo. La parte de la Corte que se fue, la mayoría menemista, estaba tan suficientemente desprestigiada que ahora no hay como un argumento demasiado potente porque los jueces que fueron incluyéndose tiene prestigio académico y personal, como para aventar cualquier tipo de críticas.
Pero insisto en que, si bien a la gente le pareció importante que se diera una movida política como para que la Corte experimente una depuración, los temas institucionales no son lo más importante de la agenda de la sociedad.

 

 


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