“El medio ambiente no es
un lujo, sino un derecho”

 
 
“Dentro de unos pocos meses, Vida Silvestre va a presentar
-en público y a nivel nacional-
una nueva revisión de la situación ambiental argentina, ya que la última vez que armamos un informe fue en el 2000. Sí puedo adelantar que para la mayor
parte de la población del país,
hoy en día la situación
ambiental ha empeorado
durante los últimos años”.
Javier Corcuera, el director general de Vida Silvestre, adelanta en esta entrevista el contenido de un libro que la fundación editará en relación a la situación ambiental y habla específicamente de Neuquén.


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  Del cuidado de los recursos naturales depende, en gran parte, el futuro del planeta. Desde hace ocho años, Javier Corcuera es el director General de Vida Silvestre Argentina y en esta nota adelanta el contenido de un libro que editará en poco tiempo esta fundación, en relación a la situación ambiental de nuestro país.
Además, el Licenciado en Biología se detiene en el caso específico de Neuquén. Corcuera opina que debería crearse un Ministerio que se dedique exclusivamente a discutir y resolver cuestiones relacionadas al buen uso de los recursos naturales.

En primer lugar, me gustaría que nos contara brevemente cuáles son los objetivos de Vida Silvestre...
La misión de esta fundación, que es una organización privada y sin fines de lucro, consiste en promover la conservación de la naturaleza y el buen uso de los recursos naturales argentinos.
Lógicamente, esto es muy difícil de alcanzar pero supuestamente el día que lo logremos tendríamos que dejar de existir.

Desde la creación de la fundación -en 1977-, ¿cuáles han sido
los logros más relevantes?

La historia de la fundación es realmente muy fecunda.
Entre otros hechos, vale la pena destacar el interés de esta entidad por la naturaleza de toda la Patagonia, el descubrimiento del ave “macatobiano” que hoy es un símbolo de la estepa patagónica y hasta ese momento no era conocida para la ciencia.
También es un logro, el apoyo a muchísimos proyectos de conservación -incluyendo especies, pero también ambientes- y una tendencia cada vez más creciente a añadir a todos los planes las necesidades de la gente para el buen uso de la naturaleza y contribuir a que la población tenga disponibles recursos tan básicos como el agua o la energía o el paisaje, que no tiene un valor comercial pero sí espiritual.
La Fundación también ayudó a crear muchas áreas protegidas en toda la República Argentina y recientemente, en el 2004, un Parque Nacional completo de la Provincia de Santa Cruz, denominada “Monteleone” que fue donado al Estado nacional por fondos que obtuvimos en la organización y éste representa al primer Parque Nacional Costero–Marino de nuestra historia.
Vida Silvestre también colaboró con una enorme cantidad de Organizaciones No Gubernamentales locales con distintos proyectos y trabaja mucho con los gobiernos en general, ya sean provinciales y el nacional, para mejorar la situación ambiental que a veces es complicada.
Creo que el principal aporte que hemos hecho hasta ahora es mostrar que una institución profesionalizada, sólida pero también muy abierta a la innovación, puede ser útil a la sociedad, estableciendo puentes de diálogo entre grupos en conflicto, en materia ambiental y tratando de encontrar soluciones, incluso ayudando a diseñar el uso de la naturaleza a largo plazo.

¿Qué programas se están llevando adelante actualmente?
Hay muchos que se están concretando a nivel regional, ya que la naturaleza tiene sus propias leyes en cada zona.
Tenemos un programa para la selva misionera, otro para los temas marinos y el Mar Argentino, otro para el Gran Chaco (que incluye unas 12 provincias argentinas) y otro para los Pastizales. A través de estos programas intentamos ayudar en la planificación y al buen uso de los recursos naturales.
Tenemos otros esquemas a los que llamamos transversales que funcionan a escala nacional y apoyan a los regionales pero también pueden actuar en otras áreas, como el de reservas privadas... más del 90 por ciento de la superficie de nuestro país se encuentra en manos privadas y, por lo tanto, resulta imprescindible que los propietarios privados aprendan o vean casos ejemplares del buen uso de la naturaleza. Esto puede darse a través del ecoturismo, del uso de especies incluso –siempre y cuando no estén prohibidas- y promovemos esos casos en diferentes lugares de la República.
Uno de los programas es de alcance planetario y se concreta junto con la Asociación Conservacionista WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), más conocida entre nosotros como “Panda”, con la que compartimos las inquietudes por el cambio climático y cómo tratar de reducir sus impactos en Argentina y el resto del mundo.
Estamos empezando a desarrollar, gradualmente, un programa urbano porque consideramos que allí tenemos un espacio en el que aún la Fundación debe acercarse más a los intereses de la gente.
Hay muchísimas actividades educativas, de comunicación... algunas relacionadas con los humedales, con los esteros del Iberá en Corrientes donde llevamos una larga y persistente negociación con la entidad binacional Yacyretá para dar más transparencia a sus potenciales impactos cuando suba la cota sobre estos esteros.
Somos una ONG muy dedicada a apoyar proyectos de gestión y proyectos de cambio.

A nivel provincial, ¿hay distritos que se encuentran más afectados qué otros en cuanto al cuidado de los recursos?
Sí. Hoy en día, no cabe duda de que el Gran Chaco está sufriendo algunas transformaciones importantes, debido a la expansión desmedida de la frontera agropecuaria en zonas lábiles, de poca capacidad de recuperación y con pérdida de bosques.
También, este proceso está dándose en otras zonas del país y hay incluso regiones ecológicas como el Espinal -que es el cinturón que rodea las provincias de Buenos Aires, Sante Fe y Entre Ríos-, que prácticamente han desaparecido por la expansión agrícola y urbana.
Quizás, el programa de fondo y para eso también estamos desplegando un programa actualmente, es tener un espacio de diálogo maduro con los sectores del agro y forestales para permitir y asegurar el buen desarrollo de la agricultura y de los agronegocios en Argentina, de modo tal que sea sostenible pero que no afecte ambientes de alto valor de conservación.

Deteniéndonos en la provincia de Neuquén, ¿cuál es la situación?
Neuquén tiene sus altos y bajos como todas las provincias pero tenemos una buena relación con la administración provincial, desde hace mucho tiempo.
Para nosotros es clave impulsar la participación pública en temas ambientales y tanto Neuquén como las demás provincias patagónicas están demostrando un interés creciente a las instituciones de la sociedad civil, como las ONG’s, los municipios y las cooperadoras.
Afortunadamente, en la República Argentina está madurando el sentimiento de que el medio ambiente no es un lujo, sino un derecho. Surgieron reclamos relacionados con esto en Neuquén y seguramente continuarán “floreciendo” otras exigencias.
En Neuquén, hace muy poco, hicimos un acuerdo con un propietario para el buen manejo de una propiedad llamada “Estancia Santa Teresa”, que se encuentra en una zona árida y comprende 75 mil hectáreas.
Existen otros propietarios, familias que impulsan también en esa provincia el uso de la fauna y la flora autóctonas que demuestran que Neuquén tiene recursos naturales muy valiosos y tiene la oportunidad de poder dirimir su uso racional que genere incluso circunstancias para atraer más desarrollo sustentable.
Creemos indispensable pensar en el verdadero concepto de este desarrollo sustentable: aspirar al máximo rendimiento sostenible actual de los recursos naturales, siempre y cuando no afecten la disponibilidad de esos recursos para las generaciones futuras.

¿Existe alguna escala que indique cómo se encuentra nuestro país en lo que hace al cuidado de los recursos naturales?
Dentro de unos pocos meses, Vida Silvestre va a presentar -en público y a nivel nacional- una nueva revisión de la situación ambiental argentina. La última vez que armamos un informe fue en el año 2000 y ahora decidimos volver a prepararlo.
A través de un libro, se dará a conocer un diagnóstico región por región, con la contribución de más de 70 expertos no sólo ambientales, sino también referentes del agro y de la pesca, entre otros para que den su visión sobre los problemas que detectan y sobre cómo lograr una mejor sustentabilidad en el uso de los recursos naturales argentinos.
Ese mismo trabajo editorial va a incluir una encuesta ambiental nacional que hemos mandando a hacer provincia por provincia.
Sí puedo adelantar que para la mayor parte de la población del país, hoy en día la situación ambiental ha empeorado durante los últimos años. Esa percepción se basa probablemente en una serie de elemento, como por ejemplo los impactos de los cambios climáticos o, por ejemplo, el desarrollo de proyectos de minería en la Patagonia que tienen poca discusión con la sociedad, previamente a su aprobación y que luego generan rechazo.
Sin embargo, es interesante ver qué nos van a mostrar las estadísticas que arrojen los miles de encuestados que no sólo pertenecen a las grandes ciudades, sino que también se refieren a las pequeñas poblaciones y hasta de muchas localidad de apenas 5000 habitantes.

¿Cómo observa la gestión del gobierno actual en cuanto
al cuidado del medio ambiente?

En general, hay algunos problemas de fondo que no se han resuelto. En primer lugar, existe una gran dispersión de las autoridades ambientales en el país. Si bien es cierto que existe un Consejo Federal del Medio Ambiente (Cofema) que tiene el rol de establecer las políticas federales, más allá de las soberanías provinciales, en materia de medio ambiente, también es cierto que este Consejo necesita ser reforzado institucionalmente porque requiere de representantes ambientales de las provincias que tengan una fuerte vocación y conocimiento y que respondan también a los intereses válidos de los distritos y no a los de otro tipo porque para eso existen otros ámbitos de reunión... como el de minería, el de energía o el de infraestructura.
Todavía falta un poco de fortaleza en la representatividad de las provincias. Esto es consecuencia de que muchos distritos carecen de áreas ambientales fuertes en sus gobiernos. Desde hace muchos años, hay una sola provincia que tiene un Ministerio dedicado casi exclusivamente a los temas ambientales y es Misiones. Este tipo de enfoque es algo muy útil que aún falta aplicar.
A nivel nacional, la Secretaría de Ambiente y de Desarrollo Sustentable de la Nación tiene el papel de coordinar las políticas establecidas por el Cofema.
Yo creo que, a nivel federal, debería fortalecerse este área y que alguna vez en nuestro país exista un Ministerio dedicado al Medio Ambiente y al reordenamiento del uso del territorio nacional en sus diferentes aspectos. Debería ser una cuestión de Estado.

¿Cree que debería ser obligatoria la educación ambiental en las escuelas?
Se han hecho avances importantes en este aspecto, pero falta reafirmar la educación ambiental en todos los niveles. Es clave que los adolescentes sepan que todo recurso natural tiene límites y que, por lo tanto, no es posible imaginar una Argentina omnipotente y basada en el uso infinito de recursos cuando nunca son infinitos.
En los bosques andino-patagónicos, en los próximos 50 ó 70 años, si siguen las tendencias actuales demostradas por los científicos, van a haber cada vez menos precipitaciones... esto significa menos glaciares, menos nieve y menos agua disponible, aguas abajo en esas cuencas.
El “cómo vamos a reaccionar” a esa pérdida de un recurso necesita también de una política estado que incluya la toma de conciencia de los ciudadanos sobre que el país que viene es muy distinto al país que fue.
La educación no es otra cosa que la herramienta para comprender contextos y cambiarlos. Por eso, el docente se convierte en una persona tan clave como el gobernante.

 

 


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