“El salario real debe subir para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores”

 
 
«El salario real debería crecer durante un tiempo por encima de la productividad para lograr una distribución de ingreso más equitativa. Pero no debe menospreciarse el problema de que la inflación se vaya un poco más allá de los niveles actuales».
El economista y asistente de investigación del Centro de Estado y Sociedad, Martín Rapetti, se mostró optimista sobre el crecimiento de las principales variables económicas para lo que resta del año.


Disminuir tamañoAumentar tamañoCambiar tamaño  Imprimir Imprimir
 
       
   
   
 

Por LAURA E. ROTUNDO

La suba de precios volvió a tomar cuerpo esta semana con el aumento de algunos productos de primera necesidad. Por otro lado, la puja entre empresarios, sindicalistas y el Gobierno por un aumento salarial en diversos sectores también recobró importancia.
El joven economista Martín Rapetti (UBA) explicó el peligro de una suba de la inflación y detalló por qué sería importante mantener un tipo de cambio competitivo.
Este asistente de investigación del Centro de Estado y Sociedad (Cedes) se mostró optimista respecto al crecimiento de las principales variables económicas para lo que resta de 2005 y para el año próximo.

En primer lugar, me gustaría saber ¿cuál es su visión sobre el escenario económico local y cómo observa el comportamiento de las principales variables en lo que va del año?
La actividad sigue mostrando signos de gran vitalidad. El PIB crecería en promedio alrededor de 7,5 por ciento respecto a 2004 y mucho de esa expansión se debería a las exportaciones, lo cual resulta un dato alentador.
Por otra parte, las fuentes de inestabilidad que tradicionalmente condicionaron o interrumpieron el crecimiento, hoy se encuentran controladas. Me refiero especialmente al déficit de cuenta corriente y al déficit fiscal que en el pasado provocaron retracciones en los flujos de capital que financiaban el crecimiento. En este sentido, la independencia respecto al financiamiento externo -que se refleja en el actual superávit de cuenta corriente- permite que la expansión se auto-sostenga.
Con este ritmo de crecimiento cabría esperar que continúen recuperándose los salarios reales y que a fin de año la tasa de desempleo se sitúe en torno al 10 por ciento. Obviamente, este panorama optimista no puede hacernos perder de vista los graves problemas en materia de pobreza e inequidad distributiva que sufre nuestro país. Lamentablemente, no puedo augurar buenas perspectivas en ese sentido: llevará unos cuantos años y mucho ingenio en términos de política social remover este cuadro.

¿A qué temas cree que debería abocarse el Ministerio de Economía para consolidar el crecimiento en 2006 y para reducir el índice de desocupación, que justamente mencionó?
Tengo una mirada bastante positiva respecto a los próximos años. Creo que la economía debería seguir expandiéndose a ritmos elevados, con la inflación bajo control. A pesar de ello, creo que una aceleración inflacionaria podría complicar las perspectivas.
En sí misma, una tasa de inflación anual como la que se prevé para este año, en torno al 10 por ciento, es razonable si se tiene en cuenta el rápido crecimiento de la demanda en curso y los ajustes que quedaron pendientes en algunos sectores desde la devaluación de 2002. Pero hay que ser cuidadosos. Si la tasa de inflación se ubicara en niveles algo superiores al actual, podríamos empezar a transitar una delicada situación.

¿Y si sucede?
Bueno... en esos niveles de inflación, se hace difícil establecer contratos nominales (como salarios o alquileres), pues una de las partes -el asalariado o el locador- sufre una relevante pérdida en términos reales durante la vigencia del contrato. En tal contexto, es esperable que intente protegerse de esa pérdida, estableciendo algún mecanismo indexatorio que preserve el valor real de su ingreso.
Cuando la indexación se hace común en el sistema contractual de la economía, la inflación tiende a hacerse inercial y entonces se pasa a convivir con un piso de inflación alto. Bajarla se vuelve muy difícil porque implica, entre otras cosas, remover prácticas contractuales asentadas.
De modo que la inflación es definitivamente un problema que merece la atención oficial. El Ministro Roberto Lavagna y su equipo han dado señales de entender el problema y ya están actuando sobre él. Confío en que no debería haber problemas.

Precisamente, el tema de los precios tomó mucha relevancia esta semana, al igual que la lucha entre empresarios, sindicalistas y Gobierno sobre el aumento de salarios. ¿Cuánto hay de cierto en el argumento: “Si se incrementan los sueldos, la inflación crece”?
Es un tema muy delicado. Imagine el problema visto desde una firma. Si se eleva el costo laboral sin subir el precio de lo que se vende, el margen de ganancia empresario se reduce. Con ese nuevo margen, la actividad puede tornarse poco rentable y, para seguir invirtiendo, la firma tendría que trasladar la suba salarial al precio. Si se excluye este caso, la suba salarial simplemente implica una pérdida en los ingresos empresariales.
Por eso en buena medida, de lo que se trata es de una puja distributiva: cuánto va para el trabajador y cuánto va para el empresario. Dentro de ciertos límites, esta puja se resuelve a través de la capacidad de negociación de las partes. En suma, no es una cuestión que se defina mediante ningún cálculo científico: es problema de poder.
Ahora, pasemos de la teoría a la realidad argentina. Un primer punto concierne a la heterogeneidad de situaciones. Puede haber firmas, con márgenes muy exiguos, que tengan que remarcar precios ante la suba de salarios. Pero lo más probable es que no sólo éstas lo hagan sino también otras que aprovechen su capacidad para fijar precios, especialmente en el actual contexto de rápida expansión de la demanda. Con lo cual cabría esperar que las subas tengan algún impacto sobre la inflación, dependiendo siempre del poder de mercado de las firmas afectadas y de la capacidad de control del gobierno sobre ellas. Verá, entonces, que la situación no es fácil.

Lógicamente, pero el reclamo que se eleva desde distintos sectores sigue siendo que los salarios deben incrementarse...
A mi juicio, es innegable que el salario real tiene que subir para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Más aún, debería crecer durante un tiempo por encima de la productividad para lograr una distribución de ingreso más equitativa. El tema es el timing. Como le decía antes, no debe menospreciarse el problema de que la inflación se vaya un poco más allá de los niveles actuales, porque sino corremos el riesgo de que se convierta en inercial. En este sentido, mucho depende de la capacidad del gobierno para evitar que las firmas remarquen. Es, tal vez, el mayor dilema que enfrenta la política económica actualmente: cómo recomponer los salarios reales sin poner en riesgo la estabilidad de precios.

Una emisión sostenida de moneda en los niveles actuales por parte del BCRA, ¿podría causar un impacto inflacionario importante?
Es muy difícil contestarle sintéticamente, porque hay que lidiar con una idea errada muy enquistada en el “saber popular”: que la emisión monetaria es la causa de la inflación. Me animaría a decir que hay cierto misticismo en esta noción.
Como le dije antes, la persistencia de alta inflación en Argentina y en muchos países latinoamericanos ha resultado de la institucionalización de mecanismos indexatorios tendientes a establecer contratos imprescindibles en el funcionamiento económico. En nuestra larga historia inflacionaria, la emisión ha jugado un rol más bien secundario.
Hoy, no mucha gente conoce o entiende cuáles son las operaciones que realiza el Banco Central. Cuando éste “emite”, no tira billetes desde un helicóptero; sino que realiza una transacción; vale decir, compra “algo” a cambio del billete que emite. Lo que está ocurriendo básicamente ahora, es que ese “algo” son dólares. Los análisis habituales tienden a olvidar que hay alguien del otro lado del mostrador que vende los dólares porque quiere pesos a cambio.
Entonces, si hay un economista o periodista que sale en la TV diciendo: “para mantener el tipo de cambio el Central interviene absorbiendo el exceso de oferta de dólares en el mercado de cambios”, su afirmación dice una verdad parcial. Es cierto: hay un exceso de oferta de dólares, pero éste significa también que hay un exceso de demanda de pesos.
La pregunta relevante entonces es: ¿qué quiere comprar la gente que cambia dólares por pesos? Es claro que parte de esa demanda es de activos financieros domésticos que tienen altos rendimientos, entre ellos los emitidos por el gobierno. Esto significa que el Central no debería enfrentar mayores dificultades para “esterilizar” la emisión causada por la compra de dólares. Por “esterilizar” me refiero a una operación con la que el Central absorbe pesos emitiendo letras que rinden interés llamadas Lebac y Nobac. Con lo cual buena parte de lo que se emite por intervención cambiaria termina siendo absorbido con la emisión de letras, para las cuales hay demanda. En otras palabras, el Central tiene bajo control la emisión.
El problema es que el exceso de oferta de dólares que mencionábamos recién no sólo refleja la existencia de demanda de Lebac y Nobac, sino también de otros bienes. Una fuerte demanda de bienes como la actual, puede provocar subas de precios. Pero, ojo, también es la causa del rápido crecimiento económico en curso.
El dilema no termina aquí. En situaciones normales el BC podría elevar las tasas de interés con mayor esterilización e inducir así una desaceleración de la demanda de bienes. El problema es que actualmente los movimientos de la tasa de interés tienen baja incidencia sobre la demanda agregada porque muy poca de ésta se canaliza a través del crédito bancario. De modo que, aún cuando el BCRA quisiera endurecer la política, su efectividad sería escasa. Como ve, es un tema mucho más complejo que lo que usualmente se presenta.

¿Y qué importancia tiene el tipo de cambio en la estrategia económica del oficialismo?
Es crucial y coincido con el diagnóstico que la sustenta. Un problema fundamental de los últimos 60 años fue la incapacidad que mostró nuestra economía para generar divisas (dólares). Desde la segunda posguerra hasta mediados de los años ‘60, este “estrangulamiento externo” implicó que el crecimiento no pudiera sostenerse por más de 3 años consecutivos. Los economistas de entonces hablaban de ciclos de stop and go (marchas y contramarchas). En el más reciente período de globalización financiera iniciado a mediados de la década de 1970, se abrió la posibilidad de eludir la falta de dólares vía endeudamiento externo (público y ¡privado!). Como sabemos, esa historia terminó en dos episodios de sobre-endeudamiento: primero con la “tablita” de (Alfredo) Martínez de Hoz y luego con la convertibilidad.
Para que Argentina pueda crecer sin restricción de dólares y sin otra crisis de deuda, es crucial lograr cierto equilibrio de las cuentas externas, para lo cual se requiere dotar de dinamismo a los sectores exportadores. En esa estrategia juega un rol protagónico la política de tipo de cambio en niveles competitivos.
Un tipo de cambio competitivo tiene además otro beneficio importante: fomenta el crecimiento del empleo. Distintos estudios demuestran que en aquellos países en donde se procuró preservar un tipo de cambio competitivo el crecimiento económico fue más intensivo en trabajo.

Sobre el sistema impositivo que rige en nuestro país, a veces se dice que es un poco injusto ya que existen impuestos regresivos y distorsión en algunos impuestos. ¿Cuál es su opinión sobre esta crítica y qué elementos deberían cambiar?
Hay consenso en que el impuesto al cheque es distorsivo. No es el caso de las retenciones. Más allá de si lo son o no, veo poco probable que se eliminen porque su recaudación equivale al 60 por ciento del superávit primario del gobierno: cerca de 2,5 puntos del PIB.
Difícilmente alguien pueda decir que el sistema impositivo argentino no sea regresivo. Pero tampoco soy muy optimista respecto a que se lo cambie en el mediano plazo.

¿Qué beneficios, a largo plazo, traerá la salida del default?
La reestructuración ha sido un gran logro estratégico del gobierno. Gracias a ella, las finanzas públicas tendrán una mayor holgura, que no sólo permitirá asignar más partidas al gasto social, sino que además brindará una mayor autonomía para conducir la política económica. De todos modos, hay que tener en cuenta que el peso de los servicios de la deuda aún reestructurada sigue siendo muy importante.
Hay quienes piensan que la reestructuración implicó altos costos de reputación para nuestro país, que redundarán en menor inversión y crecimiento futuro. No concuerdo con esa visión. Para tomar decisiones, los inversores locales o extranjeros miran mayormente hacia adelante y lo que hoy ven es una situación externa y fiscal mucho más robusta que en el pasado y una alta rentabilidad en los sectores sustitutivos de importaciones y exportadores, que son los que proveen dólares. Fíjese que la inversión viene creciendo muy rápido en los últimos 3 años y que a sólo meses de la reestructuración hay mucha demanda (local y extranjera) de títulos públicos.
Evidentemente, en la evaluación de esas inversiones -tanto reales, como financieras- no pareciera haber preponderado nuestra “mala” reputación.

Casi al inicio del reportaje, dijo que va a llevar mucho tiempo revertir la coyuntura social, por cierto dificultosa, que atraviesa la República Argentina...
Exacto. Realmente me preocupa el avance de los problemas sociales. Hay estudios que muestran que aún con altos ritmos de crecimiento, llevará varios años llevar los índices de pobreza y de desigualdad distributiva a niveles “tolerables”. En este sentido, me parece que buena parte de la agenda oficial debería centrarse a resolver estas cuestiones. Creo que ha sido muy acertado el comentario de Beatriz Sarlo al calificar de “poco creativo” el accionar del gobierno en esta materia.

 

 


La Mañana Neuquen
Redacción Cómo anunciar  |  Webmaster
Neuquen - Fotheringham 445 - Teléfono 449 0400
Copyright © 2002-2004 - La Mañana Neuquen - Todos los derechos reservados
 
 
 



Min.: 21°c
Máx.:
37°c
Cielo algo nublado. Vientos moderados del oeste, rotando al sur.
 
 

Energía
Productivo

 


Especiales La Mañana Neuquén

Visite La Mañana Cipolletti

Visite La Mañana Roca
 Transportes Interurbanos
 Guía Profesional
 Teléfonos de urgencia
 Farmacias de turno
 Transporte Aéreo
 Quiniela
 Horóscopo
 
 
 
 
 
 
 

Cine
Teatro
Recitales
Televisión
Videos

 
 

Revista Caras