“La protección del medio ambiente
debería impulsarse desde el Estado”

 
 
“Es responsabilidad de los gobiernos asegurar la provisión de agua a cada habitante, tengan dinero o no, así como implementar y aplicar sin distingos las medidas necesarias para que se utilice con racionalidad y sin despilfarro”.
Eduardo Hernández es uno de los más fervientes defensores de la ecología, además preside la Asociación de Ingenieros Ecologistas del país y en diálogo con La Mañana, reafirmó la necesidad de actuar ante la crisis ambiental.


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Eduardo Hernández preside la Asociación de Ingenieros Ecologistas de la República Argentina. En diálogo con La Mañana de Neuquén y pocos días después de la Jornada Mundial del Agua, el Ingeniero advirtió las consecuencias que traerá en el futuro la escasez de este recurso.
Además, hizo hincapié en que es fundamental promocionar constantemente el cuidado de la ecología para concientizar a la sociedad argentina y encaminarla hacia la protección del medio ambiente.

¿Cuáles son los principales proyectos que ocupan actualmente al agrupamiento que Usted preside?
Para dar respuestas a temas específicos relacionados con el medio ambiente, la experiencia me ha demostrado que resulta necesario definir a priori el contenido de los conceptos más importantes que se utilizarán en las mismas.

Por ejemplo, si partimos de la definición de la Ecología como la ciencia que se ocupa de la relación entre los seres vivos y el medio en que habitan, tenemos ya una primera alternativa, que señala dos caminos conceptuales que se bifurcan: ¿la humanidad forma parte de la naturaleza, o es un elemento externo a ella, en lucha constante para dominarla?
Quienes integramos el Agrupamiento de Ingenieros Ecologistas (AIE), estamos convencidos que somos parte de la naturaleza, como cualquier ser vivo.

En segundo lugar, tenemos la concepción antropocéntrica dominante, que ubica a la especie humana como centro y dueña del Universo, creadora de dioses a su imagen y semejanza, y ciega portadora de la filosofía positivista del progreso infinito e ilimitado. Ya en la antigüedad, los pueblos de Grecia, la Mesopotamia y el Asia Menor destruyeron sus bosques para transformarlos en tierras de cultivo, creando así las condiciones para que se transformaran en tierras áridas. De ejemplos como éste, la historia de la humanidad está llena, pero como por lo visto nada aprendemos de ella, treinta siglos después seguimos haciendo lo mismo y con las mismas consecuencias...
Como resultado de lo antedicho, nuestra concepción de la Ecología es integral. No puede ser limitada a los márgenes estrechos de la “mejora de la calidad de vida” o la “protección de las especies animales y vegetales”. Abarca todos los aspectos de la sociedad humana en relación con su medio, y por supuesto y en especial, su organización económico-social, clave de la profunda crisis ambiental que estamos experimentando de manera creciente y acelerada.
Entrando de lleno a tu pregunta, te respondo que nuestro principal objetivo es lograr la toma de conciencia de la mayor cantidad posible de personas respecto del creciente peligro de autodestrucción de nuestra actual sociedad global, a la que denomino mercantil industrial consumista, conducida por el cúmulo de intereses que la dominan, sin control y sin freno a un desastre que nos afectará a todos.
Tengamos bien presente que ya pasaron tres décadas desde aquel Manifiesto para la Supervivencia que lanzara en 1972 una cantidad importante de científicos británicos, y del Club de Roma, y que poco y nada se ha hecho de los problemas sobre los que se alertaba. Y que por lo contrario, los mismos han llegado a niveles intolerables en lo que hace al calentamiento planetario, la destrucción de la capa de ozono, el avance de la desertificación, la tala indiscriminada de bosques, el agotamiento de los recursos naturales no renovables –asistimos al fin de la era del petróleo y el intento de apropiamiento por la violencia de lo que queda-, la explosión demográfica, el aumento constante de la masa mundial de excluidos, por citar los más importantes.
En lo específico, la AIE constituye como tal la Comisión Permanente de Impacto Ambiental de la Fundación CENATTEV (Centro Argentino de Transferencia de Tecnología Vial), una ONG que en el aspecto ambiental específico está vinculada a organizaciones mundiales similares y es organizadora de Encuentros y Seminarios internacionales en nuestro país, el último de los cuales, el Seminario Panamericano Vial Ambiental 2004 se llevó realizó en septiembre en la Ciudad de Buenos Aires, con la participación de especialistas nacionales y extranjeros, tratando temas como la educación ambiental, la calidad de aire, el impacto vial ambiental.

¿Cómo se solventan los proyectos que plantean y desarrollan? ¿Reciben alguna ayuda del Gobierno?
Los planes y actividades que desarrollamos son solventados con nuestro propio esfuerzo y la colaboración de quienes están interesados, ya sea en el desarrollo de la difusión de nuestro concepto integral de la Ecología, como en el avance en la búsqueda de soluciones al problema general del transporte.

Esta semana fue el día mundial del agua, fuente de vida para la humanidad. El último informe de Naciones Unidas, que hace referencia al desarrollo de los recursos hídricos del mundo, indica que uno de los principales desafíos mundiales es “administrar el agua de modo responsable para asegurar un desarrollo sostenible”. ¿Qué medidas deberían tomarse para lograr ese objetivo? ¿Debe ser un propósito global o cada país puede emprender un camino distinto?
A pesar de que el común de las personas, contemplando el mar, piense, dada su inmensidad, que el agua es un recurso inagotable. no es así. Cerca del 97% del agua de nuestro planeta es salada, inútil para uso humano o agrícola, y prácticamente imposible de desalinizar debido al altísimo consumo de energía necesario para lograrlo. Del resto, el dos por ciento lo constituye el agua dulce que existe en forma de hielos polares o continentales, y el uno por ciento restante son los ríos, arroyos, lagos y acuíferos subterráneos. Tampoco es muy sabido que del agua disponible para consumo, el 75% es utilizado para riego en la agricultura, el 20 lo emplea la industria, y el 5 se utiliza como agua potable.
El agua apta para consumo es, entonces, un recurso limitado. Como contrapartida, la población mundial crece constantemente, a razón de 100 millones por año. Y al mismo ritmo crece la demanda de agua, que en poco tiempo llegará a un límite en cuanto a la necesaria para la producción de alimentos.
Entonces, la frase “administrar el agua de un modo responsable para asegurar un desarrollo sostenible” exige dos definiciones concretas antes de ser aceptada. Una, ¿qué es el desarrollo sostenible? En lo de “sostenible” no tenemos dudas, significa perdurable en el tiempo. ¿Pero qué entendemos por “desarrollo”? Porque buena parte de los que lo plantean, dominados por un enfoque economicista, imaginan sin duda que los dos tercios de la población mundial marginada del consumo se convierta en consumidora, vía incremento de la producción y consiguiente del producto bruto, que pareciera deber ser el objetivo de nuestra civilización. Para nosotros significa cambiar la sociedad de consumo en todos sus aspectos: económico, sociocultural y político. Olvidamos que lo que nos ha convertido en especie dominante es el desarrollo del cerebro, y no la cantidad de “bienes” -la mayoría prescindibles- que acumulamos. Y entonces avanzamos consumiendo y destruyendo o agotando los llamados “recursos naturales” en una ciega carrera hacia un futuro ya próximo de oscuros pronósticos. El desafío es si podremos abandonar ordenada y racionalmente la sociedad de consumo, dado el extremo al que hemos llegado.
Y el tema del agua es un ejemplo. En la Segunda Cumbre Mundial del Agua efectuada en La Haya en el año 2000, quedó planteado un claro enfrentamiento: las corporaciones trasnacionales, por vía de su vocero, el representante del Banco Mundial, impulsaron la privatización del recurso, considerándolo un commodity (bien comerciable, en la jerga de los economistas) que constituiría el gran negocio del Siglo XXI. Enfoque enfrentado y rechazado por la mayoría de las ONG y sindicatos participantes, que consideraron -para nosotros correctamente- al agua como un bien social relacionado con el derecho a la vida. Para ponerlo más claro: el hipócrita planteo del vicepresidente del Banco Mundial fue que “se ha demostrado que si el agua no se cobra no se valora, el agua es un derecho humano fundamental, pero no hay que proporcionarla gratis”. ¿Y digo yo, el que no la puede pagar, que se muera?
Para asegurar ese derecho humano fundamental, la administración del recurso agua no puede quedar en manos de quienes sólo buscan obtener fabulosas ganancias con su escasez. Su manejo debe pertenecer al pueblo todo, a través de la propiedad estatal y gobiernos que lo representen auténticamente y no se “prendan” de los negocios de las corporaciones como nos tienen acostumbrados. Es responsabilidad de los gobiernos asegurar la provisión de agua a cada habitante de sus países, tengan dinero o no, así como implementar y aplicar sin distingos las medidas necesarias como para que el agua se utilice con racionalidad y sin despilfarro. Por aquello de que mi derecho termina donde comienza el de otros...

¿Los cambios climáticos -de los cuales se ha hablado tanto luego del Tsunami- influyen de algún modo en la escasez global del agua?
Sobre los cambios climáticos y sus consecuencias en realidad se viene hablando mucho… desde hace tres décadas. Lo que ocurre hoy, es que las predicciones de los científicos que se van cumpliendo inexorablemente se perciben ahora de manera visible por el común de la gente. Ya los grandes responsables lo admiten, ante la inutilidad de sus argumentaciones “científicas” que se apuraban a negarlo públicamente a través de los medios de difusión masiva, por medio de artículos de los cuales tengo guardada una buena colección. Ahora oficialmente el más grande emisor de gases de efecto invernadero, los Estados Unidos de Norteamérica, por vía de sus gobernantes, primero el presidente Bush y hace pocos días Condoleezza Rice, lo admiten, pero al mismo tiempo dicen que no van a hacer nada al respecto ya que afectaría la economía de su país.
En otras palabras: asumen la responsabilidad de la muerte de miles de personas en todo el mundo a causa de las catástrofes llamadas “naturales” que el cambio climático genera, como el reciente Tsunami, o el huracán Mitch que causó desastres en su propio territorio.
Planteada así la cuestión, debemos prepararnos para las consecuencias, ya que resultan inútiles las Conferencias Mundiales sobre el cambio climático que se realizan ya anualmente desde hace una década -la última en Argentina-, que ante la negativa de los grandes emisores las transforman en una especie de viajes de turismo de los miles de delegados que asisten.
El cambio climático influye también directamente sobre la escasez de agua, pero no porque disminuya su cantidad, sino porque afecta directamente los regímenes de lluvias, ocasionando sequías o inundaciones donde antes no las había. Zonas productivas se transformarán en áridos desiertos recalentados, o en enormes lagunas interiores, a lo que deberá agregarse al aumento del nivel del mar en el mediano plazo, con inundaciones permanentes de enormes zonas costeras. En Argentina, correrá riesgo cierto buena parte de nuestra pampa húmeda. Al mismo tiempo, cientos de millones de personas en todo el mundo se verán forzadas a desplazamientos masivos en busca de la supervivencia, con consecuencias sociales que podemos presumir de catastróficas.

En lo que es el Acuífero Guaraní, una de las principales reservas de agua dulce del planeta que involucra a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, ¿en cuánto tiempo cree que algunos de los países más poderosos del mundo, podrían llegar a disputarse este reservorio?
El Acuífero Guaraní es, en efecto una de las principales reservas de agua dulce del planeta. Es el tercero del mundo, conteniendo unos 37.000 kilómetros cúbicos de agua, abarcando parte de Brasil, de Paraguay, Uruguay y llega hasta nuestra pampa. Y la disputa por su apoderamiento por parte del poder político y económico mundial ya comenzó. El Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), por boca de su presidente, el coronel Horacio Ballester, ha denunciado ya que el verdadero objetivo del Departamento de Estado de los EE.UU., con sus reiteradas denuncias sobre “los terroristas de la Triple Frontera” esconde el objetivo militar del control del Sistema Acuífero Guaraní.
Al mismo objetivo apunta su instrumento económico, el Banco Mundial, con su “generosa” financiación para el estudio del recurso, evitar su contaminación y mantenerlo en control permanente hasta cuando se considere conveniente. Colaboran en el proyecto alemanes y holandeses. No hace falta demasiado esfuerzo mental para darse cuenta de las intenciones.
Al respecto, el Foro Social del Agua, que se reunió en marzo de 2003 en San Pablo con la presencia de numerosas ONG, movimientos sociales y participaciones individuales con delegaciones de ocho países, denunció que tras el Banco Mundial se esconde el interés de los grupos económicos vinculados a la explotación del agua en apoderarse de esta reserva natural para, por supuesto, obtener superganancias con ella. Gracias al apoyo del Banco Mundial y el FMI, se incrementó en una década la cantidad de personas que consumían en el mundo agua privatizada, pasando de 51 millones en 1990 a unos 300 millones en el año 2003 (estadística del Internacional Council of Investgative Journalism-ICIJ). La parte del león, se la llevan tres grandes multinacionales: las francesas Suez y Vivendi, y la británica Thames. O sea, Europa también, aunque su discurso público sea otro.

¿Qué importancia cree que le da la sociedad argentina a la ecología?
Ninguno, cero. Y ya no me estoy refiriendo a los grandes temas globales, sino a los específicos. Y eso porque los sucesivos gobiernos de distinto pelaje, tanto en el orden nacional como locales, no tienen el mínimo interés en hacerlo. Porque no representa beneficios personales directos a sus integrantes. El tema de los residuos urbanos -la basura- es encarado como negocio y por lo tanto no interesa reciclar ni un sólo kilo de los mismos, sino recogerlos y amontonarlos sin discriminar en grandes basurales a cielo abierto, cobrando las empresas privadas por tonelada recogida, cuanta más mejor.
Hablando de contaminación, sea de aguas o suelos, salvo las raras excepciones en que el pueblo salió a reclamar públicamente y de manera no muy amistosa, nada se hace para que las leyes existentes se cumplan. Si el principio rector en Europa es “quien contamina paga” (está explicitado así en la legislación) el nuestro sería: “lo que contaminamos, que lo pague el resto del pueblo; nuestras ganancias no las queremos achicar”.

¿Cómo cree que debería promocionarse la protección del medio ambiente? ¿Conoce campañas exitosas aquí -en el pasado- o en otros países?
La protección del medio ambiente, insisto, debiera impulsarse desde el Estado, de forma constante y agresiva, acompañada por leyes que sancionen de manera real y efectiva a los infractores, tanto grandes como pequeños, pero especialmente a los primeros por su mayor capacidad de contaminación y destrucción del ambiente. Y la participación mucho más activa de los medios de difusión masiva, la ecología no debería ser sólo motivo de artículos de divulgación esporádicos sino una constante, de manera de concientizar a la población. La gravedad de la crisis mundial lo exige, y de última arrastrará a todos, nadie podrá escapar metiendo la cabeza en la tierra como el avestruz.
Pero esto no sucede hasta ahora, me ha pasado de plantear temas en la Comisión de Ecología de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, como el caso de la prohibición de los envases descartables que van a parar a los vaciaderos de basura, esos que dicen “no retornable”, cosa que en España está prohibido, y la sola leyenda se considera una falta gravísima. El envase vacío debe volver a su lugar de origen. La sola propuesta de volver al envase de vidrio, reutilizable, motivó que legisladores argumentaran “que no querían perjudicar a los trabajadores del plástico” y la descartaran. La excusa del perjuicio a la fuente de trabajo, es el medio para no hacer nada en materia ambiental.

¿Cuál es el nivel de contaminación ambiental existente en Argentina?
La contaminación ambiental en la Argentina, en gran medida como resultado de la respuesta anterior, es altísima y en crecimiento. La contaminación de los suelos y las aguas subterráneas y superficiales con los vertidos industriales y los fertilizantes agrícolas, la contaminación de los ríos y lagos por los desechos cloacales sin tratamiento, enumerar todas las causas daría para otro artículo.
Es en este punto que quiero transmitir un mensaje puntual: si queremos cambiar la realidad ambiental antes de que caiga sobre nuestras cabezas de manera nada agradable, si queremos que nuestros hijos y nietos, y los que nos sigan, dispongan de un mundo ‘vivible’ y no merezcamos ser maldecidos por toda la eternidad por nuestro individualismo egoísta, es imperiosa la participación activa de todos los que vayan tomando conciencia de lo que ocurre. A la indiferencia y pasividad de los gobernantes y el poder económico, evidentes partidarios de un cómodo status quo cual si así fueran a escapar de la realidad que inexorablemente los alcanzará, debemos oponer el reclamo masivo del pueblo movilizado en defensa de su derecho a tener un mundo donde se pueda vivir, sin los negros nubarrones de un futuro de catástrofes. Si cada vez somos más, podremos hacer oír nuestra voz sin que sea silenciada, para que nadie más se entere.

 

 


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