“La mejora institucional debe implicar
una reforma profunda del Estado”

 
 
«La ciudadanía desea que se mantenga el crecimiento económico, que se garantice el nivel de consumo actual, que se registre un mejoramiento progresivo de los ingresos y de los puestos de trabajo».
El analista Eduardo Fidanza realizó, en diálogo con La Mañana de Neuquén, un balance político del 2006 que pasó y dio su parecer sobre el 2007 que acaba de comenzar.

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Por Laura Rotundo

El reconocido analista Eduardo Fidanza, de Catterberg & Asociados, dialogó extensamente con La Mañana de Neuquén para hacer un balance sobre el año político que pasó y el que está por venir.
Según Fidanza, el matrimonio Kirchner no tendrá una competencia que complique la continuidad del actual oficialismo en el poder, en los comicios de 2007.

¿Cuál es el balance que hace del 2006, desde el punto de vista político y particularmente qué rescata como positivo y negativo de la gestión presidencial?
En primer lugar, lo más positivo es que el Presidente inició el año con altos índices de popularidad, con un claro liderazgo y además, con un manejo de la agenda política que se mantuvo hasta hoy en estas condiciones… por otra parte, desde el punto de vista electoral, el 2007 aparece bastante despejado, por lo que si no ocurre algún hecho muy excepcional, Néstor Kirchner o su esposa, Cristina Fernández va a ganar en las próximas elecciones.
Lo negativo es que durante este año apareció una secuencia de hechos, a partir de junio, que tiene que ver con los déficits de la calidad institucional en Argentina. Por ejemplo, el papel de Luis D’elía, en ese momento funcionario del Gobierno, con motivo de la marcha convocada en agosto por el Ingeniero Juan Carlos Blumberg, los episodios de San Vicente, la desaparición de Jorge Julio López y quizás lo más adverso fue el resultado de las elecciones en la provincia de Misiones.
Claro que, y esto es parte de lo favorable de 2006, el Presidente tuvo una decisión muy acertada, luego del “caso Rovira”, ya que entendió que la sociedad le estaba dando un mensaje, respecto de desalentar los proyectos de reelecciones indefinidas en algunos distritos.
Haber reducido el número de miembros de la Corte Suprema de Justicia también fue muy bien recibido por la opinión pública, al igual que el tan famoso control de precios, que fue una gran preocupación durante el último verano.
Además, por tercer o cuarto año consecutivo, el año finaliza con un crecimiento del PBI del orden del 9 por ciento, lo que produce que continúen mejorando los ingresos de los argentinos y que se incremente la recuperación de los puestos de trabajo.

Deteniéndonos en el punto de la calidad institucional, ¿cómo cree que la sociedad evalúa los casos de la desaparición del testigo López y del declarante Luis Gerez?
Ante todo, deberíamos distinguir algo: Lo que sabemos del caso López, es que el grueso de la población argentina, aproximadamente un 70 o un 75 por ciento, y en particular de la provincia de Buenos Aires, piensa que se trata de un hecho grave o muy grave, al que le atribuye directamente connotaciones políticas.
Lo cierto es que hay otro nivel, además del de las percepciones de la opinión pública, que es el de los análisis especializados.
Cuando se habla de calidad institucional, no hay que confundir esto con un tema de manual de Instrucción Cívica. Se trata de garantizar y promover un funcionamiento de las instituciones que también tiene una dimensión de la eficacia, en el cumplimiento de sus objetivos. Esto involucra a los poderes del Estado, a los servicios públicos sobre los que éste tiene responsabilidad (salud, educación, justicia, seguridad) y en este caso, a través de casos como los de López y Gerez, podemos ver que la calidad es débil y que existe un sistema político con partidos muy débiles.
En este panorama enfrentamos o vemos cómo la calidad institucional puede llevar a estos secuestros o desapariciones de estos dos testigos tan resonantes de los Derechos Humanos, sin que el Gobierno y sin que las fuerzas de seguridad hasta ahora pudiera hacer nada.
Se percibe cierta impotencia desde el Estado hacia estos dos hechos en particular pero hacia el delito en general o incluso hasta en los accidentes de tránsito, que tanta relevancia tomaron este año en nuestro país… sin dudas, todo esto tiene que ver con la falta de calidad institucional y podríamos decir, que por esta misma razón, se define la vida de muchos argentinos.

Respecto de los comicios de 2007, ¿cuáles cree que son las figuras más ponderadas por el electorado?
Claramente, el matrimonio Kirchner son las figuras más populares y luego, el vicepresidente, Daniel Scioli.
Del lado de la oposición tiene bastante aceptación la líder del ARI, Elisa Carrió y tiene buena imagen, sobre todo como funcionario público que fue, el ex ministro Roberto Lavagna. Por otro lado, Mauricio Macri cuenta con adhesiones importantes pero también con muchos detractores.

¿Y cómo se presenta la imagen del Gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch?
Sobisch, como candidato a Presidente, presenta hasta hoy una baja intención de voto. Sin embargo, cuenta con un alto nivel de aprobación como gobernador. Este es un fenómeno que se está registrando en todo el país y seguramente tiene que ver, ante todo, con el contexto de mejora económica y de crecimiento.

¿Cree que la oposición es vista precisamente así por la población o es como que está bastante de acuerdo con el oficialismo?
Es así… esto me recuerda a algún tramo de la década del ´90 el relación con la “convertibilidad”. La actual situación y política económica, creo que claramente no las están objetando desde la oposición. En el caso particular de Lavagna, esto fue manifestado explícitamente y en todo caso se discuten detalles pero no lo central.
En general, el énfasis de los partidos que denominamos “opositores” se detiene sobre cuestiones vinculadas a la calidad institucional y sobre la forma de liderazgo del presidente Kirchner.
Este es un tema interesante porque, tal como están las cosas, aparece la oposición fragmentada y no surge un debate sustantivo sobre las políticas centrales del gobierno, como la política económica.
Lo que observamos desde nuestra Consultora es que el 60 por ciento de la gente considera que éste es todavía el tiempo de Kirchner y que por lo tanto, hay que renovar el contrato y por otro lado, algo así como “¿para qué cambiar a caballo en el medio del río?” si no aparecen figuras que propongan algo muy distinto. El otro cuarenta por ciento manifiesta que no va a votar por el matrimonio Kirchner, pero si aparecen cuatro o cinco candidatos se va a fragmentar y ninguno haría fuerza como para desestabilizar al actual Gobierno.

¿Cuáles son, para la población, las prioridades a las que debería abocarse el próximo gobierno?
En primer término, creo que los argentinos piden que se mantenga el liderazgo presidencial porque esto se defiende como atributo de un líder político y que, hasta ahora y según la percepción de la opinión pública, Kirchner está garantizando.
Además, la ciudadanía desea que se mantenga el crecimiento económico, que se garantice el nivel de consumo actual, que se registre un mejoramiento progresivo de los ingresos y de los puestos de trabajo.
El tema pendiente es efectivamente el tema de la inseguridad, que principalmente afecta a los grandes centros urbanos de todo el país. Este es sin dudas una de las cuestiones “topes” de la agenda política… y aquí volvemos a lo mismo, ya que el poder revertir esta realidad se vincula claramente con la eficacia del Estado en mejorar la calidad institucional. Es por esto que, a mi juicio, es algo de difícil resolución a corto plazo.
De cualquier modo, cuando uno analiza lo sostenido por la opinión pública, la inseguridad no parece un tema que vaya a ser decisivo a la hora de emitir el voto.

Algunos analistas dudan que el Gobierno tenga armado un programa estratégico de largo plazo que apunte a revertir las carencias del Estado en salud, educación, justicia, etcétera. ¿Cree que es así?
Yo pienso que el grueso de la opinión pública no tiene visiones a “más” largo plazo. La idea de una visión estratégica y de mediano plazo tiene que ver con el nivel educativo y de información que la opinión pública posee. En general vive al día y obtiene su satisfacción o su conformidad en el corto plazo…
De modo que, este déficit que yo creo que tiene el Gobierno, de una falta de visión de mediano plazo, tampoco es un factor que pueda incidir negativamente en el resultado electoral.

¿Personalmente cree que va a ser Néstor Kirchner quien busque el triunfo del Gobierno?
Esta es una de las incógnitas que se proyectan para el nuevo año. Durante algún tiempo, yo sostuve que se trataba de una táctica del Presidente para que todos hablemos sobre esta hipótesis, pero a medida que pasa el tiempo y de acuerdo a las informaciones a las que accedemos, la intención de que la candidata sea Cristina Kirchner se va afianzando.
A priori, esto podría tener dos fundamentos. En primer lugar, mientras la oposición se mantenga fragmentada y el Gobierno siga aplicando políticas exitosos, no va a haber una competencia electoral pareja o importante, por lo que esto habilita a que la Senadora pueda incluso ganar los comicios en primera vuelta, aún teniendo hoy un 40 por ciento de intención de voto, diez puntos menos que el Presidente.
En segundo término, creo que Néstor Kirchner quiere evitar que un año o un año y medio después de ser reelegido empiece a discutirse su sucesión… lo que comúnmente los americanos llaman “el síndrome del pacto rengo”. Yo creo que el actual Jefe de Estado quiere seguir teniendo una fuerte influencia en el poder y creo que él piensa que podría lograrlo en la sociedad que tiene con su mujer, que es matrimonial pero sobre todo política y muy sólida.
Igualmente, la definición será entre abril y julio de 2007, porque también eso va a depender de cómo sea la intención de voto de la Senadora, una vez presentadas las candidaturas de la oposición. Otro factor importante tiene que ver con cómo le vaya a Scioli en las encuestas para la Provincia de Buenos Aires.

¿Es optimista respecto del futuro político de Argentina?
Yo marcaría dos escenarios. Si Argentina estuviera saliendo de lo que los economistas han llamado “stop and go”, es decir, de un ciclo de mejoras que luego se convierten en caídas muy pronunciadas, entonces el crecimiento económico por cuatro o cinco años más, daría lugar a una transformación social e institucional más profunda.
Otro escenario es que se estén perdiendo estas posibilidades y que se estén optimizando las ventajas actuales, sólo en el corto plazo.
A mí me parece que hay algunas tareas pendientes para que la bonanza económica, en caso de mantenerse, derive en una mejora institucional. Por ejemplo, está en deuda algo importante para un gobierno progresista y se trata de un reparto de la riqueza que sea más equitativo. La mejora institucional debe ser concreta y debe implicar una reforma profunda del Estado.

 

 


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