“La violencia familiar afecta a clases
altas, medias y bajas por igual.”

 
 
«Es muy difícil poder detectarlo (causa de la violencia), pero sí podemos descubrir determinados indicios que podrían llegar a sugerir que el día de mañana, una persona pueda llegar a ser agresiva en un futuro o no».
Liliana Alicia González es abogada, licenciada en Criminología y presidenta el Centro de Prevención y Asistencia Familiar y Social. Para La Mañana de Neuquén realizó un análisis de un problema que preocupa a todo el país.

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Por laura rotundo

La violencia familiar es una problemática que abunda en muchos hogares de la República Argentina. Las estadísticas de la mayoría de los países del mundo -según lo difundido por la OMS-, demuestran que más del 50 por ciento de las familias se encuentran afectadas por alguna forma de violencia.
La doctora Liliana Alicia González es abogada, licenciada en criminología y además presidenta el Centro de Prevención y Asistencia Familiar y Social, que desde 1981 brinda ayuda gratuita a las víctimas de violencia doméstica.
En diálogo con La Mañana de Neuquén, la titular de Ceprevi analiza este fenómeno que puede inclusive en ciertas ocasiones llega a causar hasta la muerte de algún integrante del hogar.

¿Cómo observa el panorama de la violencia familiar en nuestro país?
Realmente se ha evolucionado bastante este tema porque se realizan más denuncias y hay mayor concientización sobre el mismo. Sin dudas, esto es muy importante. Pero lo cierto es que a nivel judicial y de tratamientos, se observa un estancamiento.
Se da un dicotomía porque es verdad que hay más personas que denuncian el problema que acarrean pero la detección y la protección de las familias que viven en situación de violencia, sigue exactamente igual... casi como hace diez años.

¿Cómo juzga la legislación vigente, respecto de esta problemática?
Para ejemplificar, podríamos decir que en el caso particular de la Ciudad de Buenos, existe una Ley -de la cual colaboré en su redacción- que es bastante amplia pero no llega a cubrir ciertos aspectos importantes, ya que no obliga ni a la persona que ha sido víctima ni al victimario a iniciar un tratamiento psicológico, cuando evidentemente -en esos casos- nos encontramos con un vínculo que posee una psicopatología de base o adquirida que debe ser tratada.
Desde ya, tenemos que tener en cuenta que es muy difícil regresar a un punto de contacto entre los integrantes de una pareja que han sido golpeada y golpeador.

¿A qué causas atribuye el fenómeno de la violencia familiar?
En realidad no existe un punto inicial o una causa definitoria de porqué se inician estos comportamientos. Si la hubiéramos encontrado, sería fácil continuar porque atacaríamos el origen... hay una policausalidad, al igual que sucede con la delincuencia. Es muy difícil poder detectarlo, pero sí podemos descubrir determinados indicios que podrían llegar a sugerir que el día de mañana, una persona pueda llegar a ser agresiva en un futuro o no.

En general, ¿un hijo de un hombre golpeador termina siendo como su padre o rechaza totalmente esta conducta por temor al pasado?
Hay de todo. En Ceprevi recibimos a muchas mujeres que manifiestan que sus maridos han tenido padres golpeadores y terminan repitiendo esos comportamientos y las que nos cuentan que por esa causa, precisamente no cometen los mismos actos de violencia porque no quieren revivir esos malos recuerdos.
No en todos los casos, el hombre repite los mismos valores que ha vivido en su casa... más bien repite lo que puede repetir, ya que “el ser humando vive como puede”.
Respecto de las víctimas, podría decir que recibimos a mujeres golpeados, a hombres golpeados, a menores pero hay algo que se está dando en el último tiempo y no es precisamente violencia física sino psicológica.
Últimamente no abundan tanto los golpes pero sí los insultos y los malos tratos. Estas conductas también existen desde siempre pero recién ahora comienzan a difundirse más o a considerarse realmente como actos de violencia.

¿Cómo podemos prevenir actos de violencia en el hogar?
Una mujer o un hombre que comienza a ver situaciones que son complejas o de cierta turbulencia, lo primero que debe hacer es sentarse a dialogar con su pareja para buscar un solución, a partir del diálogo.
Si por este camino no se logra nada, se debe recurrir al terapeuta. Lamentablemente, en las terapias vinculares no siempre se detecta una situación de violencia. Si luego de este intento, tampoco se alcanza ningún acuerdo, los terapeutas tienen que alejarse de la posibilidad de vincular, ya que esta alternativa no existe cuando hay golpes. Llegados a este término, la única solución es separarse... porque en algunos casos, estas situaciones pueden finalizar en una muerte. Si retomando la terapia, estando separados, no pueden revertir su situación, ahí sí el camino es el divorcio.
Los casos que terminan en muerte son generalmente los que no se consultan... por esta razón y también porque no se realizan muchas denuncias -aunque haya disminuido el temor a hacerlo- es que no pueden elaborarse estadísticas firmes respecto del porcentaje de la población que padecen estos comportamientos.

Estando en contacto con estas parejas, ¿Usted puede dar fe de que algunas logran revertir la situación?
Trabajando desde 1981 con esta problemática, puedo decirle que conocemos dos casos —porque hemos continuado en contacto con estas parejas- que han podido volver a estar juntos y a compartir una convivencia pacífica. Los demás, no... han vuelto -con los años- a buscar el divorcio o bien, a separarse porque los actos se repitieron.
La violencia es un círculo: se produce el hecho de violencia específico, después surge el arrepentimiento por parte del agresor, el perdón por parte de la víctima y así se repite el círculo que jamás tiene fin.

¿Difieren las situaciones que se generan por estas reacciones si hablamos de distintos sectores socio-económicos?
Las presiones económicas las ejercen los agresores de la clase alta de la sociedad porque a sus víctimas le cierran las cuentas bancarias, no les pasan más dinero a fin de mes o les anula la extensión de las tarjetas de crédito.
El factor dinero juega un papel muy importante en todo este problema. También en las clases altas funciona muchísimo la violencia física pero se esconde porque una dama puede ponerse un par de anteojos negros, movilizarse en su propio auto o aislarse dos semanas en un country para que nadie la vea.
En cambio, en los sectores medios y bajos, cuesta disimular el daño físico porque obligatoriamente la persona debe ir a trabajar o llevar a sus chicos a la escuela. Los hombres habitualmente intentan justificarse diciendo que el no tener dinero, los intranquiliza y por eso reaccionan violentamente ante cualquier comentario o acción.
De todos modos, los agresores siempre encuentran justificativos para actuar violentamente... y me refiero a cualquiera de los dos sexos porque hay mujeres que golpean a los hombres.
La violencia familiar afecta a clases altas, medias y bajas por igual... y con esta afirmación también me gustaría destacar que, aunque muchas veces la ausencia de dinero aleja a las personas, en otros casos las une más... y esto es algo que sucede sobre todo en los hogares de menores recursos, ya que intentan disfrutar de los afectos que los rodean. Hay un falso criterio respecto de esto.

¿Cómo se asiste a la víctima de este tipo de reacciones?
Dentro del marco de la familia, es asistida con el afecto y la contención, que muchas veces es muy difícil de encontrar porque generalmente el golpeador es muy amable para el afuera pero es en el adentro donde se suceden las cosas y donde se muestra como es.
En el ámbito estatal y de las instituciones privadas, lo que se facilita es la asistencia psicológica, principalmente para lograr la concientización de lo que el paciente está viviendo y del camino que tiene que tomar para salir de ese pozo en el que se encuentra inmerso.
Además, se brinda el apoyo legal en caso de que lo necesite y desee realizar una acción contra la persona que es la agresora.
Lo que básicamente da la Ley de Violencia Familiar es la exclusión del hogar del golpeador, algo que generalmente es otorgado por la Justicia.

¿Podría explicar de qué se tratan el Mobbing y el Bulling?
Es muy bueno marcar la diferencia porque muchas veces se confunde. El mobbing consiste en el acoso laboral, en una práctica ejercida en las relaciones personales, especialmente en el ámbito laboral, consistente en un trato humillante y descalificador hacia una persona, con el fin de desestabilizarla psíquicamente.
En cambio, el bulling (“o violencia silenciosa”) se da en el ámbito escolar, cuando un alumno o un grupo de compañeros mantiene una conducta de persecución física o psicológica contra otro, con métodos que generalmente pasan desapercibidos por los docentes, como romper o esconder objetos personales, burlarse permanentemente o hacerle amenazas a escondidas. Esto también sucede sin diferencia de estratos sociales.

¿Cómo cree que debería encararse una campaña por parte del Gobierno para lograr una mayor toma de conciencia respecto de este conflicto?
Es difícil hablar de campañas... vemos varias que son permanente en todos los medios de comunicación, relacionas con la vialidad o intentado prevenir accidentes de tránsito y sin embargo, las cifras no disminuyen.
A veces se discute el éxito o no de una campaña, pero debemos reconocer que sobre violencia familiar no la hay. De vez en cuando, en el Día Internacional de la Mujer suele hablarse del tema o algún programa hace referencia y es increíble cómo suenan los teléfonos.
Por eso creo que sería importante una campaña a nivel nacional, pero no celebrando un día sino logrando que tuviera trascendencia en el tiempo.
En el caso de CEPREVI, nosotros realizamos ininterrumpidamente -desde 1981 a la actualidad- una iniciativa denominada “conocer para defendernos”, que consiste en concientizar a todas las instituciones que nos lo soliciten sobre la violencia familiar, ofreciendo seminarios y enviando la legislación existente en la República Argentina.

¿Cree que el panorama va a revertirse o por el contrario, a empeorar?
Creo que de a poco se va a avanzando porque se va tomando conciencia sobre este conflicto. Ésta no es más una cuestión de feminismo, sino de humanidad, sociabilidad y de raciocinio.
No creo de ninguna manera que la mujer deba fortalecer su autoestima para tirar abajo al hombre, sino lograrlo para ser ella una persona plena, de una manera coherente.
A corto plazo, el panorama se ve estático pero a largo plazo, va a ir revirtiéndose con equilibrio: ni feminismo, ni machismo.

 

 


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