“La economía formal crece sobre la base de la explotación de los trabajadores en negro”

 
 
«La primera medida que debería encararse es la de reuniversalizar los Derechos de los Niños y partir de un criterio universal de asignación que ronde entre los 100 y los 130 pesos para todos los niños de Argentina, desde los 0 a los 18 años».
En diálogo con La Mañana de Neuquén, el asesor económico del Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo), Martín Hourest, cuestiona al gobierno nacional y hace hincapié en la necesidad de disminuir la miseria en nuestro país.

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Por Laura E. Rotundo

El economista Martín Hourest, Director del Instituto de Estudios de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), sostiene en este reportaje que el crecimiento de la economía en la Argentina es real pero que debería complementarse con otros cambios para que la redistribución de la riqueza resulte más justa.

¿Cómo observa hoy el “andar” de la economía en nuestro país?
Estamos en lo que podría llamarse la estabilización de un tipo de nuevo formato de desarrollo de la economía nacional, asentada esencialmente sobre lo que podemos denominar un crecimiento que se da hacia arriba y hacia fuera.
Hacia arriba en lo que tiene que ver en la concentración del consumo de los sectores de mayores ingresos -que están representados en el hecho que el seis por ciento de la población económicamente activa, captura el 52 por ciento del consumo privado-. En paralelo a esto, también se genera un incremento en relación con la oferta general de bienes de aquellos que están destinados básicamente a la exportación, tanto con lo que tiene que ver con las exportaciones, es decir con el fenómeno de la soja, las industrias extractivas de mar, de petróleo y de gas, cuanto aquellos insumos industriales de uso difundido, como por ejemplo tubos sin costura y demás.
Todo esto que acabo de mencionar significa que el proceso de crecimiento liderado por una inversión, que está mayoritariamente orientada a la construcción y no a la incorporación de capital fijo -a diferencia de otros países que han iniciado un sendero de crecimiento industrial sostenido- está casi en dos tercios apuntado a la construcción y un tercio a la incorporación de capital reproductivo.
Lo más llamativo, sin dudas es que de esa cantidad importante de contribución de la construcción se orienta a la construcción residencial, a abastecer el circuito de altos ingresos.

¿Cómo advierte el comportamiento de las principales variables de la economía, en lo que resta de 2006?
Yo diría que no hay tensiones ni en materia fiscal, ni en materia cambiaria y tampoco de precios. Insisto en sostener que lo que existe hoy en Argentina es una suerte de estabilización de una forma de producir y de distribuir la riqueza. En esa forma de generarla, lo que aparece como dato más importante, es que luego de tres años de crecimiento del PBI de casi un 9 por ciento, las condiciones de producción -esto es: las condiciones de trabajos informales, los niveles de desocupación y las características de la distribución, como lo son los salarios- no han mejorado substancialmente e incluso menos que la tasa de crecimiento de la economía.
Con esto, podríamos decir que, al estar en una condición de producción y de distribución peor a la del inicio de 2001, lo que uno está advirtiendo en este contexto es que esta manera de construir y producir riqueza, no va a tener remesones por cuestiones relacionadas ni con la cuestión del ingreso ni con la fiscal.
Aquellas tensiones que pueden aparecer en el camino tendrán que ver en todo caso con problemas estructurales que no pueden ser removidos como pueden ser: por un lado, el tema energético y por otro, ya en el mediano plazo, la evidente insuficiencia del tipo de inversión para sostener estos niveles en el futuro.

Respecto a la inversión, ¿qué cambios deberían realizarse en el sistema impositivo que rige en nuestro país, a veces juzgado como distorsivo, por la existencia de algunos impuestos?
No es tanto distorsivo, como regresivo, ¿verdad?

Si partimos de la premisa de saber que este excedente magnífico bruto, no debe ser discutido en materia fiscal, es decir que la política tributaria no tiene que caer sobre los sectores de mayores ingresos y sobre aquellos que han acumulado activos, y en paralelo se sostiene que es el consumo de estos sectores el que tiene que liderar el proceso de crecimiento, aparece por lo menos como difícil -dentro de esta lógica de regresión social- la idea de una estructura tributaria distinta.
El Gobierno se ha cansado de decir en los últimos años que no hay ninguna reforma en este aspecto, en el horizonte... y no sólo se cansó de afirmarlo sino que no la ha hecho. Lo que sí existe por parte del Gobierno, contrariamente a un cambio que achique la regresividad, es una suma de medidas de promoción a la inversión, de subsidios al capital, de mecanismos de transferencias directas a las empresas... las cuales generaron un tinte mayor de regresividad a la lógica tributaria de la República Argentina.
Tanto la aparición de la denominada “Ley Techint”, vinculada con subsidios a las empresas para que inviertan, cuanto el último paquete puesto a consideración del Congreso, relacionado con incentivos a las grandes empresas petroleras, lo que están afirmando es que ellos no tienen ningún interés por definir una política fiscal progresiva sino que marchan alegremente hacia una profundización en materia tributaria y fiscal.

¿Con qué medidas se puede combatir el empleo en negro?
Lo primero que se debe entender es que no hay forma de concebir una lucha contra el trabajo en negro si ésta no es una prioridad por parte de la política.
El colectivo de trabajadores que están en negro en Argentina, es el que va más lleno... el grupo más grande del país. Bajo los niveles de subregistración, tenemos al 46 por ciento de los trabajadores, lo que evidencia que no se trata de un pequeño problema sino que es “el” inconveniente, en términos del reconocimiento que la venta de la fuerzas de trabajo en Argentina, mayoritariamente se realiza en condiciones de ilegalidad.
Por eso creo que el primer elemento que hay que tomar en cuenta es que esta realidad no es un accidente de la manera de producir riqueza, sino que es una de las vigas mediante la cual la riqueza se produce en nuestro país.
En segundo lugar, precisamente porque existe este nivel de trabajos en negro y no registrados, el resto de la población que está en blanco -básicamente me refiero al sector privado-, está pudiendo negociar salarios porque lo hacen sobre la base de una muy pequeña parte de los trabajadores realmente ocupados... que son dos de cada diez, en todo el país.
El tercer punto, en este contexto, es que el proceso de tercerizar funciones de producción, de subcontratar trabajadores, de generar canales negros que abastezcan a la economía blanca -por decirlo en términos vulgares-, no es un mecanismo que tenga que ver solamente con las pequeñas empresas o con lo que se denominaba en algún tiempo, la economía informal y de subsistencia. Desde la aparición de estos elementos de trabajo esclavo, se observa -por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires- que el trabajo en negro abastece a grandes productores que generar “productos” que llegan como registrados al mercado y de grandes empresas porque integran la lógica de la subcontratación y externalización de planteles... es muy importante aclarar que esto no es un problema exclusivo de pequeños talleres que no tienen relación con la economía formal sino que ésta crece y se sostiene sobre la base de la explotación de los trabajadores en negro.

¿Cómo cree que desde la economía se puede encarar un comienzo de solución al problema de la pobreza?
Si además de todo lo mencionado hasta ahora, rescatamos ese viejo mito de que “en Argentina no trabaja el que no quiere y el que no quiere, por eso es pobre”, pero vemos, en realidad, que tenemos trabajadores en negro y en blanco que están por debajo de la línea de pobreza, la primera definición dura que se debe trazar es que con el mercado de trabajo sólo no alcanza para salir de esta miseria.
Si efectivamente al Estado y a la sociedad le importa que millones de compatriotas salgan de la línea de la pobreza, se debe tomar una decisión respecto de la redistribución de los ingresos, para que se de por fuera del mercado de trabajo. Aquí aparecen dos grandes colectivos de sociedad y ambos se vinculan con reconstruir el pacto inter-generacional que debe sostener a toda sociedad... el primero es el de los niños.
Me parece que un chico que ha nacido en un hogar de un trabajador no registrado, no va a tener acceso a ninguna obra social, ni cobertura de atención en un hospital que no sea el público, no tiene ayuda escolar obligatoria ni tampoco un subsidio de ninguna naturaleza o especie y en consecuencia, además de haber nacido en un lugar que está castigado porque el ingreso es menor -ya que un empleado en negro siempre percibe un salario de un 30 a un 50 por ciento más bajo, que al de uno registrado-, tampoco tiene un reconocimiento social...
En este contexto, entiendo que la primera medida que debería encararse es la de reuniversalizar los derechos de los niños y partir de un criterio universal de asignación que ronde entre los 100 y los 130 pesos para todos los niños de Argentina, desde los 0 a los 18 años.
Un segundo cordón tiene que ver con la otra parte del pacto intergeneracional que son los que ya se fueron del mercado de trabajo. Hoy en Argentina, un tercio de los mayores de 65 años no tienen cobertura previsional y por eso es necesario avanzar sobre mecanismos que operen como redistribuidores de ingresos sobre esos sectores.
Pero además, todas estas medidas deben plantearse con visión de futuro. Con el 46 por ciento de los trabajadores en negro, el nivel de colapso del sistema previsional en el futuro va a ser fenomenal... primero porque este porcentaje ya no aporta y segundo, que de todos los que están registrados, la mitad que se encuentra en las AFJP’s, tiene aportes intermitentes y tampoco se podrán jubilar.

¿Cree que el Gobierno se orienta a estas decisiones?
Para nada. El Gobierno ha dicho que son el crecimiento y la discusión salarial de los formales, las herramientas idóneas para resolver esta cuestión, que expresan lo que nosotros hemos denominado “el orden del desprecio”.
Sin dudas la política económica del oficialismo desprecia a los informales, a los no registrados y a los que no han podido integrarse a los canales formales de discusión e incluso los utiliza como rueda de auxilio para que el resto del sistema “funcione” como si todo estuviera bien.
Esta lógica presupone el desprecio hacia millones de argentinos, en su mayoría mujeres y niños, que no entran en la ponderación o en el juicio acerca de cómo funciona el orden social. Desde la óptica del Gobierno, éste pareciera medirse con cuánto crece la economía, cuánto se exporta, cuánto es el superávit fiscal y cuánto mejoran los salarios formales.
Toda la situación de penuria, de crueldad y de desigualdad que campea al resto de la sociedad argentina, no entra en la consideración pública.

¿A través de qué decisiones cree que podría volverse más fácil la entrega del crédito a más personas físicas?
Lo principal sería la modificación de la ley de entidades financieras, que no sufre modificaciones sustantivas desde la época de (Alfredo) Martínez de Hoz al día de hoy.
El crédito es un servicio público y no significa simplemente darle plata a quienes ya la tienen sino considerar el tipo de proyectos y de iniciativas que distintos actores sociales tengan para llegar a un financiamiento.
Lo cierto es que el tipo de negocios que se le ha planteado al sistema financiero por parte del Estado, además del tipo de regulación, es una cosa asociada o bien a instrumentos de deuda pública o a incentivar créditos al consumo de los sectores registrados o a iniciativas que no tienen la carnadura suficiente como es el destinado a la compra de viviendas...

¿Por qué?
Simplemente porque no toma en cuenta la lógica del mercado argentino ni tampoco los especulativos atroces que tiene el mercado inmobiliario. Yo creo que sino se replantea el funcionamiento global del crédito y sino se vuelve a un criterio que esté concebido bajo la idea de que éste es un servicio público, no vamos a tener soluciones mucho mejores que las que hoy por hoy se están brindando... y que por cierto son insuficientes y regresivas.

Hace un tiempo se hablaba mucho sobre el tipo de cambio... ¿cree que debería mantenerse en los niveles actuales o que tendría que ser más flexible a la baja?
Me parece que el tema del tipo de cambio hay que “desmitificarlo” en alguna medida. Es un instrumento de política económica, aunque no es el único. Sin embargo, junto con el superávit fiscal se los ha convertido aquí, como los dos ejes principales en este aspecto.
Uno necesita más y mejor política industrial, de ingresos, así como de difusión tecnológica y también una seria reforma tributaria.
Si la idea de mantener el actual tipo de cambio es no hacer ninguna de estas modificaciones, yo entiendo que hablamos de una lógica, por lo menos, errada. Está claro que Argentina, como país que tienen problemas de endeudamientos substantivos, es un país que no puede pensar en tipos de cambios bajos o en volver a fenómenos de sobre-valuación cambiaria, típicos de la década de los ’90.
Lo que vale la pena destacar es que este nivel de tipo de cambio récord, tiene como contrapartida también la peor distribución de la riqueza en Argentina, de la historia.
Con este tipo de cambio se puede hacer otra política económica pero el problema es que el Gobierno ha tomado la decisión errada y regresiva de establecer como prioridad que ésta se asiente sobre el superávit fiscal, de cuenta corriente y sobre un alto nivel de reservas.

 

 


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