«Hoy, la escuela es como una guardería y el docente parece un asistente social»

 
 
«En la actualidad, no se puede hablar del rol del maestro describiéndolo igual que el de hace 20 ó 30 años atrás».
Marta Maffei, diputada nacional y símbolo de CTERA, analiza la actualidad de la educación argentina y cuenta sus proyectos para revertir el deterioro.

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Por Laura E. Rotundo

Ser docente en la República Argentina no es tarea fácil. No sólo porque los salarios -aunque hayan sido aumentados- aún son bajos, sino porque ejercer hoy la profesión va mucho más allá de enseñar a leer y a escribir, teniendo en cuenta los conflictos económicos y sociales que atraviesan muchas familias del país y sabiendo que a la escuela, en muchos casos, no se va a aprender sino a comer.
La diputada nacional (ARI), Marta Maffei es un símbolo de CTERA y desde su lugar como funcionaria, destaca en este reportaje en qué proyectos se encuentra abocada para revertir el deterioro educativo actual, en ocasión del debate sobre la nueva Ley que se discute en el Congreso.

En primer lugar, me gustaría saber -no como funcionaria, sino como docente- ¿cómo describiría el rol de los maestros hoy en día en nuestro país?
En líneas generales, el docente está cumpliendo -más que el papel de enseñante- el rol de la persona que contiene la situación social de conflictividad que lamentablemente, muchos chicos llevan al aula. Hoy, la escuela es algo similar a una guardería y el docente parece un asistente social, que trata de suplir las carencias que manifiestan los alumnos y sus grupos familiares.
No se puede hablar del rol del maestro, describiéndolo igual que el de hace 20 o 30 años atrás, ya que en la actualidad y dadas las circunstancias, se encuentra muy debilitado.

¿Cómo cree que se puede dividir esta mezcla que se da entre la desazón social y la exclusiva tarea de enseñar en las escuelas o cómo considera que puede evitarse esta falta de contención que brindan los maestros, quizás por la ausencia de los padres o por el malestar que traen de los hogares?
Sí... o que claramente surge por la situación económica, por la pérdida de trabajo o de estabilidad, la falta de horizonte en material de desarrollo social o la convicción de una buena parte de la sociedad que cree que «el esfuerzo no vale la pena» y que es preferible navegar por la tierra superficialmente, sin profundizar lo que sería un apropiado proceso educativo... sin dudas, todos estos son elementos que se conjugan actualmente, derivan en un cambio cultural importante, que ha operado en detrimento del proceso de conocimiento.
En este marco, es obvio que la escuela «nunca» se dedicó exclusivamente a enseñar, sino que hizo un esfuerzo sostenido de contención social, orientado a que el chico pudiera seguir aprendiendo. Antes se juntaba ropa para ayudar a un niño, se hacía una «vaquita» para comprar un guardapolvo o si se precisaban libros, se trabajaba para conseguirlos.
Hoy, ese afán tiene otros objetivos, relacionados con la contención, que dejan de lado el proceso de aprendizaje: hoy se lucha por evitar la violencia dentro de la escuela, para evitar que los chicos se maten, a tratar que no consuman drogas, a que no se organicen bandas juveniles armadas y a tratar de sustituir ese cariño que tal vez el chico no recibe en la casa.
Esto es producto de un enorme deterioro que se dio en nuestro país, a partir de la enorme apertura de las importaciones, de la pérdida de los espacios del trabajo y de la caída del proceso industrial, entre otros factores.
Estoy convencida que esta coyuntura no se va a cambiar solamente con la voluntad de los docentes. Si la sociedad y si la República Argentina sigue siendo una fábrica de pobres, creo que estamos más encaminados a generar bandas de adultos saqueadores de departamentos que a crear grupos de jóvenes, dedicados a un esfuerzo educativo como promoción social.

¿Y con qué políticas cree que se vuelve a la función original del docente?
Es que si el Estado no cumple con su función de redistribución del ingreso, de asignaciones familiares, de extensión adecuada de las jubilaciones, de un rol sustantivo en los modos de otorgar líneas de crédito para permitir los procesos de trabajo o de tratar que lo que todos los argentinos producimos, tenga una inserción en el mercado interno e internacional, insisto en que nosotros vamos a seguir teniendo en la escuela una fábrica de pobres.

Como integrante del ARI, ¿cómo observa el accionar del Gobierno en este tema? ¿Qué rescata de positivo?
Nada. En realidad, la gestión del Presidente Néstor Kirchner tuvo una especie de fortuna específica, que fue entrar en un momento en el que los productos agrícolas y no industrializados tenían y tienen un incremento de demanda, sobre todo por la incorporación de la China y de la India a los consumos populares, que también coincidió con el proceso de devaluación del 300 por ciento. Además, aumentó la sustitución de importanciones que trajo una caída de 4 o 5 puntos en el índice del desempleo.
Este contexto genera una sensación de orden, como si hubiera un plan político, económico y social, pero no lo hay. Sí existe un mejor ingreso del régimen tributario, pero no se vuelca en la distribución del ingreso o de programas que definan políticas de desarrollo.
Yo creo que cuando una parte de la sociedad encuentra atemperada su situación económica personal, se bajan las antenas y se relajan respecto del contexto social en su conjunto. Esta nueva cultura de la cual hablaba al principio, tiene que ver con la acentuación del individualismo y la caída de la solidaridad... ni siquiera dentro de las universidad, existe un espacio en el cual se debata y se reflexione sobre los serios problemas que la sociedad tiene.

¿Difieren mucho las problemáticas educativas, según las distintas provincias del país?
Claramente, hay provincias que están un poquito mejor como es el caso de la Capital Federal, aunque no alcanza lo óptimo ni mucho menos... llega al 7 y podemos decir entonces que sí presenta un buen piso de rendimiento general. En este caso específico, se advierte que la inversión tiene muchísimo que ver con la mejora o el deterioro del sector.
Si bien existen muchos fracasos de alumnos en todas las jurisdicciones del país, en el interior se advierte que muchas personas tienen un respaldo familiar más sólido que en la Ciudad de Buenos Aires, que ciertamente tienen éxito dentro del sistema educativo.
Lo que sí ha ocurrido en los últimos años, es que se presenta una enorme desigualdad respecto de los niveles de rendimiento, que son algunas veces irrelevantes...

¿Cuál es el nivel más afectado por todas las problemáticas que destaca?
El nivel secundario es el peor de todos, absolutamente.

Desde la Comisión de Educación, ¿en qué proyectos se está trabajando para alentar el mejoramiento de esta materia? ¿Alguno está cerca de su aprobación?
Nosotros estamos trabajando mucho más en proyectos dirigidos a la redistribución del ingreso, con las políticas universales y no aquellas asistenciales, que tengan que ver con grupos selectos de la población sino con líneas de carácter integral. Estamos abocados a lograr que exista una protección familiar, la obra social, el funcionamiento del hospital público, el trabajo... estas son políticas orientadas a mejorar la situación social, que sin dudas traerían un alivio importante a los conflictos puntuales del sistema educativo.
Por otro lado, ya hemos presentado un proyecto de Ley de Educación que va a tener poco que ver con el que presente el Gobierno y al que sin dudas, consideramos muy superador al del oficialismo.

¿Cuáles son las premisas de ese proyecto?
Es un plan de 100 artículos que profundiza muchísimo en la importancia de los ejes de la participación, a nivel escolar e institucional, que permita que la realidad «entre». No se puede teorizar sobre la educación, cuando no se tiene un diagnóstico firme y fuerte de la sociedad, es inconcebible.
Otro punto se dirige a fortalecer el sistema educativo en su conjunto... ya estamos planteando que un 6 por ciento del presupuesto sea solamente para educación, porque Ciencia y Tecnología debe tener uno propio y mucho mejor que el actual. Pedimos que haya una jerarquización fuerte, que permita que los docentes estén muñidos de recursos pedagógicos, políticos y culturales suficientes como para poder enfrentar el deterioro del sistema.
Obviamente, también se plantean distintas propuestas sobre los derechos de los docentes, de los alumnos, de la Comunidad. Tiene que existir una educación que permita que la ciencia, la tecnología y el conocimiento tengan un mecanismo ágil de incorporación... es importante avanzar en la atención a las demandas curriculares de nuestros compañeros y en las modalidades de los procesos educativos, para no seguir teniendo 50 modelos distintos en todo el país.
En síntesis... se trata de un proyecto que seriamente pretende incorporar la infraestructura, la jornada completa, la extensión de obligatoriedad.

¿Es la falta de capacitación docente una falencia real?
La verdad es que todo suma... los procesos sociales son distintos a los químicos. Si yo pongo dos partículas de oxígeno y una de hidrógeno, voy a obtener agua, lo haga bajo cualquier condición que lo haga porque «la mirada del científico no cambia el fenómeno». En tanto, en los procesos sociales, la mirada de quien trabaja en estos, sí se modifica mucho.
El ejemplo sería que si un docente ingresa con decisión de trabajar, permitiéndose interactuar con la gente, ser creativo, tener una mayor participación en el aula y siendo capaz de entusiasmar, es muy probable que obtenga un resultado muy distinto al de un docente que ingresa al aula creyendo que los chicos pobres y maltratados por su familiar, no van a tener éxito.
La mirada del docente puede generar éxitos notables, aún en contextos adversos. Indudablemente, un docente con buena formación puede colaborar, contribuir y aportar mucho más que un docente insuficientemente formado.
Obviamente, con esto tiene mucho que ver, que exista un mejor salario y que se ofrezcan mejores condiciones laborales... es cierto que no se puede pretender un docente de excelencia con un sueldo de barrendero.

¿Cuáles son sus expectativas respecto de este tema? ¿Cree que mejorará en el mediano plazo?
Si lo observamos desde el punto de vista del Gobierno, no tengo muchas expectativas. Pero no hay que limitarse a criticar. Si desde la oposición somos capaces de discutir como sociedad, de interactuar, de reflexionar y de plantear propuestas concretas, sí soy más optimista.
Nuestro país no ha desechado el proceso cultural ni tampoco el educativo... si queremos, podemos.

 

 


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