Después de varios años,
los ganaderos neuquinos acumularon know how para mejorar el funcionamiento
de este sistema de provisión de carne en la zona Oeste de la
provincia. Neuquén > Durante
el 2006 hubo más cantidad de hacienda en los engordes a corral
ubicados en las estancias de la zona precordillerana neuquina, pero
hubo algunos aspectos que sirvieron para que los engordadores pudieran
mejorar la prestación. Hubo una suerte de cuello de botella
a principios de la primavera, debieron hacer frente a fin de año
al alza en el precio de los cereales y la acumulación de nieve
en el invierno impidió que los animales ganaran kilos.
El veterinario Víctor Lovera dijo que «fue distinto que
años anteriores» y describió el factor climático
y el costo de los granos, aunque afirmó que «las dificultades
obligan a buscar alternativas para seguir trabajando».
Entre las alternativas que maneja, dijo que estaban trabajando con
cereales de invierno y sobre todo con partidas de descarte que no
entran a malterías, cebada, sorgo. «Son fuentes energéticas
más baratas que el maíz, pero necesitan un procesamiento,
tienen que molerse y eso dificulta en volúmenes grandes»,
evaluó.
La cebada tiene menos cantidad de almidón que el maíz,
pero es más digerible, o sea que en comparación la energía
que aporta es comparable. Sostuvo que baja un poco el consumo, lo
cual puede llegar a alargar algunos días el engorde. Las conversiones,
es decir los kilos de alimento que necesita para producir un kilo
de carne, es parecido a lo que es con maíz.
Afinar el lápiz
Hay que estar muy encima de los costos, es la conclusión de
Lovera. «Calcule que si un año se programó tener
gordos todo el año, a principios de año el precio del
ternero y el gordo tenía buenas perspectivas y el precio del
cereal estaba accesible. A partir de la mitad de año, con las
disposiciones nacionales que afectaron el precio del gordo, si bien
acá no se notó tanto, con el aumento del precio de los
cereales cambiaron todas las cuentas que se sacaron al principio»,
describió en diálogo con LU5 Agro.
Genética en un engorde
Cuando se entra en una situación como la actual, con cereales
caros, es cuando más se nota la genética porque «con
una misma cantidad de alimento tienen mayor producción de carne,
en definitiva, resulta más barato producir un kilo de carne
en un animal de buena genética que uno de mala».
Indicó que la genética que se usa para engorde o para
campo es la misma, pero tiene que ver una cuestión de precio,
lo más importante es el precio de compra y después el
de venta y en tercer lugar las conversiones, donde se aplica la genética.
Si se respeta ese orden, siempre se prioriza un ternero que salga
no tan caro, tampoco que sea de mala calidad, pero dentro del engorde
se diluye bastante esa diferencia.
Clave
«La clave es tener continuidad, voluntad porque donde tocan
años con climas feos no hay muchas ganas de salir al campo,
hay que ser constante tanto el productor como la gente que le toca
ir a dar de comer a los animales. Esto es importante porque uno puede
tener una muy buena receta pero si quien está a cargo del engorde
no tiene la continuidad de dedicarle tiempo todos los días,
empieza a tener problemas por ese lado y no tiene nada que ver con
la receta que está usando», dijo Lovera.
¿Qué le faltó? Se le preguntó
al médico veterinario, quien contestó:
Ordenar la parte de la comercialización. Hubo, a la salida
del invierno, en setiembre y octubre que hubo un cuello de botella,
se saturó el mercado y costaba ubicar el producto. La resolución
del peso mínimo de faena va a ayudar a sacar al animal cuando
esté gordo y no cuando llegue al peso. Lo que llevó
a que los períodos de engorde se alargaran es esperar que el
animal alcance el peso. Con 240 ó 250 kilos el animal ya estaba
gordo pero no se lo podía sacar porque no llegaba al peso mínimo.
Siempre tratamos de mantener el promedio de la tropa y dentro de ella
no todos los animales tenían 280 kilos, alguno tenía
300 y otro 260. Eso complicó un poco el 2006, pero para el
2007 facilitaría bastante.
¿En qué afecta al ganado la nieve?
Básicamente el animal, durante el día va entre 8 y 9
veces por día al comedero dentro del corral. Cuando se tienen
condiciones de nieve o lluvia con mucho barro, eso hace que el animal
no vaya tantas veces y trata de compensar comiendo más cantidad.
Eso predispone más a la acidosis. Estando con nieve o lluvia,
el animal se moja, siente más el frío, lo que hace que
coma con más ansiedad, más apurado. Eso predispone a
los empachos, como se le llama en el campo que muchas veces termina
en la muerte. Aumenta las necesidades de energía para mantener
la temperatura corporal, lo que hace que la cantidad de alimento que
se necesita para mantener los kilos sea mayor en invierno que en primavera
y verano.
Se está buscando que dentro de lo que es cordillera, trabajar
con engordes en zonas bajas y más templadas, no tan extremas.
Algunos engordes están a 1.200 metros de altura lo que comparado
a los 700 metros de otras localidades, esos 500 metros se notan en
cuanto a la duración de la nieve, la lluvia, cuánto
demora en orearse el suelo.
Un negocio para grandes o chicos
En el negocio de los feed lot en la precordillera neuquina, económicamente
el número es muy ajustado. El veterinario Víctor Lovera
indicó que en los corrales que se cerraron en el 2006, algunos
ganaron 20 pesos, otros 100 pesos y algunos salieron hechos, pero
mientras más chico es el productor, la importancia no es tanto
económica sino financiera.
Explicó que a veces es muy difícil depender de la venta
del ternero una vez al año y con eso vivir todo el año,
entonces al pequeño le sirve que se deje una tropa de terneros
para engordar y tener un ingreso de efectivo para esta época
que es alejada de la época de destete, cuando normalmente tenía
los ingresos. Si uno se basa en lo económico, un productor
pequeño no debería tener engordes, pero si se basa en
lo financiero, sí.
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