Neuquén > Mañana,
en varios países del mundo, se celebra el Día Internacional
del Trabajo. El origen del día del trabajador fue una tragedia.
En Chicago, Estados Unidos, el 1 de mayo de 1886, un grupo de dirigentes
y trabajadores hicieron una huelga masiva para reclamar que la jornada
laboral sea de ocho horas y que las condiciones de trabajo sean mejores.
Durante esas jornadas hubo enfrentamientos violentos con la policía
y con un grupo privado de seguridad de la compañía Pirketon.
La sangrienta represión causó varios muertos y medio
centenar de heridos.
Aquellas personas fueron juzgadas y años después, a
las víctimas se las llamó «Los Mártires
de Chicago». Ese hecho motivó que el Primer Congreso
de la Internacional Socialista, reunido en París, decidiera
declarar el 1º de mayo de 1889 «día mundial de la
lucha obrera», en conmemoración de la masacre de Chicago.
Un año después, obreros de todas partes del mundo, manifestaron
por primera vez el Día de los Trabajadores.
Alguno de los logros conseguidos por la clase trabajadora son: contar
con servicio médico, cobertura en caso de incapacidades por
accidentes o enfermedades, indemnizaciones, jubilaciones, días
de descanso semanales, vacaciones, jornadas de ocho horas de trabajo,
sueldos y trato justo.
Aún falta mucho por hacer en materia laboral y sobre todo en
lo que respecta a un flagelo mundial: el trabajo de aquellos que no
deberían hacerlo, los niños.
Qué es el trabajo infantil según la OIT
No todo el trabajo efectuado por niños debe ser clasificado
como trabajo infantil que deba ser seleccionado para su eliminación.
La participación de niños, niñas o adolescentes
en un trabajo que no afecta su salud y desarrollo personal o interfiere
con su educación es considerado por lo general como algo positivo.
Esto incluye actividades tales como ayudar a sus padres en la casa,
asistir en un negocio familiar o ganarse dinero para gastos personales
fuera de las horas de escuela y durante las vacaciones escolares.
Estas clases de actividades contribuyen al desarrollo de los niños
y al bienestar de sus familias; les hace obtener habilidades y experiencia,
y ayudan a prepararlos para ser miembros productivos de la sociedad
durante su vida adulta.
El término «trabajo infantil» suele ser definido
como el trabajo que priva a los niños, niñas o adolescentes
de su infancia, su potencial y su dignidad, y que es nocivo para su
desarrollo físico y mental.
Se refiere al trabajo que:
- Es física, mental, social o moralmente perjudicial o dañino
para el niño, e
- Interfiere en su escolarización: Privándole de la
oportunidad de ir a la escuela;
- Obligándole a abandonar prematuramente las aulas, o
- Exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con
largas jornadas de trabajo pesado.
En sus formas más extremas, el trabajo infantil implica niños,
niñas o adolescentes que son esclavizados, explotados sexualmente,
separados de sus familias, expuestos a graves riesgos y enfermedades
y/o abandonados a valerse por sí mismos en las calles de las
grandes ciudades, a menudo a muy temprana edad.
- En la Argentina, cifras oficiales de trabajo infantil daban en
1997, que 252.000 niños/as de entre 6 y 14 años realizaban
las más diversas actividades laborales, tanto en el área
rural como urbana. En junio de 2002 esa cifra se elevó a 1.503.925.
En octubre de 2004 esa cifra se creció a casi 2.000.000 sólo
en el ámbito urbano y actualmente sería superior a ese
número
En América Latina y el Caribe trabajan 20 millones de niños
y hay
19 millones de adultos desempleados.
En Latinoamérica y el Caribe
el 15% (un poco más de 12 millones) del total de los niños
y de las niñas de 5 a 17 años realizan algún
tipo de trabajo. Se estima que esto se incrementa considerablemente
si se incluye las actividades domésticas en el propio hogar.
Las tasas de trabajo infantil más altas, de más de
20%, las tienen Bolivia, Perú, Guatemala y Ecuador, y las más
bajas, de solamente un dígito, Chile y Panamá. En el
resto de países las tasas oscilan entre el 10% y menos de 20%.
La tasa de atraso escolar en niños que trabajan llega al 46%,
más alta que la de quienes no trabajan. Esto provoca que aquellos
que no tengan concluido el primer ciclo secundario dificulten su progresión
escolar a niveles educativos más altos, con el consecuente
abandono y la entrada a trabajos informales.
La incorporación temprana al trabajo va en detrimento de la
escolaridad de las niñas y los niños. Según un
estudio del Programa Int ernacional para la Erradicación del
Trabajo Infantil, perteneciente a la Organización Internacional
del Trabajo, el 28% de niños, niñas y adolescentes que
trabajan no asiste a la escuela, lo que dificulta sus posibilidades
de bienestar con la adquisición de un adecuado capital educativo.
El trabajo infantil, sin excepción, se caracteriza por ser
un fenómeno rural (27% de niñas y niños de 5
a 17 años trabajan) que casi triplica la incidencia en el medio
urbano (10%).
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