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Por Vicente Poveda
Roma (dpa) > Cuando Juan Pablo II beatificó
en 1992 al fundador del Opus Dei, el sacerdote español José
María Escrivá de Balaguer, en una multitudinaria ceremonia
en la Plaza de San Pedro de Roma, la noticia fue reseñada en
Estados Unidos apenas por publicaciones católicas y algún
que otro pequeño diario.
Por aquel entonces, un periódico de California escribió,
por ejemplo, que el Papa había elevado a los altares al fundador
de «un grupo católico de Europa». Un signo sin
lugar a dudas de que la que es considerada una de las organizaciones
eclesiásticas más influyentes de hoy en día apenas
existía para la primera potencia mundial.
Sin embargo, la novela «El Código Da Vinci», del
estadounidense Dan Brown, ha generado una atención inusitada
en torno a la organización con sede en Roma, aunque bien es
verdad que en el libro «La Obra», como la llaman sus simpatizantes
(«Opus Dei» en latín significa «Obra de Dios»)
no aparece bien parada.
Sociedad secreta
En la novela de ficción se presenta al Opus Dei como una sociedad
secreta que está dispuesta a matar para que no salga a la luz
el secreto del amor entre Jesucristo y María Magdalena, algo
que pondría en aprietos a la Iglesia católica.
En febrero, ante la difusión de las primeras imágenes
de una superproducción de Hollywood basada en la novela, dedicaron
amplios espacios al Opus Dei medios como el «New York Times»
o la televisión ABC, en su programa «Good Morning, América».
Además, según cifras difundidas por la organización,
la web oficial www.opusdei.org recibió en 2005 en Estados Unidos
cerca de un millón de visitas, considerablemente más
que desde cualquier otro país.
«Es algo negativo que en la imaginación de mucha gente
en Estados Unidos el Opus Dei aparezca vinculado ahora a esa imagen
macabra y poco agradable que se plantea en la novela. Pero, por otro
lado, ha despertado la curiosidad de mucha gente que se acerca a nosotros
con un sincero deseo de conocer más y, al mismo tiempo, el
Opus Dei aparece ahora en medios en los que era inimaginable hasta
hace poco tiempo», explicó a la agencia dpa Manuel Sánchez
Hurtado, portavoz de la organización católica en Roma.
El Opus Dei cuenta oficialmente con 85.000 miembros. Sin embargo,
la mayor parte de ellos se concentra en España y América
Latina. En Estados Unidos, sus miembros apenas llegan a los 3.000,
aunque la organización se expande en el país. Una prueba
de ello es su nueva sede central nacional en Nueva York, un edificio
en una zona privilegiada de Manhattan inaugurado en 2001 y por el
que el Opus Dei pagó más de 40 millones de dólares.
Pese a que la sede central del Opus Dei está situada en Roma,
en «El Código Da Vinci» Dan Brown la identifica
a la torre color rosado de Manhattan como la verdadera central de
la organización desde la que se ordenan los asesinatos que
lleva a cabo el monje albino Silas. Por ese motivo, según Sánchez
Hurtado, dicho edificio se encuentra desde hace meses en el centro
de la atención de los grandes medios de comunicación
estadounidenses, que son invitados ahora por el Opus Dei a visitarlo.
El Opus Dei no ha parado de despertar recelos desde su fundación
en Madrid en 1928. Sobre todo, los altos cargos alcanzados por algunos
de sus miembros en varios países y dentro de la Iglesia Católica
han sido interpretados en la opinión pública como un
intento de la organización de hacerse con el poder en ámbitos
tanto «divinos» como terrenos.
Aunque el Opus Dei asegura que no persigue fines temporales y que
las vidas profesionales de sus miembros son responsabilidad exclusiva
de éstos, durante el gobierno del ex presidente español
José María Aznar, sin ir más lejos, eran miembros
de la organización el ministro de Defensa, el director de la
Policía y el fiscal general del Estado. Mientras, también
es miembro de la organización el portavoz de la Santa Sede,
Joaquín Navarro-Valls, al tiempo que el fallecido Juan Pablo
II nombró a dos cardenales y a un buen número de obispos
del Opus Dei.
En los últimos años, el Opus Dei ocupó, además,
numerosos titulares negativos después de la rápida beatificación
y canonización de su fundador, así como en base a relatos
de ex miembros que hablaban de presión psicológica y
prácticas de captación de nuevos socios similares a
las de las sectas.
En su libro, Dan Brown se sirve de estas percepciones para crear una
imagen del Opus Dei que la organización considera deformada.
Sin embargo, ante el estreno previsto para mayo de la película
protagonizada por Tom Hanks y Audrey Tautou y que el semanario «Newsweek»
considera uno de los sucesos cinematográficos más esperados
del año, la organización católica ha asegurado
no tener ningún deseo de polémica y que «tampoco
habrá ningún boicot ni nada parecido».
Campañas
Primero, el Opus Dei está aprovechando el aumento en la atención
en torno a la organización para promocionar varias campañas
de solidaridad promovidas por católicos en África. Además,
ha tratado sin éxito de tomar contacto con la productora de
la película, Sony- Columbia, con el fin de establecer un «diálogo
constructivo para que el producto final no sea desagradable»,
según Sánchez Hurtado.
El Opus Dei ha conseguido, sin embargo, dicho «diálogo
constructivo» con la editorial Random House, la primera editorial
estadounidense, propietaria de los derechos de «El Código
Da Vinci» y que en mayo, con motivo del estreno de la película,
publicará «Camino», la principal obra de espiritualidad
de Escrivá de Balaguer.
Algunos católicos han puesto en marcha «blogs»
desde los que critican a «El Código Da Vinci».
También han aparecido numerosos libros antítesis que
tratan de «descodificar el código» y el mismo Umberto
Eco, uno de los ex católicos más famosos de Italia,
recomendó en febrero en una columna en el semanario «Espresso»
leer la página web del Opus Dei para informarse sobre el libro
de Brown: «Si quieren una información actualizada de
todos los artículos sobre la materia, vayan a la página
del Opus Dei. Se pueden fiar, aunque sean ateos».
Sin embargo, el mismo Brown, «impresionado» por el éxito
del libro, asegura que su obra no es «anticristiana ni antinada»
y que «simplemente es una novela». Aun así, dice
entender las reacciones del Opus Dei, pero afirma: «Mientras
que el Opus Dei es una fuerza muy positiva en las vidas de mucha gente,
para otras la afiliación al Opus Dei ha sido una experiencia
profundamente negativa».
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