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Días antes habían
secuestrado a su novia, Inés Amigo, en la ciudad
donde ambos estudiaban.
Neuquén > “Algo habrán hecho”
era el latiguillo que permitía sacarse de encima la responsabilidad
moral y ética de aportar algún dato sobre una persona
desaparecida. La frase se hizo moda y con el correr de los años,
bajo la dictadura y también con la democracia, la expresión
cumplió la función de anestesiar, de no sentir curiosidad
por los vecinos que desaparecieron en sus cuadras.
Sin embargo, existen familias, como la Ragni, que no se cansa de contar
cómo su hijo pasó a engrosar la lista de desaparecidos
durante la última dictadura militar y cada día luchan
exigiendo justicia.
El calvario de los Ragni sigue latente desde aquel 23 de diciembre
de 1976, nueve meses después de iniciado el golpe al mando
de Jorge Rafael Videla y compañía. En la mañana
de ese día, su hijo Oscar Ragni fue detenido por fuerzas paramilitares
y nunca más regresó a su casa.
“Sabemos que después de 30 años, nuestro hijo
ya no vive; pero queremos encontrar Justicia y a esa persona que golpeó
la puerta y lo vino a buscar engañándome. No tenemos
odio ni queremos venganza, sólo Justicia”, fueron las
primeras palabras de Inés de Ragni, una de las dos Madres de
Plaza de Mayo activas de Neuquén.
“La ausencia de Oscarcito nos obligó a entrar en un período
de nuestra vida nunca imaginado, donde empezamos a utilizar otros
elementos con un objetivo claro: que todos los que actuaron en apoyo
de ese gobierno genocida paguen con justicia terrenal todos sus desmanes”,
afirmó consternado su esposo, Oscar Ragni.
Sin esconder su permanente dolor por la ausencia de su “nene”
mayor, ambos se propusieron continuar caminando con la frente en alto
y luchando por sus ideales. “Después de tanto llorar
y sentirnos burlados por todos los ‘milicos’, nos repreguntamos
por qué vivir así si nuestro hijo no estuvo enfermo
ni lo piso un auto, a él lo vinieron a buscar. Entonces, debemos
luchar para que ellos den cuenta sobre lo que pasó y quién
es el responsable de su desaparición”, reafirmó
Inés.
Un dolor de toda la vida
La falta de Oscar obligó a que sus padres comenzaran una intensa
búsqueda que todavía continúa. Y a través
de ella, se fueron hilvanando diferentes puntas que hoy son certezas.
Para Oscar, el terrorismo de Estado actuaba por informes telefónicos
donde “uno no tenía más que levantar el teléfono
y avisar la existencia de reuniones domiciliarias para que ellos invadieran,
destruyeran una vivienda y mataran”; pero también operaban
con participación de detenidos, quienes desviaban la persecución.
“Oscarcito cayó por confusión. Ellos buscaban
a una pareja y confundieron el paradero”, dijo su papá.
El tiempo determinó que esta conclusión fuera verdadera,
porque tiempo más tarde conversaron con la madre del compañero
de su hijo.
“Días antes -comentó su papá-de su llegada
a Neuquén, Oscarcito pasó unos días en la casa
de su abuela materna en San Fernando (provincia de Buenos Aires) y
alojó a dos compañeros, se trató de esa pareja
amiga. Una hermana de Inés, tiempo después, nos contó
que había notado algo extraño en ellos: nunca salieron
los tres juntos sino que uno se quedaba en la casa”. Y agregó
que “luego de una serie de investigaciones dimos con esta familia
y la mamá nos dijo: Yo no sé quién es el perjudicado,
si su hijo u otro chico, pero yo debía salvar la vida del mío;
entonces, le conseguí documentos y pasaportes falsos para que
se fueran a Brasil”.
Y si bien reconocen que mantener una charla con el amigo de Oscarcito,
hoy empresario de una empresa brasileña que mantiene relación
con trabajadores de la fruta en el Alto Valle, es una cuenta pendiente,
tienen una herida profunda que nunca cicatrizará.
“El hecho más profundo y doloroso tiene que ver con que
quién entregó a nuestro hijo es un sobrino nuestro,
primo hermano de él, que trabajaba para los servicios de inteligencia”,
remarcó.
“Lo peor es que cuando lo denunciamos y le pedimos al juez que
lo cite para declarar, mintió de una manera descomunal. Desde
esa fecha nunca vino a recriminarnos que lo habíamos denunciado;
tampoco a decir ‘yo no fui’, a disculparse o a decirnos
que lo había hecho porque alguien lo había mandado.
Nunca, nunca más lo volvimos a ver. Que lo haya hecho uno de
la misma sangre no tiene perdón ni explicaciones”, agregó
con cara de dolor y resignación.
“Caminamos sin rencor”
Oscar e Inés están casados desde hace 52 años.
Y si bien comentaron que la llegada de los militares al poder significó
toda una gran confusión donde algunos se pusieron contentos
y otros, el grueso del pueblo no entendía bien lo que estaba
pasando, pisaron tierra cuando les tocó vivirlo en carne propia.
“Nunca pensábamos que llegaríamos a tener la presencia
de un gobierno genocida que empezó con la desaparición
de gente, la tortura y muerte. Todo ello tiene un límite, pero
cuando le toca a uno no hay con qué darle y ése es el
momento en que nos dimos cuenta lo que estábamos viviendo”,
puntualizó Inés.
“Esto es algo muy personal. Tanto mi esposa como yo buscamos
justicia y que se aclare todo. Queremos saber una realidad y tenemos
elementos de juicio suficientes para decir que esto fue así,
pero debe ser la justicia quien intervenga y determine que condena
les cabe a los asesinos. Nosotros no nos tomamos el atrevimiento de
juzgar, por eso no caminamos ni con bronca ni con rencor, sino a través
de una fuerte exigencia y desazón por el abandono de la justicia
hacia todos los que sufrieron estos desmanes victimarios que ofreció
el gobierno militar”, remarcó Oscar.
Embanderados bajo la constante lucha por los derechos de los más
de 60 desaparecidos en toda la provincia del Neuquén y el Alto
Valle de Río Negro, Inés y Oscar, hablaron sin pelos
en su lengua y manteniendo vigente paso a paso su permanente búsqueda.
“Yo no lo busco muerto, hasta que el gobierno de turno no haga
justicia y diga lo que verdaderamente pasó entregando a todos
lo culpables no pararé de luchar. Nuestros hijos viven en vos,
en un obrero, en un estudiante; nuestros hijos viven en todos los
que caminan por la calle. Los años pasan, pero no hay olvido”,
remarcó Inés con una expresión que deja en claro
que nunca cesará su lucha, la lucha de toda una sociedad que
continúa la búsqueda de justicia.
Permanecer bajo una utopía
Neuquén
> Ninguno de los hechos sucedidos durante la permanencia
de la dictadura militar (1976-1983) será olvidado por el conjunto
de la sociedad. Esto es tan cierto como decir que nadie hizo nada
para ganarse la crueldad de los genocidas durante el Terrorismo de
Estado.
“Así mi hijo hubiese sido un zurdo, guerrillero, de derecha,
comunista o montonero, no interesa. Lo indicado hubiera sido que alguien
golpeara la puerta y me diera las explicaciones concretas de por qué
se lo arrestaba. Si hubiesen hecho las cosas como corresponden no
hubiese habido tanta injusticia en un pueblo como el argentino”,
explicó Inés de Ragni.
“Hay una consigna que tiene casi treinta años y la seguimos
levantando: aparición con vida. Y más allá de
que conocemos una realidad basada en cómo trataron a los chicos
-por lo que seguramente ninguno esté con vida-, la consigna
sigue en pie. El lema está vigente porque de lo contrario claudicaríamos
en el objetivo fundamental: la búsqueda de la verdad. Alguien
lo sabe y tiene que decirlo. El buscar a nuestros hijos vivos es permanecer
bajo una utopía, pero nos sirve para que la consigna no sea
derrumbada hasta llegar a la verdad”, remarcó Oscar Ragni.
Sin olvido
Su mamá:
Como madre, digo que Oscar vive en esta casa al igual que nuestro
otro hijo Edgardo. Está tan presente que mantenemos su placard
intacto como cuando estaba con nosotros. Además, está
su cama, su biblioteca y su lugar en la mesa. Hace poco, por insistencia
de nuestras dos nietas, empezamos a rearmar el arbolito navideño;
arbolito en el que Oscar tuvo durante mucho tiempo su regalito.
Su papá: Oscarcito era un chico absolutamente
normal como millones de chicos. Nunca lo observé como el héroe
de la familia o el destacado del grupo, sino como uno más de
todos nosotros: común y corriente. Era estudioso y a medida
que avanzaba en su edad se fue preocupando por lo social. En cuanto
a lo político, no habíamos tenido oportunidad de hablar
seriamente, a pesar de ciertos hechos históricos en nuestro
país como la Revolución del ’30, lo que sucedió
en el ’45, el peronismo del ’55 o los azules y colorados
con Onganía en la década del sesenta.
Vivir con la desaparición de un hijo
Neuquén
> Todos hemos perdido un ser querido o un amigo. Pero
hay diferentes formas de atravesar ese sufrimiento: ya sea con un
momento de resignación porque lo ves enfermo, más duro
si es a través de un accidente improvisto y peor si se trató
de un hecho violento.
«En la enfermedad se vive un proceso; en un hecho violento puede
actuar rápidamente la justicia; en un accidente hay algún
tipo de ‘satisfacción’ porque se aclaran las cosas.
Pero en todos ellos tenés a tu ser querido para brindarle los
ritos del velatorio y llevarle una flor; hay algo como justificar
eso», dijo Oscar Ragni.
«Ahora, cuando sucede una desaparición de persona no
hay explicación que sirva. Imagina, alguien sale de la casa
y no vuelve más, no deja rastros, nadie que lo haya visto,
no hay señales. Es un hecho que no tiene comparación
ante nada», agregó.
El ejemplo más claro de esto está en que desde hace
poco quedó establecido en el código penal la desaparición
forzosa de personas, cosa que antes no existía.
«En el caso de nuestro hijo -continuó- y los miles de
desaparecidos hay una certeza: no hay tiempo que esperar para encontrarlo,
porque eso no sucederá».
Historias de los años de plomo
Neuquén
> El próximo 24 de marzo se cumplirán 30
años del golpe de estado contra la, por entonces, presidente
de la Nación, María Estela Martínez de Perón.
Ese día significó el inicio de la dictadura militar
más sangrienta de la historia argentina. Con la asunción
de la Jorge Rafael Videla, Eduardo Emilio Massera y Orlando Agosti
comenzó el Proceso de Reorganización Nacional.
A partir de hoy, La Mañana de Neuquén iniciará
una serie de notas que tendrá por objetivo contar aquellas
historias que para muchos aún hoy son desconocidas, de cómo
se vivieron esos «años de plomo» en la región.
Además, cada historia, dura y única, buscará
concientizar a la población para reafirmar una frase que hoy
tiene un alto contenido emocional en la sociedad argentina «Nunca
Más».
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