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La socialista Michelle Bachlet parte
como favorita, pero no le alcanzaría para evitar la segunda
vuelta electoral.
Santiago (Reuters) > En un caluroso sábado,
los chilenos entraron en cuenta regresiva para las elecciones presidenciales
de hoy, para las que la candidata del gobierno Michelle Bachelet es
favorita aunque podría ir a una segunda vuelta en enero.
El material electoral que será utilizado en los comicios, en
los que también se renovará la Cámara de Diputados
y, parcialmente, el Senado, ya fue distribuido en todas los centros
de votación del país, que permanecen bajo el resguardo
de efectivos militares y policiales.
Las encuestas muestran que tras Bachelet están los dos candidatos
de la oposición de derecha, el acaudalado empresario Sebastián
Piñera y el ex alcalde Joaquín Lavín, y, más
abajo, el postulante la izquierda extraparlamentaria, Tomás
Hirsch.
«Todo está impecable, todo está bien», dijo
a periodistas el ministro del Interior, Francisco Vidal, tras inspeccionar
los puntos de votación del área metropolitana de Santiago.
El día de las elecciones, las calles aledañas a estos
locales permanecerán cerradas al tránsito vehicular
y sólo se permitirá el acceso de los votantes con su
respectiva cédula de identidad.
El gobierno estima que para las 18.30 hora local (la misma de Argentina)
informará los primeros resultados correspondientes al 10 por
ciento de las mesas escrutadas a nivel nacional.
«Queremos tener signos de solidez democrática, una alta
participación ciudadana», dijo el presidente chileno,
Ricardo Lagos, elegido el 2000 por el bloque de centroizquierda Concertación,
que ha gobernado el país desde 1990.
Lagos, quien goza de una gran popularidad entre los chilenos, inspeccionó
las instalaciones del centro de cómputo electoral que está
ubicado en uno de los edificios emblemáticos de Santiago, el
Diego Portales.
«Espero tener mañana un día de fiesta democrática,
en donde los esfuerzos que han hecho los candidatos y las candidatas
queden atrás porque ahora tú decides», dijo Lagos.
Temperatura
«Ojalá que el próximo presidente sea como él,
pero será difícil», dijo Paulina Peña sobre
Lagos, mientras esperaba la llegada del metro o tren subterráneo,
uno de los medios de transporte más usados en Santiago.
«Votaría por la Bachelet porque es mujer y yo también
lo soy, pero me gusta más Piñera. Me parece que es de
solucionar rápido los problemas y eso necesitamos en Chile»,
afirmó Marcela Rojas, dueña de un puesto de ventas de
golosinas.
«Eso sí, pienso ir a votar muy temprano porque si no,
el calor me va a matar», agregó Rojas.
Escenario
Limpieza electoral
Por Fiona Ortiz
Santiago (Reuters) > Mientras el electorado de
Argentina, Perú o México se preocupa por la guerra sucia,
los insultos y la corrupción durante las campañas políticas,
en Chile los votantes se quejan por la invasión de propaganda
visual en calles y plazas.
Y es que el proceso electoral chileno, que se realizará el
domingo, ha sido uno de los más limpios de la región
pese a intercambios de críticas propias del calor de la contienda
política.
«Hay mucho más cuidado de no entrar en ‘mudslinging’
(enlodar al contrincante político)», dijo Ana Baeza,
de 40 años, gerente de ética de una empresa multinacional,
que ha vivido por muchos años en Estados Unidos y ha observado
las campañas electorales en los dos países.
Los del bando de Michelle Bachelet, la candidata oficialista que podría
convertirse en la primera mujer presidente de Chile, acusaron a sus
rivales de la derecha de ser populistas, mientras que ellos los acusaron
de tener una plataforma política sin objetivos. Pero no cayeron
en ataques personales.
La relativamente limpia campaña electoral es sólo otro
de los motivos que han puesto a Chile en la preferencia de los inversionistas.
El país se ha convertido en la estrella de la región
por su dinámica economía y bajos niveles de corrupción
y pobreza.
TV
En Chile, los candidatos no pueden comprar espacios televisivos para
promocionarse, porque un mes antes de los comicios cada uno puede
participar de una franja gratuita en todos los canales de televisión
con tiempos equitativos a cada grupo político, que usualmente
no usan para atacar a su rival.
«Eso establece una diferencia muy importante con el resto de
los países. No importa que tan pobre está el candidato,
todos tienen el mismo tamaño audiovisual. Eso es un gran valor
igualador en un sistema de campaña», dijo Pepe Auth,
director de estudios electorales de Chile 21, institución ligada
al oficialismo.
Sondeos
Según los sondeos, Bachelet no conseguiría el 50 por
ciento más uno de los votos que le permitirían convertirse
en presidenta, pero sí ganaría en una segunda vuelta
en enero.
Si eso sucede, ella sería la cuarta representante del bloque
de centroizquierda, denominado Concertación, que gobierna Chile
desde la caída de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990.
Compitiendo contra ella están los candidatos de derecha Sebastián
Piñera, un millonario empresario, y Joaquín Lavín,
un ex alcalde de las comunas de Santiago y Las Condes, en la capital
chilena.
Bachelet ha rechazado hacer lo que ella llama «promesas populistas».
El analista Auth dijo que los chilenos prefieren las propuestas más
realistas como las de Bachelet de hacer una compleja reforma al sistema
de pensiones, que la promesa de Piñera de crear un millón
de empleos.
«Yo vi el último debate (televisado de los candidatos)
con cuatro mexicanos y quedaron francamente impresionados por el nivel
de los temas, por el civismo de la conversación y luego por
la falta de demagogia y populismo verbal», afirmó Auth.
El analista aseguró que el debate político en Chile
es poco intenso por una especie de trauma que hay en la población,
tras la extrema polarización y violencia que se vivió
durante la dictadura de Pinochet.
Quién es quién
Michelle Bachelet
Michelle Bachelet, favorita para la presidencial en Chile, es una
socialista hija de un general que murió en la cárcel
durante el régimen de Augusto Pinochet, separada y atea, quien
se define como una mujer distinta de los políticos tradicionales
y muy atenta a las necesidades del ciudadano común.
El recorrido de la postulante de la Concertación Democrática
-coalición de partidos de centro e izquierda en el poder desde
hace 16 años- se confunde con la historia de Chile, aún
si de sus experiencias dolorosas, sacó más fuerza y
calor humano que amargura.
Ella se define como «una chilena ni más ni menos que
millones de ustedes. Trabajo, llevo mi casa y dejo a mi hija en el
colegio. Pero además soy una chilena con una vocación
de lucha y de servicio público». Según su entorno,
Michelle, de 54 años, es una trabajadora incansable que duerme
poco y al mismo tiempo gusta de la buena vida, con el baile, por ejemplo.
Contrariamente a muchos de sus compatriotas no es tímida sino,
por el contrario, espontánea y directa. De carácter
afable, es sonriente y a ratos severa.
La popularidad de esta madre soltera con tres hijos -de dos padres
distintos, de los que se separó, en un país donde el
divorcio fue legalizado recién en 2004- sorprendió incluso
al presidente Ricardo Lagos, según una biografía no
oficial sobre su vida.
Nacida el 29 de septiembre de 1951 en Santiago de Chile, Verónica
Michelle viajó por todo Chile durante su infancia al ritmo
de las distintas asignaciones de su padre, un piloto militar.
Tomás Hirsch
El humanista Tomás Hirsch aspira por segunda vez al sillón
presidencial de Chile, en representación de los sectores excluidos,
la gente «maltratada y postergada» de una sociedad alabada
por su crecimiento económico pero que muestra altos niveles
de desigualdad.
Hijo de judíos alemanes que escaparon de la Segunda Guerra
Mundial, Hirsch es apoyado por los partidos Humanista y
Comunista, además de una serie de organizaciones que confluyen
en el pacto «Juntos Podemos Más».
Pese a no tener ninguna opción de ganar la elección,
define la suya como la candidatura de «la gente que está
maltratada, postergada, de los pobres, de los trabajadores, de los
pueblos originarios».
Con una adhesión de entre un 3 y un 7%, Hirsch marcha en último
lugar de las encuestas. No obstante la apuesta de Hirsch, de 49 años,
es lograr la votación más alta de la izquierda dura
en los últimos años, confiado en que representa una
fuerza creciente que nace del descontento y de promesas incumplidas
por la coalición gobernante.
Casado desde hace 28 años con Juana Vergara, una maestra de
danza, y padre de dos hijos, reconoció que el suyo es un matrimonio
singular: sin estar separados viven en distintas casas.
Su vinculación con el humanismo se inició cuando apenas
tenía 14 años, cuando en medio de los agitados años
setenta conoció al predicador argentino Silo, que tenía
gran convocatoria entre jóvenes hippies de las clases acomodadas
chilenas. Con el transcurso de los años, los adherentes a ese
movimiento crearon en Chile el Partido Humanista (PH), en plena dictadura
del general Augusto Pinochet (1973-1990).
En sus comienzos la agrupación integró las filas de
la
Concertación Democrática, que se mantiene en el poder
desde 1990, pero tres años después dejó el bloque
de centro izquierda y tomó un camino propio.
Hirsch incluso fue parte del primer gobierno de la coalición
encabezado por el democratacristiano Patricio Aylwin (1990-1994).
Sebastián Piñera
El empresario Sebastián Piñera, cuya carrera política
pareció llegar a su fin más de una vez en los últimos
12 años, aspira a ganar la Presidencia de Chile en un eventual
ballotage, si la ex ministra socialista Michelle Bachelet no logra
la mayoría absoluta en las elecciones del domingo.
«Estoy seguro de que este domingo vamos a empezar a escribir
una nueva historia, una historia de unidad que construya puentes que
unan a los chilenos», dijo Piñera el miércoles,
en uno de los últimos actos de su campaña, convencido
de que llegará a ese ballotage y sobrepasará la votación
de Joaquín Lavín, su ex socio en la coalición
de la Alianza por Chile.
Piñera, de 56 años, es el líder indiscutido del
Partido
Renovación Nacional (RN), la facción moderada de la
derecha donde Lavín representa el ala conservadora agrupada
en la Unión Demócrata Independiente (UDI).
Las dos corrientes parecían unidas tras la candidatura de
Lavín hasta mayo, cuando Piñera provocó un «terremoto
político» al proclamar su propia postulación.
El empresario, dueño desde hace 10 meses de la televisora
Chilevisión, accionista mayoritario de la aeronáutica
Lan Chile y socio en numerosas empresas con un patrimonio estimado
en 1.200 millones de dólares, justificó su postulación
porque «definitivamente en la derecha hay distintas facciones».
Joaquín Lavín
El ultraconservador Joaquín Lavín postula por segunda
vez consecutiva a la Presidencia de Chile, tras estar a punto de ganar
la elección pasada, cuando empató en primera vuelta
con el actual presidente Ricardo Lagos y perdió por un escaso
margen en el ballotage.
Lavín estuvo a escasos 31.142 votos de Lagos en los comicios
de 1999, lo que obligó por primera vez en la historia de Chile
a definir la contienda en una segunda vuelta, al no alcanzar ninguno
de los dos postulantes una mayoría absoluta.
Finalmente Lagos logró imponerse en ese ballotage, en enero
de 2000, pero el 47,7% de los votos que obtuvo entonces Lavín
es la más alta votación para un candidato de derecha
en los últimos 60 años.
Su respaldo se situó incluso por encima del apoyo que obtuvo
el ex dictador Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988, cuando intentó
sin éxito mantenerse en el poder por otros ocho años.
En este segundo intento por llegar a la Presidencia, Lavín
no ha logrado sin embargo concitar ese mismo apoyo.
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