“Seguimos los pasos de nuestros hijos”

 
  Lolín Rigoni e Inés Rigo son las únicas dos Madres activas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén.


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“Nos conformamos con finalizar nuestras vidas habiendo obtenido un poquitito, algo muy chiquito de justicia”, dijo Inés Rigo de Ragni.

Neuquén > El proceso de la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla, Eduardo Emilio Massera y Orlando Ramón Agosti cumplirá el 24 de marzo 30 años. Bajo aquellos años de represión y desprecio por la vida, hubo familiares que decidieron canalizar su dolor y bronca fuera de sus casas. Y se encontraron en las dependencias policiales, en los tribunales, en las calles y, fundamentalmente, en las plazas. En esta última, “las locas” empezaron a dar vueltas y las rondas se multiplicaron en casi todas las plazas del país. En estas movidas, ingresaron a partir de 1977 Lolín Rigoni e Inés Rigo de Ragni, las únicas dos Madres de Plaza de Mayo activas que quedan en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén.
Remarcamos la palabra Madres Activas porque para ellas es algo primordial. “La madre de desaparecidos es aquella que está padeciendo un dolor igual que el nuestro, pero no es Madre de Plaza de Mayo. Serlo, significa asumir el compromiso de nuestros hijos, seguir levantando sus banderas y ser fieles a nuestras consignas, intransigentes pero primordiales para analizar la historia de 29 años de lucha que tenemos todas la Madres”, remarcó Lolín Rigoni.
Ambas se declaran fieles a sus principios, dolores y están convencidas de que el tiempo les dará algo de justicia. “Nos conformamos con finalizar nuestras vidas habiendo obtenido un poquitito, algo muy chiquito de justicia”, dijo Inés Rigo. Ambas son compañeras de lucha, de marcha, de reuniones, de viajes a Buenos Aires y toda la provincia desde el año 1977. Las dos reconocieron que desde los comienzos han actuado sin analizar las consecuencias. “Fuimos ciegas, pero con derechos claros y sabiendo lo que buscamos”, expresó Inés. “Las Madres nos manejamos mucho intuitivamente, somos un grupo de mujeres desesperadas que actuamos sin organización ni planificación; hacemos todo lo contrario”, agregó con risas Lolín.
“En realidad –continuó- siempre fuimos y somos un poco atípicas sin pedir permiso para actuar. En estos años hemos aprendido que los habitantes de la ciudad somos muy temerosos y no nos damos cuenta ni defendemos como se deben nuestros derechos. Si decís algo pareciera que sos una persona protestante, y en realidad sos quien busca lo suyo luchando por sus derechos» agregó.

Consignas
Desde hace más de 20 años todas marchan bajo el lema de “Aparición con vida de los detenidos desaparecidos”. Pero a esta consigna se le unen 24 más que tienen fundamental importancia en sus vidas y perduran en el altar de estas mujeres luchadoras y dolidas por lo que les tocó sufrir en 1976. “Nuestras consignas son todas importantes. La primera y principal tiene que ver con la expresión “Aparición con vida” que surgió durante la primera marcha de la resistencia en diciembre de 1981. De ahí en más todos los años se le fue adicionando una diferente.
“Esa primera consigna es la guía de nuestra lucha, a pesar de que para muchos es difícil de asimilar. Nosotras, mejor que nadie, sabemos que después de 30 años no encontraremos con vida física a nuestros hijos, pero hemos hecho una adaptación a lo que es encontrar a cada hijo con vida y los encontramos en cada actividad”, expresó Rigoni.
“Yo te veo a vos acá preguntándonos de nuestros hijos y en ese momento ellos están acá con nosotras. No tendrán vida física, pero tienen la vida de la acción, de la actividad y la vida que les damos nosotros; porque nunca hemos traicionado sus consignas. Seguimos marchando en la Plaza y levantando sus banderas como siempre. Y hacemos poco al lado de lo que ellos han realizado, pero nunca bajaremos los brazos”, agregó con ojos llorosos.
En la memoria de Inés están intactas otras tales como “ni un paso atrás”; “lucha que se pierde, es la que se abandona”; “resistir es empezar a vencer”; “Luchar siempre, retroceder jamás” y “Rebeldía para luchar, coraje para seguir”. “Lo fundamental pasa por comprender que nosotros tenemos bien en claro que la consigna que llevamos en el pañuelo no se va a bajar mientras en el país no haya justicia”, agregó.
“Hemos tenido la foto de nuestro hijo, el nombre y la fecha en que nos fue quitado; pero después de la histórica primera marcha de la resistencia, se dijo que no se baje esa consigna hasta que en el país no exista justicia y eso lo llevaremos hasta nuestras tumbas”.

Aquellos años
En un principio, comenzaron marchando agrupadas en lo que se conoció como familiares de detenidos y desaparecidos bajo el terrorismo de Estado. “Por aquella época éramos alrededor de 20 personas, pero con el tiempo nos fuimos disminuyendo. Después, con la llegada de Ricardo Alfonsín (1983) a la presidencia y la promulgación de los artículos correspondientes a obediencia de vida y punto final, realizamos una multitudinaria marcha con más de siete mil personas en la calle”, dijo Rigoni.
Tanto Inés como Lolín son mujeres que tienen en claro la significación de su lucha. “Empezamos con el reclamo de nuestro hijo y hoy estamos con 30 mil hijos. Defender los derechos humanos es defender los derechos de los otros”, aclaró Inés. Y su compañera agregó que “nuestro sentido de lucha es defender la vida; ya sea un derecho, una necesidad o una obligación violada y no respetada”.
Importante, para ellas, fue el enorme apoyo brindado desde un comienzo por el Monseñor Jaime De Nevares, quien, según el reconocimiento de las Madres, siempre les abrió las puertas para escucharlas, brindarles consejos y demás.
“Monseñor, siempre dijo que si no hubiésemos existido deberían habernos inventado. Él fue un pilar importante y a quien acudíamos de primera. Para nosotros fue una ayuda primordial y siempre tenemos presente sus palabras de no bajar los brazos; por eso es que jamás los bajaremos”, expresó consternada Inés.
“En aquellos años también fue importante el apoyo de las personas que no estaban directamente afectadas. Nunca me olvidaré del valor de personas que no tenían familiares o amigos y que estaban presentes en todas las reuniones de los martes en el despacho parroquial de la ciudad. Quizás se veían movidos porque estaban anulados todos los derechos civiles, ya que no existían sindicatos ni partidos políticos, pero lo que sirve es que estuvieron con nosotras. Esos pilares de solidaridad fueron los que nos nutrieron para continuar el camino de la búsqueda, ya no sólo de nuestros hijos sino de los 30 mil”, concluyó Lolín.
Conocedoras de la lucha, la calle y los rincones oscuros de la sociedad, hoy siguen caminando bajo el lema “Aparición con vida de los detenidos sobrevivientes”. Por hoy, por mañana y vaya a saber uno cuánto más: «Hasta que exista justicia en este país», aseguraron las Madres.

Frases duras

INÉS RIGO: Formar parte de la Asociación Madres fue una elección simple porque no queremos abandonar la lucha. Debíamos seguir en la plaza y respetar la promesa que les hicimos a los 30 mil hijos. Si no hubiéramos sido madres activas no estaríamos acá, si no nos estarían llevando una flor al cementerio porque las madres que abandonaron la lucha, por diferentes circunstancias, en su mayoría, hoy no están a nuestro lado.

Capital de las movilizaciones

Durante las convocatorias de relevancia para el conjunto de la sociedad, las Madres de la provincia viajaban hacia Buenos Aires para compartir las movilizaciones con todo el conjunto de las Madres.
“Empezamos como madres en 1977 en Neuquén como familiares de detenidos y desaparecidos. El 30 de abril de ese año las Madres en Buenos Aires ponen como fecha de iniciación en la Plaza de Mayo, y nos permitieron usar acá el pañuelo aunque hasta entonces no éramos filial. Determinación que llegó en el año 1982”, dijo Lolín.
En 1981 Eve de Bonafini (presidente de las Madres de Buenos Aires) estuvo en la ciudad participando de las actividades organizadas en la provincia y un año más tarde les otorgó el rol de filial Asociación Neuquén y Alto Valle, oportunidad en la que comenzaron a participar de todos los eventos con el tradicional pañuelo blanco sobre la cabeza.
“Nosotras comenzamos con Monseñor Don Jaime de Nevares en el año 1977. Ya en agosto de 1980 hicimos un multitudinaria marcha en conjunto con la Asociación Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y familiares de la región hacia la Casa de Gobierno, donde entregamos un petitorio. Esa marcha fue recordada porque fuimos con un cartel que fue el primero que sale en todo el país pidiendo justicia.
De esa manera, nuestra ciudad se convierte en la capital de las movilizaciones con carteles reclamando lo que hasta el momento seguimos pidiendo: justicia.

La historia del pañuelo

Neuquén > Todos nos preguntamos cómo llegó a sus cabezas el pañuelo blanco con la clara inscripción de ‘Justicia’. Pañuelo que surgió como una de “nuestras tantas locuras”, reconoció Inés Rigo.
Y así lo describió: “En el año 1977, se organizó una peregrinación a la ciudad de Luján (provincia de Buenos Aires) a la cual decidimos participar como intento de seguir con la búsqueda de nuestros hijos. En ese momento, una madre dijo ‘cómo vamos a hacer para reconocernos ante tanta gente’, con lo que otra aconsejó ponernos un pañuelo para así agruparnos todas juntas. De inmediato, otra Madre mencionó que eso sería un inconveniente porque la mayoría de las mujeres acostumbraban a utilizarlo por el sol. Entonces, la recordada Azucena Villaflor (secuestrada y encontrada sin vida) manifestó que lo mejor era ponernos un pañal de tela de nuestros hijos. Y así fue como concurrimos a Luján. Al jueves siguiente, se juntaron en Plaza de Mayo con el pañal puesto y notaron que no llamaba la atención; entonces, decidieron agregarle el nombre y la fecha de desaparición de cada hijo, cosa que sí tomó relevancia.
Llegados los ‘80, la consigna cambia por la actual. A partir de ahí se deja de buscar al hijo en particular y buscamos a todos socializando la maternidad; no buscamos a uno si no a los 30 mil.
De esta manera, desaparece el nombre, la fecha y la fotito por la inscripción: ‘Aparición con vida de los desaparecidos’”, relató Inés de Ragni.

 

 


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