Qué se trae Miceli

 
  Inflación, dólar alto, necesidades de inversión y una negociación inconclusa con el FMI, en la agenda.


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Por Ignacio Sanguinetti

La nueva ministra llega urgida por prioridades.

Buenos Aires (Corresponsalía) > En su primera aparición pública como ministra de Economía, a horas de asumir, Felisa Miceli anunció un acuerdo de precios con las cadenas de supermercados y una empresa láctea, con el que se espera frenar el impacto del fuerte incremento del costo de la vida en los últimos meses. Así, con medidas marcadamente heterodoxas -como se descartaba-, Miceli comenzó a desandar la agenda de prioridades que le ha impuesto el presidente Néstor Kirchner en su nuevo rol tras dejar el Banco Nación.
Pero además de inflación, Miceli deberá resolver otras cuatro prioridades para lograr que el 2006 se transforme en un año más del espectacular ciclo positivo -a altas tasas de crecimiento-, que va en camino a batir récords en la historia económica argentina.

Tipo de cambio
Ínfimamente relacionado con la inflación, figura en la lista mantener el “tipo de cambio competitivo”, incrementar la inversión y lograr un acuerdo con el FMI. La actualización de las tarifas de privatizadas de los servicios públicos quedó fuera de la órbita de su ministerio. Ahora dependería exclusivamente del ministro de Infraestructura, Julio de Vido, a pesar de que Economía sigue formando parte del organismo que se encuentra renegociando los contratos.
“La agenda que aguarda a la nueva ministra es bien cargada, ya que el recambio ministerial llega cuando comenzamos a enfrentarnos a una etapa mas difícil del ciclo económico”, alerta un reciente informe del IERAL- Fundación Mediterránea.
Según los analistas, ocurre que el contexto externo ya no se presenta tan promisorio como en los últimos 24 meses. A su vez consideran que la economía ingresa en su cuarto año de recuperación pero todavía la tasa de desempleo (sin computar el plan jefes y jefas) se sitúa en el 14%, en un contexto de marcadas presiones inflacionarias y con una tasa de inversión que, si bien ha alcanzado 19,5 puntos del PBI (a precios constantes), todavía es insuficiente para garantizar un ritmo de crecimiento elevado de aquí en más.

Inflación
Se estima que en todo 2005 la inflación alcanzará el 12% y aumenta el temor de que durante 2006 se acelere la suba superando el registro de este año.
Por ello, desde la consultora Ecolatina sostienen que, dado que “cabe esperar que los sindicatos busquen compensar la pérdida de poder adquisitivo e intenten participar del aumento en el nivel de actividad”, el Gobierno deberá garantizar un “marco de previsibilidad, en el que los aumentos se produzcan de manera ordenada y teniendo en cuenta la productividad y rentabilidad de cada sector, evitando subas generalizadas que presionen sobre el nivel de precios”.
Para el Ieral, como la economía ya no cuenta con significativa capacidad ociosa, es conveniente trabajar en ambos lados de la “hoja de la tijera”, tanto por el lado de la demanda como de la oferta. “Una economía con casi 40% de la población bajo la línea de pobreza requiere que se acierte en las dosis adecuadas en ambos frentes”, sostienen y aclaran “después de un 2005 en el que la política fiscal, monetaria y de ingresos han estimulado significativamente la demanda, para 2006 se impone un enfoque más cauteloso y planificado”.

Recomendaciones
A pesar de las recomendaciones monetarias, tanto Miceli como Kirchner no consideran que la solución a la suba de precios provenga por el lado de un enfriamiento de la economía a través de una restricción monetaria y/o una suba de la tasa de interés. Por el contrario, Miceli aprovechando su buena llegada con industriales de la UIA y sindicalistas, incrementará el diálogo con distintos sectores para firmar más acuerdos de precios.
Justamente, una de las bases de la buena relación entre Miceli y los industriales es la segunda prioridad en la agenda: mantener el tipo de cambio alto. Tanto por lo que implica como barrera a las importaciones como aliciente a la exportación industrial y a la recaudación -por retenciones-.
Sin embargo, mantener el dólar alto a través de intervenciones del Banco Central puede implicar una inyección de pesos que haga difícil el cumplimiento de los acuerdos de precios y una escalada inflacionaria. “La literatura es clara, la inflación siempre tiene una raíz monetaria”, advierte de todos modos Aldo Abram, titular de la consultora Ex Ante.
La siguiente prioridad es lograr los 6.000 millones más de dólares de inversión que se necesitan para que se mantengan las actuales tasas de crecimiento y la demanda no presione sobre precios. Esto es, alcanzar una inversión de alrededor del 23% del PBI.
Para el economista Javier Gozález Fraga estos capitales van a llegar cuando desaparezca la incertidumbre energética. “Hoy grandes proyectos en inversión en sectores cruciales como el metalúrgico, están frenados porque no se puede garantizar la provisión de energía”, sostiene.
Para Daniel Heymann, la clave es aumentar el ahorro interno. El economista de la CEPAL, considera que así se atacan dos problemas. Por un lado se pone freno a la inflación por una disminución de la demanda y por el otro permite que la inversión encuentre fondos disponibles que no llegaran en abundancia desde el exterior.
Por su paso por el Banco Nación se descarta que Miceli procurara que determinados sectores o empresas tengan acceso a créditos a tasas bajas para resolver la falta de inversión. La designación de la vicepresidente, Mercedes Marcó del Pont, al frente del Banco Nación es una fuerte señal en ese sentido.
Con respecto a la última prioridad, acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para renegociar al menos el 50% de los vencimientos de capital de 2006, según se desprende del proyecto de Ley de Presupuesto, Lavagna ya tenía avanzada una carta para enviarle. Pero en este punto no hay dudas que Kirchner será quien marque los tiempos. Si realmente se buscara garantizar el superávit fiscal, tal vez llego el momento de dejar de pagar puntualmente y comenzar con la refinanciación.

Análisis
El desconcierto

Buenos Aires (Corresponsalía) > Si el presidente Kirchner despidió la IV Cumbre de Mar del Plata sembrando un mar de dudas y desconfianza entre los observadores políticos de las embajadas del Grupo de los Siete, la repentina jugada que dejó a Roberto Lavagna en la calle terminó definitivamente por descolocarlos.
Lavagna era el único hombre importante del gobierno en quien podían confiar a la hora de imaginar un diálogo sobre los temas que más preocupan a los países más poderosos, esos que en definitiva mueven el fiel de la balanza dentro del Fondo Monetario Internacional. Tarifas de servicios, políticas ortodoxas para controlar la inflación, propuesta alternativa para solucionar el problema de los bonistas que no entraron al default eran los ejes de una discusión con la Argentina que, en los escenarios delineados desde Washington y las principales capitales europeas, tendrían en Lavagna el único funcionario con alguna pizca de receptividad.
Ahora, todo es desconcierto. No conocen a Felisa Miceli pero la imaginan como una extensión del brazo más castigador de Néstor Kirchner. Sienten en el G-7 que la Argentina está más tentada por recorrer un camino a la venezolana que otro que la acerque a Brasil o Chile. Y finalmente miran espantados las últimas señales emitidas por el poder central desde Buenos Aires, en donde aparecen expresiones como “milicias para el control de precios” que ponen los pelos de punta a cualquier buen capitalista del norte.
Es cierto que por definición el capitalismo desconfía, pero jamás imaginaron que un gobierno argentino pusiera ese apotegma tantas veces a prueba en tan poco tiempo.
Visto desde otro costado, el temor del G-7 sobre las consecuencias de los cambios en el manejo de la Economía tiene una dosis fuerte de sentido común. ¿Porqué no desconfiar de la expulsión del ministro que piloteó como nadie la peor crisis económica del país y que encima garantizó cuatro años consecutivos de crecimiento fuerte (contando el 6% de arrastre para el 2006)?
No sólo sienten esos países que perdieron un interlocutor experimentado en las negociaciones internacionales, duro pero realista, sino que piensan que con la ida de Lavagna será más que probable que el destino final de, por ejemplo, las negociaciones futuras de tarifas de servicios, sea moldeado por consejos como los de Julio De Vido.
Argentina dio durante la renegociación de la deuda muestras de dureza inusitada, que dejaron en los grandes centros financieros internacionales heridas que tardarán lustros en cerrar, pero también ocurrió esa dureza desde una “lógica capitalista” que Lavagna siempre enarboló, aún cuando debió vestir con ese traje decisiones durísimas que le imponía Kirchner. De aquí en más, sólo cabe esperar largos meses de desconfianza y temor por parte de los “policymaker” del Grupo de los Siete, gente acostumbrada a un sentido común que ahora más que nunca ven que la Argentina ha extraviado.

Las visiones de un banquero

El titular de Adeba y del banco Macro Bansud analiza la coyuntura.

Neuquén > El presidente del Banco Macro Bansud y la Asociación de Bancos Argentinos, Adeba, Jorge Horacio Brito, entendió que tanto el cambio del ministro de Economía como del canciller demuestra que el presidente Néstor Kirchner optó por personas de su más absoluta confianza «porque quiere tener una participación más directa en las dos áreas más importantes de su gobierno».
Tras aclarar que las razones de esta decisión había que preguntárselas al Presidente, recalcó que, en su opinión personal, Kirchner no estaba de acuerdo cómo manejaba el tema de la inflación el ministro saliente. «Creo que Kirchner ha estado disconforme por cómo manejó la inflación y claramente ha tenido una reunión con los formadores de precios para bajar los precios, con lo cual demuestra que es su gran preocupación», opinó.
Reveló que está dispuesto a dar créditos a los empresarios de la región. «Todavía los empresarios tienen la percepción de que los bancos no quieren prestar plata, entonces es bueno este tipo de reuniones en forma personal con los empresarios, para aclarar un poco qué pasó en el país», dijo.
Sostuvo que después de la crisis financiera de 2002, si bien se ha destruido la confianza, tuvieron afectación directa. Al ser consultado respecto a la posibilidad de compartir el riesgo con los empresarios cuando se le otorga un préstamo, en el caso de Río Negro, sostuvo que no había tenido oferta del gobierno para intermediar el préstamo del Banco Mundial. «Nunca se acercaron a nosotros y entiendo que deben priorizar el Banco Patagonia», subrayó.
Fue optimista al indicar que «ha quedado explícito que el Presidente que, en definitiva, ha fijado los lineamientos económicos, quiere mantener el tipo de cambio actual y con un superávit importante». Subrayó que «no creo que vaya a haber un cambio sustancial en la política macroeconómica».
Reiteró que a su juicio la lucha contra la inflación es el tema que más preocupa al presidente Néstor Kirchner, a la vez que agregó que Argentina ha crecido por tres períodos consecutivos un 9 % y lo hará un cuarto período más, y siempre «hay cosas que hay que ajustar».
Cuando se le preguntó, en su calidad de presidente de la Asociación de Bancos Argentinos, si se podía aumentar la tasa de interés para evitar la liquidez y por ende la inflación respondió que no compartía esa opción. «Pagar más tasa de interés al inversor, implica que hay que cobrarle más al que toma un crédito y por lo tanto, en teoría, se va a tornar más caro», recalcó.
Recordó que «en el pasado, esta suba de tasa contra la inflación generó una escalera y llevó a la Argentina a una suba de precios que no resultó en beneficio de nadie».
Recomendó confiar que «la inflación va a bajar, va a volver al 7 %», al tiempo que opinó que en función de este esquema que planteó no es bueno tocar la tasa de interés.
Se le repreguntó que ese era el pronóstico de la inflación y subrayó que es así, aunque para que no parezca voluntarista su afirmación, acotó que la carne tuvo una reducción del 15 % en Liniers hace 10 días pero que en la carnicería no bajó, «así que queda margen para bajar los precios».

Responsabilidad colectiva
«Todos tenemos que ser más responsables en la Argentina de lo que nos toca vivir, creo que todos recordamos los momentos inflacionarios de los ‘80 y esto no benefició a nadie, por lo que no tenemos que volver a cometer los errores del pasado, que como creemos que viene la inflación, subimos los precios», opinó al tiempo que hizo hincapié en que «ésta es una remarcación de precios que no favorece a nadie».
En términos económicos aconsejó que los empresarios deben producir más en caso de detectar una mayor demanda de productos, «para vender más y ganar más en función a una mayor producción y no aumentar los precios porque tenemos mayor demanda».
En otro orden de la conferencia que brindó en uno de los salones del Hotel del Comahue, el presidente del banco Macro Bansud apuntó que «tenemos que tomar como ejemplo lo que pasó en el sistema financiero, en los 90 le fue bien cuando a todos los sectores les iba mal, y como no lo advirtió y no se acomodó, en un día del 2002, perdió 20 mil millones de pesos por la devaluación».
Fue enfático al subrayar que el problema de los argentinos es que creen en la autosalvación «no existe la autosalvación individual», afirmó Jorge Brito quien agregó que «tenemos que pensar en algo en el que a todos nos vaya bien».

Aporte de los bancos
Brito afirmó que el aporte que los banqueros deben hacer en este contexto es dar crédito a largo plazo. A su juicio el país tiene un buen nivel de inversión de 21 puntos, pero «si es mayor podemos crecer más, entonces creo que estos tres o cuatro puntos que se pueden crecer, es necesario el aumento del crédito».
Se le preguntó si estaban dadas las condiciones para que se produzca ese aumento del crédito y contestó que «los créditos de hoy están por debajo de la tasa que tenían en la década del 90».
Observó que se debe mejorar el tema de la ampliación de los plazos. «El que no entiende esto se debe dedicar a otra cosa», fue la frase que utilizó Brito cuando se le volvió a plantear el hecho de compartir el riesgo del banquero con el empresario.
Abundó indicando que el riesgo del banquero es el crédito que está asumiendo respecto de la empresa y después está el riesgo de la tasa de interés y «ese es el riesgo que tenemos que compartir la empresa y el banco».

Dinero en el exterior
Opinó que los depósitos argentinos en el exterior son parte de la pretensión de autosalvación individual y no colectiva, al tiempo que se manifestó proclive a regenerar empresarios argentinos con compromiso de burguesía nacional. Aclaró que el empresario nacional no es mejor o peor que el extranjero e indicó que no estaba en contra de éstos, y subrayó: «cualquier país para tener cierta estabilidad debe tener un porcentaje importante de empresarios nacionales porque el sentido de pertenencia y el compromiso es diferente».
Recordó que los bancos extranjeros en el 2000 desde sus casas matrices vieron que había crisis y retiraron el crédito lo que acentuó la crisis. Tomó como ejemplo el caso de Chile y Brasil donde existen empresarios nacionales que crecen e invierten más, pero «en Argentina esto no pasa y esto lo debemos modificar».

 

 


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