Desconsuelo y tristeza en la
antigua «Colonia Dignidad»

 
 
Paul Shaefer, cuando fue detenido por la policía en Buenos Aires, el pasado 10 de marzo.
En la ahora Villa Baviera, sus antiguos habitantes arrastran, como un lastre, las consecuencias del régimen de terror que ejerció Shaefer.


Disminuir tamañoAumentar tamañoCambiar tamaño  Imprimir Imprimir
 
       
   
   
 

Por Jan-Uwe Ronneburger

La dictadura de Augusto Pinochet permitió a Paul Shaefer ejercer con mano de hierro una suerte de «sacerdocio del horror» en la colonia.

Villa Baviera/Parral (dpa) > Waltraud tuvo que aguantar 38 años. «Siempre tuve la ilusión de ver el mar alguna vez», dice la mujer jubilada detrás del mostrador de su pequeña tienda. Nació en Siegburg, en el oeste de Alemania, y es uno de los primeros colonos del asentamiento agrícola «Colonia Dignidad», tristemente célebre, fundado en 1962 por emigrantes alemanes en el sur de Chile.
El Pacífico sólo está a una hora y media en coche de la colonia, hacia el oeste, y sus nubes cargadas de lluvia aseguran la fertilidad de los campos y el color profundamente verde de los bosques. Cuando se le pregunta cuándo vio el mar por primera vez, Waltraud acerca su boca al oído del entrevistador y le susurra «2000», como si estuviera delatando el nombre de su amante.
Sin embargo, ella nunca tuvo un amante. «Eso también lo impedía el tío», dice con una mueca de amargura y con los labios apretados. El «tío» es Paul Schaefer, actualmente en prisión preventiva acusado de abuso sexual de menores, torturas y asesinato. Schaefer gobernó «Colonia Dignidad» (de 17.000 hectáreas) durante casi 40 años como un dios.
A sus subordinados, Schaefer, un predicador seglar que estudió puericultura, los mantuvo reprimidos con sus sermones amonestadores, les robó su individualidad y los forzó a trabajar día y noche. A quien se atrevía a protestar le hacía creer que se estaba enfrentado con Dios. Las consecuencias: la burla y las vejaciones por parte del resto de la comunidad.

Prédica del garrote
«Schaefer predicaba con el garrote, no con un mensaje de liberación», recuerda un colono. Aunque la colonia estaba situada en un entorno idílico que recordaba las películas alemanas de principios de los años 50, en las que se ensalzaba la belleza y las virtudes de la patria germana, muchos de los habitantes de lo que fue «Colonia Dignidad» hablan de una vida dominada por el miedo y no ocultan su odio.
Schaefer convirtió «Colonia Dignidad» en un valle de lágrimas. Dejó detrás de sí una inmensa tristeza. «Schaefer en lo posible impedía que se establecieran relaciones entre miembros de la colonia y que se formaran matrimonios», dice Herbert, quien accede a contar sus experiencia con la condición de que no se mencione su verdadero nombre.
«Abusaba de los niños y probablemente temía que lo denunciaran si perdía el control sobre ellos», cuenta Herbert, quien forma parte del grupo de los «jóvenes» de la colonia, que hoy se llama «Villa Baviera».

Refugio
Un matrimonio hubiera sido una especie de refugio dentro del campamento, y hubiese restringido el poder de Schaefer. Por esa razón hubo tan pocas bodas y por eso falta allí ahora toda una generación. Además, Schaefer siempre decía que el fin del mundo estaba cerca, que el hombre debía prepararse para la vida en el más allá, en vez de buscar la felicidad en la Tierra.
«Parece mentira, pero sólo cuando tenía 42 años supe que las mujeres a partir de cierta edad ya no pueden tener hijos», dice Herbert.
Después de 1991, cuando la colonia perdió su estatuto legal tras el fin de la dictadura de Pinochet y fue rebautizada como «Villa Baviera», Schaefer todavía seguía manteniendo un férreo control sobre el asentamiento, hasta que se ocultó, en 1997, debido a que la policía mostraba un creciente interés por saber lo que pasaba detrás de las verjas coronadas de alambre de púas de varios kilómetros de extensión levantadas en torno a la colonia.
Después, muchas de las reglas de conducta dictatoriales desaparecieron y Herbert por fin pudo casarse. Hoy tiene un hijo con su mujer, que también proviene de la colonia. Toda su esperanza de una nueva vida está cifrada en esas dos personas. Y su rencor, o mejor dicho, odio, lo proyecta contra Schaefer, quien hoy cuenta 70 años, y su generación, que «no nos protegió a nosotros, los niños».

Un hijo
Margaret Schaak, de 45 años, y Reinard Scholz, de 48 años, también quisieran tener un hijo. «Hemos intentado todo, pero los médicos nos han dicho que ya no se puede», dice la mujer, que tiene el aspecto más bien de una muchacha.
A los dos se les nota en la cara la desgracia que tuvieron que sufrir en la colonia. Ahora quieren adoptar un niño, pero como son miembros de la colonia, casi es imposible. No sólo a causa de la mala reputación del asentamiento, sino también porque faltan las condiciones materiales como un cuarto de niños, ya que las viviendas de la colonia sólo tienen una habitación, con un baño colectivo en el pasillo. No hay cocinas. Hasta el día de hoy, la comida, que es gratis, se sirve en la cantina central.

A la luz
La verdad sobre el «régimen divino» de Schaefer salió a la luz sobre todo gracias a las víctimas. También su implicación en el terrorismo de Estado del dictador Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990, fue revelada por testigos asentados en la colonia y por supervivientes del régimen.
Después de que Schaefer fuera aprehendido en marzo pasado por la policía de Argentina y entregado a Chile, donde aguarda su juicio en una prisión de Santiago, se descubrieron en junio dos grandes arsenales subterráneos, llenos de armas de guerra como ametralladoras y lanzagranadas.
Además, equipos de la policía desenterraron en los bosques del asentamiento partes de automóviles que pertenecían a opositores del régimen pinochetista que habían desaparecido sin dejar rastro.
Ahora la policía se dispone a realizar excavaciones en el terreno de la colonia para buscar los restos mortales de las personas que presumiblemente fueron torturadas y luego asesinadas en ese lugar.

Víctimas
Como siempre pasa después del fin de una dictadura, también los habitantes de «Colonia Dignidad» aseguran ahora que todos fueron víctimas. Casi nadie admite que sabía lo que estaba haciendo Schaefer. Y todos coinciden en que fueron engañados burdamente.

Poco creíble
«Eso sencillamente no es creíble», dice el periodista chileno Patricio Tapia, quien informa con cierta frecuencia sobre la colonia desde la cercana ciudad de Linares. Los jóvenes alegan que no pudieron decidir nada. «Incluso hombres de 30 años fueron sermoneados como si fueran niños», dice Herbert. Los de mayor edad alegan que sólo querían siempre «lo mejor».

De qué vivían en la comunidad

Villa Baviera/Parral (dpa) > Económicamente hablando, la comunidad se sustentaba en la cría de ganado lechero, la agricultura, la explotación forestal, el engorde de cerdos, la avicultura, una gran panadería, la fabricación de embutidos y carnes ahumadas, la apicultura y, sobre todo, la explotación de una cantera que produce piedras para la construcción de carreteras.
«Nos gustaría mucho poder integrarnos totalmente y superar toda la historia de este asentamiento», dice Herbert hablando en nombre de los jóvenes de la colonia. «Sin embargo, ahora ha venido un nuevo predicador, Ewald Frank, de la ciudad alemana de Krefeld, quien anuncia el fin del mundo y que cuenta con mucho apoyo entre los de mayor edad», se lamenta Herbert. «Los que participan en ese proyecto quieren impedir la apertura» y esto amenaza con hacer fracasar también los esfuerzos que actualmente realiza el Estado chileno para integrar a los colonos en la red social, advierte Herbert.
Muchos de los colonos han abandonado la esperanza y más de 100 de ellos han regresado a Alemania o se han asentado en otras partes de Chile. Sin embargo, nadie sabe qué va a pasar con el resto de los colonos de «Villa Baviera», unas 150 personas, de las que el 60 por ciento son jubilados que no tienen, o sólo mínimamente, derecho a solicitar pensiones. «A ellos no se los puede simplemente abandonar a su suerte», dice el chileno Víctor Briones, de 27 años, quien se crió en el asentamiento y se ha erigido en una especie de mánager que defiende los intereses de la ex colonia.

Esperando en la cárcel

Junto a Paul Shaefer fueron detenidos varios de sus colaboradores
del règimen de terror

Villa Baviera/Parral (dpa) > Además de Schaefer se encuentran en prisión preventiva sus «lugartenientes»: Karl van den Berg, Gerhard Muecke y Kurt Schellenkamp. Están siendo investigados por tenencia ilegal de armas. Acusado de complicidad también fue detenido el médico Hartmut Hopp, quien dirigía el hospital de «Colonia Dignidad», el cual ha sido cerrado por las autoridades chilenas.
En el pasado se administraban en ese hospital los historiales clínicos de hasta 20.000 personas que vivían en los alrededores de la colonia. Cada uno de ellos, incluso los que no vivían dentro del asentamiento, recibieron tratamiento médico gratuito y, en caso necesario, fueron trasladados a hospitales especiales en Santiago, por cuenta de los colonos alemanes.
«Eso era terriblemente caro, pero también nos sentíamos orgullosos de poder ayudar», cuenta uno de los colonos. Por otra parte, hay versiones que aseguran que en el hospital de la colonia, que estaba dotado de un quirófano, varios pacientes eran sometidos a espantosos experimentos médicos.
Uno de los colonos que sigue defendiendo el sistema del antiguo asentamiento es Manfred Spatz. «A todos esos delatores habría que mandarlos al paredón», dice con furor Spatz, un hombre de 36 años. Es chileno y se crió como huérfano en la colonia. En su opinión, los cuatro lugartenientes de Schaefer, a los que llama cariñosamente «tíos», deben ser puestos en libertad inmediatamente.
Spatz tampoco quiere decir nada malo de Schaefer. «Es cierto que era rudo y que hacía sus cositas por allí, pero gracias a él encontré a Dios y aprendí que él responde cuando uno le habla», dice con un rostro radiante Spatz, quien tiene un aspecto curiosamente infantil.
Poco a poco, Manfred Spatz se pone furioso: «Esa gente que ahora ha logrado que los señores hayan terminado en prisión sólo pudieron sobrevivir como niños porque los mayores los defendían». La colonia entera fue rodeada por bandas armadas bajo el gobierno del presidente socialista Salvador Allende.

 

 


La Mañana Neuquen
Redacción Cómo anunciar  |  Webmaster
Neuquen - Fotheringham 445 - Teléfono 449 0400
Copyright © 2002-2004 - La Mañana Neuquen - Todos los derechos reservados
 
 
 



Min.: 13°c
Máx.:
24°c
Cielo parcialmente nublado. Vientos moderados del sudoeste.
 
 

Energía
Productivo

 


Especiales La Mañana Neuquén

Visite La Mañana Cipolletti

Visite La Mañana Roca
 Transportes Interurbanos
 Guía Profesional
 Teléfonos de urgencia
 Farmacias de turno
 Transporte Aéreo
 Quiniela
 Horóscopo
 
 
 
 
 
 
 

Cine
Teatro
Recitales
Televisión
Videos

 
 

Revista Caras