Los expertos advierten que no se deben
tener muchas expectativas, pues no habrá una rápida apertura
en el complicado debate sobre el celibato.
Roma
(Dpa) > Un año y medio después de que fuera
elegido, el papa Benedicto XVI convocó de forma sorpresiva
un encuentro cumbre en el Vaticano para analizar la cuestión
del celibato de los sacerdotes católicos.
En la «cumbre» de la curia, que se celebra mañana,
se evaluará entre otros el caso del arzobispo excomulgado Emmanuel
Milingo, de 76 años, quien hace poco nombró obispos
en Estados Unidos a hombres casados.
Según anunció el Vaticano, se hablará acerca
de «los pedidos de liberación del deber del celibato»,
así como del deseo de que se readmita en el sacerdocio a «sacerdotes
que se han casado en los últimos años».
Los comentaristas de Roma señalaron que la reunión es
un «rayo de esperanza» para los sacerdotes que se han
casado y que con ello perdieron automáticamente su puesto y
son considerados por la Iglesia como graves pecadores.
El tema es debatido por primera vez en largo tiempo al más
alto nivel en el Vaticano, según analiza «La Stampa»
(Turín). Sin embargo, los expertos advierten que no se deben
tener muchas expectativas, pues no habrá una rápida
apertura en el complicado debate sobre el celibato.
Benedicto XVI subrayó la obligación del celibato para
los sacerdotes durante el sínodo de obispos del año
pasado. El celibato es «un valioso regalo y un signo del amor
pleno hacia Dios y el prójimo», dijo el Papa.
Una relajación en las normas
Pese a ello, expertos vaticanos habían señalado ya tras
la elección del Joseph Ratzinger en abril de 2005 que las normas
sobre el celibato podrían relajarse levemente. En este contexto
es importante el hecho de que en muchos países hay una crisis
de vocación, lo que implica una presión sobre la Iglesia
debido a que no hay suficientes sacerdotes.
El obispo Emmanuel Milingo, de Zambia, genera mucha controversia desde
hace tiempo en Roma. En 2001 se casó en una ceremonia masiva
de la secta Moon en Estados Unidos. Después se separó
de la mujer y pareció volver al redil y reconciliarse con la
Iglesia católica. Sin embargo, ahora hace campaña abierta
en favor de los curas casados y con ello se ha vuelto a enfrentar
al Vaticano, que lo ha excomulgado.
Análisis
Se rompió el silencio
Por Peer Meinert
Roma (Dpa) > A veces es importante sobre qué
temas calla el Papa. Pero actualmente ni los creyentes ni el mundo
en general están seguros de cuál es la cuestión
que se ve subrayada por el silencio. Desde que fuera elegido, Benedicto
XVI ha abordado el tema del celibato a menudo y sin problemas, y ahora
de pronto protagoniza una «cumbre» en el Vaticano. ¿Es
que pueden respirar aliviados decenas de miles de sacerdotes que han
infringido este voto?
Una cosa está clara: no se avecina un cambio rotundo, y Benedicto
no prevé eliminar el celibato. Ni siquiera es probable que
haya una auténtica «apertura». Esas cosas no ocurren
tan rápido en la Iglesia. Pero una de las cuestiones más
espinosas y opresivas es puesta sobre el tapete y con ello se levanta
el tabú. Y el Papa estará presente en las discusiones.
Hay pocos temas tan urgentes, pues el celibato es considerado una
causa importante de la falta de vocaciones religiosas, un problema
cada vez más profundo que amenaza con minar y vaciar la Iglesia
católica.
En los países desarrollados como Alemania, sólo una
de cada dos parroquias tenía un sacerdote a cargo -según
datos de 2003- y entre 3.000 y 4.000 curas tuvieron que abandonar
su puesto por romper el voto de castidad. En todo el mundo tiraron
la toalla según las estimaciones más de 100.000 sacerdotes
porque «la carne fue débil», una sangría
enorme que la Iglesia no se puede permitir.
«Si no hay vuelta atrás, se buscará un recoveco»,
comentaba hace poco un experto vaticano. Al fin y al cabo, la castidad
no es un dogma, una ley inmutable, aunque esté establecida
desde hace siglos.
Una y otra vez se comenta en el Vaticano que los sacerdotes de la
Iglesia Oriental pueden casarse, o que los anglicanos casados que
vuelven «al redil» de Roma a menudo están unidos
en matrimonio. En pocas palabras: la cosa parece ponerse en marcha.
Lo que es seguro es que no será fácil encontrar «recovecos».
No se vislumbra un cambio rotundo, no habrá una «revolución».
Pero ahora se habla del tema, ya no impera el silencio.
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