El ministro iraquí de Enseñanza
Superior exigió que todas las universidades se mantengan cerradas.
Bagdad (Télam-AFP-NA-dpa) >
Tras una espectacular acción de secuestro masivo una gran parte
de los más de 100 secuestrados en Bagdad fue liberada ayer
por la noche, informó la emisora estatal de noticias Al Irakiya
citando a un portavoz del Ministerio del Interior.
El portavoz dio a conocer que la mayoría de los rehenes tomados
en el Instituto de Investigaciones Culturales fueron «liberados
por tropas del Ministerio del Interior en diferentes partes de Bagdad»,
sin dar más detalles.
Por la tarde quince iraquíes ya habían sido liberados.
Tres personas fueron puestas en libertad cerca del hospital al-Kindi,
en el centro de la capital, declaró un médico que pidió
el anonimato, añadiendo que habían llegado en una camioneta
y que «tenían los ojos vendados y estaban en estado de
conmoción».
Por otra parte, doce personas fueron halladas en el barrio de Karrada,
donde se produjo el secuestro, anunció una fuente de seguridad,
especificando que también tenían los ojos vendados.
En este grupo se encontraba un responsable del departamento de investigación,
Yahiya Aluan Hassun.
“Modus operandi”
Los secuestros se produjeron cuando cerca de 80 hombres armados llegaron
en 15 vehículos al Instituto de Investigación Cultural,
asaltaron a los vigilantes y a secuestraron a quienes se encontraban
en el edificio, informó el ministro iraquí de Enseñanza
Superior, Abed Theyab al Ayili.
El ministro, quien el pasado jueves pidió al gobierno más
protección para los edificios educativos, dijo que se produjo
un enfrentamiento con los guardias del Instituto en la calle de Al
Karada, pero que al final los atacantes lograron entrar.
«El secuestro forma parte de una campaña dirigida contra
la educación en Irak», declaró, al tiempo que
subrayó que los secuestrados son «de todas las etnias
y confesiones».
Al Ayili exigió que todas las universidades se mantengan cerradas,
especialmente en Bagdad, hasta que el gobierno sea capaz de garantizar
la seguridad.
“Catástrofe nacional”
Tras el secuestro, el presidente de la Comisión de
Educación del Parlamento iraquí, Alaa Makki, interrumpió
una sesión de la Cámara e instó al primer ministro
a responder a lo que definió como «catástrofe
nacional».
Los secuestros colectivos, por lo general de carácter confesional,
son comunes en Irak, donde la comunidad sunnita denuncia la responsabilidad
de los escuadrones de la muerte chiitas que actúan al amparo
de las fuerzas de seguridad.
Bombas, tiroteos y más muertes
Las jornadas de violencia en Irak se suceden como hechos comunes
de todos los días y ayer tuvo su pico más alto en un
barrio de Ramadi, capital de la provincia sunnita de Al Anbar, donde
30 personas murieron y 17 resultaron heridas tras un bombardeo de
las fuerzas estadounidenses.
Por otra parte, al menos ocho iraquíes, entre ellos un oficial
de la policía, murieron en una serie de ataques al norte de
Bagdad, informó Europa Press.
Otros siete civiles murieron al ser atacado a disparos el autobús
en el que viajaban en un camino hacia Baaquba, capital de la provincia
de Diyala, 60 kilómetros al norte de Bagdad, mientras un oficial
iraquí fue muerto a disparos en el centro de la ciudad.
Análisis
Operación increíble
Por Anne-Beatrice Clasmann y Ziad Haris
Bagdad/El Cairo (dpa) > Varios hombres portando
armas modernas y vestidos en uniforme policial cercaron con unos 20
vehículos la amplia carretera, a cuyos lados se encuentran
la central del Partido Comunista y el estatal Instituto de Investigaciones
Culturales.
Entonces, los insurgentes apartaron a los vigilantes del instituto,
que apenas ofrecieron resistencia, y registraron una tras otra todas
las oficinas del edificio de cuatro pisos.
Las mujeres fueron encerradas en una sala, y a los hombres los obligaron
a abandonar el edificio amenazándoles con las armas.
Los rehenes fueron distribuidos entre los distintos vehículos
y partieron del lugar. Nadie detuvo a los secuestradores. No aparecióningún
soldado estadounidense.
«Toda la acción duró como mucho media hora»,
afirmó un testigo. El modo en que se produjo el secuestro hace
pensar también al ministro de Educación Superior, Abed
Theyab al Ayili, que «el ataque estaba planeado de antemano».
Por eso, a muchos iraquíes les cuesta creer que al menos algunos
de los secuestradores no procedan de las filas de la policía.
Hasta que no se hubo perdido de vista el último coche de los
criminales no aparecieron los primeros agentes. Y las decenas de soldados
estadounidenses e iraquíes que acudieron en busca de los rehenes
también llegaron tarde.
Casi simultáneamente, el ministro de Educación Superior
comparecía ante la prensa para señalar que no quiere
que funcionarios, estudiantes y profesores, de los que se siente responsable,
sigan estando indefensos en manos de los terroristas.
Enojado, se quejó de que el gobierno no ha tomado en serio
sus advertencias y súplicas para que se mejore la protección
de universidades e institutos de investigación. De todas maneras,
en los últimos años miles de académicos han abandonado
Irak.
Entre tanto, a los habitantes de la capital iraquí apenas les
queda tiempo para pensar lo que supone el cierre temporal de las universidades
en su país: el siguiente coche bomba no tarda en explotar.
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