Los efectos del poder

No podemos comprender a muchas personas. Cuando un cubo de hielo se derrite, se transforma y se reduce de volumen. ¿Será que luego de estar tanto tiempo en zonas frías, hoy los cerebros de ciertos funcionarios se han reducido? Es que no podemos comprender las cosas que se están escuchando. Un líder, bajo el cual hoy todos buscan cobijarse, expulso de sus filas a ciertas tendencias. Esas mismas personas, solapadamente han reaparecido y tomado el poder. La tela de araña que se está tejiendo esta mostrando lo que aquel estadista, querido y odiado, previó. Se tratan de quedar en el poder por el poder mismo. La suerte y fortuna les ayuda ya que se vive una situación especial a nivel mundial con los precios de los cereales. ¿Cuánto durará? Nada es permanente.
Y los que hoy marchan a todo vapor, ni pagaron la deuda externa ni regalaron nada. Tienen siglos de experiencia y sólo ven realidades. Recordemos que son pocas las superestrellas que tienen sus pies sobre la tierra. Si no es así con el tiempo se descentran y se destruyen. Quien bien obra, la hace y luego se retira para dejar permanentemente prendida su estrella.
Agradecido

Andrés B. Beaver - CI 837742
beaverandres@yahoo.com.ar

¿El Huecú tierra saludable y solidaria?

Quiero expresar, después de haber leído en todos los medios sobre el presupuesto participativo comunitario (PPC), la indignación de ver cómo se engaña a la gente, cómo talan el coraje con hambre; diría la canción popular.
Soy madre tengo 17 años, mi pareja percibe 150 pesos más 150 pesos de plus.
Estamos pagando un crédito municipal de 50 pesos por mes, crédito que ocupamos para la construcción de nuestra pequeña vivienda de adobe crudo. Sí, seguramente ya sacó la cuenta, para comer y vestirnos 250 pesos por mes, comer cuando podemos, vestirnos mejor ni le digo, después de las penurias que estamos pasando para poder sobrevivir. Se me ocurre la brillante idea de tomarme un tiempo e ir al municipio al área de Acción Social y tener el gusto de charlar con quien ostenta el cargo de asistente social, licenciada Sandra Fajardo.
Entre charla y charla le comenté cómo vivía, en una palabra le di cátedra de magia, porque para sobrevivir con 250 pesos por mes hay que ser mago, de paso informarle que en dos años no había recibido visita social alguna.
Mi planteo fue concretamente solicitarle en lo posible una orden alimentaria por víveres secos. ¿Qué me contestó? Que todos los casos que recibían estas ayudas eran especiales, menos el mío, y no me podían otorgar lo pedido.
¿Qué tienen de especiales los otros casos? Ni más ni menos que la bendita y tan mencionada adhesión partidaria.
Neuquinos, el próximo año tenemos que votar quienes vivimos en El Huecú estamos padeciendo una gestión en donde la situación social se encasilla en planillas por puntaje, en números fríos, que nada dicen del sufrimiento, de la exclusión social… ¿cómo puede encasillarse una situación social de esta forma?
Tenemos funcionarios atornillados frente a una computadora, mientras los jóvenes de esta pequeña localidad, esperando un futuro mejor, el presente nos golpea cada vez más duro. Quien encabeza el Ejecutivo municipal se va a postular para una banca en la legislatura provincial, su carta de presentación es el PPC.
Como ciudadana de El Huecú invito a cualquiera que quiera visitarnos y se dará cuenta de nuestra realidad, todo esto me indigna, los vecinos más necesitados son los que más presión política reciben para participar del PPC, si no vas al PPC no te seguimos dando la ayuda social, si no vas al PPC no te entregamos la leña, si no vas al PPC cerramos la escuelita deportiva.
Pero como siempre mirando al horizonte renace la esperanza en ese acto de libertad mas pura, como es el acto del sufragio, quiero renovar en algo mis sueños de madre y de esposa porque en ese momento tan sublime, no me pueden presionar, soy libre.

Fernanda Elizabet Pereyra
DNI 34.008.418

Cuántos rocíos...

Es una colaboración de mi autoría en relación con el aniversario noveno del Triple Crimen de Cipolletti (aunque el poema fue hecho para el octavo aniversario y publicado en el cuadernillo para el que la Comisión del octavo Aniversario convocara).
A Paula Micaela González, María Emilia González y Verónica Villar, en el octavo aniversario de su muerte aún sin justicia.
Cuál fue el rocío que no mojó los cuerpos ni las mil caras de la indiferencia y el despegue.
Cuál de los vientos pudo enredar las voces, anudar remolinos enlentecer olvidos.
No es el dolor, nuestro dolor sin público, nuestro egoísmo el que a ustedes las nombra es ser mujer la vieja herida abierta no encajar en demandas no vender ni acaparar los múltiplos.
Es que no hacemos ni hemos hecho más peces ni más pan ni ha surgido más agua de las fuentes.
Mujeres buscadoras de vida mecedoras de cunas y mortajas pupilares de abrazos.
Apenas paridoras.
El amor es tan corto, dice en canciones Pablo.
La esperanza se tuerce entre las grietas.
(Cuerpos, piel, manos, lengua que no ríen al sol ni sueltan barriletes).
La voz en los coirones el olor de la tarde aquella tarde el secreto incansable rumoreando la acequia.
Ellas en los ojos de los árboles.

Lilí Muñoz

Otra vez

Realmente no se están comprendiendo bien las cosas. Suceden hechos que realmente causan asombro. Tenemos que renombradas causas policiales, judiciales y políticas se esfuman y desaparecen. Jamás son juzgadas y no hay condenados. Pronto Argentina se convertirá en el país de los crímenes perfectos. Ya sean de guante blanco o de los otros, si no hay alguien quien contrarreste las fuerzas que no desean claridad, serán sólo anécdotas. Con los tiempos se irán transformando y tergiversando los hechos y lo malo se habrá transformado en bueno.
¿Fue bueno tener tanto oro en el banco tirado en los pasillos? ¿Es bueno tener tanto dinero en reserva? Las bonanzas no son eternas. Si no se hacen previsiones para el futuro se puede caer nuevamente en el asistencialismo. Las generaciones que lo vivieron están terminando de pasar, pero han sembrado en las mentes jóvenes conceptos equivocados. Se han dilapidado períodos de tiempo y fortunas. Es muy grande la tentación de volver a lo mismo que tuvimos. Y estamos en esa senda. Se regalan jubilaciones a diestra y siniestra. Pero siniestra será la situación que dejemos para el futuro si seguimos así.
Muy agradecido.

Rodolfo R. Bell
22.704.787
bell.rodolfo@yahoo.com.ar

Buenos vecinos

Yo vivía en un barrio de casas, hasta que un día fui a parar a uno de esos rascacielos que mi abuela solía llamar conventillos de lujo.
Mi primer destino fue una planta baja, que elegí porque tenía un patiecito con macetas que me recordaba que yo era parte de la naturaleza. Todo en ese moderno edificio era “inteligente”... menos los vecinos. Les costará creerlo, pero cada mañana tenía que juntar con bolsa y pala todos los recuerdos que me tiraban desde los pisos superiores. Como detective involuntario sabía si el del sexto “D” se había protegido antes de tener sexo la noche anterior, o si el del quinto “J” había sorprendido una laucha comiéndose su queso, y también si la del noveno “A” estaba en “esos días”. Sí, lo que leen, no os horroricéis.
Urgente me mudé a un edificio más pequeño, de dos unidades por planta, y compré el primero “A”, sin saber que en el primero “B” se acababa de instalar un joven al que sus amigotes apodaban “el drogaman”. Yo me preguntaba el porqué del seudónimo, hasta que empezó a picarme la nariz y la garganta cada vez que entraba y salía de mi departamento. De las hendijas de su puerta fluía una neblina que se transformaba en una nube de formas imprecisas, cuyo aroma ácido se mezclaba con el de los olores de las bolsas de residuos que depositaba en el pasillo a toda hora.
Me quejé sin éxito con el administrador hasta que finalmente, al terminarse su contrato, el fumador de hierbas dejó su humeante vivienda a una nueva inquilina, una abuelita enternecedora, con un solo defecto llamado Pichi. Pichi era un doberman desdichado de seis meses de edad que aullaba veinticuatro horas seguidas de lunes a domingo, ya que la viejecilla era dueña de un geriátrico y se pasaba todo el día controlando su funcionamiento, dejando solito al pobre can. Ya olvidado del significado de la palabra dormir, permuté mi tres ambientes por otro en el penúltimo piso, sobre el cual vino a vivir una pareja de recién casados. Todo era nuevo para ellos… menos la cama, porque sus resortes y golpeteos chillaban una y otra vez sobre las medianeras en cuanta oportunidad los tortolitos homenajeaban su amor, siempre de madrugada y sin darse respiro.
Huí pues, de ese edificio, y comencé a transitar diferentes unidades en propiedad horizontal encontrándome con solos de batería, alaridos inhumanos, batir de puertas, movimientos constantes de muebles, llantos inacabables de recién nacidos, loros y gallos madrugadores, teléfonos y equipos de audio de sonido estereofónico a todo volumen, y orgasmos cantados por sopranos y tenores de ópera. Descubrí que los habitantes de un consorcio construyen “individuocracias” que quiebran a diario la experiencia comunitaria que ellos mismos han creado. Y recordé que la libertad de cada uno termina donde empieza la de los demás. Eso lo decía mi profe de Cívica, que ya, como el respeto, falleció hace tiempo. Mucho tiempo.

Luis Buero

 


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