Por Darío soto
El gobernador Miguel Saiz pareció disfrutar más del
acto realizado por el kirchnerismo en Neuquén que de los festejos
por el aniversario de su ciudad, General Roca. Es que en el pago chico
inevitablemente debía compartir el escenario con el «agrandado»
intendente Carlos Soria, aunque esta vez, y es bueno destacarlo, a
la hora de los discursos no hubo reproches ni pases de facturas como
sucediera en el primer cumpleaños que compartieron como mandatarios
y donde Soria, con la herida aún sangrante increpó sin
eufemismos a su entonces vencedor en las elecciones provinciales.
Mucha agua corrió desde aquél lejano 2004, y este uno
de setiembre los descubrió de buen ánimo disfrutando
de un verdadero «día peronista», como solían
llamar nuestros padres a los días diáfanos y a pleno
sol. A su turno cada cual llevó agua para su molino. El intendente
repasó lo hecho en los últimos doce meses y se comprometió
fundamentalmente con los barrios como para tapar las críticas
de quienes le achacan haberse ocupado solo del centro de la ciudad.
«El barrio y el centro es una sola Roca y a toda la tengo en
el corazón y no hace falta que alguien venga a decirme qué
le falta a cada barrio por que los conozco como el que más»
vociferó Soria como para acallar a sus críticos.
En tanto que el gobernador aprovechó la tribuna para reafirmar
su compromiso con la concertación convocada por el presidente
Néstor Kirchner, dándole contexto en esa buena relación
que hoy mantiene con el justicialista jefe roquense al destacar «que
quienes tenemos la responsabilidad de gobernar debemos dejar las antinomias
a un lado y ponernos a trabajar en la oportunidad que se le presenta
al país».
Kirchnerismo puro
Después de disfrutar de los buenos aires del Alto Valle rionegrino
el gobernador cruzó el puente para participar de un acto kirchnerista
en el cine teatro Español de la capital neuquina. Sabía
que jugaba de visitante por lo que cayó con barra propia que
sumada a la del intendente radical neuquino Horacio «Pechi»
Quiroga le aseguraban cierta tranquilidad. Pero fue mucho más
que eso, según un boina blanca convencional nacional, como
correspondía ausente en Rosario, «fue un acto justicialista
exitosamente copado por el radicalismo neuquino-rionegrino».
Hasta la marcha radical sonó con más fuerza y entusiasmo.
Tanto ambiente rojo y blanco había que pareció desbordar
la paciencia de algunos kirchneristas de paladar negro, como pareció
ser el caso del senador Miguel Pichetto, precandidato a gobernador
de Río Negro por el Frente para la Victoria, que enterado de
que el gobernador Miguel Saiz sería uno de los oradores abandonó
la butaca que se le había destinado, ya que no pudo sentarse
al lado del Secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos
Zanini, y del Secretario General de la Presidencia, el neuquino Oscar
Parrilli.
Y mientras la tribuna coreaba casi permanentemente: borombombon borombombon
«Pechi» Quiroga Gobernador, el mandatario rionegrino tal
vez imaginaba un escenario similar, pero en Viedma, con el presidente
Kirchner al lado y la tribuna (radical?) coreando por su propia reelección.
Más allá de todo, de la indefinición del Frente
para la Victoria en cuanto a candidato se refiere, y de la fórmula
Pichetto Arriaga, Saiz prefiere la cautela y parafrasea al presidente
recordando que «aún faltan dos octubres» para que
todo se defina.
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