Por Ángel Castillo
La semana política de la provincia estuvo claramente marcada
por dos hechos relevantes, la crisis del agua en Cutral Co-Huincul
y la Convención Constituyente.
La semana anterior, durante la presentación del presupuesto
2006, el gobernador Jorge Sobisch había dicho, casi proféticamente,
«sospechamos que ha habido sabotaje porque no puede ser que
las bombas que funcionaban bien se rompan todas al mismo tiempo, una
vez que finalizamos la reparación de uno de los acueductos».
Y lo peor ocurrió.
La bomba recién colocada se volvió a romper y tanto
Cutral Co como Plaza Huincul comenzaron a sufrir una verdadera crisis
por la falta de agua, para colmo de males las altas temperaturas profundizaron
el problema.
Entonces, luego de tantos inconvenientes y ante la búsqueda
de respuestas exigidas por la población de la comarca que pedía
al gobierno provincial explicaciones que sus jefes comunales no sabían
darle, fue el propio Sobisch el que se puso al frente del operativo
de asistencia.
Pragmático, algo habitual en su estilo de hacer política,
canceló su cargadísima agenda y decidió instalarse
directamente en la comarca para buscar la solución junto a
los cutralquenses y huinculenses.
De esa manera, el operativo comandado por el propio gobernador llevó
tranquilidad a la zona, y esperan que para hoy, o más tardar
mañana, llegue la solución definitiva.
Lo que queda en claro luego de los momentos de tensión y la
necesidad de los habitantes de la comarca es que, una vez más,
fue Sobisch el encargado de dar una solución a un problema
vital como es el agua.
Ausencia de diálogo
Donde también se vivieron jornadas bastante «movidas»
fue en el Concejo Deliberante capitalino, donde está sesionando
la Convención Constituyente.
A pesar de que el último de la presentación de despachos
para la reforma no pudo llevarse a cabo por falta de seguridad para
sesionar, ya se habían aprobado unos 50 despachos que permitirán
reformar alrededor de 100 artículos.
Lamentablemente, una vez más, apareció la intolerancia
y en lugar del diálogo se acudió a la violencia como
forma de protesta. Eso motivó que un punto trascendente como
es el régimen económico no pudiera tratarse y de esa
forma se perdiera una oportunidad histórica para actualizar
la Carta Magna que rige desde 1957.
Una vez más las mezquindades políticas pudieron más
que la oportunidad de planificar con miras al futuro.
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