Por María paula sarandría
Analizar la situación de la fruticultura en los últimos
tiempos puede remitirnos fácilmente a plantear el panorama
en términos de un conflicto en la distribución de la
riqueza. Junto a las problemáticas estructurales y coyunturales
comunes a la actividad económica más importante del
Alto Valle, la forma en que las ganancias de la actividad frutícola
se reparten entre quienes participan de las distintas cadenas del
proceso de producción surge como una de las claves para entender
la situación.
Los cortes de ruta que protagonizaron esta semana los chacareros en
la región remiten ni más ni menos que a una expresión
de lo que consideran una distribución inequitativa de la riqueza
en todo el complejo frutícola.
La síntesis es sencilla: las empresas son las que reciben los
mayores ingresos por la exportación de las frutas, pero se
la pagan a los productores en valores que hasta ni les permiten cubrir
los costos de producción. Ni hablar de rentabilidad.
Que la principal actividad económica de una región provoque
estos desajustes y que haya integrantes del sector primario con riesgo
de desaparecer indica que algo anda mal. Que es necesario mover algunas
piezas.
Quizás es tarde para hacer el análisis de por qué
las cosas llegaron hasta un punto tan complejo. Pero se está
transitando un momento en el que hay voluntad, al menos de algunas
de las partes, de intentar cambiar las cosas.
Hay números que son elocuentes para demostrar los desbarajustes
del sistema. Sólo basta con tomar contacto con cualquier productor
frutícola de la zona y conocer su realidad.
Veamos un ejemplo. Un chacarero de Allen está recibiendo liquidaciones
de una empresa de Cipolletti que le canceló el kilo de fruta
presentada la temporada pasada a 6 centavos. Menos de la mitad de
los costos de producción establecidos por el estudio realizado
por técnicos de la Universidad Nacional del Comahue y del Inta
recientemente conocido. «Son liquidaciones ruines», sintetizaba
el productor, que hablan a las claras de la imposibilidad de mantener
en pie al sector primario en caso de persistir este panorama.
Hacia el cambio
La conformación de la Mesa de Contractualización Frutícola
ha tenido hasta el momento el logro de haber puesto en discusión
la necesidad de hablar de los precios.
Es cierto que las relaciones comerciales dependen estrictamente de
la oferta y la demanda, pero no es menos cierto que un Estado debe
intervenir cuando el mercado produce fallas que debilitan al sistema.
Algo que, sin dudas, en la actualidad sucede en la actividad frutícola.
Con pequeños resultados que comienzan a asomarse, el desafío
de este renovado espacio de discusión es otorgar las condiciones
para que, de a poco, pueda buscarse el equilibrio en la balanza, de
manera que además se logre una distribución más
justa de la riqueza que producen los frutos en el Valle. |