Al equipo que dirige Ricardo La Volpe
aún le queda jugar 45 minutos con Gimnasia de La Plata, y de
ganar se iría a cuatro puntos de ventaja. Buenos
Aires> Boca volvió a la normalidad al vencer con
facilidad a Newell’s y puede frotarse las manos si mira de reojo
lo que le ocurrió al rival con el que tendrá que completar
un período de 45 minutos, Gimnasia La Plata, el gran perdedor
de la 11ª fecha del Torneo Apertura, batido en el clásico
por Estudiantes con un expresivo 7 a 0.
A la luz de ese marcador, ¿qué puede importarle a Boca
que River haya ganado en Banfield por 1 a 0 y que uno de sus perseguidores
sea Estudiantes, que pasó repentinamente de tener una modesta
cantidad de goles a favor a una cosecha mucho más respetable?
Boca volvió a «amasar» paulatinamente el partido
frente a un adversario reconocido por su buen juego y no tuvo problemas
en vencerlo, primero por 3 a 0, que terminó siendo un 3 a 1
en el marcador final.
El equipo volvió a funcionar como cuando todo le sonreía
al conjunto de la ribera, que ahora está a nueve partidos de
una nueva consagración en el fútbol doméstico,
más el tiempo complementario con Gimnasia, que le iba ganando
por 1 a 0.
Muy tranquilo
Pero, ¿qué puede preocuparle a Boca, que lleva un punto
de ventaja sobre River (25 contra 24), si ahora están a la
orden del día las bruscas variaciones en los marcadores, como
pasó en el partido que Independiente perdía por 2 a
1 con Nueva Chicago y terminó definiendo por 3 a 2 en un par
de minutos?
¿No podría Boca darlo vuelta a Gimnasia, que quedó
mal parado y desorientado después de lo ocurrido en el Estadio
Ciudad de La Plata, ese en el que venía jugando como local?
La abultada goleada exime de análisis y comentarios porque
da a entender que hubo un solo equipo en la cancha, que incluso cimentó
la diferencia cuando estaban once contra once.
Y en cierta manera, lo de Estudiantes, que tiene 22 puntos, eclipsa
todo lo bueno que mostró River frente a Banfield, donde dejó
una imagen de equipo práctico, que logró la ventaja
en el momento que pudo descontar y posteriormente se dedicó
a defender con la solvencia que pudo, porque tuvo que aparecer su
arquero, Juan Pablo Carrizo, para sacar las papas del fuego.
Es que River no lo pudo rematar, entonces volvió a exponerse
a que le empataran sobre el final. |