A sólo dos puntos estuvo el argentino
Carlos Alberto Reutemann de lograr la hazaña de transformarse,
hace un cuarto de siglo, en campeón del mundo de Fórmula
1, un hecho que sin embargo no opacó una fantástica carrera
deportiva que lo ubica entre los mejores pilotos de la historia del
automovilismo internacional.
Graves errores mecánicos en su Williams provocaron en aquel Gran
Premio de las Vegas, corrido el 17 de octubre de 1981, que quedara fuera
de la zona de puntos y que debiera masticar la amargura de un título
que se le escurrió de la manos para favorecer al brasileño
Nelson Piquet.
A un cuarto de siglo de ese momento de tristeza para los argentinos,
la figura de Reutemann toma una dimensión grandiosa al demostrar
su cualidades deportivas que lo mantuvieron durante una década
en la élite del automovilismo mundial.
En ese punto de su trayectoria, como parte del exitismo argentino, le
llovieron críticas por su temperamento y estilo de manejo al
ser acusado de conservador y recibir el mote de ser un «eterno
segundo».
El ex gobernador de Santa Fe, en su décima temporada en la Fórmula
1, integraba el equipo Williams, y era el piloto número dos del
entonces campeón del mundo, el australiano Alan Jones.
El autódromo de Las Vegas, armado en una playa de estacionamiento
de un hotel, fue el escenario elegido para la definición. En
la previa, el argentino se había quedado con la «pole».
Reutemann sólo mantuvo el liderazgo pocos metros y a partir de
allí, con una máquina inestable, intentó mantenerse
en pista y estar por encima de Piquet, algo que finalmente no logró.
El argentino quedó relegado al séptimo puesto, mientras
que Piquet, también con problemas en su Brabham, subió
al quinto lugar y sumó los dos puntos que necesitaba para superar
al santafesino, en una carrera que ganó Jones sin dificultades.
Cuando se bajó de coche esa tarde, Reutemann comenzó a
despedirse de la Fórmula 1, porque ya no tenía más
ganas de correr, aunque el hecho estadístico recién ocurrió
luego de la primera carrera de 1982.
De todas maneras, esa triste tarde del 17 de octubre de 1981, el piloto
argentino más grande en la Fórmula 1, después de
Fangio, dijo adiós y todavía se lo extraña.