En una nueva visita al Sur, el célebre
payaso se presenta mañana en doble función en el reducto
ubicado en Avenida Argentina 235. Neuquén
> Si uno cita el nombre de Fabián Gómez
seguramente no le despertará ninguna atención. Sin embargo,
este cordobés de Deán Funes es una especie de Bruno
Díaz, quien vivía con doble identidad y combatía
el mal bajo el nombre de Batman. Es que enfundado en su traje rojo
y amarillo, Gómez, se encarga de darle vida a Piñón
Fijo, payaso con el cual hace 19 años tiene un sólo
objetivo: hacer reír a los niños, escucharlos cantar
y así, sentir el placer y descubrir la razón de su vida.
Uno de los últimos fenómenos populares si se quiere,
Piñón y Gómez -veinticuatro horas antes de subir
a las tablas del Cine Teatro Español- tuvieron tiempo de adelantar
con que llega este famoso payaso, de manifestar su agradecimiento
a la gente y la vida y de trasmitir las miles de sensaciones que aún
sienten cada vez que se levanta el telón.
Piñón Fijo y Fabián Gómez, dos personalidades
con muy pocas diferencias que están decididas de por vida a
seguir en las tablas hasta que el escenario les tiña las canas.
¿Con qué se viene mañana Piñón
Fijo en está nueva visita al Cine Teatro Español?
Llegamos con las canciones del disco nuevo “Fragancia de infancia”
que fue editado este año y como siempre haremos un repaso por
las otras canciones de los seis discos. De todas maneras creo que
cada canción nueva que vamos incorporando es un disparador
distinto, entonces de un año a otro los shows van cambiando
bastante.
Así como cambia el show. ¿Observas algún
cambio distinto en los chicos que llegan a verte?
En general la relación con el público es la misma en
algún punto. Sin embargo, al ser menos mediático mi
personaje, ahora hay otros tiempos y puedo disfrutar de otra manera
la relación con los chicos. Me parece que la cuestión
mediática de aparecer en la televisión tiene su lado
lindo y por otro no. Me da la sensación que cuando un personaje
es tan mediático no se le da importancia al contenido. En cambio,
cuando se tiene que ganar al público canción a canción
y el vínculo es otro, tiene diferente gustito. Me parece que
es la meseta en la que estoy viviendo ahora y disfruto más.
¿Cómo estás personalmente a está
altura de tú carrera con casi 19 años de trayectoria?
Tengo una actitud de agradecimiento con la gente, con la vida y con
este personaje que encontré y que me hace ser feliz. El hecho
de recorrer el país ha sido un sueño realmente perseguido.
Es un placer muy hermoso saber que voy a escribir una canción
y va a llegar a alguien.
¿Piñón Fijo es como una especie de circo
que llega a cada pueblo?
Me identifico con esa expectativa. Soy de un pueblo chico llamado
Deán Funes y cuando llegaba un acontecimiento así para
mí era muy “groso”, porque de la primera estaca
que ponía el Circo hasta que se iba era todo un espectáculo.
Salvando las distancias porque uno está en un teatro, uno se
identifica con eso y es una responsabilidad no defraudar.
¿Seguís sintiendo las mismas emociones en cada
salida a escena?
Es muy emotivo. Cada salida a un show es un renacimiento y una posibilidad
de volver a decir gracias. Uno que nació siendo artista callejero,
por lo general, se encargaba de buscar al público. Ahora salís
al escenario y al ver que llegó toda esa gente me genera mucha
gratitud.
Antes de que explotara este fenómeno que se dio con
Piñón Fijo. ¿Sufriste o la pasaste difícil?
Siempre fue puro placer. Del primer día que salí a la
calle encontré mi oficio y no lo solté más porque
me di cuenta, más allá de las cantidades de personas,
que me sentía cómodo en está vocación.
Cada etapa la viví con la misma actitud y con el compromiso
de crecer.
¿Por qué los grandes se enganchan tanto con
tus canciones?
No lo sé. Cuando escribo una canción no lo hago pensando
que el niño es un destinatario de un baile y nada más.
En las canciones trato de poner un mensaje que no sabe de rótulos
de chicos ni de grandes sino que sabe de vivencias de un tipo que
le pasan cosas. Más allá de la fisonomía de payaso
y animador infantil, me ha sucedido que recibo cartas de grandes,
que me comunican que se identifican con la manera que les hablo a
los chicos. Me parece valioso que haya una identificación grande
en la manera de pensar y decir.
De estas cartas que te envían los grandes ¿Te
ha quedado alguna en la memoria?
Los testimonios siempre son muy fuertes y a la vez generan mucha responsabilidad.
Saber que una canción puede llegar a contener a un niño
autista genera un vértigo y un compromiso muy fuerte. Llega
un punto que esta payasada no es ninguna broma.
¿Hasta dónde crees que llega tú responsabilidad
con los chicos?
Uno no es un educador, ni papá del niño, ni tampoco
ocupa otros roles. Uno es un artista y es disparador de emociones
y de aprendizaje compartido con los grandes. Es una herramienta más
para eso. Ésto me quedó claro cuando estaba en el espacio
mediático porque la televisión tiende a endiosar a sus
personajes y personalmente me revelaba ante eso.
¿Fue sano alejarte del medio televisivo?
Sin duda. Fue una decisión tomada en el momento justo porque
ya había tocado su techo a nivel de calidad y entrega. Tratar
de permanecer y perpetuarme en ese medio me parecía una obsesión
hasta “cholula”.
Si te ofrecieran hacer otra vez televisión ¿Volverías?
Si, pero no a cualquier precio. Me parece que estar en la pantalla
a cualquier precio es manosear la credibilidad que tiene el personaje
con el público.
¿Mirás algunos programas infantiles?
No hay muchos. Lamentablemente se ha apagado la cosa. La televisión
y los programadores de los canales trabajan por tendencia. Se miran
uno al otro para hacer lo mismo.
¿Hay alguna observación por parte de tus dos
hijos en tus trabajos?
He llegado a anular canciones porque casi me matan. Las críticas
son constantes y con cada canción me estoy jugando la vida
porque tiene su derecho de opinión y son parte de la vida de
este personaje.
¿Qué pasa por la cabeza cuando por ejemplo
se hacen 57 Teatros Gran Rex?
Fue muy vertiginoso y cada vez que salía a escena trataba de
bloquear la emoción. Cada vez que recordaba de dónde
venía se me quebraba la voz o me largaba a llorar como un niño.
Como se suele decir. ¿Todavía tiemblan las
piernas a la hora de salir a escena?
Si. Y como. Le pongo tanta pasión a esto que con los chicos
que me acompañan nos jugamos la vida en cada escenario, nos
duele la panza y llegamos hasta temblar.
¿Cómo fue la experiencia con Carlitos Balá?
Preciosa. Un regalo hermoso de la vida. Tener un ídolo de la
infancia y llegar a compartir un escenario con sus 81 años
es muy fuerte.
¿Se extraña el teatro callejero?
El espíritu y la esencia es la misma. Sigo siendo el mismo
payaso que estaba en la calle o que animaba fiestas particulares.
El entusiasmo nunca cambio.
¿A qué cosas le teme Piñón Fijo?
Me preocupa mucho la garganta porque la he pasado feo en algunos casos.
El hecho de quedarse sin voz en escena no es bueno y genera mucha
presión.
¿Cuál crees que es la clave de este payaso?
Un poco de todo. Es un payaso que deja ver la actitud de aprendizaje.
No es un personaje estanco y lo demuestra en cada disco con su dinámica
de aprendizaje.
¿Qué le criticarías a Piñón?
La falta de mayor ductilidad física. Me encantaría que
haga acrobacias y otras cosas así.
¿Qué diferencias hay entre Fabián Gómez
y Piñón Fijo?
Muy pocas. Piñón es como una caricatura de Fabián.
Como no soy actor y no tengo una formación académica
no soy de desdoblar el personaje y la persona. Cada cosa que aprende
Piñón repercute en Fabián y eso hace la personalidad.
La popularidad que ha tomado el personaje. ¿Te ha
llevado a realizar algún tipo de terapia psicológica?
No. Mi única terapia es subir al escenario, viajar, recopilar
vivencias y agradecer. No quiero pecar de soberbio y decir que nunca
la voy a necesitar, pero me da tanto placer lo que hago que no siento
esa necesidad.
¿Se hace o se nace payaso?
No sé. Siempre digo que soy un animador que se caracteriza
como payaso. El verdadero payaso es el que está en el Circo.
En mi caso soy como una unión de distintas cosas.
¿Te pasó de llegar al límite y querer
largar todo de un día para el otro?
Nunca. Si, de correrme de lugares que me sentía molesto y que
no eran buenos para Piñón Fijo. Nunca me defraudo este
oficio.
¿Cómo te imaginás el día que
cuelgues en el ropero el traje de Piñón Fijo?
En otro estado material (risas). Siempre le robo una frase a Joaquín
Sabina que dice “ojalá el escenario me tiña las
canas”. Me encantaría envejecer con este personaje, hasta
que me de la lucidez, porque sería lo más honesto de
mi parte.
¿A quién le debes todo lo que sos hoy?
Para los creyentes a Dios. Para los no creyentes, a la mezcla de la
vida, la energía de la gente y el círculo familiar más
cercano. Ambos conceptos tiene mucho que ver.
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