La fruticultura como terapia

 
 
El patio de la escuela Sendero de Luz, donde se desarrollaba un taller de cultivo bajo cubierta y donde ahora se hará el de fruticultura.
En una escuela del barrio Progreso se puso en marcha un proyecto para desarrollar un espacio de cultivo de frutales con chicos discapacitados.


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  «Frutos para un mundo mejor» es el proyecto de la Escuela Especial Nº1 de Neuquén para alumnos con debilidad mental.

A las dificultades que se presentan por el trabajo en sí de educar a los chicos con capacidades diferentes, se sumó las del medio social que conspiraba en esa tarea a través del vandalismo.
Las docentes están curtidas en la tarea de luchar contra las adversidades y no pierden el objetivo que son los 248 chicos con debilidad mental que concurren la Escuela Especial Nº1 Sendero de Luz, del Oeste de la ciudad de Neuquén.
Pero siempre los recursos son escasos. Es así como a Verónica Gallo e Ivana Pereira se les ocurrió presentarse en un concurso que organizó una cadena intenacional de hipermercados vinculado al medio ambiente. Se trató de la campaña 1.000 ideas por el medio ambiente, en la que se presentaron 400 iniciativas y de ellas fueron seleccionadas 12, una de las cuales es de Neuquén. Las iniciativas ganadoras trabajarán sobre el cuidado de zonas forestales, el manejo de residuos y la concientización de la población sobre el impacto ambiental, según se aclaró desde la organización.
A este gran objetivo, Pereira y Gallo le agregaron la terapia que significa para sus alumnos trabajar la tierra.
«En años anteriores hicimos horticultura, teníamos un espacio verde y se hacían plantines, pero la escuela entrará en obra porque van a ampliar el comedor», indicó la vicedirectora Martha Ríos, quien indicó que tienen una estructura metálica para montar un vivero. Comentó que durante las vacaciones de verano tanto el vivero como el espacio donde los chicos practicaban la actividad fueron destruidos por desconocidos.
Verónica agregó que fue una de las razones por las cuales se le ocurrió aplicar los conceptos pedagógicos y de terapia con árboles frutales.

Objetivos
Los proyectos ganadores recibirán $1.000. – en órdenes de compra para la implementación del proyecto y $500.- también en órdenes de compra para la institución a la que pertenezca el proyecto ganador. “Frutos para un mejor mundo”, tal el nombre del proyecto que presentaron las docentes en la cadena comercial está dirigido a la totalidad de los alumnos y prevé contar a largo plazo con un nuevo espacio verde constituido por plantas frutales y poder compartir los frutos de las plantas con sus familias, ya que los niños desayunan, almuerzan y meriendan en la escuela.
Ríos indicó que la población escolar que concurre al establecimiento proviene de familias de escasos recursos, lo que duplica el desafío que tienen como docentes en cuanto a darle las herramientas necesarias para que trasladen a sus familias una formación prelaboral.
«Hemos detectado, con los proyectos de horticultura terapéutica, que aprenden a trabajar en grupo, que colaboran entre ellos con el objetivo de conseguir los frutos y compartirlos», aseguró Verónica, quien indicó que los alumnos se identifican, se organizan y se conocen entre ellos aprovechando las habilidades que cada uno tiene para poder llevar adelante la huerta.

El proyecto
La utilización de la horticultura con fines educativos, terapéuticos y recreativos consigue una mejora física y mental de los individuos, beneficios que pueden ser considerados desde cuatro puntos de vista: desarrollo intelectual, social, emocional y físico.
En la descripción del proyecto Verónica Gallo e Ivana Pereira indicaron que la intención es construir en el patio trasero lindante con la calle Antártida Argentina –el ingreso de la escuela es sobre calle Galarza al 2.800 del barrio Progreso- un lugar donde desarrollar una suerte de chacra frutícola, a largo plazo.
Edificar junto al alumno su subjetividad, transformándolo en un ser activo, autónomo que no sólo pueda recrear la propuesta productiva sino que de igual manera se abra a otras inquietudes y pueda ser protagonista de su comunidad.
Según describieron en el proyecto pretenden ofrecer una alternativa que conjugue el respeto por el aprovechamiento de la naturaleza, la capacidad de observación con las posibilidades y limitaciones de trabajo de aquellos con quienes conviven o comparten una experiencia de estudio y producción.

Estructura
Ríos mostró las instalaciones de la escuela donde se pudo observar una estructura metálica de buenas dimensiones para poder desarrollar allí un vivero. Ocurre que, por las características del ciclo escolar, la época de verano donde se puede realizar horticultura al aire libre, coincide con las vacaciones. Ahora con la ampliación del comedor, el patio se va a ver reducido aunque, de todas formas, quedará un espacio considerable para desarrollar el proyecto. Hay otros patios donde también los alumnos realizan tareas de mantenimiento de la forestación urbana que allí se desarrolla.
En la escuela también hay otro tipo de talleres como cerámica, carpintería, tejido y cocina. «Justamente en la reunión que hicimos para festejar el Día del Maestro pudimos degustar las cosas que hacen los chicos», aseguró Ríos.

Dos aspectos

Participantes
Serán los 9 alumnos del taller de huerta y vivero. Tienen entre diez y quince años y están diagnosticados con debilidad mental en diferente grado, leve moderada. En una segunda etapa se prevé la participación de diferentes grupos de la escuela que colaboren en el riego y cuidado de los plantines. Los alumnos del taller tienen cuatro horas diarias, veinte semanales, para el desarrollo de estas actividades.

Qué se espera
Contar en la escuela con un nuevo espacio verde contituido por plantas frutales y poder compartir los frutos con la familia. Los chicos desayunan, almuerzan y meriendan en el establecimiento.

Hay escasos antecedentes

El trabajo en talleres de huertas para discapacitados tiene algunos antecedentes en el país, pero no con árboles frutales, tal vez por el tiempo de evolución que tienen a diferencia de las verduras que son anuales. Un árbol puede demorar de tres a cinco años en dar frutos, de allí el desafío que se plantearon los docentes de la escuela Especial del barrio Progreso para alimentar el valor de la solidaridad.

En el Centro Educativo-Terapéutico en la localidad de Ing. Maschwitz, provincia de Buenos Aires, se desarrolla una experiencia de taller terapéutico para discapacitados mentales. A través de la fundación Apna realizan una granja hogar para chicos autistas. El objetivo, según se expresa en la página de Internet de la fundación, es evitar las crisis de aislamiento. Determinaron que dejan de aparecer cuando el ambiente es continente de los conflictos. Se aprende la actitud de espera, lo que se siembra hoy se cosecha mucho tiempo después.

En la región es más común el uso de la equinoterapia. Pero esta terapia tiene su caso más llamativo en San Juan donde se utiliza una mula del Ejército para la rehabilitación de chicos con capacidades diferentes. Son 150 los chicos discapacitados que participan del Programa Rosita, en honor a la mula símbolo del RIM 22 que murió el año pasado, luego de 24 años de servicio. El programa consiste en usar las mulas para brindar equinoterapia a niños discapacitados de San Juan y fue inspirado en la docilidad de la mula más famosa del RIM 22. De hecho los ideadores del proyecto decidieron dar el nombre de la mula al programa que, según dijeron, es el primero del mundo que usa mulas para la realización de las terapias de rehabilitación.

La utilización de la fruticultura con fines terapéuticos no tiene antecedentes en la región, según se pudo confirmar a través de diversas fuentes que trabajan directamente en el sector. El caso de la Escuela Especial Nº1 de Neuquén será pionero en cuanto a la utilización de este tipo de terapias con discapacitados mentales, proyecto que contará con el apoyo de una conocida cadena de hipermercados a nivel internacional.

En el patio trasero del establecimiento que funciona en el corazón del barrio El Progreso se desarrollará esta experiencia. El lugar es un borde de barda que presenta un desnivel considerable donde se pueden observar árboles de eucaliptus diseminados. En otro sector sobre la calle Antártida Argentina los alumnos desarrollan una forestación con especies ornamentales con el fin de crear una cortina que los proteja del sol. El sector tiene orientación Norte y da a unas ventanas de aulas.

Aprender juntos

«Debemos intentar crear, porque es posible, un ámbito donde podamos enriquecernos todos, desde docentes hasta los alumnos».
Ése es el gran objetivo que se plantearon las docentes de la Escuela Especial Nº1 cuando presentaron el proyecto, en el que hicieron mención a la difícil situación económica por la que atraviesan los alumnos. Por ello les pareció favorable que valoren las posibilidades de sustento que ofrece la naturaleza.
En el trabajo cooperativo en la huerta se apuntará a valorar el papel de los árboles como purificadores de aire, gracias a su aporte de oxígeno a partir del dióxido de carbono, contribuyendo así a una atmósfera más pura y limpia.
Como el proyecto ya comenzó a llevarse a cabo, se está trabajando en la elaboración de compost para conservar la humedad de los almácigos a partir de hojas secas.
En una primera etapa se prevé el labrado de la tierra, búsqueda y preparación del suelo, luego vendrá la etapa de la siembra y plantación, para continuar con el riego, mantenimiento y poda de plantas, y culminar con la cosecha de los frutos.
«Esta inversión a largo plazo termina siendo rentable para todos los que deseamos tener un mundo mejor partiendo de los recursos que nos brinda nuestro medio ambiente», indicaron las docentes.
Es que el proyecto va más allá del cultivo terapéutico de frutales. Son los valores que los alumnos reciben lo que luego se multiplican en la familia y en el entorno, los que a las docentes las alienta a seguir adelante. Es como que ya sembraron la semilla y ahora deben intentar que crezca.

Desde el compost

El proyecto para tener el uso terapéutico de la fruticultura comenzó lentamente mediante el preparado del compost que luego contendrá a los plantines de frutales.
-Habida cuenta que los árboles no van a dar frutos en un año a diferencia de las hortalizas, ¿cómo se van a manejar con los chicos?
-Se transmiten valores como la solidaridad. Tal vez los niños de 9 a 14 años que concurren al taller de vivero, no puedan ver un año el fruto, pero sí lo van a disfrutar los otros compañeros que vendrán el año próximo.
Verónica Gallo dijo que cuando los chicos vuelven a sus casas les transmiten a sus familias lo que han aprendido en los talleres ya sea relacionado con el cuidado de los árboles o la producción de hortalizas para autoconsumo.

 

 


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