Por Hernán Gil
Neuquén > Bruno Stagnaro en primera instancia
y Alejandro Doria posteriormente, nunca pensaron en basar la cinta
en las manos sanadoras del padre Mario Pantaleo. Claro, esa historia
resulta más que atractiva para la pantalla grande y era un
riesgo que quedara como una subtrama.
Sin embargo, fue ése riesgo el que le dio a la película
un vuelo simple, cálido y emotivo que convirtieron a “Las
manos” en una película que emociona desde su costado
humano. Son las manos del corazón de Pantaleo las que conmueven
en la cinta y no sus poderes que exceden las explicaciones lógicas
y empíricas.
Alejandro Doria vuelve a la dirección luego de quince años
de inactividad cinematográfica (hizo televisión y teatro)
para contar una historia. La historia del amor, la humildad y la enorme
voluntad de un hombre por ayudar a quienes la vida parece hacerlos
a un lado. Un hombre al que sus padres dejaron solo ante la vida en
un internado cordobés en la década del ’20. Un
hombre que, pese a la cruda realidad que le otorgó su infancia,
siempre luchó -con sus contradicciones a cuestas- por los que
tenían menos.
Éste es el padre Mario Pantaleo que muestra Alejandro Doria.
Una apuesta que tiene como claves la sencillez y la calidez del montaje
y la tan conmovedora como talentosa interpretación de Jorge
Marrale, que parece disfrutar en esta cinta del primer gran protagónico
de su carrera.
Búsqueda
Más allá de aciertos y defectos, el punto más
alto de la película de Doria es la honestidad. No se muestra
a un Pantaleo perfecto, con un horizonte imperturbable y sin dudas.
Mario Pantaleo es en la pantalla grande, un ser humano. Sus dudas,
su imposibilidad de dejar el cigarrillo se unen con su enorme corazón.
Así, Doria se muestra y lo muestra honesto, sincero. Hasta
en sus contradicciones (sus reproches hacia sus actitudes bajo la
ducha).
«Hace unos días los muchachos de la facultad nos contaron
que cuando lo sacaron, debajo del vagón estaba lleno de flores.
Llámenlo como quieran. Puede ser que debajo haya habido una
semilla que brotó a causa de la humedad -intentó casi
disculparse- pero para mí es maravilloso que haya sucedido
eso porque es la confirmación de que dimos un poquitito de
vida a algo. La película es un mensaje por la vida».
La anécdota y la definición de Marrale son inmejorables.
Sin dudas, una película que tiene magia. Y la reafirmación
del costado social en la filmografía de Doria.
MUY BUENA
Director: Alejandro Doria
Guión: Juan Bautista Stagnaro y Alejandro
Doria
Género: Drama
País: Argentina / Italia
Calificación: Apta para todo el público
Duración: 119 minutos
Elenco: Jorge Marrale y Graciela Borges
El Chaqueño Palavecino en el Ruca Che
Neuquén > En el mundo de la música
hay fenómenos que son inexplicables y que, sin motivo alguno,
terminan siendo de la gente. La misma que los elige, los acompaña
y, por sobre todas las cosas, la que los termina haciendo populares
y los santifica como sucedió con Gilda y Rodrigo, luego de
su fallecimiento.
Lo mismo ocurre con Oscar Esperanza Palavecino, un hombre sencillo
que con su carisma y sus canciones es querido por las masas. Tal como
se pudo apreciar el último viernes en el Estadio Ruca Che,
donde el Chaqueño Palavecino ofreció su canto ante miles
de familias que no faltó a la cita con el salteño.
En dos horas y media y en un clima agradable, el folklore se apoderó
del Ruca Che, que con el correr de los minutos se trasformó
en una verdadera fiesta criolla.
Popular
Con su ya clásico sombrero, el “Chaqueño”,
tal como lo hizo en abril pasado en el estadio Boca Juniors, presentó
“El gusto es mío”, un disco doble de 27 canciones
con los temas favoritos del cantor.
Con su espíritu criollo y un timbre de voz heredado del Chaco
Salteño, se convirtió en el ídolo de personas
de diversas edades que lo aclamaron con amplia fidelidad.
En su galope de interpretaciones y a un ritmo veloz e imparable, se
pudo disfrutar de “Mataco Díaz”, “La taleñita”,
“La cuenta” y “Salta es una mujer morena”,
entre otros temas.
Con un modesto escenario, el artista salteño se tomó
su tiempo para contar una anécdota tras otra, que sirvieron
para dedicarle una de sus obras al padre de Jorge Rojas, ex Nochero,
que tuvo su paso exitoso por estas tierras.
Como no podían faltar, los clásicos se hicieron presentes
en la último tramo. Por eso la gente festejó con “El
dedo en la llaga”, “Amor salvaje”, “La ley
y la trampa” y “A Don Amancio”, entre otros.
En pocas palabras, fue una auténtica noche popular con familias
campechanas y de todas las edades. Nadie se quiso perder de esta fiesta
bien de campo y con un anfitrión de lujo como Oscar Esperanza
Palavecino.
No es aventurado decir que el Chaqueño es un fenómeno
criollo popular que está en el corazón de la gente y
que ni el colesterol más fuerte podrá borrar (L.C.).
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