Una noche, otra vida

 
  La tragedia en el boliche Cromagnón del Once porteño, transformó -en los últimos 365 días- los hábitos y la vida social, política y cultural de la ciudad de Buenos Aires.


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Buenos Aires (Especial) > Un año después de que el local de República Cromagnón ardiese al calor de la pirotecnia en medio de emanaciones letales que terminaron con la vida de 194 jóvenes, adultos y también niños, el dolor y el desconcierto de una sociedad que no encuentra respuestas ni paz sigue siendo una dolorosa piedra imposible de extirpar y difícil de cargar.
Las secuelas de la más grande tragedia no natural de la historia argentina dejaron su impronta en las más variadas áreas de la vida social: la ciudad debió pasar un verano entero sin vida nocturna y cambió radicalmente su normativa de seguridad.
Además, el mundo del rock cambió -quizás para siempre- sus hábitos y su arraigado folklore; la Justicia vuelve a ser cuestionada y hasta se debate el instituto de la excarcelación.
Si hasta el lenguaje cambió y la palabra «cromagnon», hasta hace un año asociada con un lejano antepasado del «homo sapiens», es hoy en la Argentina indicativo de muerte absurda, de negligencia criminal y catástrofe masiva.

Conclusiones
Un año de investigación judicial arrojó algunas conclusiones sobre lo acaecido la noche del 30 de diciembre de 2004.
El incendio se desató apenas comenzaban a sonar los primeros acordes del concierto de Callejeros y fue provocado por un artefecto pirotécnico llamado «tres tiros» que fue lanzado por alguien que se encontraba dentro del local.
El fuego de esa bengala hizo contacto con una «mediasombra» colocada para tapar el techo y ésta, a su vez, encendió los paneles acústicos que cubrían el cielorraso generando gases de ácido cianhídrico, tan letal que fue utilizado por el nazismo durante el Holocausto.
La velocidad con que se propagó el fuego llevó a los espectadores a intentar escapar hacia la calle, entre gritos, oscuridad y pánico.
Sin embargo, se encontraron con obstáculos como que dentro del local había más de 3 mil personas cuando la capacidad permitida era de apenas un millar. También una de las puertas del boliche -que daba a un hotel vecino- estaba cerrada con candado, y el gas ácido cianhídrico fue mortal en cuestión de minutos.
La mayoría logró ganar la calle, muchos regresaron al infierno a rescatar a sus amigos, pero otros -casi dos centenares- encontraron su tumba dentro de las paredes de República Cromagnón.
Allí comenzó la pesadilla de una multitud de familiares que pasó las últimas horas de 2004 peregrinando por morgues y hospitales en busca de sus afectos y hallándolos muertos o, en el mejor de los casos, severamente intoxicados.

Explicaciones
Con el correr de las horas comenzó el tiempo de buscar una explicación al dolor y responsables a la tragedia, y fue entonces que empezó a tallar la Justicia, primero de la mano de la jueza María Angélica Crotto y apenas dos meses más tarde, con el magistrado Julio Lucini, al frente de un abultado expediente judicial que aún espera pasar al proceso oral.
Si la causa llegase hoy a esa instancia, la mayor parte de las miradas apuntarían a Omar Chabán, empresario con años de experiencia en el negocio del espectáculo y actualmente preso y procesado por «estrago doloso seguido de muerte».
Las principales acusaciones que pesan sobre este empresario señalan que no tenía el local en regla, que los materiales con los que estaba equipado no eran ignífugos, que mantenía cerrada una puerta que podía servir de vía de escape y que, como co- organizador del concierto, no controló el ingreso de pirotecnia al boliche.
Tras ser apresado y pasar cuatro meses y medio en prisión, Chabán fue beneficiado con la excarcelación, lo que desató la ira de los familiares de las víctimas, que salieron a protestar ante el Palacio de Tribunales.
Pese a los cuestionamientos, el empresario salió de la cárcel y pasó los primeros días en la casa de su madre, en el partido bonaerense de San Martín, rodeado por permanentes manifestaciones de repudio que convulsionaron la zona.
Por ello, poco después decidió alquilar una casa en una zona alejada del delta del Tigre, donde vivió hasta que el 24 de noviembre la Cámara de Casación Penal lo devolvió a la cárcel de Marcos Paz, donde se encuentra actualmente.
El mismo cargo que pesa sobre Chabán les fue imputado a su «mano derecha», Raúl Villarreal, y a los integrantes de la banda Callejeros (músicos, manager y escenógrafo), a quienes también se los considera co-organizadores del concierto y por lo tanto responsables de la seguridad.
La enmarañada causa tendrá en 2006 un vuelco definitivo cuando llegue a juicio oral y allí se determinen las responsabilidades de los procesados, para establecerfehacientemente cuáles fueron los eslabones de la compleja cadena de negligencias y delitos que terminó con la vida de 194 personas.

Los actores de la causa Cromagnón

Buenos Aires> (Especial) > Estos son los actores principales del caso Cromagnón.
Omar Chabán: Considerado como un «excéntrico» por algunos y un «talentoso» por otros. Es -además de empresario- un artista multifacético: escribe, pinta y actúa. Sin embargo, su fama se la ganó como gerenciador de míticos boliches del underground porteño.
Antes de la tragedia, algunos lo elogiaban por haberle dado lugar a bandas del rock nacional cuando aún no eran conocidas. Sumo, Los Redonditos de Ricota, Bersuit Vergarabat o Soda Stereo fueron algunas de las que compartieron los escenarios de Chabán. Las autoridades siempre lo consideraron un «transgresor» de las normas y tuvo problemas en varios de sus emprendimientos. Chabán estaba orgulloso de «República Cromagnón»: «le ganamos un lugar a la bailanta», había dicho al inaugurar el local.
Su «mano derecha», Raúl Villarreal, también está procesado en la causa.

Aníbal Ibarra: Hoy suspendido en sus funciones por la tragedia de Cromagnón. El jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires llegó a tomar posesión del Ejecutivo porteño tras destacarse en la carrera judicial y en la formación del casi extinto Frente Grande.

Callejeros: Son Patricio Santos Fontanet (voz), Christian Torrejón (bajo), Elio Delgado (guitarra), Maximiliano Djerfy (guitarra), Eduardo Vázquez (batería) y Juan Carbone (saxo).
Diego Argañaraz es su mánager y Daniel Cardel, su escenógrafo. La banda surgió a mediados en Villa Celina. Primero fueron Río Verde.
Tienen editados dos discos: «Sed» y «Presión». Si bien reconocen influencias que van desde Chuck Berry a León Gieco, pertenecen a una generación que -con Los Piojos y La Renga como estandartes- dio a luz a bandas barriales como La 25, Los Gardelitos, Jóvenes Pordioseros o La Covacha.
Según dice en un sitio web dedicado al grupo, ellos mismos se definen como «una banda de rocanrol con polenta y diversidad de ritmos pero estilo propio». Sus recitales, como los de muchas otras bandas de su tipo, se caracterizaban por la fidelidad del público y el uso de bengalas como parte del ritual rockero.

María Angélica Crotto: Estaba de turno la noche del 30 de diciembre de 2004, por eso es considerada la jueza natural de la causa. En enero dispuso la detención y procesamiento de Chabán por el delito de «homicidio por dolo eventual». Pero en febrero pidió una licencia médica para someterse a una intervención quirúrgica programada y desde esa fecha fue renovando sus permisos.

Julio Lucini: Quedó al frente de la investigación por el incendio del boliche en febrero de este año y fue quien motorizó el expediente con mayor agilidad.
Encaminó la causa y dispuso los procesamientos de la «mano derecha» de Chabán, Raul Villareal, y los músicos y manager de Callejeros.
También orientó la pesquisa contra un grupo de policías de la comisaría 7ma y personal de Bomberos.
A fines de este año abandonará su subrogancia en el expediente en el que, luego de un año de trabajo, dejó la investigación prácticamente agotada.

Ibarra, el primer Jefe de Gobierno suspendido

La Cámara de legisladores porteños aprobó, en noviembre, la realización del juicio político al mandatario kirchnerista.

Buenos Aires > La tragedia de República Cromagnón significó un largo calvario este año para el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, quien el 14 de noviembre pasado fue suspendido en su cargo por ese hecho y corre riesgos de ser destituido.
El mandatario pagó caro su flojo sostén en la Legislatura porteña, luego de haber quedado en el centro de la escena -junto con el empresario Omar Chabán- por su presunta injerencia en la tragedia.
La cadena de responsabilidades es estudiada por la Justicia, pero en el plano político se abrió un camino paralelo que sometió a Ibarra a un gran desgaste, aunque el tiempo dirá si fue el único que salió mal parado del trayecto.
El 3 de enero renunciaron la jefa de los inspectores de la Ciudad, Fabiana Fiszbin, y el secretario de Seguridad y Justicia, Juan Carlos López, pero para muchos legisladores y familiares el temporal también debía voltear a Ibarra.
Después de un frustrado intento de interpelación legislativa a principios de enero, el 28 de ese mes el jefe de Gobierno porteño dio un informe en la Legislatura que, no escatimó escándalo y terminó varios días más tarde.

El proceso
En medio de tensas sesiones, Ibarra reconoció que «no hay lugar para justificaciones», aunque esbozó el argumento que luego reforzaría para su defensa: que Cromagnon sucedió a pesar de que se hicieron cosas y no como consecuencia de lo que no se hizo.
En la Legislatura se conformó en marzo una comisión investigadora de la tragedia que rápidamente quedó descompensada porque los legisladores «neutrales» y aliados a Ibarra renunciaron y dejaron a 9 integrantes de la oposición.
Como era de esperar, el 29 de julio esa comisión presidida por la lopezmurphysta Fernanda Ferrero recomendó el juicio político de Ibarra y otros funcionarios por mal desempeño.
Así se inició el proceso de juicio político por el cual se reactivaron salas Acusadora y Juzgadora de la Legislatura.
Dentro de la primera, se conformó una nueva comisión investigadora, también con mayoría opositora, que trabajaría sobre la base de lo hecho por la anterior.
El 8 de septiembre, Ibarra denunció que los legisladores de la Comisión Investigadora lo querían «destituir» y que manipularon documentación sobre lo ocurrido en el boliche de Once.
El 4 de octubre, la Legislatura porteña rechazó las recusaciones contra seis diputados locales que había presentado Ibarra, pero la definición se pasó para después del 23 de octubre, con la intención -así lo señalaron los legisladores- de evitar que el proceso se embarrase de intencionalidad política.
La segunda comisión investigadora produjo varios dictámenes, aunque el de mayoría fue acusatorio e incluyó ocho imputaciones contra Ibarra por mal desempeño de sus funciones.
El 10 de noviembre, la sesión de la Legislatura en la que sedebía definir el juicio político a Ibarra terminó en un escándalo, con incidentes protagonizados por familiares de las víctimas, en medio de presiones para un lado y para el otro
La Sala Acusadora necesitaba 30 votos para iniciar formalmente el juicio político, pero los impulsores del enjuiciamiento sumaban 29 voluntades y finalmente esa sesión pasó a un cuarto intermedio para la semana siguiente.
Cuatro días más tarde, el 14 de noviembre, la Legislatura aprobó el inicio del juicio político y suspendió a Ibarra en su cargo, gracias al voto de Juan «Chango» Farías Gómez, un kirchnerista que no había estado el viernes previo y que se rebeló al mandato del bloque.
De inmediato, Jorge Telerman asumió la jefatura de Gobierno, el trámite de juicio político pasó a la Sala Juzgadora de la Legislatura e Ibarra rearmó su defensa.
Luego de muchos vaivenes, la Sala Juzgadora logró ponerse en marcha «formalmente» este martes 27 de diciembre y deberá trabajar contrarreloj para emitir un dictamen que restituya o destituya a Ibarra antes del 14 de marzo.

Un año de dolor

30 de diciembre de 2004: Durante un recital del grupo Callejeros en el boliche República de Cromagnon, un espectador arroja una bengala y provoca un incendio que deja como saldo 194 muertos y más de 700 heridos.

31 de diciembre de 2004: El empresario Omar Chabán, quien regenteaba el boliche, es detenido en una propiedad del barrio de Monserrat.

1 de febrero de 2005: La jueza de Instrucción María Angélica Crotto dicta el procesamiento de Chabán y traba embargo sobre sus bienes por más de 57 millones de pesos, acusándolo de «homicidio simple por dolo eventual».

8 de mayo de 2005: El juez de instrucción Julio Lucini, ahora a cargo de la causa, deniega la excarcelación de Chabán, quien había pedido su libertad.

13 de mayo de 2005: Chabán es finalmente beneficiado con la excarcelación por decisión de la Cámara del Crimen porteña. Los padres de las víctimas protagonizan serios incidentes con la Policía frente a los tribunales.

15 de mayo de 2005: Chabán no paga la fianza de 500 mil pesos que le impuso la Justicia para ser excarcelado, y permanece en la cárcel, de acuerdo con el consejo de su abogado.

16 de mayo de 2005: Los jueces que otorgaron la excarcelación a Chabán se excusan de continuar interviniendo en el expediente, por considerar que no tienen «tranquilidad espiritual» para continuar al frente de la causa.

17 de mayo de 2005: La Corte Suprema de Justicia rechaza el pedido de «per saltum» para tratar la excarcelación concedida a Chabán.

26 de mayo de 2005: La Cámara del Crimen ratifica la excarcelación de Chabán.

28 de mayo de 2005: El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Bergoglio, insta a la dirigencia a no negociar «con carne joven», en referencia a la causa por la tragedia de Cromagnon, al tiempo que aconseja a los jóvenes a que «no se dejen robar la esperanza».

3 de junio de 2005: El juez Lucini procesa por el delito de «homicidio culposo» a los seis integrantes de Callejeros y al escenógrafo del grupo.

8 de junio: Chabán declara ante la Justicia. Asegura que el incendio en República de Cromagnon «fue intencional» y originado por tres personas que ingresaron «como un grupo comando» al local con pirotecnia en sus manos.

9 de junio: En su segundo día de indagatoria, Chabán sostiene que la banda Callejeros era responsable del cacheo y de evitar el ingreso de pirotecnia al local. Niega haber pagado coimas a policías y conocer a Ibarra o a los ex funcionarios porteños procesados. También dice que -a su criterio- Cromagnon era un lugar «seguro». Deja sin responder varias preguntas del juez y el fiscal, en especial vinculadas con las instalaciones del local.

14 de junio: Tres semanas después de la ratificación de su excarcelación, Chabán recupera la libertad y se va a la casa de su madre, en el partido de San Martín.

15 de junio: Un grupo de manifestantes arroja huevos contra el frente del edificio donde se encuentra recluido Chabán.

18 de junio: Un hombre que trabajó como personal de seguridad la noche del incendio de Cromagnon muere y se convierte en la víctima número 194 de la tragedia.

21 de junio: Chabán solicita a la Justicia autorización para cambiar su lugar de residencia a una isla de la localidad bonaerense de Tigre, donde se instala custodiado por Prefectura Naval.

30 de junio: Familiares y amigos de las víctimas del incendio ocurrido en Cromagnon marchan por las calles de Buenos Aires para reclamar justicia, al cumplirse seis meses de la tragedia.

1 de agosto: Un grupo de padres de víctimas agrede con huevazos, en la entrada al teatro Cervantes, a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, en repudio por el apoyo que le dio al jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra.

27 de setiembre: La Justicia cambia el delito por el que se acusa a Chabán, el cual pasa a ser «estrago doloso».

29 de setiembre: La Cámara del Crimen solicita al Consejo de la Magistratura que en forma «excepcional» mantenga al juez Lucini al frente de la causa.
12 de octubre: El fiscal general Raúl Pleé reitera su pedido para que Chabán vuelva a prisión, pese al cambio de calificación que ya no considera al empresario como presunto autor del delito de homicidio.

4 de noviembre: El juez Lucini solicita a la Cámara del Crimen porteña una prórroga del plazo que tiene para elevar a juicio oral y público la causa.

14 de noviembre: La Legislatura porteña suspende al jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, para inciarle juicio político, en el marco de la investigación por la tragedia.

24 de noviembre: La Justicia dispone anular la excarcelación concedida al empresario Omar Chabán. El empresario es detenido nuevamente.

13 de diciembre: El Consejo de la Magistratura elige al juez Néstor Costabel para que a partir del 1 de enero de 2006 se haga cargo de la investigación.

16 de diciembre: El juez Lucini amplia el procesamiento contra el manager y los músicos de la banda Callejeros, a quienes imputa el delito de «estrago doloso». El grupo de rock dice que el agravamiento de su situación judicial responde a «una operación política».

21 de diciembre: Los integrantes de Callejeros objetan el procesamiento que les impone la Justicia por «estrago doloso» y enfatizan que no fueron a dar un recital «con la intención de que se prendiera fuego el lugar».

22 de diciembre: La Cámara del Crimen alivia la situación judicial de los ex funcionarios del gobierno porteño que habían sido procesados por el delito de homicidio culposo, al considerar que sólo incurrieron en un «incumplimiento de sus deberes» en la función pública.

23 de diciembre : El juez Lucini rechaza el pedido de excarcelación que presenta el empresario Omar Chabán, por lo que pasa las fiestas navideñas en prisión.

«Nos ofrecieron miles de pesos por cada chico muerto»

Hace un año Mirta y Jorge Mendes perdían a su hijo Cristian y hasta hoy son los únicos padres de víctimas que vieron cara a cara a Omar Chabán.

Por Laura E. Rotundo

Cristian tenía 18 años, era amante de la música y seguía siempre a Callejeros. La noche del 30 de diciembre, sin saberlo, fue a su último recital.

Buenos Aires > Hay heridas que no se curan con dinero, ni con justicia. Simplemente, hay heridas que no se cierran.
Lo dicen los ojos de Mirta y Jorge Viegas Mendes, que en la tragedia de República Cromagnón -justo hace un año- perdieron a su hijo Cristian, un joven de apenas 18 años, en el incendio del boliche porteño.
Ellos son los únicos padres que -en junio de 2005- pudieron estar frente a frente con el empresario Omar Chabán, en la casa bonaerense de Tigre, donde se encontraba detenido.
En diálogo con La Mañana de Neuquén el matrimonio Viegas Mendes detalló cómo fue esa improvisada entrevista, en la que la fotografía de Cristian -a quien apodaban «El Terko»- estuvo siempre presente.
Además, hablaron de la máxima responsabilidad de la banda Callejeros en el hecho.

A un año de esa trágica noche del 30 de diciembre, ¿cómo observan el desarrollo del proceso judicial?
Mirta:
creemos que el balance es negativo porque solamente hay una persona presa, que es Omar Chabán.
Los demás imputados están sueltos y en los últimos días se revocó el procesamiento por homicidio contra cinco ex funcionarios del gabinete del suspendido jefe de gobierno de la Capital Federal, (Aníbal) Ibarra.

¿Por qué cree que el juez Marcelo Lucini, que estuvo a cargo de la causa en los últimos diez meses, será reemplazado?
Mirta: personalmente, yo lo encuentro como algo turbio. Seguramente, Lucini esté muy presionado porque, lamentablemente, la causa se ha politizado.
Si el dueño de Cromagnon hubiese sido «Juan Pérez», ya hubiese sido encarcelado y probablemente la causa ya estaría cerrada. Pero creo que hay demasiados intereses en el medio y los culpables van pasándose la pelota de la responsabilidad de la tragedia.
Hay demasiada mugre y en el medio están los 194 chicos.
Yo creo que el juez llevó medianamente bien el caso, salvo que no llamó a indagatoria a Ibarra como lo solicitamos todos los querellantes.

¿Quiénes creen que comparten la culpa de la tragedia?
Mirta:
mi hijo -el número tres de la lista de fallecidos- fue a Cromagnon esa noche, como había ido las dos anteriores, a ver a Callejeros. Para mí, la banda es la mayor responsable del hecho.
El cambio de carátula del grupo era algo muy esperado por todos nosotros. Ellos son tan culpables como lo es Chabán y como lo es Ibarra también.
Este personaje (por Aníbal Ibarra) en lugar de reunirse con nosotros y ponerse a nuestra disposición, se reunió con los empresarios de la noche; como era de esperar, pues es con ellos donde se mueve la plata sucia de la noche porteña.

¿Cuál es el último recuerdo que tienen de Cristian? ¿Qué hizo un rato antes de irse al recital?
Mirta:
él seguía a Callejeros a donde tocaran. Yo le preguntaba para qué iba los tres días y él insistía en decirme que los shows eran distintos...
Del último día, recuerdo que Cristian llegó de jugar a la pelota y nosotros teníamos el cumpleaños de una sobrina. Él se quedó en casa, para bañarse, comer y salir para el boliche.
Al otro día iba a arreglarle la computadora a su única hermana, Romina. Pero bueno... no lo pudo hacer. Él tenía dos novias: la computadora y la guitarra...

¿Cómo fue el encuentro con Chabán?
Mirta: no fue algo que decidimos con anticipación. Habitualmente, íbamos a todos los escraches que se hicieran -primero en San Martín y después en Tigre-, simplemente para pararnos en la puerta de donde él estuviera y cada padre con la foto de su hijo.
Mientras estábamos llegando al lugar, uno de los efectivos de Prefectura nos dijo que si algún padre quería entrevistarse con Chabán, podía hacerlo.
Todos dijeron que no, salvo mi marido que quería tenerlo frente a frente para conversar...

Jorge: en principio, entramos ahí porque se rumoreaba que ya lo habían trasladado y la única manera de comprobarlo era viéndolo.
Al ingresar, el que primero habló fue él porque vio la fotografía de Cristian y dijo que lo conocía. ¿Cómo lo iba a conocer a mi hijo?

¿Lo vieron entero?
Mirta: no. Estaba loco como siempre, como se lo ve en ese video patético que aparece en la televisión.
Se mostraba contrariado e intentaba darnos un millón de explicaciones. Y entonces, como se justificaba tanto, yo le pregunté si se hacía responsable de algo y me respondió que del maldito techo.

Jorge: él no tapó las ventilaciones, él no puso el candado en la puerta... yo no entiendo... ¿semejante puerta que abra para adentro? Yo entré a verlo para que él incriminara a quien debía incriminar, pero nos aseguró que ya había dicho todo en la causa.
Según nuestro abogado, fue un desastre la declaración que hizo. Dijo que a Ibarra no lo conocía, mientras que todos suponemos que sí se conocían.
Ibarra nunca hizo una conferencia de prensa ante los padres. Si lo hubiese hecho, hoy no estaría suspendido.

¿Ustedes pidieron alguna audiencia con Ibarra?
Mirta: no, nunca. Los primeros días tratamos de contactarlo a Patricio Fontanet, el cantante de Callejeros, pero nunca nos respondió los mensajes que le dejábamos. Tanto dijo que se solidarizaba con los padres, pero nunca atendió a ningún papá de los chicos que murieron.

¿Cómo les gustaría que finalice la causa y cómo creen que se perfila
el final del caso?

Mirta: mirá... aunque los culpables de la tragedia estén presos, a mí nunca me va a alcanzar porque a mi hijo no me lo van a devolver.
Sobre cómo se perfila el final, no sé. Sí tengo la certeza de que nosotros luchamos mucho en este año y que si no nos hubiésemos movilizado, Ibarra no estaría destituido.
Físicamente, no sé cómo seguimos. No entiendo cómo nos levantamos, cómo comemos, cómo vamos a trabajar. Anímicamente... te debés imaginar cómo estamos.

Jorge: sería bueno que alguien se comprometiera, porque por ahora... mucha campaña, muchos planes, mucha economía pero de la gente no se acuerda nadie.
Seguimos siendo un país bananero, del «bla-bla» nadie pasa. Es todo una pantalla, toda una mentira. Nos han peloteado durante meses, pero de alguna manera esto se va a esclarecer.

Esta semana se habló de una propuesta de ofrecer un subsidio del Estado a los familiares de los sobrevivientes y de los fallecidos en Cromagnon...
Mirta: no había pasado ni un mes de la tragedia y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires nos ofreció miles de pesos por cada chico muerto. Querían indemnizarnos.

Jorge: con 300 mil pesos no me pagan ni una uña cortada de mi hijo. Los funcionarios creen que todo se arregla con plata pero no es así, sucede que están acostumbrados a resolver todo con dinero. Aparentemente, nunca se despiertan.
Era el 1 de febrero de 2005, a un mes de ocurrida la tragedia, y nadie había tocado la puerta de nuestra casa para ver cómo estábamos.
El único que llamó, al segundo día del hecho, fue el cónsul de Portugal en Argentina para acompañarnos en el dolor, por ser descendientes de portugueses... no recibimos ningún otro apoyo.

¿Les gustaría agregar algo como reflexión final?
Mirta: sí. Que lo que me gustaría a mí, no lo puedo tener. En este caso, ya hubo corrupción de todos lados... de la parte política, de la parte empresarial y de la parte de Callejeros, también. El grupo insiste en decir que sólo fue a tocar y que no son los culpables... yo me pregunto cuándo se sacarán la careta. Lástima que no se murieron ellos. Yo quiero justicia, nada más.

Jorge: nosotros tenemos información de alguien que formaba parte de la seguridad de la banda, que sostiene que las bengalas entraron por el sector VIP del boliche. Y esto está en la causa. A los invitados comunes se les revisaba hasta los zapatos en el cacheo, pero a los del VIP nadie podía tocarlos.
Yo creo que los fuegos artificiales entraron por ahí y si no los habrán metido ellos junto a los instrumentos.
Sería bueno que gente allegada al grupo, inspectores, policías y todos los que están metidos en esta ensalada, en una de esas noches en que no pueden dormir, vayan a buscar al juez y hablen.

Cristian Viegas Mendes entró a Cromagnon cinco minutos antes de que se produjera el incendio que finalmente truncaría la vida de 194 personas.
Un día después de la tragedia, a las 17 horas del 31 de diciembre de 2004, sus padres lo encontraron en la morgue porteña de Chacarita. En su legajo, no consta ninguna ficha médica. «El Terko» falleció en el baño del boliche, en el momento del desastre.
Sin embargo, y pese al dolor incurable que causa la muerte de un hijo, Mirta y Jorge aseguran estar enteros para reclamar justicia: «A los responsables de esta masacre vamos a seguirlos toda la vida. A Chabán, a Callejeros y a los funcionarios. Donde estén, ahí vamos a estar nosotros».

Hoy

En Capital Federal, a partir de las 18, se realizará una marcha en memoria a los 194 fallecidos en la tragedia.
La movilización partirá desde la Plaza de Mayo y llegará hasta el Santuario de Cromagnon, ubicado en la calle Bartolomé Mitre del barrio de Once, donde estaba ubicado el boliche.
Allí, los padres y familiares de las víctimas, además de todos los ciudadanos argentinos que quieran acercarse, esperarán a que el reloj marque las 22.50 para recordar que justo hace un año, en ese preciso momento se iniciaba el infierno en la discoteca del empresario Omar Chabán.
En ese momento, está previsto que todos los canales y las radios del país hagan un minuto de silencio.

 

 


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