De exportación

 
 


Roberto Chechile junto a sus
hijos Joaquín y Francisco.

La estancia La Esperanza, con sede en Villa La Angostura, es pionera en el manejo de poblaciones silvestres y cría de guanacos. Venden pelo de este animal a Italia, Japón, Bolivia y Perú.

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La familia Chechile tiene previsto ampliar el negocio con la incorporación de maquinarias para lavar y descerdar las fibras de guanaco.

Villa La Angostura > Una empresa familiar con asiento en esta localidad exporta de manera exitosa pelo de guanaco a Japón, Italia, Bolivia y Perú. En 2005 lograron vender casi 1000 kilos de pelo que obtuvieron de animales de criadero y de esquilas a especies silvestres que encierran en campos del sur de Neuquén y de Río Negro.
El pelo de guanaco es considerado una de las fibras más finas para la industria textil internacional, luego de la vicuña, y su valor de exportación es de 100 a 180 dólares el kilo de vellón.
La familia Chechile, pionera en la región de este tipo de producción y exportación, tiene previsto incorporar en el futuro maquinarias para realizar el descerdado del pelo de guanaco, que actualmente encarga a Bolivia, y el siguiente paso que proyectaron es producir hilados y confeccionar sus propias prendas.
Los Chechile se definen como una empresa familiar de agronegocios, cuya actividad productiva es la cría de lanares merino, guanacos y bovinos. Empezaron su actividad ganadera hace quince años en la región y desde hace nueve desarrollan una especial vocación en el manejo de los guanacos, animales que estaban relegados y sometidos a la caza indiscriminada. Hoy proveen de crías de guanacos a otras estancias neuquinas ubicadas en Junín y Aluminé. También incursionaron en el negocio gastronómico, venden carne ovina a hoteles y restaurantes de Buenos Aires, y desde hace tres años tienen un restaurante en Villa La Angostura, que reabrirán en diciembre próximo con productos del campo.

Las estancias
Estancia la Esperanza, el sello distintivo de esta empresa familiar, es el nombre de un campo de 18.600 hectáreas, ubicado en el sur de Río Negro. A ella se le agregan las estancias El Molle, de 5000 hectáreas, también en Río Negro, y Estancia La Constancia (Paraje Acheco), de 22.000 hectáreas y Estancia La Confianza (Paraje El salitral), de 8.000 hectáreas, ambas en la provincia de Neuquén.
En esos establecimientos la empresa familiar realiza la explotación ovina, producción de lana y corderos y la cría de guanacos, para comercializar el pelo y obtener reproductores. En cuanto a la carne del animal, han hecho experiencias gastronómicas con importantes chefs de la región.
Desde hace tres años los Chechile están trabajando con los guanacos en la provincia de Neuquén, experiencia que evalúan como muy positiva y para la que cuentan con “el apoyo del Ministerio de la Producción y la Dirección de Fauna”.
“Estamos muy conformes de trabajar en la provincia de Neuquén, nos sentimos acompañados e incentivados. Ya hemos hecho dos exportaciones de pelo de guanaco de Neuquén”, contó el arquitecto Roberto Chechile, quien junto a sus hijos Joaquín y Francisco, trabaja en Estancia La Esperanza.
La cría de los chulengos empieza con 90 días de mamaderas, lo que implica una cantidad de hasta 1.500 biberones por día. Luego sigue con avena y pasto hasta los 120 días. Al tercer año llega la reproducción que es de un chulengo por año y una esquila anual preparto del animal.
Durante 2005 se lograron vender 980 kilos de pelo de guanaco, obtenidos de unos 300 animales que se tienen en criadero y de la esquila de 1548 en estado silvestre, que son arriados, capturados y luego liberados.
La familia Chechile inició hace nueve años la experiencia tanto en el manejo de poblaciones salvajes como en la cría de los guanacos. Para ello recibió la valiosa asistencia de un grupo de técnicos del Inta, entre quienes se encontraban el doctor Jorge Amaya y la licenciada Julieta Von Tunghen.
El camino recorrido permitió que desde el organismo oficial se elabore un manual acerca de cómo criar guanacos y se obtuviera además el know how para aprovechar el pelo.

Revalorización
“Nuestro desafío fue cómo criar guanacos en semi-cautiverio y a su vez esquilar a los de estado silvestre. Es una forma de revalorar a este animal, ya que antes el ganadero lo mataba porque creía que competía con las ovejas, por las pasturas. Pero para el medio ambiente es un animal inofensivo y adaptado, que no provoca desertificación como la oveja ya que no arranca el pasto sino que lo corta con sus dientes. También tiene almohadilla en las patas por lo que no rompe el suelo como la oveja y los vacunos”, explicó Roberto Chechile.
Añadió que “nuestra intención es incentivar a más productores a la cría de guanacos. En Neuquén proveemos crías a las estancias Los Peucos, en Junin, y Buca Leumu, en Aluminé”.
El primer paso para la obtención de pelo de guanaco es, por un lado, la cría de animales en cautiverio, o, por otro, el encierro de especies silvestres. Luego viene la esquila y la clasificación del pelo que más tarde es mandado para su lavado y descerdado a una empresa textil de Bolivia y otra de Perú.
“Cuando empezamos a incursionar en este rubro nos dimos cuenta de que el lavado y descerdado no se hacía en Argentina. Los especialistas en esto, siempre hablando del pelo de guanaco o vicuña, son Italia y Perú. Por eso hoy mandamos el pelo en bruto, sucio, a una empresa boliviana y de allí sale para Europa, su destino final”, explicó Joaquín Chechile.
En el caso de Perú, reseñó que se opera con la empresa Inca Alpaca, que compra el pelo, elabora sus propias prendas y las comercializa en tiendas de ese país o europeas. Así, por ejemplo, un poncho con lana de guanaco puede valer unos 900 dólares en Perú y 1500 en Europa.
“Para el futuro estamos pensando en innovar y adquirir maquinarias para que el descerdado del pelo se haga acá mismo en Neuquén”, añadió Francisco Chechile.
Los cargamentos con pelo de guanaco se exportan vía aérea desde el aeropuerto de Bariloche, donde hacen aduana y desde allí parten al exterior. “Deben tener un buen packing, los volúmenes muy grandes y el alto valor del producto justifican el flete aéreo”, indicó Francisco.
En cuanto al negocio de la exportación de pelo de guanaco, Roberto Chechile dijo “es todavía una actividad de alto riesgo, es incierta y por eso muchos no quieren incursionar. Aunque mucho se ha avanzado, no hay todavía reglas simples o allanadas como en el caso de la ganadería a nivel nacional. Tiene además incongruencias como ser la exportación grabada por la Afip con un 5 por ciento de retenciones, en una actividad supuestamente promocionada por el Estado y de alto riesgo empresario”.

La revalorización de una especie

El guanaco sufrió una caza indiscriminada y la destrucción de su hábitat natural.

Villa La Angostura > El guanaco, animal emblemático de la Patagonia que se adaptó a las rigurosidades del clima, fue el sustento y la protección de los primitivos habitantes de esta región.
Se estimó la existencia de 7.000.000 cabezas de guanacos hasta la llegada del hombre blanco a la región. Sin embargo, hoy, la caza indiscriminada de sus crías (hasta hace unos años, por sus cueros), la destrucción de su hábitat por desertificación, y la “malentendida competencia con el pastoreo ovino por los ganaderos que lo vieron como una plaga, y no como un bien”, lo redujeron a vivir en esta porción de Sudamérica que es la Patagonia argentina donde queda una población de unos 500.000 animales.
Tal cantidad implica el 97 por ciento de la población mundial de esta especie, “y si bien no está en peligro de extinción es nuestro deber trabajar para que esto no suceda, y es en este camino que se inscribe el proyecto de Estancia La Esperanza de desarrollar tecnologías para el uso sustentable , que lo reivindique como lo que es, un bien de todos. Además de su valor faunístico nos puede ofrecer una importante fuente de trabajo y riqueza por la calidad de pelo y carne, con el privilegio de ser casi el único país del mundo que lo posee”, expresó Joaquín Chechile.

Una valiosa materia prima

El pelo de guanaco está considerado como uno de los más ventajosos, luego de la vicuña y la llama.

Villa La Angostura > La vicuña es considerada como la más valiosa materia prima textil desde los comienzos de la Revolución Industrial. En cambio, el guanaco es desconocido, aunque se lo venda en forma conjunta y a las mismas firmas industriales. A esos dos se le suma la llama y los tres conforman materiales de gran valor para la producción de prendas. En la práctica la vicuña y el guanaco son mezcladas íntimamente para su industrialización y comercialización bajo la denominación “Vicuña” (recién en la última década han comenzado a aparecer en el mercado tejidos identificados como “100% guanaco”) y la fibra de llama, en particular la superfina y fina, es utilizada bajo otras denominaciones (Vicuña, Cashmere, Alpaca).
La vicuña, el guanaco y la llama están valorados debido a sus características y ventajas que presentan respecto de otras fibras. Además de su finura promedio, otras propiedades que hacen a establecer su cotización son: el índice de confort; la medulación o ausencia de ésta; el crimpado (“crimp”); la conformación de las escamas; el largo; la cremosidad (“creaminess”) y el color natural; rinde al lavado y, por último, rinde al descerdado. Las fibras de vicuña, guanaco y llama se destacan del resto de las materias primas textiles por el nivel de excelencia en todas las propiedades mencionadas.

 

 


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