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La trashumancia de colmenas es un riesgo
sanitario para los apicultores de Río Negro y Neuquén.
Luis Beltrán > En el tercer
Encuentro Apícola Provincial que se realizó en esta
localidad el pasado 5 de agosto, se abordaron temas esenciales para
mejorar la calidad de la producción apícola, básicamente
de miel, que es lo que se comercializa mayoritariamente en nuestro
país. Se buscó aportar información actualizada
sobre las exigencias de los mercados y de las cuestiones sanitarias
a los apicultores que desde todos los rincones de la provincia arribaron
a este encuentro.
Una parte importante de la jornada estuvo dedicada al tema sanitario
de las colmenas, primero presentando la primera campaña sanitaria
que se hará en Río Negro y luego con un especialista
de la Universidad Nacional de la Plata, que se dedicó a abordar
cómo detectar y curar la varroasis.
Para controlar la aparición de esta enfermedad es necesario
un manejo integral de la colmena, es decir, aplicación racional
de medidas biológicas, biotecnológicas y químicas,
reduciendo el uso de medicamentos.
Desde el exterior se piden planes sanitarios para la apicultura, pero
la Argentina no tiene, a pesar de ser uno de los tres primeros países
productores de miel del mundo.
“Para lograr un manejo integrado de las colmenas hay que tener
en cuenta la genética, alimentación, sanidad, proceso
de extracción, medio ambiente, capacitación técnica
y económica del productor, legislación provincial y
nacional, por eso es importante estar atento a cada uno de los factores
intervinientes”, explicó el ingeniero Raúl Pérez,
profesor de la cátedra de apicultura en la Universidad de La
Plata.
En Río Negro y Neuquén el gran problema al que deben
enfrentar los apicultores es la trashumancia de colmenas de la provincia
de Buenos Aires en la época de polinización que pone
en peligro las medidas sanitarias adoptadas en la región, sino
se realiza un estricto control sobre las colmenas que ingresan.
La varroasis tiene un efecto desvastador sobre la colmena, ya que
en un año mata la colmena, por lo que se necesita controlarla
. Actualmente se realizan dos curas postcosecha y esto es lo mínimo
que se requiere para evitar la aparición de la enfermedad en
la colmena.
“Lo ideal es que la colmena tenga un buen aporte de néctar,
de polen y agua fresca, sombra, para que tengan un buen confort y
esto hace que la colonia pueda convivir con los patógenos,
pero debe tener vigor para no enfermarse”, dijo Pérez.
Otra recomendación importante para los productores es acostumbrarse
a llevar un registro de acciones porque para utilizar antibióticos
hay que tener en cuenta el manejo y la historia sanitaria del colmenar,
para saber que aplicar. También es imprescindible que se realicen
monitoreos periódicos con análisis de laboratorio, tener
un diseño de curva poblacional y un plan de curas para hacer
una correcta elección del acaricida. Algunas veces el problema
es la ineficacia del producto porque la colmena presenta resistencia
al principio activo debido a que es el mismo químico que ya
se utilizó otras veces y por eso pierde efecto sobre el ácaro.
“La carga de ácaros en las colmenas indica la gravedad
de la parasitosis y nos da una idea del momento y del acaricida a
emplear, además las pruebas deben hacerse antes, durante y
después de la aplicación del tratamiento para determinar
el éxito de dicha aplicación y se deben rotar los productos,
en nuestro país se realizan dos curas como mínimo y
siempre los tratamientos deben realizarse en postcosecha”, explicó
el especialista.
En cuanto a los acaricidas orgánicos son de baja probabilidad
de resistencia pero también deben rotarse y también
hay que tener cuidado con aquellos productos que dejan residuos en
la miel, como es el caso por ejemplo del ácido fórmico,
además no es aconsejable para zonas frías. Lo que si
debe descartarse son los medicamentos artesanales porque suelen traer
consecuencias imprevisibles.
Campaña sanitaria
Luis Beltrán> La campaña sanitaria
apícola que se inició el pasado 15 de agosto en Río
Negro tiene como objetivo hacer un relevamiento de la situación
sanitaria de las 36 mil colmenas registradas en la provincia, determinar
la ubicación de los apiarios y actualizar los datos sobre la
actividad. Se invertirán 150 mil pesos aportados por el CFI
a la provincia de Río Negro y se brindará capacitación
y asesoramiento técnico a los apicultores.
“Esto no es un plan sanitario porque no se plantearán
herramientas de ese tipo, sino que se detectará la situación
de las colmenas buscando signos clínicos de las enfermedades
y para ello se inspeccionará el diez por ciento de cada apiario
y se harán dos revisiones, una en primavera y otra en otoño”,
explicó la Directora de Agricultura, Virginia Erezuma, en el
lanzamiento de la campaña.
Los inspectores apícolas que visitarán los apiarios
entregarán a los productores una libreta sanitaria para que
lleven un registro sobre los tratamientos que aplican sobre sus colmenas,
para hacer más eficaz el seguimiento y control sobre las mismas
para erradicar las enfermedades.
Sobre los datos que se obtengan se podrán trazar líneas
de trabajo a nivel provincial para mejorar el estatus sanitario de
la actividad.
Según el muestreo que se realizó en el año 2004,
el 59% de las colmenas tenían varroasis, el 50 % nosemosis
y la loque americana es una enfermedad de carácter endémico
en la región.
Buscando mayor rentabilidad en la apicultura
La actividad, por ahora, está valorada sólo
por la polinización de frutales.
Luis Beltrán > La apicultura siempre es
considerada una actividad productiva complementaria a otras y en la
región de Neuquén y Río Negro está ligada
a la polinización de montes frutales. Pero es posible buscar
otras alternativas que brinden mayor rentabilidad al apicultor, sobre
todo a aquellos que no tienen un número significativo de colmenas
como para subsistir con dicha actividad. El ingeniero Herman Zorzin,
de la estación de INTA de Venado Tuerto (Santa Fe) vino a exponer
su experiencia como apicultor y el trabajo que desarrolló con
pequeños apicultores de la zona sur de la provincia de Santa
Fe.
Las experiencias presentadas surgieron de la falta de especies mielíferas
en la zona del sur de Santa Fe por el desplazamiento que sufrió
la ganadería en los últimos años ante el avance
de la agricultura y básicamente de la soja. Ante esta situación
se buscaron zonas improductivas o marginales y se plantaron distintas
pasturas como alfalfa, tréboles, gramíneas y nabo, y
se combinó la actividad apícola con la producción
de pasturas, asegurando una mayor producción en las colmenas
y también un ingreso extra por ese tipo de cultivo.
Uno de los casos que se expuso: se alquiló un lote de nueve
hectáreas y se implantó una pradera a base de 25 kilos
de colza, 50 kilos de melilotus alba, 20 kilos de alfalfa, 10 kilos
de trébol blanco y 40 kilos de cebadilla. Allí se instalaron
73 colmenas y se hicieron tres cortes de pasto para rollos. La inversión
fue de ocho mil pesos, los ingresos de 17 mil pesos, con un promedio
de 25 kilos de miel por colmena, 118 rollos de pasto y treinta núcleos,
por lo que se obtuvo una ganancia neta de nueve mil pesos.
Otro de los casos expuestos fue el trabajo realizado en un lote de
once hectáreas, donde se hizo una pradera con 7 kilos de alfalfa,
dos kilos de trébol blanco, tres kilos de trébol rojo
y dos kilos de lotus corniculatus. Se instalaron 85 colmenas y se
obtuvieron 620 kilos de carne por hectárea. Los animales ingresaron
al lote con un avanzado estado de floración de las leguminosas.
Aquí la inversión fue de seis mil pesos, los ingresos
de 21 mil pesos y la utilidad neta en la temporada fue de 15 mil pesos.
En este caso se logró producir 42 kilos de mil por colmena
y 620 kilos de carne por hectárea.
“Los casos expuestos son orientativos, es una alternativa que
hace viable la apicultura a pesar de la gran modificación que
hubo en los cultivos en el sector agropecuario y esperamos que desde
los sectores oficiales, tanto nacionales como provinciales, surja
información que valide o haga nuevos aportes para el sector
apícola que está orientado hacia esta alternativa. Mientras
tanto es importante el intercambio de información entre los
apicultores que ya están trabajando en esta línea, popularizando
la denominación sembrando para las abejas”, explicó
el ingeniero Zorzin.
Esta posibilidad de complementar la actividad con la ganadera es una
alternativa válida para los pequeños apicultores. |
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