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¿Podría detallarnos brevemente
en qué estado se encuentra hoy por hoy el sector energético
en la Argentina?
El sector energético en la Argentina hoy, ha pasado a ser parte
del problema económico. La energía, en una estrategia
de desarrollo, es un capítulo fundamental y tiene que ser parte
de la solución, no del problema. En este momento, el sector está
retrotrayéndose a una situación complicada, que puede
resumirse en: socialismo sin plan, capitalismo sin mercado. Tenemos
un sector donde, gradualmente, han ido desapareciendo los mercados de
energía por la interferencia de una serie de regulaciones públicas
pero donde por otro lado, no hay un plan central que asigne los recursos.
También es importante destacar que en esta materia, se junta
lo que los economistas llamamos fallas de mercado con fallas de gobierno.
Es el peor de los mundos para generar el proceso de inversión
sostenida que el sector energético necesita para ser parte de
la solución del problema. Estamos viviendo un escenario que tiene
pronóstico reservado.
En Argentina, muchas veces el proceso de prueba y error establece ciertos
límites a los desvaríos de las políticas públicas.
Por prueba y error aprendimos a erradicar los turnos militares por los
turnos civiles, la sociedad argentina no tolera más procesos
de inflación crónica, aprendimos a que los tipos de cambios
artificiales terminan en grandes explosiones devaluatorias, hemos entendido
el alto costo del hiper-desempleo. Ojalá que, entendamos que
un sector clave para la economía como el energético, no
puede estar tres años sin reglas y tampoco con señales
de precios parciales, sujetos a múltiples intervenciones y que
no despejan el horizonte de largo plazo. Si tenemos que chocar para
entender en el error estas cosas, la energía nos va a traer sorpresas
desagradables en el futuro próximo.
¿Qué rol debe jugar el Estado en el mercado
energético?
Un rol importantísimo porque cuando funcionan los mercados
energéticos, el Estado tiene que fijar objetivos de largo plazo.
Para eso tiene que tener un plan estratégico, que depende del
proyecto que tengamos en la economía. En economía, no
lo tenemos. Venimos de una fallida sustitución de importaciones
que se reemplazo por la concepción de que el desarrollo económico
se genera espontáneamente. Necesitamos una estrategia económica
exitosa, que para mí pasa por la productividad y el valor agregado
exportable, esto es lo que ha funcionado en el mundo.
El Estado tiene que regular para la competencia, tiene que asegurar
una regulación eficiente de los mercados, representando el
interés de la gente y tiene, en algunos sectores, que complementar
la inversión privada. Lo que no puede hacer el Estado es hacerse
cargo de toda la inversión que el sector energético
demanda. Establecer una tarifa social para aquellos que tienen verdaderas
necesidades de estar en la energía, pero no pueden hacerlo
por razones económicas… en todas estas cosas hace falta
un plan y el rol del Estado es fundamental.
¿Cómo es hoy el marco regulatorio en lo que
respecta a las inversiones del sector? ¿Cree que es el conveniente
o considera que deben modificarse algunos incentivos?
Necesitamos algunas reformas que están pendientes. Hace falta
por ejemplo, una nueva ley de hidrocarburos cuyo tema central ya está
en el artículo 124 de la Constitución reformada. Hay
que hacer operativa la transferencia del dominio de los yacimientos
a las provincias, porque por Constitución pertenecen a ellas.
También hay que despejar otras señales de largo plazo
para generar una importante inversión en exploraciones, tanto
de gas como de petróleo.
¿Hoy la inversión es suficiente o escasa?
En exploración es escasa. Hubo inversión en reponer
reservas en yacimientos que ya están en explotación
pero hay un bajo nivel de inversión y por eso no tenemos ni
gas ni petróleo nuevo, de nuevas trampas geológicas
y es necesario investigar.
Las reglas de juego son fundamentales para experimentar exploraciones
de alto riesgo. En lo personal, estoy propiciando asimilar a las cuencas
de alto riesgo exploratorio, al régimen de la minería
porque ésta ya cuenta con un sistema impositivo de incentivos
bastante decantados. Esto requiere una nueva ley.
Los marcos regulatorios, tanto en electricidad como en gas, que regulan
los segmentos no sujetos a competencias -porque existen monopolios
naturales en las redes de transporte y distribución- también
tienen que ser adaptados, cuidando las bases de esos marcos pero hasta
ahora están intervenidos en la práctica y tampoco se
ha terminado de renegociar los contratos con estas empresas privatizadas.
Acá hay un déficit en las reglas de juego… una
vez que se den estas señales, habrá que despejar una
serie de incógnitas en materia señales de precio, que
marcaría el ‘a dónde vamos’.
Pero a mediano plazo, aunque no existe -según usted- un plan
estratégico, ¿cree que habrá más inversión
en energía por parte del Estado y también de nuevas
empresas privadas?
Sí, la inversión está comprometida y creo que
ésta existe para mantener los niveles operativos pero no para
ampliar el horizonte de reservas que necesita el país, para
ampliar los sistemas de transporte y distribución. La única
inversión que hay hoy es la de la ampliación del gasoducto
del norte y del sur, que es prácticamente forzada por el Gobierno
hacia a algunos operadores.
Existen muchas promesas de inversión que están en veremos.
El sector público ha hablado de terminar Yacyretá pero
no se sabe a ciencia cierta cuándo, después se habló
del nuevo gasoducto que vendría de Bolivia pero hay problemas
de negociación con este país.
Dentro del mercado energético, ¿qué
sectores cree que funcionan mejor y cuáles presentan serias
deficiencias?
Yo creo que es muy difícil evaluar porque como no hay reglas
ni señales de precios, desaparecen los resultados medibles
y contrastables. Hoy estamos en un escenario que yo he descrito como
un socialismo sin plan y un capitalismo sin mercado… yo diría
que casi todos los mercados están siendo intervenidos. Los
que ya tenían regulación tienen pendientes contratos
y definiciones de las actualizaciones tarifarias, en los segmentos
regulares.
El sistema up-screen quedó sujeto a esas retenciones, pero
hay retenciones diferenciadas para el crudo y los productos petroleros
y esto introduce otras distorsiones en el mercado. Los precios finales
de la nafta y el gasoil son precios semi-administrados, tampoco están
reflejando referencias internacionales. Por eso, se producen ciertos
problemas de abastecimiento por ejemplo en el gasoil, en la época
que se concentra la mayor demanda que es cuando el sector agropecuario
siembra o cosecha sus productos.
Razonablemente, el sector energético ha venido utilizando capacidad
ociosa instalada o reservas ya desarrolladas para tratar de minimizar
el impacto de esta crisis que está viviendo en la economía,
pero a veces las cosas se van de las manos como sucedió el
segundo trimestre del año pasado donde hubo una falta de inyección
gasífera.
Viene el invierno y estamos dependiendo de San Pedro. El país
se está haciendo cada vez más dependiente de la energía
importada: estamos importando gas de Bolivia de nuevo, fuel oil de
Venezuela, vamos a importar gasoil por supuesto por este pico de demanda
del sector agropecuario e importamos electricidad de Brasil. Lo cierto
es que el sector va a demandar cada vez más importaciones y
esto termina pegando en el balance de divisas que tiene Argentina.
Un sector que era netamente exportador, pasa a ser ahora netamente
importador.
La energía que viene de afuera, viene a precios internacionales,
nadie nos regala nada y así vamos a un sistema de precios energéticos
más caros si dependemos de la importación. Esto nos
hace menos competitivos y va a contramarcha de lo que el país
necesita en el largo plazo.
¿Y qué medidas debería implementar el
Gobierno para revertir esta situación?
La decisión que debería tomar el Gobierno se resume
en: estrategia, reglas de juego y señales de recomposición
de precios. Veo al Gobierno operando en la coyuntura y tapando huecos…
haciendo de bombero. A lo mejor, el Gobierno cree que tiene que revisar
profundamente el tema de las reglas de juego; que se decida entonces
para armar un plan central y asignar los recursos porque no puede
quedar a mitad de camino, sin despejar las señales para la
inversión.
El oficialismo debería realizar algunas cosas importantísimas:
despejar el horizonte con una nueva ley de hidrocarburos; diseñar
un plan dirigido a la exploración y sobre todo, a las cuencas
de alto riesgo y activar la agenda de convergencia regulatoria en
materia de integración regional para no convertirnos en rehenes
de situaciones cortoplacistas.
¿Considera que en la mayoría de los sectores
hay un grado de competencia aceptable o cree que hay sectores monopólicos
y que deberían cambiar?
Creo que siempre el objetivo de una acción estatal, pensando
en el interés de la gente, debe ser más competencia.
Los precios de la Argentina están por debajo de la paridad
de exportarlos, porque el sistema de precios es administrado.
En materia de competencia, siempre hay más para hacer y por
mejorar. Igualmente, hay que pensar que la regulación de aquellos
mercados -como el transporte y distribución de gas y electricidad-
siempre tiene que hacerse pensando en la generación de nuevas
opciones para el consumidor cautivo porque la gente se defiende bien
cuando tiene opciones.
Hay un gran trecho para avanzar en lo que es la defensa de la competencia
en el sector energético, pero también hay mucho para
hacer en términos de los sectores más desprotegidos:
no está diseñada una tarifa social y para esto se necesita
un Estado eficaz, al servicio de la gente.
¿Se debería promover la utilización de
energías alternativas?
Yo siempre digo que uno de los deberes del Estado, no es tratar de
volver a las energías del pasado, sino concentrarse en las
energías que vienen. Una de ellas es el hidrógeno, a
partir de una energía renovable y limpia como la eólica
es uno de los desafíos que tenemos por delante, coordinando
esfuerzos públicos y privados.
Argentina tiene capacidad, gente y know how para ir penetrando en
el desarrollo de esas nuevas energías para que cuando en el
mundo se instale esto, nosotros estemos con cierta vanguardia. Tampoco
tenemos que dejar de lado el desarrollo que tenemos en materia nuclear
porque esta energía no genera gas en efecto invernadero. Por
último, le cuento que se hizo una ley de promoción del
bio-diesel, pero yo la hubiera hecho con otros incentivos: se decidió
mezclarla con el gasoil pero sería bueno darla desde el surtidor
para que compita con el gasoil.
En el presente inmediato, es muy importante no descuidar la vanguardia
tecnológica que hemos logrado en materia de GNC. Conocemos
todo el manejo tecnológico del tema y esto es algo muy positivo,
que nos convierte en un país de vanguardia.
Específicamente en el caso de las provincias ricas
en petróleo, ¿puede describir en líneas general
el manejo o la utilización que cada una hace de estos bienes?
Hay que aprender de la experiencia comparada. Las provincias que tienen
recursos no renovables, que son agotables tienen que usar su participación
en la renta, que son las regalías para diversificarlas productivamente.
Algunas provincias están logrando esto, mejor que otras.
En Neuquén particularmente, estoy advirtiendo interesantes
procesos de diversificación productiva. Veo que Neuquén
se está instalando como nueva provincia vitivinícola
y es muy positivo… al igual que todos los esfuerzos que haga
la zona para diversificar productivamente la actividad, consolidan
un proceso de desarrollo. Me parece que en general hay señales
muy constructivas: se están ganando hectáreas de nuevos
cultivos.
Lo que es difícil es proyectar los planes de una provincia,
cuando no hay un proyecto país.
Por último, me gustaría preguntarle cómo
ve el funcionamiento de ENARSA y en qué proyectos cree que
se debería focalizar…
Yo creo que ENARSA fue una creación mediática. El Gobierno
estaba un poco acosado por la emergencia energética y dijo
‘acá tenemos ENARSA y en el futuro no va a haber más
problemas’. Lo cierto es que crearon una empresa que es omnipotente
en los papeles pero que en los hechos tiene áreas off-shore
que no le interesan demasiado a mucha gente y tiene incapacidad financiera
obvia, porque tiene que poner plata el Estado.
Le va a ser difícil a Enarsa definir un camino para imponerse
en este juego de actores donde es muy importante el know-how y el
financiamiento. Yo no soy demasiado optimista en lo que respecta al
futuro de la empresa y me llama la atención que los mismos
que hablan de ENARSA fueron los mismos legisladores que, a su tiempo,
privatizaron YPF… estas ciclotimias son permitidas por la sociedad
argentina.
¿Consideraría adecuado un eventual aumento
de tarifas?
En ciertos segmentos, el incremento es absolutamente necesario. Creo
que hay que explicitarle a la gente que deben reacomodarse algunos
precios en las tarifas de servicios públicos, cuidando las
necesidades de los que menos tienen y por eso es urgente el diseño
de una tarifa social.
No puede ser que tengamos tres años congelados los precios,
creyendo que la energía va a seguir subsistiendo en su generación,
su transporte y su distribución.
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