Por mariela percovich
¿Es posible transformar el modelo energético
mundial?
Para Juan Carlos Villalonga, director de campañas
de Greenpeace Argentina, esa no es la pregunta. Directamente hay que
plantearse cuáles son los plazos para hacerlo. En esta entrevista
advierte sobre el cambio climático causado por el calentamiento
global y la ausencia de la dimensión ecológica en las
políticas económicas. Sin embargo, su mirada sobre el
futuro no es la del cine catástrofe. Propone distintas alternativas
para reconversión las economías regionales basadas en
recursos no renovables.
Más allá de la tragedia, ¿qué
aprendizaje puede quedar del temporal en la Patagonia?
Cuando pasan estos episodios, hay una percepción que
los vincula con los fenómenos provocados por el cambio climático.
Pero es difícil establecer una relación directa entre
un evento meteorológico, extremo, anormal con el cambio climático.
Para trazar esa relación hay que encontrar que ese fenómeno
está dentro de una tendencia que más o menos coincide
con lo que los modelos climáticos pueden predecir. Por ejemplo,
en la pampa húmeda en los últimos treinta años,
se ha producido un incremento en las precipitaciones anuales de cerca
de 40%. Eso, los modelos lo preveían -producto del cambio climático
y del calentamiento global-, y la verdad es que esto se ha podido
comprobar en la realidad. En el caso del sur no conozco las series
estadísticas, no podría decir que hay una vinculación
con el cambio climático, lo que sí está claro
es que se ha producido una elevación de los promedios de temperaturas
anuales, y hay una tendencia a mayores niveles de precipitaciones.
El clima no es una ciencia exacta, tiene una enorme cantidad de datos
que generan incertidumbre. Por eso hace falta corroborar los modelos
en función de las series históricas, y lamentablemente
las series históricas en casi todas las variables están
corroborando día a día, no solo que el cambio climático
es real, sino que se está acelerando. Vamos a un escenario
cada vez peor porque una atmósfera más cálida
genera todo tipo de fenómenos meteorológicos extremos:
más violentos, más dañinos.
¿Hay alguna iniciativa para desarrollar políticas
que permitan estar preparados cuando se produzcan estos fenómenos
meteorológicos violentos?
Este es un fenómeno global por lo que hay que encararlo
a escala global. Lamentablemente el esfuerzo más importante
en esta materia, que es todo lo que se negocia a través de
la Convención de Cambio Climático, está completamente
paralizado por la intransigencia de los Estados Unidos. El Protocolo
de Kyoto fue el documento que por primera vez intentó establecer
en el año 97 medidas para enfrentar el cambio climático,
o sea reducir emisiones de dióxido de carbono, en otras palabras
reducir el consumo de combustibles fósiles (petróleo,
gas, carbón). El Protocolo de Kyoto encontró la terrible
y feroz oposición de los Estados Unidos. Ahora además
de los Estados Unidos, Rusia se está negando a firmarlo, y
sin ellos es imposible que el Protocolo tenga vigencia. Si Rusia firmase,
el Protocolo podría empezar a funcionar como un instrumento
legalmente vinculante, y esperaríamos que en algún momento
Estados Unidos cambie su política, quizás en noviembre
cuando se produzcan las elecciones. Claramente las medidas están
trabadas a nivel internacional por culpa de estos países. Ahora,
esto también paraliza a los programas que deberían estar
implementándose a escala nacional. El esfuerzo para transformar
el modelo energético, pasar de una economía basada en
los combustibles fósiles e ir hacia las energías renovables,
tiene que ser de toda la comunidad internacional. Para el 2050 tendríamos
que estar en una reducción del 80% de las emisiones de dióxido
de carbono, si queremos estar a la altura de la velocidad con la que
se está dando el cambio climático.
Estados Unidos no firma el Protocolo de Kyoto, pero ¿paralelamente
está transformando su modelo energético?
No. Estados Unidos es un país muy complejo. La política
mayoritaria, oficial y central es una política muy reactiva
a todo esto y tiene un gran compromiso con las grandes corporaciones
del petróleo. De hecho, el mundo está en guerra por
eso. Ahora, también hay ciertos sectores que han estado invirtiendo
y mucho en energías renovables. Estados Unidos sigue siendo
uno de los países que más potencia de energía
eólica tiene instalada.
La crisis económica es la invitada de piedra de la
agenda pública. ¿En las proyecciones de los economistas
figuran estos problemas medioambientales que tendríamos a mediano
plazo?
El gran dilema es cómo la economía integra
la dimensión ecológica porque es claro que el desarrollo
tal cual se ha venido concibiendo de la revolución industrial
hasta ahora, en sus más diversas variantes desde las más
liberales hasta las más dirigistas o marxistas, no contempla
la variable ecológica. Esto significa que el crecimiento y
el desarrollo está basado en la destrucción sistemática
del medio ambiente y en la destrucción de lo que en definitiva
es el sustento mismo de la economía. El cambio climático
es un ejemplo de una economía que está destruyendo nuestra
capacidad de tener una atmósfera que haga viable la vida tal
cual la conocemos hasta ahora. Es decir, no hay una dimensión
que incorpore el largo plazo y que esté pensando en el reemplazo
de esos recursos no renovables..
¿Incorporar la variable ecológica es responsabilidad
de todos los sujetos que participan en la economía- consumidores,
empresarios, estados- o algunos tienen más responsabilidad?
Por supuesto que uno tiene que decir que todos son responsables,
pero claramente hay distintos niveles de responsabilidad, es obvio.
No es lo mismo la responsabilidad que puede tener una corporación
que con sus movimientos genera tendencias e impactos a escala global
o un conglomerado de gobiernos que los individuos como consumidores.
Pero todos en alguna medida tenemos una cuota de responsabilidad y
aunque sea como ciudadanos, más allá de consumidores,
tenemos que estar exigiendo esas respuestas. Creo que la gran deuda
pendiente la tiene el sector dirigente. Porque el sector dirigente
-por algo lo llamamos dirigente- está en una posición
de tomar decisiones y de conducir ciertos procesos que deberían
estar mirando un poco más allá en el futuro y no estar
mirando solamente en el corto plazo. Lo que pasa es que en nuestro
país se da mucho esto de que el futuro a lo sumo tiene tres
o cuatro años, que es el máximo que los políticos
suelen mirar hacia delante”.
¿Es más difícil hacer difusión
de estos temas en sectores populares donde el futuro es pensar cómo
comer mañana?
Digo que la gran deuda está en los dirigentes porque
a pesar de que la población está atravesada por infinitos
problemas – que obviamente tienen que ver con la supervivencia,
la salud, el trabajo, el comer, la seguridad de los hijos, es decir
cosas que tiene que ver con esta noche y mañana-, y aún
con esas restricciones percibe estos problemas con una velocidad y
con una profundidad que muchas veces en los dirigentes no se ve. Yo
he visto barrios del conurbano bonaerense que tienen todos los problemas
imaginables, no solo de supervivencia en términos económicos
sino de seguridad, y aún así hay un espacio para estar
pensando y luchando contra los PCB, contra la basura, contra una cantidad
de cosas que no están a veces en la mente de los dirigentes.
No hay que creer que la gente de Esquel se movilizó contra
la mina de oro porque todos tienen la panza llena. La gente de Ezeiza
que se ha movilizado contra el posible ingreso a la Argentina de residuos
nucleares provenientes de Australia no tiene los problemas de su vida
cotidiana solucionados. Sin embargo, pelean por las cuestiones ecológicas.
Esto es algo maravilloso porque a veces incluso uno estando en una
organización ambientalista se pregunta, ¿logrará
esta gente entender esto, captarlo y asumirlo como un elemento de
importancia? Y puedo asegurar que sí. Para nosotros fue una
lección lo que nos pasó durante la crisis 2001-2002.
Cuando sobrevino la gran crisis en que todo estaba mal, muchas veces
nos preguntamos si había espacio para lo que Greenpeace señala,
y la respuesta fue extraordinaria en todas nuestras campañas.
¿La preocupación por los temas ambientales
se traslada a la acción de ser un consumidor socialmente responsable?
La gente tiene una percepción de los problemas ambientales
que hoy califica muy bien. Esto que califica muy bien quiere decir
que si vos le preguntás a una persona: ¿el cambio climático
y la contaminación son importantes? Va a decir que sí.
Es como cuando le preguntas a la gente si la lectura es importante
para el crecimiento personal. Contesta que sí, pero después
le preguntás cuántos libros leyó en el último
año y leyó muy poco o nada. La gente en general contesta
en las encuestas lo que cree que es correcto contestar, pero por lo
menos hemos superado una etapa donde lo ambiental se suponía
un tema secundario, posterior, lejano y de otro tipo de países.
Hoy califica como tantos otros temas que son urgentes. Ahora, ¿quiere
decir que todo el mundo pueda dedicarse al tema ya sea militando o
como un consumidor consciente? Se ven las restricciones en todo aquello
que implique gastar más plata, se nota que somos un país
donde no tenemos excedentes. Mi experiencia es que en la Argentina
no hay episodio ambiental que se presente que no genere espontáneamente
una organización de la ciudadanía en cualquier lugar
del país. Donde hay un episodio de una curtiembre que está
contaminando en seguida hay una organización vecinal que se
empieza a organizar, informándose y contactándose con
grupos ambientalistas, muchas veces nos llaman a nosotros. Generalmente
hay reacción de la gente, esto para mí es lo más
importante. Muchas veces los políticos se equivocan, dicen
eso lo organizó Greenpeace y no saben que es totalmente al
revés, es la gente la que nos advirtió del problema,
la que nos llamó por teléfono; y nosotros fuimos a darle
una mano en el trabajo que están haciendo. Pero la reacción
y la oposición a un proyecto o el levantamiento se produjo
en la comunidad. Eso es algo extraordinario.
¿Qué puntos sobresalieron y cuales no en el
debate por la crisis energética?
Creo que el Gobierno llega tardísimo a la crisis energética.
Es comprobable que buena parte de quienes conforman el Gobierno nacional
decían ser conscientes de la crisis energética. Es la
crisis energética más anunciada de la historia porque
desde 1998 se sabe que no hay ninguna inversión, ni en generación
ni en transporte; y que fruto de la recesión el crecimiento
vegetativo no fue lo que hubiera sido y por eso duramos este tiempo.
El gobierno de Menem, el gobierno de De la Rúa, el gobierno
de Duhalde y el gobierno de Kirchner, cada uno a su manera intentó
apelar a la magia, es decir a que la crisis se disuelva de algún
modo y no hubo medidas preventivas.
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