Todas las miradas puestas en el crudo

 
 
La investigadora pone el foco en las consecuencias que genera el alto precio del crudo en el panorama geopolítico.


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Por Paola Tassone *

Muchas piezas se están moviendo en el escenario internacional. De la mano de la oleada de gobiernos de corte populista en América Latina, rápidamente se van conformando bloques regionales cuya línea divisoria parecería ser su relación bilateral con los Estados Unidos.
De manera que todo parece encaminarse hacia la formación de un grupo de países “antiimperialistas”, entre los que se encuentran Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Cuba, bajo la notoria influencia del presidente venezolano Hugo Chávez, y en la vereda de enfrente el resto (Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay) que lentamente va adhiriendo a la posición de la primera potencia mundial, plasmándose esto en Acuerdos de Libre Comercio entre las partes o negociaciones con tal fin.
Un factor muy relevante para las economías mundiales aparece como centro de la disputa geopolítica: el petróleo. Las reglas de juego en el mercado petrolero han cambiado de manera peligrosa en los últimos tiempos y, consecuentemente, la incierta evolución de su precio internacional se convierte en un factor de riesgo que adquiere cada vez mayores dimensiones.
Mientras la demanda mundial de crudo muestra evidencias de crecimiento sostenido, por el lado de la oferta aparecen señales que pueden alterar el regular comportamiento del mercado. A la gran inquietud internacional sobre una posible acción militar de EE.UU. contra Irán (cuarto exportador mundial de petróleo crudo) en caso de que no acepte frenar su programa nuclear y la inseguridad en Nigeria, se suma ahora la nacionalización de todos los recursos naturales hidrocarburíferos en Bolivia. Esta medida fue aun más drástica que la que había tomado Chávez en Venezuela un tiempo atrás, por la que el Estado de ese país adquirió una participación del 50% en todos las segmentos del mercado que habían sido concedidos a la explotación privada.
La nueva norma dictada por el flamante presidente Evo Morales impone a las petroleras privadas que operan en Bolivia la obligación de vender todo su petróleo y gas a la empresa estatal YPFB, quien tendrá a su cargo de forma exclusiva todo lo referido a volúmenes y precios de los recursos energéticos vigentes dentro y fuera del país. Ello significa un gran perjuicio y un tremendo desincentivo a la inversión de grandes empresas privadas que extraen recursos de ese país y lo venden a otros, como la brasileña Petrobras y la española Repsol YPF, por lo que el mercado de hidrocarburos se ve indudablemente alterado.
Al margen de la discusión ideológica de fondo, acerca de quién debe detentar la propiedad y explotación de estos recursos naturales, lo cierto es que cada vez más el precio de este insumo básico está afectado por decisiones políticas, lo cual no hace más que generar incertidumbre. Al mismo tiempo, crece aceleradamente su dependencia con las economías de mayor demanda internacional como EE.UU. y China, en las que las importaciones de petróleo cubren más del 50% del consumo interno. El gigante americano consume nada menos que la cuarta parte del petróleo del mundo.
En este contexto, el precio del barril de petróleo crudo que se utiliza como referencia (WTI) sigue alcanzando récord histórico si se lo mide en dólares, superando holgadamente los u$s 70, significando una suba cercana al 20% en lo que va del año y prácticamente triplicándose su precio desde fines de 2001, lo cual no puede dejar de preocupar.
Tan es así que el Fondo Monetario Internacional manifestó que le inquieta el hecho de que quizás aún no se hayan sentido los efectos de la reciente subida de los precios de la energía e instó a los funcionarios estadounidenses a considerar los altos impuestos a la gasolina para suavizar el impacto en los consumidores en el mayor demandante de energía en el mundo. También a juicio del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) no se puede dejar de actuar porque los precios «elevados» del petróleo representan un «riesgo».
Ante este panorama, varios interrogantes se pueden plantear: dado que la moneda norteamericana sigue debilitándose ¿Son realmente elevados los precios del petróleo?, ¿cuáles son los principales riesgos?, ¿cómo podría ello afectar a nuestra economía?
La respuesta a la primera pregunta es rotundamente afirmativa. Tomándose la serie histórica iniciada en 1947 y medido en términos de onzas de oro para tener un parámetro más estable, el precio del barril de petróleo se ubica en niveles muy similares a los de 1982, poco después de la revolución iraní, y los de la segunda mitad de 1976, cuando quedaron legalizados los tipos de cambio flotantes. Es más, considerados en esos mismos términos, los precios actuales superan en nada menos que 46% al valor alcanzado luego de la llamada “crisis del petróleo” de 1973. Lo llamativo es que la verdadera escalada real no se dio en lo que va de 2006 (cuando sí puede atribuirse a la depreciación del dólar) sino en 2005, precisamente en agosto, cuando marcó su máximo histórico en términos de oro.
En cuanto a los riesgos que esta situación puede traer aparejados, está claro que los ascendentes precios del petróleo retraen la actividad, especialmente en los países grandes de ingreso bajo y los de ingreso mediano, porque éstos hacen un uso más intensivo de la energía y, además, el efecto inflacionario es mayor. En los países chicos, que tienen un acceso más limitado a los mercados de capitales internacionales, su capacidad para pagar los altos precios del petróleo se ve acotada a sus ingresos por exportaciones. Por otro lado, según indica un estudio elaborado por la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible de la ONU, «la volatilidad de los precios del petróleo plantea problemas para el desarrollo sustentable, tanto en los países exportadores como en los importadores».
En el ámbito local, Venezuela, Brasil y la Argentina acordaron recientemente en San Pablo sustentar la integración regional en energía y propusieron a Bolivia integrarse al proyecto de gaseoducto latinoamericano. Bolivia aparece ahora con una posición dominante en esta negociación.
En lo que respecta estrictamente a la Argentina el grueso de la producción de petróleo crudo está concentrada en tres provincias: Neuquén, Santa Cruz y Chubut, en tanto que la mayor parte de las reservas se encuentran en la Cuenca Neuquina y la de San Jorge. En la primera es donde tradicionalmente se encuentran los reservorios más grandes.
En cuanto a la refinación, cerca del 90% está a cargo de tres firmas: YPF, Esso y Shell.
YPF posee el 48% de las reservas de petróleo comprobadas en el país. Aproximadamente, el 85% de las reservas probadas de esta compañía se encuentran en áreas en donde tiene el 100% de participación en concesiones de explotación o permisos de exploración. Los permisos se otorgan a largo plazo, generalmente por 14 años en tierra y 17 años en plataforma continental y las concesiones se otorgan por períodos de 25 años y se pueden extender por 10 años más, de manera que la proyección del precio futuro es elemental.
La producción real de petróleo fue 38.542 metros cúbicos en 2005, volumen que significó una caída interanual de 4,6%. Lo preocupante es que este comportamiento adverso de la producción viene sucediendo desde 1998 (-22%), reduciéndose también el horizonte de reservas comprobadas de este recurso. Este concepto involucra una serie de variables geológicas y económicas, entre las que se encuentra el valor del recurso “almacenado” bajo la tierra en función de precios y costos futuros. Aún con los precios internacionales en alza, las reservas cayeron a 9 años aproximadamente desde un máximo de 20 alcanzados en 1993. Ello da cuenta de la carencia de incentivos que encuentran los inversores y además aumenta la probabilidad de ocurrencia del escenario en el cual la Argentina deje de ser exportador neto de petróleo para ser importador neto, lo que a su vez tendría un gran costo fiscal porque se perdería un importante recurso como son las retenciones.
Precisamente, la fuerte distorsión de precios que generan las retenciones a las exportaciones y la falta de seguridad en materia de regulaciones son las principales causas de la falta de inversiones en el sector. Desde la devaluación de enero de 2002 hasta ahora se implementaron 11 cambios en materia de retenciones. Rige en la actualidad un esquema de retenciones móviles sobre el petróleo crudo en función del precio de referencia (WTI).

* Analista Económica de la Consultora Exante.

 

 


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