Agricultura

Cosechan la primera soja patagónica

 
 
La soja patagónica espera
ser cosechada.
El denominado Proyecto Soja Patagónica que se desarrolla en Senillosa entró en la cuenta regresiva. El viernes 21 se realizará la cosecha.


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  Por Gustavo Franco

En una suerte de Joint Venture entre un productor, una empresa de desarrollo de semillas, insumos y firmas de maquinarias agrícolas, se logró avanzar en proyecto.

Hace exactamente cinco meses, las semillas de soja diseñadas para resistir los embates de la región patagónica eran sembradas a lo largo de 18 hectáreas en un campo situado a pocos kilómetros de Senillosa. Todo indica que ese cultivo de oleaginosas se adaptó, resistió y encontró un nuevo lugar en el mundo; el próximo viernes se cosecharán las primeras toneladas de soja neuquina y de la Patagonia.
Juan Carlos Ridao, un emprendedor por naturaleza, materializó la idea de muchos de combinar el cultivo de la vedette de los granos en particular y de las exportaciones argentinas en general con la extensión, sanidad y excelencia de los suelos patagónicos. Para eso, las vueltas de la vida lo contactaron con Julio Ferrarotti, titular de la empresa Relmó, dedicada al desarrollo de semillas.
Esta última ya venía estudiando el desarrollo de un grano que pudiera adaptarse a las condiciones agrometeorológicas de la Patagonia e incluso, contaba con ensayos favorables realizados en Viedma.
El emprendimiento agrícola de Ridao, situado en realidad muy cerca del cruce de las rutas 22 y 237, fue el lugar elegido para poner en marcha el denominado Proyecto Soja Patagónica. Relmó puso las semillas ya analizadas, en concreto las variedades de soja Ayelen 22 y Azul 35. Ridao la tierra, mano de obra y los trabajos sobre el cultivo.
Pero al proyecto también se sumaron otras empresas líderes del complejo sojero como es el caso de BASF (cortinas antivientos y fungicidas), Rozibacter (inoculantes y curasemillas), Pla (sembradora y pulverizadora), Claas (cosechadora), Cestari (acoplados graneleros) y Bartolani (logística y transporte) entre otras empresas.
Todas participaron en noviembre del año pasado de la siembra de 18 hectáreas, hecho que se convirtió en el punto de inicio de lo que puede convertirse en algo histórico.
Fue un día domingo y todas las empresas iniciaron la experiencia. Primero se preparó el suelo para lo cual se utilizó avena como protección de las semillas de soja. Luego, y a una profundidad de 6 centímetros, la moderna sembradora Class puso en marcha el cultivo.

Trabajos
Durante los últimos meses, a través del riego –por pivotes- y algo de laboreo, la soja se abrió camino por primera vez en suelo patagónico.
Hoy, Ridao cuenta las horas que restan hasta el viernes, día que -según el calendario del desarrollo del cultivo- se levantará la primera cosecha de ese commoditie en Neuquén y toda la región patagónica. El evento no pasará desapercibido, sobre todo para los integrantes del complejo de la soja que desembarcarán en la propiedad de Ridao, como si se tratara de una gran exposición agrícola. Cada empresa mostrará lo suyo y que, por común que pueda resultar en las grandes extensiones sojeras del país, no deja de ser una novedad productiva para la región.
Relmó trabajó durante varios años en el desarrollo de una semilla de soja adaptable a la rigurosidad del clima del Sur del país. Para eso se avanzó en dos variedades -Ayelén 22 y Azul 35- consideradas de período corto, para evitar que el cultivo sea alcanzado en algún momento por la acción de las bajas temperaturas. El calendario productivo se definió entonces entre noviembre para la siembra y marzo-abril para la cosecha.

Rinde
De acuerdo a las estimaciones, se espera alcanzar un rinde del orden de los 2.800 a 3.000 kilos por hectárea, valor que de alcanzarse estaría arrojando un nivel de producción por demás interesante. Por caso, la campaña 2003-2004 el rinde osciló en los 2800 kilos por hectárea, con un potencial de 6.000 kilos por hectárea. Algunos arriesgaron que la Patagonia está en condiciones de alcanzar los más altos rendimientos dentro de esa franja.

Programa
El viernes próximo se realizará en el emprendimiento una serie de actividades que incluirá charlas técnicas, demostración de maquinarias, reuniones de trabajo y el numéro principal está previsto para la tarde, cuando una máquina cosechadora de última generación comience a recorrer la reducida superficie cultivada.
«No es tanto por la superficie o el volumen, lo importante creo que va a ser para nosotros, los productores de esta región, ver ese tipo de tecnología que nunca se pensó que podría llegar a estas latitudes», sintetizó Ridao.
Mientras cuenta las horas, este productor ya piensa en qué nuevo emprendimiento se embarcará el año próximo.

El perfil de un prototipo de agricultor pionero

Juan Carlos Ridao encontró un sitio nuevo para sus proyectos.

Es una de esas personas que se las ingenia para buscar la solución a los problemas aunque el camino que tenga que recorrer sea más largo. Mamó la capacidad de trabajar la tierra desde chico y una de sus máximas es la previsión, por eso que ya tiene comprado el fertilizante para utilizar en la próxima temporada.
Juan Carlos Ridao revive cuando llega a su campo situado a pocos metros del cruce de las rutas 22 y 237 en Arroyito, se le ilumina la cara cuando tiene que explicar con una pedagogía muy especial cómo hace para hacer surgir desde el yermo desierto neuquino las chauchas de soja.
«Pusimos las semillas con muy poco agua y no regamos durante bastante tiempo, esto permitió que el agua que se va para abajo, a las napas, atraiga la raíz que se hace fuerte, después las regamos cada tanto», comentó.
Dijo que a diferencia de las papas que se siembran prácticamente en el barro, si lo hubiera hecho así con las semillas de soja éstas no se habrían adaptado al medio porque como tenían «la comida» al alcance de la mano, no iban a enraizar bien.
Ese parece ser el secreto, aprendido sólo por su experiencia lo que llevó al éxito del proyecto soja patagónica en el que logró interesar a las diez empresas más importantes del país en producción de maquinarias e insumos.
Comentó que cuando conoció al gobernador Jorge Sobisch casi por casualidad le dio la mano y el mandatario le dijo que necesitaban gente así en Neuquén por el simple hecho de tener callos en las manos, una porosidad en la piel que denota la personalidad de trabajador de la tierra.
Se entusiasma cuando habla de sí mismo indicando que la clave del trabajo en el campo está en tener planes de contingencia para poder hacer frente a las mismas sin que sucedan sorpresas que hagan fracasar el proyecto. «Es como tomar mate, el plan A es calentar el agua, comprar la yerba y pagarla al contado, el B es comprar la mitad de la yerba al contado y pedir al fiado la otra mitad, y el C es cuando compro la yerba y se me cae al piso», sostuvo utilizando una comparación común.
Es que el trabajo en el campo depende de factores que no son humanos como el granizo, las lluvias y la sequía, como así también los que tienen que ver con los mercados en cuanto al precio que obtengan los productos que nunca tienen que ver con el esfuerzo que se hace para su obtención en la cadena de producción primaria.
Tal vez esta serie de elementos hagan de Ridao una suerte de pionero en la nueva agricultura: realizó la primera siembra directa de granos en un campo alquilado en Pomona, Valle Medio, y en Neuquén la historia de la agricultura llevará su nombre cuando se hable de la soja.
De allí que cuando alguna vez tuvo la tentadora oferta de venta de su campo no lo hizo porque dice que no tiene precio el sentimiento que él le puso a la tierra de la cual obtiene su sustento.

Proyecto Soja Patagónica

A partir del resultado que se ha obtenido, se prevé para la próxima siembra, convocar a más productores y así poder ir aumentando paulatinamente el volumen.

Del proyecto participaron el productor Juan Carlos Ridao, Relmó
BASF (cortinas antivientos y fungicidas), Rozibacter (inoculantes y curasemillas), Pla (sembradora y pulverizadora), Claas (cosechadora), Cestari (acoplados graneleros) y Bartolani (logística y transporte) entre otras empresas.

El rinde estimado oscilaría entre los 2.800 y 3.000 kilos por hectárea, un valor relativamente importante si se tiene en cuenta que en distintas temporadas el promedio nacional ha oscilado entre los 3.000 kilos.

La siembra se realizó en noviembre con semillas desarrolladas por Relmó para la zona patagónica. Se trata de las variedades Ayelén 22 y Azul 35, de período corto para evitar la acción de las rigurosas temperaturas de la zona.

Para la preparación del suelo se sembró avena, que además funcionó como protección de las semillas por los vientos. Este último agente es uno de los mayores inconvenientes a los que se enfrenta este cultivo.

 

 


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