La explotación sustentable de
los bosques de esa zona del Norte neuquino se presenta como una alternativa
para esa región. Manzano Amargo >
La presente temporada será recordada por la comunidad de Manzano
Amargo como aquella en la que se iniciaron las tareas culturales en
el bosque y se incrementaron los ingresos familiares de los obreros
forestales.
“Hasta la fecha –informó Sebastián Neira-
logramos actualizar en la primera poda 400 hectáreas de bosque
y en lo que respecta al primer raleo, hemos realizado 15 hectáreas.
Esta tarea consiste en bajar la densidad del bosque ya que se plantan
1.100 plantas por hectárea y hay que bajar a 700. También
hemos limpiado 40 hectáreas de plantaciones que habían
sido podadas anteriormente”, precisó el titular de la
Comisión de Fomento.
Con todos estos trabajos la comunidad de Manzano Amargo se ha visto
beneficiada en varios aspectos. Uno de ellos es que “al tener
un bosque bien manejado obtendrá buena calidad de madera en
el corte final”, señaló el funcionario y citó
como algo fundamental el hecho de que “de esta forma se evita
la propagación de la avispa taladradora del árbol vivo,
llamada sirex, y se disminuyen los riegos de incendios forestales”.
“Además –agregó Neira- obtenemos leña
para la calefacción del pueblo, madera para el aserradero y
aumentamos el bienestar económico de las familias ya que por
casa donde trabaja el marido, mujer e hijos hay un ingreso económico
de mas de mil pesos”.
Historia
La comunidad de Manzano Amargo está conformada aproximadamente
por 600 habitantes. En 1978 se inició en la forestación,
plantando pinos en pequeñas parcelas y mediante la modalidad
de secano.
En 1984 se construyó una pequeña central eléctrica
que generaba energía a través de turbinas movidas por
la corriente del agua. Con ella se abastecía a diez familias
que vivían dispersas en lo que hoy es el pueblo.
Un año más tarde, en 1985, se creó la Asociación
de Fomento Rural Manzano Amargo y Pichi Neuquén, con el fin
de darles continuidad a las plantaciones de pino a secano, generando
mano de obra y evitando el éxodo de los pobladores que emigraban
al Alto Valle en busca de trabajo.
Desde la creación de la AFR se plantó todos los años
y se logró contar en la actualidad con 3.000 hectáreas
forestadas.
En 2000 se comenzó a realizar las primeras tareas culturales
en los bosques. Los trabajos consistían en la poda y el raleo
y aunque se ejecutaban a pequeña escala contribuían
a solucionar problemas locales como la calefacción y el empleo
de las varas más grandes para erigir construcciones.
“En octubre de 2005, durante una gira de trabajo, el Jefe de
Gabinete, Jorge Lara, vio que teníamos un atraso en el manejo
del bosque. Había plantaciones de diez a doce años sin
ninguna poda. Entonces nos recomendó empezar lo antes posible
con las tareas y nos anunció que, a través de su ministerio,
nos financiaría los trabajos”, recordó el titular
de la Comisión de Fomento, Sebastián Neira.
“Nos ayudó con el material: cien serruchos de poda, zapatos
para trabajo, antiparras, guantes, tres motosierras de altura, etc.
Y en diciembre del año pasado comenzamos con la poda generando
mano de obra para 110 personas –entre hombres y mujeres- pagándole
a la gente $ 0,35 por planta”, precisó. Cabe aclarar
que a cada árbol había que sacarle cuatro vueltas de
ramas.
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