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Se conocieron en agosto del ’96
en “Hijos”; formaron pareja en el ’97 y tuvieron a
Ernesto (6). Además comparten a Guadalupe (12) y Guillermo (14).
Neuquén> La dictadura militar
encabezada por Jorge Rafael Videla, Eduardo Emilio Massera y Orlando
Ramón Agosti cumplirá en dos semanas 30 años.
Décadas, que no fueron suficiente para poder canalizar las
torturas, los secuestros, las desapariciones y los robos de bebes.
Pero sí, por el contrario, para no bajar los brazos y mirar
hacia delante. Bajo aquellos años de represión, hubo
madres que salieron a patear la calle en busca de sus hijos enfrentándose
a todo lo que se le ponía en el camino. Con el tiempo, fueron
los “Hijos” quiénes se agruparon y decidieron canalizar
su dolor y bronca fuera de sus casas. Estos últimos, llevan
diez años pidiendo justicia; pero sobre todo, que exista memoria
y se encuentre la verdad. Paola Panizza y Gervasio Díaz son
integrantes activos de “Hijos” y llegaron a Cipolletti
para reivindicar las luchas de sus orígenes, encontrar justicia
y pelear por la verdad, ignorando que el mundo los uniría bajo
el amor. Juntos y desempeñando tareas educativas buscan, desde
la práctica, imponer toda la historia del país sin esconder
ninguna etapa.
La historia de uno no es muy dispar a la del otro. Tanto Paola como
Gervasio, son hijos de padres comprometidos con la lucha social, la
política revolucionaria y la permanente búsqueda del
cambio institucional. Lucha que derivó en el secuestro y desaparición,
en el caso de ambos padres; y secuestro, torturas y devolución
de la mamá de Gervasio.
Unidos por el amor que comenzó a florecer desde mediados del
’96, cuando a través de la agrupación se conocieron,
ambos luchan por un único objetivo: reivindicar los poderes
de sus padres.
Pérdidas por igual
Para Paola, la pérdida de Luis Marcelo Panizza, el “Flaco”,
como todos los compañeros de la fábrica metalúrgica
lo conocieron, significó un duro golpe. “Mi viejo fue
integrante del Partido Revolucionario Trabajador (PRT) al igual que
mi vieja. Ella, debido a los embarazos se fue retirando y mi papá
adquirió más protagonismo”, dijo Paola.
Antes de la llegada de Videla y compañía, el “flaco”
Panizza había sido detenido en dos oportunidades y fueron sus
compañeros de fábrica quienes lograron la liberación
por ser considerado una persona referente dentro del grupo de trabajo.
Después de varios meses de escaparle a la persecución
y de vivir en diferentes lugares de la provincia de Buenos Aires,
a comienzos de 1977 y por pedido explícito de su padre, Paola
junto a su hermano menor y su mamá se fueron a vivir a Chubut.
“Nosotros nos fuimos, pero mi papá decidió quedarse
conectado con el partido luchando por sus compañeros y el 18
de febrero del ‘78 a la salida de la fábrica lo detuvieron,
pasó por campo de Mayo y de ahí no supimos más
nada de su futuro”, respondió.
A Gervasio Díaz, la vida le pagó, lamentablemente, con
la misma moneda. Pero a la pérdida de su padre (Guillermo Díaz)
se le sumó el desarraigo de su mamá (Haydeé Lampugnani)
durante un año y ocho meses. Desde muy pequeño (cuatro
años) debió acostumbrarse a los continuos escondites;
a las casas que nunca llegaron a ser suyas, a las corridas, a la adhesión
de sus padres dentro de la organización “Montoneros”,
y a un crecimiento bajo el poder de sus abuelos maternos.
Guillermo Díaz desapareció en enero de 1975 y Haydeé
Lampugnani fue secuestrada en octubre de 1976. A él nunca más
lo vio; a ella la recuperó en junio de 1978. “El reencuentro
fue emocionante y sorpresivo. Para mi vieja significó un golpe
muy fuerte y para nosotros una sensación rara, porque de alguna
manera uno se había acostumbrado a vivir bajo los mandos de
sus abuelos. De todas maneras, fue algo increíble y una suerte
que no todos los que vivieron situaciones similares tuvieron”,
expresó Gervasio.
“Ella entró a la casa de sus padres, nos despertó
y nos unió en un fraterno abrazo; fue un momento inolvidable”,
recordó con los ojos llorosos.
Crecer con la verdad
Sentados en el porche de su casa en Cipolletti y con escasas fotografías
a la vista, Paola y Gervasio reconocieron que crecer sabiendo la verdadera
historia de sus viejos les ayudó para encarar la vida de una
manera diferente a la de aquellos que tardaron en conocerla. “Nunca
se me escondió nada de lo que hicieron mis viejos y desde que
tuve uso de la razón se me contó todo con pelo y señales.
Eso fue fundamental para rearmar la imagen de mi viejo, porque de
lo contrario, cualquier cara hubiese sido igual”, expresó
Gervasio.
En el caso de Paola, la imagen de su padre la reconstruyó por
comentarios y charlas con compañeros. Todas las pistas le sirvieron
para hilvanar conjeturas sobre quién fue el “Flaco”
Panizza. “Todos ellos me ayudaron a definir a mi viejo como
un ferviente luchador por los derechos de sus pares con una simple
horizontalidad, y sin importarle nada luchó hasta donde lo
dejaron”.
Ambos reconocieron que el crecer con la verdad, dolorosa pero verdad
en sí, fue lo primordial en sus vidas. “Eso nos hizo
crecer más fuerte, aunque mejor hubiese sido si las instituciones
hubiesen aportado lo que realmente deberían haber aportado”,
reconoció Paola.
Involucrados desde hace tiempo en Hijos, dejaron en claro que su pedido
no sólo es de justicia, sino de identidad. “Y ella se
construye con la verdad en la que todos los niños y jóvenes
deben saber quiénes son, cómo lo son, y quiénes
son sus viejos tenga que ver con abandonos, desapariciones, separaciones
o adopciones. La verdad es necesaria para crecer, porque uno se va
constituyendo y formando de la mano de ella”, concluyó
Paola.
¿Por qué continúa la lucha?
El tiempo hizo que la agrupación Hijos, al igual que “Madres”,
socializara los dolores y luchasen por todas las pérdidas por
igual. “Todos sufrieron lo mismo en más o menos medida”,
reconocieron.
“Como Hijos tenemos 10 años de lucha, pero son 30 de
vida. Por eso nosotros miramos a las madres y las aplaudimos, porque
ellas transitan desde hace 30 años por las calles en busca
de la verdad, verdad robada de la manera más cruel”,
remarcó Paola.
“No existe un basta hasta que no hallemos la justicia. Inclusive,
con justicia y habiendo logrado que los genocidas paguen en la cárcel,
hay que seguir porque hay mucho por hacer dentro de una sociedad en
la que muchos no conocen su verdad y otros hemos crecidos bajo el
miedo y el silencio”, aclaró.
“Nosotros hablamos de todos por igual y esa generación
hizo distintas opciones de lucha, ya sea militando en agrupaciones,
barrios u organizaciones. Y debieron juzgarlos por lo que hacían,
no por lo que integraban. No queremos matar ni torturar a los represores,
queremos que paguen por sus cometidos y lo hagan yendo a la cárcel”,
remarcó Gervasio.
A 30 años Paola Y Gervasio son concientes que no dejaran de
exigir justicia como tampoco abandonarán la lucha de sus padres
en busca de un mundo mejor. “Seremos felices y la tarea estará
cumplida cuando acá se viva en un mundo mejor sin nada que
reclamar y satisfecho de vivir dentro de una sociedad con todas las
herramienta básicas. Nuestros viejos fueron centro y víctimas
de esa noche oscura; pero antes de ello, lucharon por algo y ese algo
es el pueblo. Vamos a luchar para que los asesinos vayan a la cárcel,
pero también por lo que sucede actualmente. Ese es el nexo
con nuestros viejos y eso es luchar por sus ideales recordándolos
vivos”, dejó en claro Gervasio.
Recuerdo
Gervasio: “Para mí es difícil
porque no me acuerdo nada de él. Si 25 años atrás
me hubiese puesto otra cara, sería otra cara la de mi viejo.
Lamentablemente, no puedo recordar nada de lo que viví con
él, pero se que fue un tipo que hizo una opción de vida,
y que esa opción lo alejaba de su familia, pero lo acercaba
a una más grande, porque él no solo peleaba por su familia,
sino por todos. A mi viejo lo sigo viendo en las luchas y lo recuerdo
no desde la muerte sino desde la vida; por eso es que veo su cara
en la gente que se organiza, lucha y sale a la calle”.
Recuerdo
Paola:
“Cuando hablé por primera vez dentro de la fábrica
Zanón, me imaginaba a mi viejo hablando ahí adentro
en busca de soluciones. A mi viejo lo veo como un tipo alegre, muy
activo, ‘chispita’, y un luchador preocupado por lo que
sucedía. Él salió de un lugar común, lo
cual lo hace más importante, porque tenía garantizada
la cosas mínimas e igual intentó por mejores cosas hacia
el otro en la búsqueda de la coherencia. Mi viejo quiero que
se repita en millones de personas buscando el bienestar de los demás”.
Desde “Hijos” buscan inculcarles
“Cuando intentamos explicarle a los chicos que fue la dictadura
optamos por comenzar explicándoles de los pueblos originarios,
cómo fueron conquistados y asesinados y cómo se dio
continuidad a esa represión y asesinato en la historia de nuestro
país. Cuando nos centramos en la dictadura que se extendió
entre el ’76 y el ‘83, hablamos que fue, tal vez, la dictadura
más sangrienta utilizándose métodos inéditos
como lo fue el secuestro, la desaparición y la sustracción
de bebes. Y explicamos que en el mismo lugar donde se torturaba a
una persona hasta matarla, también se cuidaba durante 4, 5
y 6 meses a una mujer hasta que diera a luz, para luego matarla y
quedarse con su hijo/a. En ese discurso agregamos que la responsabilidad
no sólo fue de las cúpulas militares, sino que se trató
de un golpe cívico-militar apoyado por grandes empresarios
del país con una finalidad clara de instalar un sistema capitalista
que desembocó en la desintegrada actualidad”.
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