Por Prof. Santiago Polito Belmonte
(*) Neuquén > Desde tiempos
inmemoriales, los aborígenes chilenos situados en la vertiente
occidental de los Andes, cruzaban la cordillera hacia el este, con
la finalidad principal de conseguir piñones, sal y guanacos
en la región del Neuquén.
Más de quince abras o boquetes con características diversas,
situados entre los 600 y los 2000 metros sobre el nivel del mar, posibilitaban
ese tránsito durante todo el año, a diferencia de los
Pasos situados más al Norte a la altura de Mendoza que, a no
menos de 4000 metros, eran impracticables durante los meses de invierno.
La conquista
A mediados del Siglo XVI la llegada de los españoles a la que
luego sería la Capitanía General de Chile, significó
una presión bélica sobre los araucanos, lo cual incrementó
ese tránsito entre ambas vertientes cordilleranas.
La circunstancia de que las ciudades fundadas por los españoles
quedaran situadas al Norte de una línea imaginaria que unía
Santiago de Chile con Buenos Aires, significó también
que las comunicaciones entre la Capitanía y el Virreynato se
llevaran a cabo por los Pasos situados desde Cuyo hacia arriba, en
detrimento de los Pasos Neuquinos.
En el Siglo XVIII el Imperio Español, en cuyos dominios nunca
se ponía el sol, con el llamado Galeón de Manila, una
vez al año transportaba a través del océano Pacífico,
productos orientales desde las Filipinas hasta México.
Como en tantos otros temas de innegable interés nacional, también
respecto a éste Belgrano fue un pionero que vislumbró
las ventajas de que el Río de la Plata intercambiara productos
con Oriente, comunicándose a través de los pasos cordilleranos
existentes en lo que él denominaba el país del Truptu,
es decir la Patagonia. Pero sus propuestas cayeron en saco roto frente
a los virreyes.
Siempre latente
No obstante, la inquietud por mejorar las comunicaciones trasandinas
estaba latente en ambas vertientes de los Andes y el primer gobernador
de Neuquén, Manuel José Olascoaga, en sus minuciosos
planes de gobierno tenía programado que desde Mendoza el ferrocarril
bajara al sur y desde Las Lajas, con rumbo al poniente, cruzara la
cordillera por el Paso Pichachén, hasta alcanzar los puertos
chilenos de Concepción y Talcahuano.
No resulta un dislate conjeturar que, si hasta nuestros días
esos proyectos no se concretaron, en buena medida ha sido porque a
los intereses de la pampa húmeda les conviene más el
cruce por Mendoza, que todos los años, en los meses de invierno
las caravanas de camiones y el mismo ferrocarril trasandino, se ven
detenidos durante días por la acumulación de nieve en
esas alturas.
En cambio, la prolongación ferroviaria desde Zapala a Chile,
no sólo beneficiará a Neuquén, sino que ese corredor
bioceánico, por carretera o sobre rieles, significará
un notable incremento de la circulación de productos y personas
desde y hacia el Pacífico, para todo el Comahue y aún
Bahía Blanca.
Bicentenario
El próximo 9 abril, se cumplirán 200 años del
cruce que, por el Paso Pichachén llevó a cabo partiendo
desde el Fuerte de Ballenar, en las inmediaciones de Concepción,
de la que había sido Alcalde, el militar chileno Luis de la
Cruz, que completó esa travesía en poco más de
cuatro meses, dos durante el otoño y dos en pleno invierno.
De la Cruz tomó a su cargo los gastos de la expedición,
que sumaron 46.051 pesos de la época, contando con el permiso
de las autoridades españolas de Santiago de Chile, que le aportaron
el concurso de un agrimensor, Justo Molinas Vasconcellos conocedor
de los caminos que debían recorrer inicialmente, dos tenientes
de milicias de apellido Prieto, dos dragones, un intérprete
lenguaraz y siete peones.
El viaje se inició el 7 de abril y, al llegar a la provincia
de La Pampa, fue necesario desviarlo de su trayecto y pasar por la
ciudad de Córdoba, a la que se arribó el 25 de julio
donde se encontraba el Virrey Sobremonte.
El 12 de agosto Buenos Aires fue reconquistada por su pueblo acaudillado
por Liniers y Don Luis de la Cruz completó en ella su exitosa
travesía, haciendo entrega a las autoridades de un ejemplar
de su minucioso diario de viaje.
Aunque parezca increíble, mientras en la actualidad las naciones
tratan de agilizar sus comunicaciones unificando las rutas interestaduales
con el objeto de incrementar sus intercambios, en nuestro país,
aunque se habla de las ventajas que significan las comunicaciones
bioceánicas entre el Atlántico y el Pacífico,
no sólo se ponen trabas para que las provincias concreten ese
beneficioso emprendimiento, sino que desde el gobierno nacional se
crean nuevas dificultades a nuestras exportaciones, con retenciones
cada vez más pesadas, como si se buscara desalentarlas.
(*) Junta de Estudios Históricos del Neuquén |