Por Laura E. Rotundo
Cada 31 de agosto en todo el mundo se celebra el Día Internacional
de la Solidaridad, con el objetivo de promover y fortalecer el ideal
de apoyo a los más desprotegidos como un valor fundamental
en las relaciones entre las naciones, los pueblos y las personas.
En la República Argentina, la Red Solidaria nació en
1995 con el objetivo de crear una organización en la que los
voluntarios establezcan un nexo entre los más necesitados y
aquellos que pudieran cubrir cada una de estas carencias.
Belén Quelet estudió Relaciones Internacionales pero
desde 1998 dedica todo su tiempo a ser voluntaria de esta Organización
No Gubernamental (ONG). En diálogo con La Mañana de
Neuquén, detalló cuáles son los programas de
ayuda que actualmente se están concretando y cuáles
son los futuros proyectos de esta Red que no tiene sede formal ni
cargos diferenciados y que crece incansablemente desde hace diez años.
¿Cómo es un día en Red Solidaria?
Varían. Pero básicamente, siempre se empieza atendiendo
el teléfono a las 10 de la mañana y se cierra a las
22 horas. Hay voluntarios todos los días, turnándose
para atender esta línea, donando tres horas por semana cada
uno.
Es un voluntariado atípico porque en realidad lo hacen desde
su casa; nosotros transferimos el teléfono de la Red y por
eso no existe una sede formal.
Obviamente, cada colaborador tuvo una especie de entrenamiento, donde
ya sabe qué decir y cómo manejar las situaciones y dar
orientación.
Los pedidos son muy diversos: a veces nos llama alguien que necesita
un dador de sangre, alguien que tiene necesidad urgente de un trasplante
o un comedor que se quedó sin comida y también personas
que quieren ofrecer su tiempo para ayudar.
¿Qué porcentaje de la demanda se satisface a través
de la Red?
Es muy difícil saberlo. De 150 llamados que recibimos diariamente,
a los que se suman unos 90 e-mails, el 60 por ciento son ofrecimientos
de ayuda... a pesar de todo.
En general, nuestro criterio es que si le va mal a la persona a la
cual se le dio algún tipo de orientación, seguramente
nos vamos a enterar. Si le va bien, no siempre lo sabemos.
Nosotros partimos de la base, sabiendo que de suyo lo único
que tenemos garantizado al intentar abordar cualquier problemática
social es el fracaso. Sin embargo, de ahí en adelante todo
puede ser un éxito.
Cuando hace diez años, cinco amigos se juntaron para armar
Red Solidaria dijeron: si esto sirve para mejorar la calidad de vida
de una persona o intentar salvar su vida, ese es el triunfo.
Desde 1995 a la actualidad, ¿cuáles fueron
los logros más grandes de la ONG y cuáles las frustraciones
más recordadas, si es que existieron?
Los mayores logros son la permanencia en el tiempo, el haber instalado
un mecanismo raro como el que utilizamos pero con mucha credibilidad
y transparencia. Juan Carr, el fundador, medio en chiste y medio en
serio habla de una revolución solidaria y quisiéramos
que esta agitación -que aún tiene mucho de emocional-
se transforme en un compromiso que perdure en el tiempo.
En relación a algún desacierto, podría decir
que para lograr que esta revolución esté basada en una
cultura solidaria tenemos toda la vida por delante.
En verdad, somos muy optimistas y este es el desafío, más
que el fracaso.
¿Por qué no tienen una sede formal?
En realidad, porque no la necesitamos. El voluntariado es telefónico
porque se transfiere a cada lugar donde esté el colaborador
y al no juntar, no recaudar y no guardar, no hace falta tenerla. No
tenemos personería jurídica, ni papel membrete ni nada.
A veces, se da un fenómeno con algunas Organizaciones No Gubernamentales
que a medida que van creciendo, agrandan su estructura y se van ampliando
cada vez más, que de los cuatro pesos que te donan, tres van
a mantener esa enorme estructura y uno llega al más necesitado.
De esta manera es como la transparencia se mantiene.
¿Cuántos son los voluntarios que hacen de nexo
entre el que pide y el
que puede dar?
Atrás del teléfono hay entre 28 y 30 voluntarios. Ya
hemos fundado otra cosa, que es: Ideas de la Red Solidaria, donde
hay una agencia humanitaria de noticias, donde existe una cátedra
de cultura solidaria, donde existe una red joven, otro global y seguimos
abriendo juego para generar más formas de canalizar la ayuda.
¿Cómo funcionan en el país? ¿Existen
voluntarios en diversos
puntos de la Argentina?
Tenemos amigos nuestros en casi todo el país. Otros en el exterior
y algunos modelos de Red Solidaria funcionando, que van adaptando
los mecanismos de ayuda al lugar donde se encuentran.
En algunos lugares de Buenos Aires como Azul, la ayuda se brinda a
través de un celular; en Pilar hay dos o tres números
particulares funcionando; en Pergamino también hay un número
particular. En otros puntos existe un correo electrónico de
algunos referentes nuestros que si pasa algo en Chaco, Corrientes
o Ushuaia nos avisa y vemos cómo podemos continuar e intentamos
satisfacer esa demanda.
En el caso de Neuquén, vive una ex voluntaria de la Red y un
sacerdote amigo que nos transmiten los pedidos.
Desde la Red, ¿tienen oportunidad de dialogar o elevarle
algún proyecto o reclamo al gobierno?
Nunca lo hicimos. Tenemos relación mala, regular o buena, dependiendo
de las circunstancias pero en general lo que siempre intentamos es
construir y esto representa un trabajo espiritual. Por ejemplo, se
pierde mi hija que tiene dos años y quiero ir a cortar la ruta,
al que quiera pasar por ahí no le va a importar lo que yo estoy
reclamando.
Construir es que nadie se enoje con nadie, es respirar hondo todo
el tiempo y entender que cada cosa es importante pero no por eso hay
que desviarse en el medio. Apelar a la solidaridad de la Comunidad
es muy difícil, pero es lo que mayores resultados da.
¿Cómo se concretó el Congreso Joven
que se realizó el pasado 13 de agosto en Buenos Aires?
Fue espectacular. Se llevó a cabo en el estadio de River Plate
y hubo 494 jóvenes de todo el país, la mayoría
del interior. La pura verdad es que nos sorprendieron, muchos chicos
estaban felices porque iban por primera vez a un estadio como el “Monumental”.
Algunos contaron sus emprendimientos solidarios, otros eran boy-scouts
y lo que se hizo fue formarlos como orientadores de la Comunidad.
Cada uno de ellos sabe más o menos qué debe hacer si
se pierde un niño, si alguien precisa un dador de sangre o
si una persona necesita un remedio.
Pero insisto que la Comunidad tiene una gran capacidad de respuesta
y lo bueno es generar mecanismos de cultura solidaria. Un ejemplo
es cuando en una playa argentina se pierde un chico, todo el mundo
empieza a aplaudir y lo cierto es que nadie hizo un curso para saberlo...
es un mecanismo clásico argentino porque sé que en Europa
no lo conocen. Esto no es poca cosa.
Algo que siempre sostengo es que si es verdad que el 40 o el 50 por
ciento de la población está debajo de la línea
de pobreza y que el otro 60 o 50 está un poco mejor... nos
salvamos todos si cada uno que está bien, ayuda al otro que
está mal.
De quienes ayudan con las donaciones, ¿cuántos
son ciudadanos comunes y cuántas son instituciones o empresas?
Se suman empresas, pero más nos sorprende cuando se
suman los empleados de una compañía y otros ciudadanos
comunes, que son muchísimos.
A futuro... ¿qué proyectos tienen?
Nuestro mayor desafío es globalizar la solidaridad.
Queremos contagiar este mecanismo solidario al mundo. Nos encantaría
poder hacer un “clic” y llegar con ayuda al próximo
terremoto en Chiapas.
Hoy tenemos una Red muy afianzada en Barcelona, manejada por un abogado
argentino que está allá pero la problemática
que aborda es muy distinta; se ocupa básicamente de ayudar
a argentinos que quedaron varados en España y que quieran regresar
acá.
Nos interesan todas las problemáticas sociales y esto no tiene
que ver solamente con el pobre, económicamente hablando. Puede
haber un secuestro de alguien millonario o una persona muy rica que
requiere urgentemente un trasplante pero aún así, en
estos casos, se necesita de la solidaridad de alguien.
Hoy por hoy, ¿cuál es el mayor problema o el
mayor reclamo que reciben?
Desde la crisis económica a la actualidad, la mayoría
de los pedidos están vinculados con la salud.
Para vos, ¿qué es la solidaridad?
Para mí, la solidaridad es transformar positivamente la realidad
del prójimo, que es alguien que espera algo de mí. La
solidaridad es constructiva, no es caridad ni beneficencia, más
bien significa generar un proceso de trasformación e integración.
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