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En la ceremonia estará presente
el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Buenos
Aires (Corresponsalía) > Jorge Telerman asumirá
mañana la jefatura del gobierno porteño hasta diciembre
del año próximo con el respaldo por ahora unánime
del Gobierno nacional a su gestión.
Fuentes de la Casa Rosada se encargaron de subrayar como demostración
de ese respaldo la presencia en la ceremonia de asunción de
Telerman en la Legislatura capitalina del jefe de Gabinete, Alberto
Fernández.
El segundo hombre del Gobierno nacional buscará de este modo
desmentir las versiones surgidas de fuentes de otros funcionarios
de primera línea, como los «pingüinos»
Carlos Zanini, secretario de Legal y Técnica de la Presidencia,
y Julio de Vido, ministro de Planificación, en el sentido de
que el desenlace del juicio político que desembocó en
la caída de Aníbal Ibarra mermó su poder en el
kirchnerismo capitalino. La acusación se suma a la que le hacen
por la derrota del kirchnerismo en las legislativas de octubre pasado
cuando el primer candidato fue Rafael Bielsa.
La principal acusación que los «pingüinos»
le hacen a Fernández, jefe del Partido Justicialista porteño,
es por su supuesta incapacidad para conducir el bloque del Frente
para la Victoria en la Legislatura, según quedó expresado
el martes cuando la votación que destituyó al aliado
gubernamental Ibarra.
Definición
El martes pasado la oposición tuvo un voto definitorio por
la destitución de Ibarra en el que hizo el kirchnerista Elio
Rebot, mientras que la falta de homogeneidad en el bloque se expresó
además con el voto pro continuidad de Ibarra de Sebastián
Gramajo y la abstención final de Elvio Vitali.
Que al menos entre Alberto Fernández y Telerman hubo un borrón
y cuenta nueva lo probaría la reunión que al día
siguiente de la salida de Ibarra tuvieron en la sede del sindicato
de porteros. De acuerdo con fuentes cercanas al jefe de Gabinete consultadas
por este diario, allí «se decidió empezar de cero»
y dejar de lado cualquier castigo contra el prodestitucionista Rebot.
También coincidieron en que la gestión del nuevo jefe
de gobierno «se enmarcará en los mismos lineamientos»
de Ibarra, de quien, por otra parte, «fue su vicejefe»
desde diciembre de 2003. La primera prueba en ese sentido estará
dada por el gabinete de ministros que designará Telerman, en
el que ya está confirmada la permanencia al frente del Banco
Ciudad de Buenos Aires, Eduardo Hecker.
El dato probaría, además, la decisión del presidente
Néstor Kirchner de que la relación con Telerman en el
segundo distrito electoral pasará por el jefe de Gabinete,
a pesar de los esfuerzos que hacen Zanini y De Vido, cada uno por
su lado, por sentar bases porteñas.
El resquemor hacia el secretario y el ministro «pingüinos»
de parte de Alberto Fernández, sin embargo, es evidente en
algunos comentarios de su entorno. Según el jefe de Gabinete,
Zanini y De Vido «tienen que entender que ellos son parte de
un partido, el PJ, al menos en la Capital. Si no lo entienden así,
perdemos todos, en primer lugar las pretensiones del Presidente en
el distrito. Y Kirchner lo tiene claro».
Por otro lado, de cara a las chances abiertas con la destitución
de Ibarra en la denominada oposición de centroderecha, el Gobierno
parece no tener grandes temores. Como la gran mayoría de los
observadores, entiende que Mauricio Macri quedó posicionado
de tal modo en la Capital, en tanto principal impulsor del juicio
político y la destitución de Ibarra, que hace ineludible
su candidatura a jefe de Gobierno porteño en las elecciones
de 2007 por la coalición que armó con el gobernador
neuquino Jorge Sobisch.
Del lado oficialista, no hay una candidatura que se destaque sobre
otras. «Estamos en un periodo de espera», dicen cerca
de Alberto Fernández. «Llegado el momento habrá
que decidir y entonces evaluar las posibilidades de Telerman a partir
de su gestión».
Perfil
El hombre del zigzag
Buenos Aires (Corresponsalía) > Cuando
mañana tome las riendas de la ciudad de Buenos Aires, Jorge
Telerman habrá alcanzado el destino que quizá más
ambicionó en su zigzagueante carrera política y, además,
consumado el retorno de un dirigente peronista a la Jefatura de Gobierno
porteña.
Sin estructura política propia, ajeno a los códigos
de los “aparatos”, el sucesor del destituido Aníbal
Ibarra se hará cargo de la administración del segundo
distrito electoral del país provisto de las mismas y efectivas
armas que le ayudaron a construir un perfil con padrinazgos tan opuestos
como polémicos.
Simpatizante de la izquierda comunista durante la adolescencia, Telerman
encontró en el peronismo su verdadero lugar. Fue cafierista,
menemista y duhaldista, coqueteó con el proyecto del ex ministro
de Justicia Gustavo Béliz, y, como muchos otros hombres del
PJ, se tentó con el Frepaso.
Rotación
Esa rotación –que su reivindicación como “peronista
cultural” le permitió exhibir como un pasaje natural,
sin aparentes contradicciones- terminó en la sociedad con Ibarra
y en el acercamiento con el proyecto de Néstor Kirchner.
Telerman llegó a la política gracias al periodismo y
los medios. La historia se remonta a 1985 cuando con estudios de bioquímica
y algunas horas cátedra de semiología a cuestas se presentó
en un inédito concurso organizado por el conductor Alberto
Badía para cubrir un puesto de movilero en Canal 13.
Con un informe sobre las guerras consiguió el primer puesto
(en segundo lugar quedó un por entonces joven Daniel Hadad)
e hizo su debut ante las cámaras. Un año después
formaba parte de la mesa de periodistas del recordado “Badía
y Compañía”.
Puesto a entrevistar personalidades políticas, quedó
seducido por Antonio Cafiero quien le propuso convertirse en su vocero
político en la gobernación de la provincia de Buenos
Aires. Y no dudó. Dio el salto.
Militó por el veterano ex senador en la impiadosa interna con
Carlos Menem y, cuando, meses después, el triunfo del ex presidente
parecía haberlo condenado al ostracismo, la designación
de Guido Di Tella como canciller del riojano cambió su suerte.
Ex ministro de la administración cafierista en el distrito
bonaerense, Di Tella fue la llave de Telerman a otro mundo. Y de periodista
devenido en hombre de prensa, el hoy jefe de Gobierno porteño
fue iniciado en el universo de la diplomacia como portavoz del nuevo
canciller.
El siguiente giro lo llevó hasta Washington, como jefe de prensa
del colombiano César Gaviria en la OEA, y luego a La Habana
como embajador argentino en la isla caribeña. Allí se
confirmó como funcionario del menemismo al mismo tiempo que
forjó el sesgo “progresista” que lo identifica
hasta hoy.
Por aquellos años, también tuvo tiempo y energía
para hacer negocios y, con un grupo de socios, montó el famoso
local bailable La Trastienda, en el porteño barrio de San Telmo.
La tragedia del boliche República Cromañon puso ese
antecedente en irremediable primer plano.
Después de tres años como embajador en Cuba, Telerman
se puso al abrigo de Eduardo Duhalde (ofició de vocero del
ex mandatario en la campaña presidencial de 1999) y, tras la
derrota, logró colarse en la Alianza de radicales y frepasistas.
Fue cuando, como secretario de Cultura, acompañó a Ibarra
en su primer período como intendente de la Capital Federal.
Llegó a la vicejefatura cuando Kirchner resolvió propiciar
la reelección del ex fiscal pero vetó a Daniel Filmus,
hoy ministro de Educación de la Nación, como su vice.
Casado, padre de dos hijos: Catalina y Federico, el flamante administrador
de uno de los presupuestos más abultados del país, es
vecino del barrio de Palermo Viejo y suele disfrutar de los cafés
que pueblan la zona.
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