|
Valparaíso (Reuters-dpa) >
Michelle Bachelet asumió ayer como la primera presidenta en la
historia de Chile, en un acto en el que fue ovacionada junto a su antecesor,
Ricardo Lagos, ante los gobernantes de izquierda de América Latina,
entre otros representantes.
Bachelet, una socialista de la coalición de centroizquierda Concertación,
llegó hasta el acto en la sede del Congreso en el puerto de Valparaíso
vestida con un traje de dos piezas color marfil.
Pasado el mediodía, Bachelet realizó su promesa de gobernante
y recibió la banda presidencial, claramente emocionada.
La presidenta fue una ministra de Salud y Defensa de Lagos que venció
en una segunda vuelta en las elecciones presidenciales en enero y que
el sábado inauguró un cuarto gobierno consecutivo de la
Concertación, en el poder desde el regreso de la democracia en
1990.
«Hay una posta que se releva hoy día y en eso consiste
la democracia. Se inicia un nuevo liderazgo y una nueva conducción
con Michelle Bachelet y todos debemos trabajar por el éxito de
su gobierno», dijo Lagos al despedirse en el palacio presidencial
antes de la ceremonia de traspaso de mando.
Ministros
Bachelet tomó juramento a sus nuevos ministros, sin pronunciar
ningún discurso ante las casi 1.500 personas que asistieron
a la ceremonia del Congreso, ubicado a 119 kilómetros de Santiago.
La presidenta gobernará el país por un período
de cuatro años.
La presidenta asumió ante los ojos de unos 30 jefes de estado,
entre los que destacó la asistencia histórica del mandatario
boliviano, Evo Morales, y de los gobernantes de los países
vecinos, en una nueva señal del creciente papel de la izquierda
en el mapa geopolítico de Latinoamérica.
«Estamos al frente de una mujer extraordinaria y que refleja
además el nuevo tiempo que se levanta en el horizonte de América
Latina», dijo el mandatario venezolano, Hugo Chávez,
a periodistas.
De profesión médico pediatra, Bachelet, de 54 años
de edad, fue torturada durante la dictadura del general Augusto Pinochet
(1973-1990) y debió partir al exilio en Europa.
Al acto en el Congreso también asistió la secretaria
de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, quien antes de participar
en la ceremonia se reunió con Lagos en Santiago y tuvo un breve
encuentro con Evo Morales en un salón del Senado (ver aparte).
Temprano en la mañana, cientos de personas llegaron espontáneamente
hasta las afueras del palacio presidencial de La Moneda para despedir
a un emocionado Lagos, quien terminó su período de seis
años con un popularidad que bordea el 70 por ciento.
A las 12:15, con algo de retraso frente al horario establecido, el
flamante presidente del Senado, Eduardo Frei, tomaba juramento a Bachelet.
Esta respondía «sí, prometo» -conforme a
su postura agnóstica- ante un Salón de Honor abarrotado
desde el que se pudieron escuchar gritos espontáneos, como
el de una persona que gritó «te amamos, Michelle»
en medio de la ceremonia, provocando un carinoso gesto de la presidenta.
No fue ésta la única vez que se rompió la rigidez
de la tradicional ceremonia de investidura. Ya a su ingreso en el
Salón de Honor, Bachelet fue recibida con una espontánea
ovación por una audiencia que, alegre, gritaba «oé,
oé, oé, Michelle, Michelle».
Conforme a la tradición, tras la firma del acta de investidura,
Frei, también ex presidente del gobierno, impuso la banda presidencial
tricolor a Bachelet, mientras que su predecesor, un emocionado Ricardo
Lagos, le colgaba la «piocha», un broche dorado con forma
de estrella de cinco puntas que junto con la banda simboliza el poder
presidencial en Chile.
Se rompieron los protocolos
La ceremonia
de asunción fue desacartonada, pese a solemnidad de la ocasión
Valparaíso (dpa) > La ceremonia de investidura
en Chile es solemne, muy calculada y tiene una larga tradición.
Sin embargo, ayer se rompieron todos los moldes y protocolos cuando
una sonriente Michelle Bachelet asumió como la primera mujer
presidente en la historia del país.
«Oe, oe, oe, oe, Michelle, Michelle», gritaban desde las
gradas mientras Bachelet ingresaba en el Salón de Honor del
Congreso de Valparaíso, poco después de las 12:00, mientras
su predecesor, Ricardo Lagos, la esperaba al fondo de la sala encabezando
los entusiastas aplausos de los más de mil invitados, entre
ellos una treintena de jefes de Estado y de gobierno y altos delegados
internacionales.
Sonriente, vestida con un traje de falda y chaqueta color perla -según
la prensa, había «órdenes» para que sus
ministras no usaran ese color en la ceremonia- Bachelet se sentó
en la testera, la gran mesa que preside la sala, entre Lagos y el
flamante presidente del Senado, el democristiano Eduardo Frei, quien
también fue jefe de Estado (1994-2000).
Retraso
A las 12:15, con algo de retraso frente al horario establecido, Frei
tomaba juramento a Bachelet. Esta respondía «sí,
prometo» -conforme a su postura agnóstica- ante un Salón
de Honor abarrotado y entre llamados al silencio por los fuertes murmullos
de una audiencia un tanto «agitada».
Con todo, nadie pudo frenar a un espontáneo que gritó
«te amamos, Michelle» en medio de la ceremonia, provocando
un cariñoso gesto de la presidenta.
No fue ésta la única vez que se rompió la rigidez
de la tradicional ceremonia de investidura, durante la cual Bachelet
saludó muy sonriente en varias ocasiones a los asistentes,
realizando un gesto ya característico en ella de llevarse las
manos al corazón como muestra de agradecimiento, y conversó
animadamente con Lagos, quien por su parte apenas podía contener
la emoción.
Tras la firma del acta de investidura, Frei colocó la banda
presidencial tricolor a Bachelet -una distinta a la de Lagos y confeccionada
especialmente para la nueva mandataria-, mientras que su predecesor
le colgaba la «piocha», un broche dorado con forma de
estrella de cinco puntas que junto con la banda simboliza el poder
presidencial en Chile.
Ambos se fundieron en un abrazo revelador de la amistad que une al
ya ex mandatario con quien fuera su ministra de Defensa antes de que
Lagos saliera de la sala acompañado de su esposa, Luisa Durán.
Un invitado especial
Valparaíso (dpa) > En los actos de investidura
de Michelle Bachelet como nueva presidenta de Chile estuvo presente
un invitado muy especial: Sergio Poblete, compañero de armas
y de celda del padre de la mandataria, Alberto Bachelet.
La presidenta electa envió una invitación de puño
y letra al general retirado de la Fuerza Aérea chilena (FACh),
de 87 años y residente en Bélgica, después de
que en 1977 le retiraran la nacionalidad chilena.
El anciano, quien se ha negado en reiteradas ocasiones a participar
en actividades oficiales del Ejército hasta que se le restituya
la nacionalidad, llegó el jueves a la tarde a Santiago en silla
de ruedas y no pudo evitar una profunda emoción por asistir
a la asunción de «una camarada, hija de un camarada,
un compañero».
«Alberto (Bachelet) murió prácticamente en mis
brazos en la celda donde estábamos juntos con otros compañeros»
que también sufrieron cárcel por su negativa a unirse
al golpe de Estado de 1973, recordó Poblete.
Rice se llevó un charango de Evo
Valparaíso
(Reuters) >El presidente boliviano, Evo Morales, quien
se ha descrito a sí mismo como una pesadilla para Washington,
dejó ayer a un lado sus públicas diferencias con Estados
Unidos y sostuvo su primera reunión con la secretaria de Estado
norteamericana, Condoleezza Rice.
Ansiosa por probar que Estados Unidos no tiene problemas con la creciente
llegada al poder de líderes de izquierda en América
Latina, Rice se reunió brevemente con Morales previo a la asunción
de Michele Bachelet, Ambos se estrecharon las manos y sonrieron ante
las cámaras antes de sentarse a conversar en una entrevista
a puertas cerradas. Ninguno respondió las preguntas de la prensa.
El mandatario boliviano le regaló a Rice un charango. Dado
que Bolivia es el tercer productor más grande de cocaína
del mundo, ése hecho fue el principal tópico de la reunión.
Lagos sigue siendo el político más
popular
Ayer dejó
la presidencia. Y sus seguidores le piden que postule otra vez en
2010.
Santiago (dpa) > La tradicional «foto de
familia» junto al equipo que lo acompañó en sus
seis años de gobierno y un baño de masas en La Moneda
cerraron ayer una de las etapas más exitosas de la historia
reciente de Chile, poniendo un broche de oro a la presidencia del
socialista Ricardo Lagos.
Acompañado por su esposa, Luisa Durán, el ya casi ex
presidente salió de La Moneda ataviado -por última vez-
con la banda presidencial y posó en la renovada Plaza de la
Ciudadanía, con el palacio de gobierno de fondo, junto con
sus sonrientes ministros y ministras.
Lagos culminaba así unas horas de intensas emociones que empezaron
a hacer mella la pasada noche, cuando dirigió un emocionado
discurso de despedida al pueblo chileno, en el que afirmó dejar
un país «más grande y más justo».
En los últimos días además se han conocido los
diversos homenajes que le han dedicado algunos de los jefes de Estado
y de gobierno del país, como el presidente francés,
Jacques Chirac, quien la pasada noche difundía un mensaje para
su «amigo» Lagos.
Páginas difíciles
Con Ricardo Lagos, Chile «ha pasado la página de los
años difíciles, sin aceptar ni el olvido ni la impunidad
e inspirándose en el espíritu de la concordia (...),
en la comunidad de Naciones, Lagos da el ejemplo del espíritu
de la responsabilidad y el valor al servicio de la paz y del diálogo,
por el respeto del derecho al multilateralismo», afirmó
Chirac, quien valoró además la «visión»
y «generosidad» del estadista chileno.
Lagos llegó un poco más tarde de lo programado debido
a las paradas que efectuó en el camino para saludar a las muchas
personas que, pese a lo temprano de la hora y a que fuera sábado,
llevaban tiempo aguardando el paso del gobernante. También
al llegar a La Moneda Lagos se bajó del coche oficial y saludó,
visiblemente emocionado, a los congregados.
Lagos eligió ingresar al palacio presidencial por última
vez como jefe de Estado por la puerta de la calle Morandé 80,
un gesto altamente simbólico. Se trata de la puerta a La Moneda
por la que en 1973 salió el cadáver de Salvador Allende
y que fue cerrada tras el bombardeo de la sede de gobierno. Lagos
la reabrió oficialmente en 2003, en un acto que él recordaba
en los últimos días como uno de los más emotivos
de su mandato.
«Me siento muy contento, un poquito emocionado. Hoy es un gran
día para la democracia chilena. Esto es lo que nos hace un
país serio y confiable en el mundo. Se inicia un nuevo lierazgo
con Michelle Bachelet y todos debemos trabajar por el éxito
de su gobierno», declaró Lagos antes de iniciar la que
se convirtió en su última reunión oficial como
presidente: la reunión bilateral con la secretaria de Estado
norteameriana, Condoleezza Rice.
Ricardo Lagos concluye una gestión de seis años que,
aunque comenzó con muchas dudas por la estrecha victoria obtenida
frente a su rival de la derecha, Joaquín Lavín, termina
con una popularidad que supera el 70 por ciento, una cifra inusualmente
alta que ya quisieran para sí más de uno y más
de dos mandatarios.
Al salir de La Moneda, Lagos dejó abierta las puertas del palacio
presidencial. Se trataba de un nuevo gesto -su predecesor, Eduardo
Frei, la había cerrado al concluir su mandato- con el que pretendía
simbolizar el esfuerzo realizado a lo largo de su mandato de abrir
el gobierno a la ciudadanía, a la que volvió a acercarse
nada más terminar la sesión fotográfica.
«Gracias y al 2010», rezaba uno de los carteles que mostraban
algunas de las personas que allí lo esperaban. |
|