|
En una campaña en la que la soja
vuelve a sacar varios cuerpos de ventaja frente a las utilidades del
trigo y el maíz, es toda una rareza ver terneros comiendo en
lotes de una oleaginosa que cualquier productor cuidaría con
esmero hasta los días de cosecha.
Y sin embargo, el ingeniero agrónomo Alberto Montesano, del
Inta (Río Cuarto), insiste en nadar contra la lógica
del razonamiento agrícola. O mejor aún: suma una nueva
opción para la sustentabilidad productiva y económica
de los planteos mixtos.
Lo que comenzó como un ensayo es ahora una estrategia de manejo,
que permite integrar un establecimiento de cría de la Sierra
de Comechingones con un campo agrícola ubicado junto a la Ruta
Nacional 8, a 28 kilómetros al este de Río Cuarto, donde
los terneros nacidos y destetados en forma precoz pastorean soja con
suplementación de grano de maíz.
Con esa dieta, los animales obtienen una ganancia diaria de peso similar
e incluso mayor al sistema convencional, y si bien se resigna un ingreso
por la cosecha de ese lote de soja, el balance termina siendo positivo
frente al costo que representa el alimento balanceado.
En la columna del haber, Montesano también anota la ausencia
de problemas de empaste y la posibilidad de desocupar el lote pastoreado
en forma temprana. “El sistema se puede implementar en forma
rápida y fácil, ya que no requiere más tecnología
de la que se usa para un cultivo de soja, con el mismo manejo y una
semilla de grupo largo”, indicó.
La pacífica convivencia de los animales con los cultivos abre
una nueva oportunidad para muchos productores de la zona de volver
a la ganadería a partir de planteos agrícolas. Ya se
han eliminado muchas hectáreas de alfalfa por el avance agrícola,
y los rodeos de cría fueron llevados a la zona de sierra, San
Luis y otras áreas, pero la tradición invernadora no
se resigna al olvido.
En el campo de Paso del Durazno, que destina 15 hectáreas a
la ganadería y 78 hectáreas para agricultura (soja y
maíz), coexisten ahora una tropa de terneros que cada dos o
tres días avanza sobre las franjas predeterminadas de soja,
otra camada a corral que ingresó hace dos semanas, y un grupo
de vaquillonas de unos 280 kilos que está terminando el servicio
para volver a las sierras.
Desde las sierras
La génesis del proceso arranca a casi mil metros de altura
en el establecimiento La Cumbre, ubicado a 25 kilómetros de
El Chacay, donde la Sierra de Comechingones toma altura hasta descolgarse
por San Luis.
El campo, donde predominan pastizales naturales como Deyeusia y “pasto
vaca”, cuenta con un rodeo de casi 400 animales entre Aberdeen
Angus negros y colorados, mestizos y algunos Hereford. Los terneros
están con sus madres hasta los 60 días, plazo tras el
cual se realiza el destete precoz.
La primera tanda bajó a Río Cuarto en los últimos
días de diciembre -es la que ahora está comiendo soja
con suplementación de maíz en grano–, la segunda,
con 61 cabezas, arribó a la llanura el 21 de enero, y la tercera
aún está al pie de la vaca e ingresará a fin
de mes.
El traslado es lento y complicado, y se realiza en dos etapas. El
camión carga grupos de 30 terneros hasta el pie de sierra,
desde donde vuelve para buscar al resto de la tropa, y luego se realiza
el trayecto final a Paso del Durazno. “Es un típico camino
serrano y hay que ir despacio. El campo está a 100 kilómetros
de Río Cuarto, pero el viaje demora tres horas”, señala
Montesano.
Apenas llegan a su nuevo hogar, los terneros son encerrados en un
corral y la primera noche reciben agua. Al día siguiente, la
alimentación consistirá en medio kilo de alimento balanceado
por la mañana, y una cantidad similar a la tarde.
Los animales arriban con un peso promedio de 60 kilos, aunque pueden
compartir el escenario con pares que rondan los 80 kilos. A partir
del cuarto o quinto día se inicia el reemplazo paulatino del
balanceado por grano entero de maíz, y lo ideal es que el primer
encierre dure alrededor de ocho días.
El encargado del establecimiento, Jorge Linder, explicó que
los 61 terneros que están a punto de abandonar el corral comen
actualmente sólo un 20 por ciento de balanceado. Con ese nivel
ingresarán a la primera franja de soja durante cuatro o cinco
horas diarias, con suplementación de un kilo de grano de maíz.
En soja
Como si fueran niños jugando a las escondidas, unos 175 terneros
se ocultan y se asoman en forma alternada en un lote de soja en plena
floración. Los más pequeños parecen noveles nadadores
que, con esfuerzo, levantan sus cabezas sobre la superficie de un
mar verde.
Esa tropa, en la que también hay animales comprados, parece
haberle tomado el gusto a las hojas de soja. La franja que desocupó
ayer es un fiel testigo de la satisfacción por el menú,
y sólo se ven algunas pequeñas hojas que no alcanzan
a disimular la timidez de los tallos desnudos. En el resto de las
áreas pastoreadas ya comenzó el rebrote, y la primera
de las fracciones, con casi 30 días de descanso, se acomoda
para volver a recibir las jóvenes mandíbulas.
“Cuando los terneros dejan el corral para empezar a comer soja,
el cultivo está en estado vegetativo, con unos 20 centímetros
de altura. Lo mejor es que las plantas sean chicas, porque eso permite
un mejor rebrote y aumenta la oferta foliar”, señaló
Montesano.
En la experiencia que se realizó para protocolizar los datos
productivos se estableció que los terneros alimentados con
soja tuvieron una ganancia diaria de 666 gramos, mientras que los
animales con dieta balanceada aumentaron un promedio de 561 gramos
diarios.
Además, no hubo diferencias entre los animales destetados a
los 60 días de vida y los terneros que permanecieron dos semanas
más junto a sus madres. La carga animal, en tanto, va de 90
a 120 kilos por hectárea.
El lote tiene 10 hectáreas, aunque sólo cinco están
asignadas para alimento ganadero, y dividido en parcelas. Fue sembrado
en directa el 4 de octubre con un grupo seis (6445), que asegura un
ciclo largo con floración tardía. Se estima, en tanto,
que la producción de materia seca ronda las cinco toneladas
por hectárea, con un aprovechamiento del 55 por ciento por
parte de los animales.
A la vez, Montesano está realizando otro ensayo para medir
el rendimiento de la soja en grano y como pastura, para lo cual se
comparará una parte del lote destinado a cosecha, con parcelas
que recibieron uno, dos y tres pastoreos respectivamente.
|
|