Un día en familia
Tres padres, tres historias

 
 
Julián, Lucas, Luciano y Matías: los primeros cuatrillizos de Neuquén festejarán en familia.
Hoy las familias festejarán su día. Como homenaje a ellas, tres relatos de la región recordarán a todos los padres que día a día viven por sus hijos.


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  Lucindo Cuevas, Gabriel Cuello y Ricardo Hernández, tres padres ejemplares de Neuquén y Río Negro.

Neuquén > Tres padres de la región que hoy festejarán su día, tres historias distintas pero con un lazo en común que las une: el amor incondicional de un padre a sus hijos y el afecto que un hijo puede brindar a través de su dulzura, inocencia y cariño, que sólo ellos saben dar.
En el día del padre, estas tres historias de vida no hacen otra cosa que construir pequeños relatos pero que, por sus características merecen ser recordadas en este día: Lucindo, un padre que luchó por su salud y enfrentó todo para poder estar junto a sus hijos; Ricardo, el primer papá de cuatrillizos de Neuquén que vive para ver crecer a sus cuatro hijos; Gabriel, quien día a día enfrenta los problemas de Emanuel, y no duda que pronto se curará.

Soñar por los hijos

Neuquén > El sueño de Santiago era jugar al fútbol con su papá. Pero sabía que con la mochila de oxígeno al hombro eso era algo imposible para Lucindo. Ha pasado más de un año del último día en que Santiago soñó, pues su papá recibió el trasplante bipulmonar que tanto necesitaba y el mayor de sus anhelos se transformó en realidad. Ya improvisó más de un picadito en familia.
Lucindo Cuevas -de él trata esta historia- es un padre nuevo. A sus 51 años, este hombre neuquino ha logrado mejorar su calidad de vida y cumplirles los sueños no sólo al segundo de sus hijos si no al resto de ellos: el mayor, Adrián Federico (13), el del medio, Facundo (10) y la más chiquita, Micaela (8).
Lucindo reconoce que sus dotes de papá las ha adquirido muchas veces de su señora, Mariela, quien asumió la doble función de ser madre y padre en los días más difíciles de su enfermedad. A poco de nacer la menor de la familia a él le diagnosticaron un problema pulmonar que lo hizo depender de una mochila de oxígeno para poder respirar y algo tan simple como alzar a la beba se transformó en algo complicado.
“Micaela nació cuando empecé con mi enfermedad, bronquiectasia, producto de los resfríos mal curados y el consumo de dos atados y medio de cigarrillos por día”, recuerda y atribuye su adicción al tabaco a los años que pasó trabajando en la noche. “Siempre trabajé en boliches, desde los 16 años -precisa-, hasta que ingresé en la Municipalidad como inspector”.
El depender todo el tiempo de una mochila de oxígeno determinó que Lucindo fuera jubilado. Pero después de recibir el trasplante –el 12 de abril del año pasado- y cumplir con los tiempos de recuperación, pidió el reintegro a sus funciones laborales. Una Junta Médica dio su aprobación y hace casi tres meses se reincorporó al trabajo.
Muchos meses antes recuperó todas esas cosas de la paternidad que había tenido que relegar por sus problemas de salud. Apenas regresó a Neuquén, tras ser operado en la Fundación Favaloro, se subió a la bicicleta y salió a dar paseos cada vez más largos con sus hijos. Pudo jugar al fútbol como querían los varones y retomar viejos proyectos personales, como cursar el secundario. En esta nueva empresa, como en todos estos años de matrimonio, lo acompañó Mariela.
¿Qué sentía al momento de tomar el avión para ir a hacerse el trasplante? Ésta es una pregunta que Lucindo se ha hecho muchas veces. Y la respuesta, en cada uno de los cuatro operativos en que participó hasta que logró ser intervenido, es la misma: “Siempre pensaba en mis hijos”. “Uno hace todo por los hijos, incluso esto, irte a 1.200 kilómetros de distancia para operarte y no saber si vas a volver. Es muy duro”, reconoció.
Rodeado por sus hijos y abrazados todos por su señora, Lucindo posó para la foto en su casa del barrio Municipal. La vivienda está pintada íntegramente de blanco, limpia por donde se la mire y desprovista de adornos, salvo las sonrisas de sus ocupantes. Este Día del Padre será especial para él porque se encuentra en Buenos Aries realizándose un control.

Por qué se festeja este día

El origen del día del padre se remite al año 1909 cuando una mujer llamada Sonora Smart Dodd, de Washington, propuso la idea de celebrarlo. Esta mujer quería homenajear a su padre, un veterano de la guerra civil llamado Henry Jackson Smart, que enviudó cuando su esposa murió en el parto de su sexto hijo y, a partir de ahí, se hizo cargo de la crianza de los niños suplantando el amor y la dedicación de la madre y, a la vez, cumpliendo su rol de padre.

En el año 1910 se celebró por primera vez un 19 de junio en varias ciudades de los EE.UU., la gente se unió a las celebraciones, aunque oficialmente en los EE.UU. se festeja desde 1924, cuando el presidente declaró la fecha como celebración nacional.

En 1966 el presidente Lyndo Johnson firmó una proclamación que declaraba el 3º domingo de junio como Día del Padre. Luego, muchos países latinoamericanos adoptaron la celebración para honrar a todos los hombres que cumplen ese rol.

En algunos países de Latinoamérica se celebra el Día del Padre en diferentes fechas, por ejemplo, en México se celebra el día 20 de junio, en Costa Rica el 21.

En España y en casi la mayoría de todos los países, el Día del Padre es el 19 de marzo con motivo de la festividad de San José, el padre de Jesús.

Un día en familia
Ricardo: el primer papá de cuatrillizos

Nacieron en Neuquén hace diez años, la familia cuenta cómo son sus días.

Este año cumplirán 11, Ricardo asegura que cada día con ellos es una sorpresa diferente.

Neuquén > Sentados alrededor de la mesa jugaban a las cartas y se reían entre ellos, el padre los miraba desde afuera y disfrutaba de sus cuatro hijos que nacieron un 30 de agosto de 1994 y hoy, con casi once años, siguen siendo los cuatrillizos que le cambiaron la vida a Mariela y Ricardo.
“Todos los días son cosas diferentes, cada uno tiene lo suyo, el amor y cariño de ellos es de todo los días”, dijo Ricardo, mientras Julián, Luciano, Matías y Lucas lo escuchaban con atención, y Mariela, la madre, asentía con la cabeza.
La alegría, la unión y la complicidad de los chicos se percibía con sólo mirarlos, mientras los hermanos jugaban en la cocina, en el living los padres relataban la experiencia de ser padres de cuatro nenes a la vez; de a poco, cada uno de los chicos se fue acercando y alrededor de la mesa ratona, todos quisieron contar alguna historia.

Cuatrillizos
Después de un tiempo de intentarlo, finalmente el sueño de los Hernández se cumplió, y a través de inseminación artificial, Mariela quedó embarazada, a los dos meses el médico les dijo que no era uno sino cuatro; “que de nada te digan eso, es muy riesgoso, pero pensás que al menos uno te va a quedar. Una vez que uno logra el embarazo, tenés miedo de perder todo otra vez, pero éramos optimistas”, señaló Mariela.
En poco tiempo llegaron los pañales, los llantos y hubo que reorganizarse; “cuando se enfermaban era terrible, porque arrancaba uno y a los dos minutos empezaba el otro, a veces con diferencias de dos horas se enfermaban los cuatro”, relataron los padres recordando cuando eran bebés.
Los chicos fueron creciendo y cada etapa tuvo sus historias y anécdotas, “después de los seis meses, vivíamos en el piso, pusimos una alfombra una bolsa de dormir y nos pasábamos todo el tiempo, acá transcurría nuestra vida (por el living), abuelos, tíos, juguetes todos en el piso”.
Después empezaron a caminar y el súper corralito ya no servía, “sacamos todo lo peligroso que podían agarrar, pusimos cerraduras y candados a todos los muebles, sacamos todo lo que pudiese significar algún peligro”, contaban.

Los chicos
Los cuatro son compañeros del mismo grado, “pero cada uno tiene su independencia y sus tiempos. La escuela es lo que nos da más trabajo”, dice el padre orgulloso que día a día se encarga de ayudarlos con las tareas y darle junto a Mariela, una mano en las cosas del colegio.
Ser cuatrillizos tiene sus beneficios, remarcó Luciano, “cuando falta alguno a la escuela le podemos pedir los deberes, en algunos puntos nos consultamos pero no nos copiamos”. “Y cuando nos pelean, todos lo defendemos”, dijo Matías.
A la hora de hablar de gustos y actividades, cada uno tiene lo suyo: Matías y Lucas tocan la guitarra, Luciano y Julián juegan al fútbol, aunque a Julián también le gusta dormir y el básquet, y a Matías salir a pescar.
“Cuando no estamos alterados somos buenos, cuando nos peleamos no, Luciano busca roña, es muy sucio porque siempre deja todo tirado, no le gusta guardar nada”, dice Julián, que de apoco va contando las anécdotas de la familia.
Y entre todos recuerdan: “Yo le puse leche al televisor”, “yo huevo a las paredes”, “yo hacía garabatos en las paredes”; “y rompimos todo”, expresaron riéndose entre ellos.
La unión entre los cuatro se respira en el ambiente, Matías, Julián, Luciano y Lucas quieren contar todo, Ricardo y Mariela los escuchan y se ríen; “yo por mi trabajo tengo la oportunidad de estar días enteros con ellos, comparto mucho con ellos porque trabajo en casa, y sentís la necesidad de estar al lado de ellos y el día que no están los extrañás, se van y pasan 15 minutos y los extrañás, y a veces decís quiero cinco minutos de tranquilidad y cuando no están se siente la ausencia”, comenta Ricardo ogulloso.

Una lucha por la vida

Pasarán el Día del Padre cuidando a Emanuel, la fuerza y la esperanza es lo que les sobra.

General Roca > A pesar de ser una persona de 31 años y de tener un solo hijo, Gabriel Cuello puede hablar y mucho, de su experiencia de ser padre. Desde hace 16 meses que viene luchado por la vida de su hijo y, junto a su esposa Patricia, rompieron las barreras del miedo y de la burocracia para lograr la recuperación del pequeño Emanuel.
Es que este espigado joven, un jugador, entrenador y amante del básquet, dedicó buena parte de los últimos meses a afianzar la relación con su pequeño, a quien le detectaron un problema óseo que después derivó en otros problemas graves para su salud.
Y Grabriel supo desde un principio que la mejor receta para afrontar este difícil proceso fue la de darle mucho amor. “Esto es lo más importante que uno le puede dar”, asegura el joven, que hoy pasa la mayor parte del día cuidando de su hijo, quien nuevamente se encuentra internado a la espera de recibir un respirador que le permita estar en su casa.

90%
El tema es que todavía queda un largo trayecto para mejorar su salud y si bien la mayor parte de cada jornada lo pasa junto a mamá Patricia, sabe perfectamente que la “guardia” nocturna debe estar a su cargo.
“Siempre tenemos que estar monitoreando su estado para no tener sorpresas, pero tanto yo como mi esposa lo hacemos con todo el amor del mundo que se le puede dar a un hijo”, comentó Grabriel, quien aseguró que de las 24 horas, el 90% las pasa con el pequeño.
Pero el poco tiempo que le queda libre, Gabriel Cuello lo dedica a las actividades que lo apasionaron siempre. Y es que además de ser un “superpadre” también es un amante del básquetbol.
Dividió su juventud entre el deporte -cuando jugaba en el Club del Progreso- y su dedicación a la carrera de profesor de Educación Física. En la actualidad también aprovecha (con mucho esfuerzo) para dirigir equipos de distintas categorías en Italia Unida.

Especial
Como no podía ser de otra manera, hoy celebrará el Día del Padre en compañía de Emanuel. Y a pesar de que el niño se encuentra internado en el área de cuidados intensivos de una clínica privada, aprovechará al máximo cada minuto del tiempo del horario de visitas para disfrutar del amor que sólo ellos dos pueden medir.
Tanto Gabriel como Patricia se reconocen como muy creyentes. “En Dios y en la Virgen”, es por eso que ellos interpretan que esta situación tan difícil solamente la pudieron afrontar con el amor “que estos seres supremos” pudieron darles.
“En esto también tenemos que reconocer que nuestras familias y amigos siempre nos respaldaron. Además de toda la gente de todo el Valle que durante mucho tiempo estuvo a nuestro lado para ayudarnos y alentarnos”.
Para finalizar, agrega a la charla un emocionado Gabriel una frase que conmueve y resume que el mejor regalo que puede darse un padre con su hijo es el amor.

 

 


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