17 de octubre: Día de la Lealtad peronista
Una bisagra en la historia política

 
 
La Plaza de Mayo fue el escenario de la marcha que congregó a trabajadores, gremios y ciudadanos independientes. «El aluvión zoológico» no dejó libre ningún lugar.
Tras varios días de pedir su libertad, el gobierno de facto tuvo que hacer caso del reclamo del pueblo. Perón habló a los trabajadores desde el balcón de la Rosada.

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Las movilizaciones en Buenos Aires fueron decisivas para terminar
con el exilio de Perón en la Isla Martín García.

Buenos Aires (Especial de NA por Roberto Blanco) > Las seis décadas que pasaron desde aquella fecha emblemática no borraron la vigencia de un movimiento de masas que se construyó sobre la imagen de Juan Domingo Perón y la devoción que despertó la mujer que lo acompañó en esa etapa de su vida, Evita.
El «aluvión zoológico», como la clase dominante definió a la participación popular que literalmente invadió el centro de la ciudad de Buenos Aires en reclamo de la libertad de su líder, es hoy todavía un hecho que pocas veces más se repitió en la historia nacional.
   Más de 100 mil trabajadores - la mayoría llegados de los suburbios del Gran Buenos Aires, que crecía en esos tiempos aceleradamente - coparon desde temprano la zona de la Plaza de Mayo con el reclamo de la libertad de Perón, que se encontraba detenido en la isla de Martín García por orden del presidente de facto, el general Edelmiro Farrell.
   Desde la Secretaría de Previsión Social, Perón había interpretado la necesidad de mejorar las condiciones de estos trabajadores y desde su propia ambición política dedicó gran parte de su gestión a otorgarles ventajas a los obreros, como el salario básico, aumentos progresivos por producción y beneficios sociales antes ignorados por el empresariado.
   El entonces coronel Perón había trepado hasta la vicepresidencia del Gobierno de facto y ese crecimiento «desmedido» fue el motivo por el cual un grupo de militares más refractario a esos cambios realizó una movida para «cortarle las alas».
  
La historia

Una semana antes del 17, los integrantes de la Escuela Superior de Guerra donde se encontraban aquellos que no veían con buenos ojos a Perón, decidieron levantarse contra el Gobierno exigiendo la renuncia a todos sus cargos y el pase a retiro, algo que el mismo coronel escribió de puño y letra.
   Perón, junto a su pareja desde hacía más de un año, Evita, aceptaron entonces una invitación de un militar amigo y se instalaron en una isla del Tigre, mientras el Gobierno de Farrell anunció elecciones democráticas para el 7 de abril de 1946.
 Sin embargo, la presión de los militares rebeldes hizo que el 13 de octubre Perón fuera detenido en el Tigre y trasladado posteriormente a la isla Martín García, previo paso por la cañonera Independencia, anclada en el puerto de Buenos Aires.
Esta novedad hizo estallar movilizaciones espontáneas de trabajadores, que desde Avellaneda, Berisso y otra zonas se comenzaron a movilizar hacia el centro porteño; también hubo convocatarias en Rosario y La Plata.
El 16 de octubre, la conducción de la CGT, junto a otros sindicatos autónomos, se reunieron para reclamar al Gobierno que se respetaran las conquistas sociales de los trabajadores y se dispusiera la libertad inmediata de Perón.
Ante la repuesta negativa de un Gobierno que se encontraba sin Gabinete y al borde del colapso, se determinó una huelga de 24 horas a partir de la medianoche del 18 de octubre, al tiempo que la Policía se trenzó en una batalla campal con cientos de manifestantes que desde Avellaneda habían logrado llegar hasta el barrio de Barracas.
 «Sin galera y sin bastón, los muchachos de Perón», los miles de trabajadores que ya estaban en la capital desde distintos puntos del Gran Buenos Aires, se adelantaron un día a la huelga y buscaron en la Plaza de mayo el refugio natural para insistir con su reclamo de libertad del líder.
  Cuando el Gobierno y los militares se dieron cuenta de que no podrían dispersar a los miles de manifestantes que estaban en la Plaza, cedieron terreno y dejaron la puerta abierta para que el nuevo líder popular que nacía en esa horas enfrentara por primera vez, desde el balcón de la Casa Rosada, a un pueblo enardecido que lo aclamaba.
   Perón salió a ese escenario luego de las 23:00 de aquel 17 de octubre, para dar pie a un ritual que se repetiría decenas de veces más hasta su despedida el 12 de junio de 1974, y desde allí, en el primer acto fundacional del movimiento peronista, anunció su renuncia al Ejército «para vestir la casaca de civil y ser uno más de los sudorosos trabajadores que hacen grande la patria».
Las vidas de Perón y Evita sufrieron un giro inesperado: la historia partidaria le reservaría a Evita un papel clave en la liberación del líder que muchos investigadores dudan, un protagonismo que la misma «abanderada de los humildes» nunca asumió como tal.
Perón pensó que con su renuncia se acababa su carrera política y desde la Isla Martín García le propuso casamiento a Evita, a quien le prometió vivir en lugar tranquilo. El destino les tuvo preparado otro escenario: ese lugar fue en el centro de la vida política, en el tiempo que marcó un antes y un después en la Argentina.

Cronología de los hechos

13-10: El Coronel Perón es detenido en el recreo Tres Bocas de las islas del Delta para ser, luego, trasladado a la isla Martín García.

15-10: Se deroga el Estatuto Orgánico de los Partidos Políticos. Un recurso de habeas corpus interpuesto en favor del Coronel Perón es rechazado.

16-10: La CGT se reúne en la sede de los tranviarios y tras un largo debate, se aprueba una huelga por 24 horas, el 18 de octubre.

17-10: Perón es traído de la Isla Martín García al Hospital Militar Central de Buenos Aires en horas de la madrugada por una infección pulmonar. Desde la mañana, la gente comienza a congregarse en la Plaza de Mayo.

17 horas: Más de cien mil personas llegan desde los barrios de la ciudad y del Interior.El Gobierno de Farrell visita a Perón en el Hospital.

23 horas: Perón llega a la Casa de Gobierno y sale al balcón. Se escucha la voz de Farrell por los altoparlantes: «¡Atención Señores! ... El hombre que por su dedicación y su empeño ha sabido ganarse el corazón de todos: el Coronel Perón...».

Desde el balcón de la Rosada
«El pueblo no engaña a quien lo ayuda»

En pocas palabras, Perón destacó varias veces la lucha de los trabajadores.

Neuquén >No será un día más en la historia de la Argentina. Los sucesos previos a ese 17 de octubre daban cuenta de que el país no iba a volver a ser el mismo. El pueblo, por primera vez, salía a reclamar por las calles, no una causa, sino a un hombre: el coronel Juan Domingo Perón. Sin saberlo, estaban inaugurando una de las fuerzas políticas más fuertes, que llevaría el nombre de quien pedían su libertad.
Finalmente, cuando la situación ya se tornaba “insostenible”, Perón volvía de su exilio en la isla Martín García, por decisión del entonces presidente de facto, el general Edelmiro Farrell. Había sido trasladado al Hospital Militar por recomendaciones médicas, pero, cuando la gente que estaba en la Plaza de Mayo, acompañada por la CGT y otros gremios, tuvieron que llevar a Perón al balcón de la Casa Rosada para que les hablará. El siguiente texto es una selección de fragmentos del discurso que dio en la fecha que quedó instaurada, en la memoria de los argentinos, como el Día de la Lealtad Popular.

Fragmentos
“…He renunciado voluntariamente al más insigne honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino…”
“…Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo, grandioso en sentimiento y en número…”.
“…Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha, ahora también, para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo…”.
“…Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda…”.
“…Ante tanta nueva insistencia, les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar, ni merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo…”.
“…hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja querida habrá sentido en estos días…” .
“…Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días…”.

 

 


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