DÍA DE LA MADRE
Siete meses sin María Florencia Pennachi

«Necesito que sepan que no está»

 
  Nidia Aguilera es la madre de la joven neuquina de 25 años, quien desapareció el 16 de marzo de 2005. El 21 se setiembre fue el cumpleaños 25 de Florencia. Para la familia fue sin dudas el día de mayor dolor.

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Por Mauro Villanueva

Hoy es un Día de la Madre muy especial para Nidia Aguilera. Su hija sigue ausente y nadie sabe dónde está. Sólo los recuerdos y los sueños las vuelven a juntar.

Neuquén > Nidia Aguilera es la mamá de María Florencia Pennachi. Desde hace siete meses, Nidia no sabe nada de su hija. A esta altura de su vida, ella confiesa que las fechas juegan un papel importante, pero “el Día de la Madre es una fecha institucional. Seguro que me va a costar pasar este día, pero nada puede superar el dolor que pasamos (la familia) cuando llegó el 21 de setiembre, cuando Flor cumplió sus 25 años”.
El tiempo, convertido en una sombra que invade a una familia que trata de sostenerse entre sí, no le niega su paso y cada vez se hace más evidente. Cuando Florencia desapareció, en marzo de este año, el calor todavía perduraba en las calles porteñas.
Siete meses después, el calor vuelve a presentarse. Dos estaciones quedaron atrás. El tiempo pasó, y sigue pasando.
Además de Nidia, otra de las personas que conoce, extraña y busca a Florencia es su prima hermana, Eliana Fernández, quien se confiesa como la “hermana mayor”.

¿Cómo se vive después de tanto tiempo sin Florencia y sin tener novedades sobre un posible paradero?
Nidia:
la situación te va superando poco a poco y la ansiedad se vuelve más visible. El otro día, en Buenos Aires, levanté el teléfono del departamento de los chicos (Pedro y Florencia) y había tres mensajes que mi hijo no había escuchado. Uno de los mensajes era de un restaurante, que la invitaban a comer por ser su cumpleaños. Después llegó una carta del banco para que Florencia retire la plata de la caja de ahorros, que tenía desde hace varios meses. Es que todavía está el sueldo que cobró antes que desaparezca. Ese tipo de cosas son muy dolorosas.

Eliana: además de doloroso, a veces, este tipo de situaciones te sorprenden. Para nosotros, todo el mundo tendría que saber que Florencia no está. Sin embargo, hay mucha gente que lo desconoce, ya sea porque no se enteró o bien porque no le interesa. Ya sé que la lucha de la familia se torna muy egoísta, pero después de tanta movida, de tanto esfuerzo para tratar de difundir, y después de tanto esfuerzo para sobreponerse día a día y poder seguir viviendo, este tipo de cosas se potencian y te sacan todo, te golpean duro.
Y la sensación es de verdadero dolor, de dolor muscular. Es como si el alma te duele, y se siente.

Para la familia de María Florencia los siete meses que pasaron ya desde su desaparición fueron duros. Pero los últimos se transformaron en dolorosos senderos intransitables. Los días previos a cada 16, la angustia y la impotencia aparecen.

Eliana: el primer mes fue bravísimo, el segundo igual, y después te das cuenta de que al llegar un nuevo 16, ya te pasó otro mes, y llegamos al séptimo.

Nidia: cada mes es significativo, pero lo que fue tremendo, como si sintieras una paliza en el cuerpo, fue cuando se acercó la noche del 20 de setiembre y estábamos a minutos del 21, cumpleaños número 25 de Florencia.

¿Cómo vivieron la noche previa y el día del 21 de setiembre, cumpleaños de Florencia?
Eliana: No dormimos, pasamos la noche hablando por teléfono, mandándonos mensajes. Creo que fue una noche muy triste.

Nidia: muy mal. Para colmo unos días antes, el 15 de setiembre, se cumplieron 17 años de la muerte del padre de Florencia. Un día después, el 16, se cumplieron los seis meses de la desaparición, y unos días después, el 21, fue su cumpleaños número 25. Creo que fue el peor mes de mi vida. Fueron todas pérdidas. Por eso el Día de la Madre no lo anticipo como algo malo o triste, es más bien una cosa institucionalizada. Pero el cumpleaños es algo terriblemente representativo, es otra cosa.

Eliana: después está la cosa mágica: “Bueno, ahora va a volver”. Estás todo el tiempo alerta, esperando cada día pensando que va a llegar, y pasan los minutos, las horas, y se termina un día más. Y no llega.

En los placares del departamento de la calle Güemes, del barrio porteño de Palermo, las estaciones pasaron de largo. Y no porque el tiempo no les hizo sombra. Su ropa continúa como aquella última vez que ella la ordenó, cuando todavía el frío se veía como algo lejano. Ese frío que ya pasó.

¿Cuándo creen que la van a volver a ver?
Nidia: la soñé llegando al departamento de Pedro, y había alguien más, creo que era Eliana. Me acuerdo que me agarraba de la puerta de la cocina cuando le dije a Pedro que alguien golpeaba a la puerta de entrada. “Ésa es Flor, abrí”, le dije. Y ella entraba hecha una reina, diciendo “hola, ¿qué tal?”.

Eliana: ésa misma noche que Nidia soñó con ella, yo también soñé eso mismo. Fue una sensación de verla, de tocarla. Yo no sé cuándo la voy a volver a ver, pero en realidad, yo la vi. La necesitamos tanto que la corporizamos en los sueños. La veo como estaría ahora, con el pelo más largo que la última vez que la vi, con la piel bronceada por el sol. Creo que la voy a volver a ver pronto.

¿Qué creen que pasó el 16 de marzo?
Nidia: sólo sabemos una secuencia que termina a las dos de la tarde, cuando llama por teléfono al trabajo para avisar que no iba a ir. También hay una llamada a un número equivocado, como si hubiese querido comunicarse con alguien pero se equivocó el número. Después de eso, su celular no funcionó más.

¿Y la Justicia qué les dice?
Nidia: la Justicia no nos dice nada. Nos cuentan que tienen un perfil de Florencia, cuando nosotros ya lo tenemos.
Yo les dije a los fiscales y a los policías: ‘ustedes están investigando a la gente equivocada’. Por ejemplo, yo nunca fui citada a declarar. Y la Policía dio por sentado que Florencia se llevaba mal conmigo, cuando vivía en otro lugar, y desde hacía mucho tiempo. Ella era libre, hacía lo que quería. A mi sólo me molestaba la gente con la que se juntaba, con la gente que salía, y esa libertad tan declarada que ella mostraba. Pero nunca le prohibí nada, era mayor de edad.

¿Cómo vieron el trabajo de investigación por parte de la Policía y la Justicia?
Nidia: las investigaciones estuvieron bien hechas. Pero no se investigó todo lo que se tenía para investigar. De hecho, todavía hay una persona que nunca fue citada, y es la única persona que no conocemos, que figura su teléfono en la lista de llamadas de la factura telefónica. No sabemos quién es, pero la Policía no lo llamó. Tal vez no aporte nada a la causa, como dicen los investigadores, pero no nos quedamos conformes con una suposición. Son vacíos que llaman la atención. Vinieron hasta Neuquén a entrevistar a las amigas de Florencia y un teléfono desconocido para la familia no lo investigan.

La vida diaria de Nidia Aguilera es sumamente difícil. Y ella lo confiesa. Según relató en varias ocasiones, desde que se despierta –muy temprano- hasta que se acuesta, el televisor está encendido en el canal TN Noticias. No dio una explicación al respecto, pero sería fácil pensar que mantiene la ilusión de que una noticia de último momento tenga el nombre de su hija como título abrazada del verbo “aparecer”.

Eliana: además está el problema de las noches. El momento de dormirte es terrible. Pasan las horas y uno da vueltas en la cama pensando que cada vez falta menos tiempo para levantarse y empezar un nuevo día.

¿Son más difíciles las noches de ahora o las de antes, cuando Florencia llevaba pocos días desaparecida?
Eliana: cada vez cuesta más. Cada día que pasa va creciendo la pérdida, la realidad de que Florencia no está.

Nidia: no es que la familia baja los brazos, tiene menos compulsión para seguir luchando. El tema es que crece demasiado eso otro, que es la pérdida. Y poco a poco se va agrandando, y te ocupa todo el espacio de tu vida. Perdés capacidad actuante, perdés todo.

¿Y qué les queda entonces?
Nidia: queda el dolor.

La desaparición de Florencia, una
chica a quien se la «tragó» la tierra

El asombro de los familiares de Florencia sigue siendo el mismo de cuando se cumplió el primer mes desde aquel 16 de marzo.

Neuquén > A las cinco de la mañana o cerca del mediodía del 16 de marzo de 2005. Ni siquiera el horario en que Florencia Pennachi salió de su departamento del barrio porteño de Palermo se sabe con precisión. Siete meses pasaron ya desde aquel día, un largo recorrido repleto de angustia y misterio, de suposiciones y esperanza. Es que, para muchos, es imposible entender cómo una joven de 25 años puede desaparecer de un día para otro, y nunca más ser vista.
Florencia Pennachi tiene 25 años y es de Neuquén. Hasta el 16 de marzo vivía con su hermano, Pedro, en un departamento de la calle Güemes al 4700, del barrio porteño de Palermo. Hoy, siete meses después, nadie sabe dónde está. Nadie sabe si está viva.
Según explicaron fuentes allegadas a la investigación que se inició tras la desaparición de Florencia, ese mismo miércoles 16 de marzo le avisó –telefónicamente- a su jefe que no iría a trabajar, porque no se sentía bien.
Su hermano, Pedro Pennachi, contó que la noche anterior había estado con amigos en su departamento hasta las 2.30. Según detalló, nadie había notado nada extraño en ella.
Dos días después de la desaparición, y luego de que Pedro realizó la denuncia ante la Comisaría del Barrio de Palermo, Nidia Aguilera, su madre, viajó desde Neuquén hasta Buenos Aires.
Todo lo que siguió después fue confusión, suposiciones y mucha ayuda.
A los pocos días de la desaparición familiares, amigos y compañeros de Florencia iniciaron una intensa búsqueda que incluyó, entre otras cosas, llegar a los medios de comunicación de todo el país, logrando una rápida notoriedad.
Días después, la organización no gubernamental Red Solidaria inició una campaña de búsqueda a nivel nacional e internacional.
La organización presidida por Juan Carr realizó una campaña de difusión de la imagen de Florencia a nivel nacional, aunque fortalecida en Buenos Aires, sin precedentes. Hasta el día de hoy se puede apreciar la foto de la joven neuquina pegada en las ventanas de todos los patrulleros de la Policía Bonaerense.
Con la difusión plasmada, y acompañada por la habilitación de números telefónicos gratuitos para brindar información, una gran cantidad de vecinos de Capital Federal llamaron diciendo haber visto a Florencia. Ninguno de los aportes logró dar con su paradero.
A fines de abril, un mes y medio después de la desaparición, un sujeto fue detenido por la Policía luego de intentar cobrar el rescate por el supuesto secuestro de Florencia.
En agosto, cuando se cumplieron cinco meses de la desaparición de Florencia, su madre se mostró entera y dispuesta a seguir luchando para volver a ver a su hija. Superada por una verdadera falta de la verdad sobre el “qué pasó” con su hija, Nidia se ató a la esperanza que la acompaña desde aquel 16 de marzo y se soñó volver a verla pronto: “Yo creo que Florencia va a aparecer en el verano. Ella cumple los años el 21 de setiembre. Ella va a aparecer después de su cumpleaños. Y creo que va a ir directamente a Buenos Aires, no va a venir a Neuquén. No sé por qué, pero no creo que venga a verme a mí. Primero va a ir a buscar al hermano”.

Madres neuquinas que hicieron grande
nuestra provincia junto a los pioneros

Priorizaron el trabajo y la solidaridad en un ambiente ostensiblemente hostil marcando el origen de las familias señeras de la ciudad de Neuquén.

Algunos de los nombres de aquellas mujeres que le dieron el fruto de su vientre a la gran capital de la provincia.

Neuquén > Aunque los protagonistas de la pionera historia neuquina siempre son, en primer plano, los hombres, la seguidilla de generaciones que habitan y habitaron estas tierras fueron gestadas por mujeres en un ambiente decididamente hostil.
En los primeros años, sin médico, apenas con la ayuda de alguna comadrona dieron a luz a los niños que comenzaron a poblar las bardas con juegos, aventuras y una indiscutible formación primaria, en la legendaria Escuela Nº 2.

Promotoras solidarias
Las madres neuquinas laboriosas y solidarias llegaron a la ciudad con el deseo de formar un hogar con trabajo y un futuro para la familia.
Cuántos llantos ahogados al encontrar la puerta de la casa tapada con arena después de que soplara el implacable viento desde la cordillera.
Muchas instituciones tuvieron a las madres como promotoras y protagonistas. La Cooperadora Escolar Conrado Villegas donde los niños recibían control médico y una alimentación adecuada las tuvo como grandes colaboradoras.
La Catedral neuquina y la comisión Pro-templo estuvo formada, mayoritariamente por madres. Las inolvidables kermeses, las ferias de platos y los bailes para recaudar fondos, también vieron a las madres trabajando sin descanso.
Muchas son las pioneras como Rita Canevaro, esposa de don Manuel Linares, que vivió una activa vida social formando parte del primer grupo de primeros pobladores. El 12 de setiembre de 1907, por citar un ejemplo de los años de la fundación, fue inaugurada la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. La Comisión de Beneficencia estaba formada por madres de la localidad. Por citar algunas de ellas, integraron la comisión Josefa de Jordán, María Elcira Jordán, Julia de Rodríguez Spuch, Romana de Podían, Julia de Pelagatti, Eleuteria G. de Claro, Florencia Ochagavía de Nordenstrom, Adela Portela, Juana de Teillefer, Lila Montero de Bazo, Amalia M. de Caraza, Amalia de Cazeaux y Teresa G. de Ibáñez.
Florencia Ochagavía, gran madre neuquina, es recordada en el barrio que lleva su nombre Villa Florencia así como Villa María que recuerda el nombre de la esposa del legendario don José Fava.
También, en los años de la fundación, Ruth Reed esposa de Eduardo Talero sufrió por las heridas que, durante la evasión de presos, le inflingieron a su único hijo Eduardo.
Cómo no recordar a Clelia Comerio esposa de Pedro Rosa y madre de toda una generación de mujeres dedicadas a la alta costura. Y a Juanita Dagorré, esposa de Alejo Serrano, propietarios de la panadería “La Estrella” como también a Antonia Michelena y a la famosa doña Dolores Fernández de Serrano ligadas todas a la misma firma comercial.
Doña Dionisia Alfaro, otra madre pionera casada con Nazareno Abelli y pilar de varias generaciones de neuquinos. Otra madre de los primeros años fue doña Esther Schapiro, esposa de José Edelman, con quien tuvo varios hijos, uno de ellos el primer gobernador elegido por el pueblo, don Angel Edelman.
Las hermanas Matilde y María Elena Caviglia que se casaron respectivamente con Angel Pérez Novella y Javier Salvadó, dieron origen también a dos familias que perduran en la región con un profundo recuerdo de esas abnegadas mujeres que llegaron a la desértica Estación Neuquén para formar sus hogares.
Manuela de la Rosa es el nombre de otra fértil madre de siete hijos que nacieron, crecieron y se desarrollaron laboralmente en la región. Cómo no recordar a doña Ema Mathiu, suizo francesa, casada con Fernando Zingoni, y madre de ocho hijos. Y otro nombre de madre pionera: Jesusa Criado, casada con Enrique Carro y pedestal también de familias señeras de la capital.
Al igual que doña Victoria Martínez de Castaño, oriunda de España que le dio a Neuquén siete hijos que mantienen el orgullo de su terruño en la Confluencia.
Benigna Yánez que se enamoró del hacendado Manuel Bustingorry dueño de El Chocón y crió amorosamente dieciséis hijos.
En la actualidad, muchos son los nombres de madres que dieron el fruto de su vientre a la gran capital. Y muchas más, aunque no pertenezcan a familias pioneras van poblando la ciudad. Este domingo recibirán el mejor regalo que una madre puede recibir, un gran beso de cada uno de sus hijos.

Una mamá todo terreno

Gladys Díaz y Venus Montero son una madre y su pequeña hija, quienes
el fin de semana pasado conquistaron el campeonato argentino de
Mountain Bike en Mendoza.

La mamá comenzó a correr a los 31 años, y eso contagió a la niña, quien, en su primer campeonato, fue campeona.

Neuquén > Uno las ve a Gladys y a Venus y nota rápidamente que ese amor de madre a hija y de hija a madre es… simplemente amor, con todos sus contenidos a cuesta.
Y este lazo entre esta mujer de 33 años y la niñita de 5 va más allá de ese vínculo que la vida les dio, ya que las une la pasión por la “bici”, más específicamente el Mountain Bike.
Y para ratificar lo que dice la letra de aquella canción de la película Tango Feroz, “pero el amor es más fuerte”, Gladys y Venus se fueron el fin de semana pasado a Mendoza y la “rompieron” en el Campeonato Argentino de Mountain Bike, trayendo a la provincia de Neuquén dos títulos para sumar a sus vitrinas.
Y la alegría y la emoción invaden a esta joven madre, quien también tiene dos hijos más, cuando habla de su consagración en la categoría dice: “Si bien salí segunda, esta posición me alcanzó para obtener el título, ya que anteriormente había ganado una y en la otra también terminé segunda”.
Pero la “chochera” de Gladys creció cuando le tocó hablar de su hija: “Venus ganó en la categoría mini, en la cual estaba peleando con un nene de San Luis”.
La historia de Gladys Díaz estuvo siempre vinculada al deporte. “Desde chiquita siempre me encantó el fútbol, es más mi sueño fue ser comentarista deportiva y cuando tuve la oportunidad de hacerlo para una radio, mis padres no me dejaron”, confesó la flamante campeona argentina.

De la pelota a la bici
Pero, como Gladys es una mujer que jamás se rinde, al final se salió con la suya e integró el equipo Sol de América en Plottier, hasta que conoció a su otro amor, Ángel Montero, quien practicaba ciclismo, luego dejó y gracias al amor que los úne, él volvió a tomarle el gustito a este deporte.
“Él, por Ángel, me dijo que dejara el fútbol porque tenía las piernas muy golpeadas y comenzó a inculcarme el ciclismo; lo tomé y ahora no lo dejo más, me encanta, aunque si bien me falta aprender mucho, quiero día a día progresar en esto”.

Una madre sobre ruedas
La señora Gladys Díaz, a parte de entrenar todos los días, es una mamá todo terreno, ya que se dedica a full a la educación de sus tres hijos y además al cuidado de la casa. “Por suerte mis hijos son muy buenos y no me hacen renegar demasiado; colaboran mucho conmigo”, comentó orgullosa mamá Gladys, quien agregó respecto a Venus, la jovencita deportista: “A ella no la presionamos para que corra; queremos que esto lo tome como un juego, que se divierta”.
Con esa lucidez y con toda la responsabilidad del mundo, Gladys Díaz tomó su bicicleta y junto a su “nena” se fueron a la barda, porque era el turno de las fotos.
¡Feliz día, Gladys!

 

 


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