La Escuela Especial Nº 7 colocó
una carpa para mostrar los trabajos de los alumnos no videntes que concurren
al establecimiento.
Neuquén >
No importó quién llegó primero, segundo o tercero;
lo que realmente importó ayer a la mañana en el Parque
Central, fue la demostración de una voluntad enorme. Más
de 20 chicos no videntes y con disminución visual, acompañados
por sus familias, pasaron un día diferente.
Organizado por la escuela especial Nº 7, docentes y voluntarios
montaron una carpa con las manualidades que los chicos hacen en el
establecimiento educativo. En el interior de la carpa estaban todos
los trabajos de los chicos y en la parte de atrás, sobre una
cartulina con letras grandes se leía un reclamo: “necesitamos
un edificio único, hoy funcionamos en dos casas”.
Día del Bastón blanco
Antes de empezar la caminata, las autoridades de la escuela comentaron
porque se realizó la actividad y explicaron que significa el
“Día mundial del Bastón blanco”, además
indicaron cómo se debe acompañar a un no vidente.
Antes de empezar la competencia, los organizadores invitaron a las
familias que se coloquen las antiparras con la intención de
ponerse en el lugar del otro. “La verdad que es una sensación
muy especial, porque yo tenía la sensación de que estaba
a punto de chocarme con algo, realmente es una experiencia muy especial”,
contó Violeta Lagos que se animó al desafío de
ponerse en el lugar del otro. Al lado de ella Marcos Antonio de 9
años esperó que todo esté listo para empezar
la marcha.
“Este tipo de acciones son muy importantes porque en mi caso
pude ver el avance de Marcos, el trabajo que realizan las maestras
es realmente muy bueno”, confesó la mamá del chico,
Elba Borquez de Centenario.
Por su parte, la directora de la Escuela Nº 7 comentó
la importancia de ayudar a los no videntes: “Esta es una actividad
pedagógica, que nos permite mostrar como estamos trabajando
en el colegio y además es muy positivo que las personas se
pongan en el lugar de los que tienen capacidades diferentes”.
Largada
Los participantes esperaron ansiosos la largada y empezaron
a disfrutar de la competencia. Después de poner todas sus ganas
en el recorrido por la pista de patinaje, los competidores fueron
llegando de uno, y para todos hubo aplausos, vasos de agua mineral
y un merecido descanso en el pasto. “Este es el cuarto año
que participamos y por suerte cada año la pasamos mejor”,
dijo Alejandro Guariglia, papá de Camila que es una de las
nenas que va a la escuela. La música de los parlantes acompañó
la competencia y cerró un día, que empezó nublado
pero el sol le ganó a las nubes, para acompañar una
tarde a puro deporte y mucha diversión.
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