“Todos los chicos del país tienen
derecho a una educación de calidad”

 
 
«El sistema educativo cae en dos errores muy graves. El primero de ellos es la fragmentación del mismo sistema. Pero, sin embargo, el peor es la inequidad existente».
Silvina Gvirtz es Doctora en Educación y ganadora del premio vigésimo aniversario de la Academia Nacional de la Educación. En esta entrevista, dice que no se puede culpar a los docentes por las falencias del sistema.


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Por LAURA E. ROTUNDO


Silvina Gvirtz es Doctora en Educación.
Ha ganado recientemente el premio Vigésimo Aniversario de la Academia Nacional de Educación por el trabajo presentado “Hacia un sistema educativo justo, democrático y de calidad: construyendo un futuro para la Argentina del siglo XXI” sobre el tema: ¿Cómo revertir la crisis educativa Argentina?, que actualmente se encuentra en edición para su próxima publicación.
En diálogo con “La Mañana” de Neuquén, la Directora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés e investigadora del CONICET, habló sobre las fallas del sistema educativo en Argentina y cuáles son las políticas que deberían implementarse para revertir las fallas que hoy posee.

En primer lugar, quisiera saber -a grandes rasgos- cómo describe Usted el actual panorama educativo de la Republica Argentina.
Estamos atravesando una crisis que no es reciente, ya que tuvo sus orígenes en la década del ‘60. Dicha crisis hace foco en dos cuestiones: primero, el sistema educativo deja de ofrecer saberes socialmente valiosos. En segundo lugar, el sistema ya se mostraba muy inequitativo. Distribuía mayor calidad educativa en aquellos sectores de mayor poder socioeconómico y generaba -y aún genera- circuitos diferenciados de calidad, de modo tal que los que menos tienen reciben una educación de menor calidad. Este sistema educativo a su vez, tiene una lógica de funcionamiento decimonónico. Es decir: es más parecido al que fue creado a fines del siglo XIX que al que debería ser en el siglo XXI... más dinámico, más flexible, más sensible a los cambios y debería responder mucho mejor a las nuevas demandas sociales. Hoy no se pide sólo que las personas sean capaces de transmitir información; las nuevas demandas sociales requieren que los futuros ciudadanos tengan una formación integral. La formación integral implica, como señala UNESCO, “aprender a aprender” y “aprender a vivir juntos”. Aprender a aprender es la capacidad de aprendizaje a lo largo de toda la vida, ser capaz de adquirir nuevos conocimientos autónomamente. Aprender a vivir juntos es aprender a vivir con los otros con responsabilidad social. La sociedad demanda de la educación la formación de competencias básicas: esto significa que las personas no sólo puedan entender y pensar bien la realidad sino que puedan “hacer” inteligentemente con ella.
A su vez creo -y esta es la parte optimista del diagnóstico- que el sistema educativo argentino tiene un potencial insuficientemente valorado que está en la base del sistema: tenemos grupos importantes de maestros que trabajan para ofrecer un servicio de mayor calidad y alumnos que quieren estudiar y que quieren esforzarse. Estos maestros y alumnos son justamente los que permiten que la Argentina -en comparación con el resto de los países de América Latina- todavía hoy esté en los primeros puestos de las pruebas internacionales de evaluación de calidad.

¿Cuáles considera que son los errores más graves del sistema educativo y a qué factores atribuye este deterioro?
Yo creo que fundamentalmente son dos problemas: el primero es la fragmentación del sistema educativo, pero el peor es la inequidad.
El sistema educativo argentino fue creado para garantizar la igualdad de oportunidades, pero hoy por hoy no está brindando igualdad de oportunidades para toda la población, sino que está produciendo cada vez más una estratificación social en función de los antecedentes socioeconómicos de los alumnos. ¿A qué se atribuye? Esto no tiene una causa única, sino que es multicausal. Hay algunas variables como por ejemplo, los niveles de pobreza, que obviamente no pueden atribuirse al sistema educativo, pero son alarmantes y nadie puede pensar en mejorar nuestro sistema educativo sin bajar los altos índices de pobreza e indigencia.
Lo que yo creo es que habría que “dar vuelta” el sistema educativo para ponerse al servicio del aprendizaje de los estudiantes. Entonces el docente se preguntará ¿Cómo puedo hacer yo para que este estudiante aprenda mejor? Y el director se preguntará ¿Cómo puedo ayudar a los docentes para que los estudiantes aprendan más? Y las burocracias se fijarán en cómo pueden ayudar a las escuelas para que trabajen en un buen clima y que puedan garantizar mejores aprendizajes.
Este cambio en la dinámica del sistema educativo implicaría cambios en los modelos de toma de decisión en el gobierno del sistema. Esto no significa que haya que “descentralizar” a secas, sino que el Estado tiene que centralizar el establecimiento de metas nacionales, académicas y de rendimiento interno, tiene que recentralizar la provisión de información sobre la marcha del sistema, tiene que proveer un servicio de incentivos tanto técnicos como financieros a las escuelas para que éstas puedan trabajar en condiciones dignas; el Ministerio Nacional tiene que coordinar a las provincias para evitar la fragmentación que tiene en este momento el sistema educativo.

¿Calificaría a la falta de capacitación docente como una de las principales falencias?
No se puede echar la culpa a los docentes por las falencias del sistema. Decir que no están capacitados es muchas veces una estrategia de desresponsabilización del Estado y de culpabilización de los docentes, y creo que esto no es justo para con los docentes.
En nuestro país hubo malas políticas de capacitación. Estaban mal diseñadas y los errores más importantes se cometieron desde los organismos centrales. Después se echó la culpa a los docentes porque se dijo que eran “resistentes al cambio” o que no querían hacer cursos de capacitación. Pero esto es falso: en los ‘90 se vio que aún malas ofertas de capacitación docente fueron muy bien recibidas, y un 70% de ellos -en todo el país- hicieron cursos de capacitación e intentaron aprender más, con lo cual yo no creo que sea una falta de voluntad o responsabilidad de los docentes.
Lo que creo es que el tema de la capacitación tiene que incluirse en una reforma más general e inteligente en la que los capacitadores vayan a las escuelas, que incluya mejores condiciones laborales de los docentes, formación y carrera docente y cambios en los modelos de gobierno del sistema.

¿Qué opinión le merece la Ley Federal de Educación?
Creo que muchas veces se acusa a la Ley Federal de todos los males del sistema educativo argentino. En realidad, habría que ubicar la crisis del sistema mucho más atrás, como dije anteriormente. Creo que en los ‘90 en todo caso se agravó porque se intentó hacer una reforma con falta de consenso por parte de los actores involucrados.

¿Cuáles son los puntos positivos de la Ley?
La ley fija un 6% del PBI para educación, que no se cumple, pero la ley lo fija, y eso me parece un aspecto importante. También otro punto interesante es el establecimiento de las pruebas nacionales de evaluación de calidad, porque esto implica el monitoreo y el seguimiento del aprendizaje de los alumnos, sino se convierte en una herramienta persecutoria para los docentes, por el contrario, puede ser una herramienta útil. También considero que en materia curricular se hicieron algunos avances interesantes.
En cuanto a los aspectos negativos, creo que uno de los grandes defectos de la Ley -y de las reformas de los 90 en general- fue justamente la falta de consenso con la que se quiso avanzar. También la falta de inversión en educación, un muy mal diseño de lo que fue capacitación y actualización docente, y un aumento del gasto que no tuvo criterios de equidad. Asimismo, el cambio de estructura (es decir, la división de los ciclos de enseñanza en EGB y Polimodal) fue un error muy grande. Esto generó muchísimo ruido y generó una fragmentación muy importante dentro del sistema. No había necesidad de modificar la estructura anterior. El problema no es en sí mismo que cada provincia tenga una estructura diferente, sino que hoy es muy difícil que haya una movilidad interprovincial. Cada provincia tiene una estructura distinta con respecto a los niveles y es muy difícil encontrar los consensos necesarios para lograr que todos los chicos de la república puedan circular por los mismos niveles del sistema sabiendo lo mismo.

Hoy por hoy en Argentina, se habla mucho de un desgaste profundo del colegio secundario. ¿Qué medidas o políticas de Estado considera imprescindibles para avanzar en el mejoramiento del área educativa en general?
Si uno sólo opera desde el sistema educativo no va poder resolver el problema. Tiene que haber una articulación con otras políticas sociales como por ejemplo salud, vivienda y trabajo para que la reforma y la mejora de la calidad de vida de la gente sea integral. El sistema educativo puede ayudar a mejorar la calidad de vida, pero no va a lograrlo sino se alcanzan los niveles de equidad necesarios para un país que quiera enfrentar razonablemente el siglo XXI. Una vez que se articula la política educativa con las otras políticas sociales, hay tres medidas para tomar: una, como señalé antes, es una reforma en las condiciones de educabilidad. En segundo lugar, hay que garantizar las condiciones necesarias en las que se desarrollan los procesos de enseñanza y aprendizaje. Hoy las escuelas no tienen bibliotecas suficientemente equipadas, y esto es un problema porque la escuela es por excelencia el lugar donde se enseña la cultura escriturada. Entonces, escuelas sin libros, son escuelas en las que se les pide a los maestros que sean algo parecido a “Harry Potter”, es decir, magos. Por más que los maestros se esfuercen en resumir, en hacer dictado, en copiar, obviamente no pueden brindar una enseñanza de buena calidad sino cuentan con los recursos didácticos necesarios. Los libros deberían ser la base del aprendizaje, y deberían ser muchos, variados, actualizados en contenidos.
En tercer lugar, debe haber una reforma cualitativa en el modelo de gobierno de sistema. Esta reforma cualitativa no tiene que ver con cambios en los mecanismos de financiamiento y provisión del sistema, como se hizo en otros países como Chile. En cambio, se trata de cambios en los modos de regulación del sistema. Hay que pasar de un sistema que hiper regula la actividad de los docentes y directivos a un sistema que les de libertad y a su vez los apoye cuando los tiene que apoyar y los controle cuando los tiene que controlar, y esto para garantizar que exista una real calidad en el aprendizaje de los chicos. Lo más importante es que todos los chicos de nuestro país tienen derecho a tener una educación de calidad, y el Estado tiene que ocuparse de que ese derecho se cumpla.

En 2003, Usted dio un Seminario titulado: “Repensando políticas para garantizar la igualdad de oportunidades”. ¿Cómo analiza este aspecto en particular en nuestro país?
La igualdad de oportunidades se basaba en “dar a todos lo mismo”: todos los chicos, ricos o pobres, de cualquier nacionalidad o religión recibían la misma educación. Pero como dije anteriormente, este sistema entró en crisis, y hace varias décadas que no puede garantizar esto. Hoy preferimos hablar de equidad: para que todos puedan saber lo mismo, no se les puede dar a todos “lo mismo”, porque no todos aprenden de igual manera, y no todos necesitan lo mismo. Desde las investigaciones educativas se ha demostrado que si la escuela ignora las particularidades sociales, culturales, e inclusive individuales de los alumnos, lo que se genera es una profunda desigualdad. De acuerdo a lo que dije en las respuestas anteriores, en nuestro país hay una alta fragmentación del sistema educativo: hoy reciben mejor educación quienes más tienen. Entonces, esto tiene que cambiar y hay que darle prioridad a los que menos tienen, para que exista equidad, es decir, para que todos tengan las mismas oportunidades educativas.

Entre 1880 y 1950, nuestro país gozó de un nivel educativo admirable en todo el mundo. Siendo totalmente realista… ¿en qué plazo cree posible que podrán revertirse los defectos que se mencionaron a lo largo de este diálogo? ¿Considera que volveremos a ofrecer un sistema de calidad en todos los niveles?
Yo creo que efectivamente es posible revertir la situación y creo que tenemos un potencial invalorado como dije antes, en la base del sistema. Ahora, creo que acá hay un tema central que es el presupuesto para educación. Definitivamente tenemos que llegar ya no al 6% del PBI, sino que tenemos que subir uno o dos puntos más por año, entre el 6% y el 8% mínimamente, como para poder revertir la desinversión que hubo durante tantos años. Lo primero que necesitamos es más presupuesto para el área, para mejorar las condiciones de los docentes, y realizar los cambios necesarios para garantizar la equidad. Además de mayor presupuesto, la educación debe dejar de ser una política de gobierno para pasar a ser una política de Estado, para de este modo elaborar consensos de mediano y largo plazo entre los partidos políticos, los gremios, la sociedad civil. Esto es un paso indispensable para fijar una agenda mínima común. Si no la fijamos, es muy difícil pensar que el sistema educativo mejore. Yo creo que en este sentido los argentinos hemos sido un poco extremistas, cada gobierno que viene quiere poner “la primera piedra” y en realidad lo único que hace es criticar al anterior y entonces es muy difícil, porque cada vez que llega un nuevo gobierno empieza a construir “de cero” el sistema educativo. Cualquier reforma educativa que vaya a tener éxito lo va a tener en el mediano y largo plazo. O sea, si hoy empezamos a cambiar el sistema, vamos a ver los resultados recién en 30 años.

¿Cómo analiza la labor del Ministro Daniel Filmus? ¿Nota algún cambio a favor o en contra desde que asumió el Gobierno del Presidente Néstor Kirchner, en lo referente a la educación?
Creo que este gobierno está haciendo algunas cosas interesantes y bien. Se está manejando muy bien en el Consejo Federal de Educación, creo que tiene una preocupación por la equidad y creo que algunos programas como los núcleos de aprendizaje prioritario son medidas de política que resultan interesantes para empezar a revertir la crisis. Sin embargo, creo que todavía son medidas muy fragmentadas y hay que intentar generar un trabajo más integral en el sistema. Otra cosa que creo que hace bien este gobierno es no tener este “espíritu reformista” de querer cambiar todo, por el contrario, veo que plantea estrategias de cambio de más largo plazo, más lentas, y no “llevarse el mundo por delante” como en la década de los ‘90.
Pero insisto, creo que las reformas son todavía parciales, y que hay que hacer un aumento importante en el presupuesto educativo, esto tiene que ser prioritario y una parte importante de ese presupuesto tiene que ir a la mejora de la educación básica, a la construcción de salas de nivel inicial. Y sobre todo, creo que la política tiene que ser muy transparente para que esa plata se invierta efectivamente en los sectores más carenciados. Lo que necesitamos en Argentina es que se mire más el largo plazo.

 

 


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