Picún Leufú

Cien años dedicados a educar

 
 
Reunidos. Acababa de sonar el timbre y los alumnos de la Escuela 167 formados en la galería esperaban -como tantos otros antes que ellos- ingresar a sus aulas.
La Escuela Nº 167 festeja hoy un siglo de vida. Pasado y presente de una institución inserta en el corazón de todos los habitantes de la localidad.


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  A las 10 de la mañana, en las instalaciones de Avenida Aguaribay y María de Churrarín, comienzan los festejos por el centenario.

Picún Leufú (enviados especiales) > Más de una lágrima recorrerá los rostros de quienes asistan hoy al festejo por el centenario de la escuela Luis Beltrán Mercado en esta localidad. La institución ha sido para muchos habitantes de Picún Leufú su segundo hogar, el sitio donde recibieron cariño, enseñanzas, costumbres y mensajes que aún atesoran en sus memorias. Esas sensaciones recogidas en generaciones diferentes pintan de cuerpo entero el rol que ha adquirido esta institución en un poblado que fue fundado oficialmente hace apenas 33 años.
Atrás quedó la escuela rancho en Cabo Alarcón y su posterior traslado al pueblo viejo; la escuelita del Río Limay y la primera construcción en Picún Leufú. En el tiempo, pero no en el olvido, quedó también la inundación sufrida en 1971 y los incendios de 1908 y 1985. Hoy todo es diferente. La Escuela Nº 167 entrega en la actualidad un blanco cálido en sus paredes gracias a obras realizadas por el Ministerio de Educación. Y, en su interior, un aroma a trabajo y sacrificio cotidianos.
Hoy es día de festejos y los actuales alumnos se entremezclarán con quienes durante años poblaron las aulas por las que pasó buena parte de los vecinos de esta localidad. No faltará el reencuentro de personalidades importantes ni los comentarios del pasado.
“Para mí es un orgullo inmenso y un compromiso muy grande ser la directora del centenario. Además, el objetivo es ayudar al pueblo a recuperar su propia historia”, expresó María Inés Grosso. Y agregó que este día era esperado “con ansiedad y muchas expectativas. Después, empezaremos a trabajar para crecer más y seguir cumpliendo metas que siempre existen. Queremos tener mayor comunicación con el pueblo y sus instituciones, para que esto que yo digo de recuperar la historia sirva para que esta comunidad crezca”, concluyó.

Una institución solidaria
Por esta escuela pasaron hombres y mujeres de todos los rincones del pueblo. La mayoría, a la hora de los recuerdos, consideró fundamental la solidaridad de una institución que, a pesar de los cambios de edificio y lugares de existencia, nunca dejó de brindarse a quien lo necesitara.
Elena Caso, de 74 años, ex alumna de la escuela de barro, recuerda que “las maestras nos regalaban muchos libros y cuadernos y, con eso, nosotros íbamos a nuestras casas y nos poníamos en el lugar de ellas a dar clases”. “Instalábamos todos los preparativos como si fuese nuestra escuelita y enseñábamos a los más chiquitos; muchos de ellos aprendieron de nosotros a escribir mamá, papá y algunas cositas más”, contó con una sonrisa picarona.
Por su parte, Ignacio Jerez, de 73 años, recuerda que él estuvo poco tiempo en la escuela porque su papá lo mandó a Neuquén. Sin embargo, expresó que su hermano más chico salió de Picún Leufú sabiendo el oficio de zapatero; esto ocurrió “por propia iniciativa del director quien encargaba los materiales a Buenos Aires y trabajaban en el horario escolar”, explicó.
Además, “la solidaridad estaba trasladada hasta el ámbito humano. Siempre se daba de comer y nos entregaban el tradicional chocolate con galletitas, al principio, y bollitos después”, dijo Susana Arrospide de Soto, quien llegó a Picún en el ‘74 y a los dos días se presentó como maestra de la escuela.
La escuela era del pueblo y todos hacían lo suyo para cuidarla. La calefacción estaba lejos de las manos de un poblado escondido al Sur de Neuquén. “Todos, para calefaccionarnos, armábamos grupitos y a la salida de la escuela íbamos a buscar leña para tener todo listo a la mañana siguiente”, recordó Gladis Castillo, de 59 años.

Las fiestas, unión del pueblo
Picún Leufú siempre tuvo un lugar de encuentro: la escuela, ya sea en las fiestas patrias o los festejos de fin de año, reunió a toda la comunidad. “Con el tiempo se ha ido perdiendo un poco, pero siempre las fiestas que organiza la escuela son de gran gala”, expresó Ignacio.
Gladis agregó que “las fiestas de antes tenían un color extra, ya que todos las esperábamos y reunían a todos los vecinos del pueblo”. “Participaban nuestros padres en el armado de los trajes, la semana previa y el día del acto”, relató.
Teniendo en cuenta este pasado, nadie duda de que hoy todos los habitantes de esta localidad serán partícipes de una fiesta única ya que la “escuelita del pueblo” cumple sus 100 años. Y Picún Leufú va a celebrarlo.

Una verdadera integración

La escuela cuenta con un servicio de educación especial que atiende a más de 30 chicos.

Picún Leufú > En el año 1998 se creó dentro de la Escuela 167 el servicio de educación especial para chicos con necesidades de educación permanente y transitoria. Éste ha sido -a decir de las autoridades educativas- el mayor logro de los últimos años y es considerado por algunos asistentes como el servicio más tierno de la institución.
Allí, cuatro especialistas y la asistente a cargo del servicio, Silvia Millaen, atienden a más de treinta chicos en los turnos mañana y tarde, con discapacidad diagnóstica. Además, brinda asistencia a chicos de la escuela primaria con dificultades en su estructura de aprendizaje.

Una sola educación
En este sentido, Silvia Millaen expresó que “los avances más importantes se han dado al entender que la educación es una sola”; y agregó que “el estar apartado les significaría a los chicos un rótulo. Nuestra idea -aclaró- es sacar la rigidez de la educación y pensar que todos los chicos deben tener la atención oportuna necesaria y no marcar rótulos que después los marquen para el resto de sus vidas”, concluyó.

El porqué de la fecha elegida


En los archivos figura como fecha de fundación el mes de abril del año 1905.

«Se elige festejarlo el 9 de setiembre, porque justo este año el 11 (Día del Maestro) es lunes. Ante esto decidimos adelantar los festejos al viernes y sábado para que pueda concurrir toda la comunidad”, expresó la directora María Inés Grosso.

«Desde hace años que en Picún Leufú se considera este mes el día de la escuelita», contó una auxiliar. Tal es así que a partir de este año el 11 de setiembre será la fecha oficial de celebración.

El pasado,en anécdotas

“Recuerdo el día en que las maestras nos sacaron a pasear por primera vez y nos llevaron adonde está la virgencita. Un lugar alto y puntudo, muy terrible. Subimos con ellas, Patía y Natacha, y cuando veníamos bajando se nos cayó una y se peló toda”, Elsa Caso, 74 años, ex alumna.

“En los años ‘70 nadie quería venir a trabajar a una escuela de estas características, porque los cobros eran muy irregulares. Recuerdo que nos parábamos en los recreos para ver si doña Sara, la portera que iba al correo, volvía con el sobre marrón entre sus brazos. Eso significaba que cobrábamos; pero ocurría una vez cada tres o cuatro meses”, Susana Arrospide, 57 años, ex docente.

“Me acuerdo de un acto de Sarmiento. Teníamos una estatua de él la cual estaba acomodada y pituca; llegó la hora del acto sin la participación de la comunidad y nos olvidamos de sacar a Sarmiento y a los chicos que portaban la bandera”. (La fuente pidió, entre risas, reserva de identidad)

“Cuando me presentaron como nuevo integrante del plantel docente, Teresa se detuvo frente a la Galería de la Memoria y me dijo: ‘Acá le tenemos reservado un lugar para usted’”, Ricardo Sandoval, 55 años, ex vicedirector.

“En esta escuela existió el puntero. Digo esto porque a mí me tocó sufrirlo una vez cuando le ayudé a uno de mis compañeros a realizar una cuenta en el pizarrón”, Gladis Castillo, 59 años, ex alumna.

Reflejos de la memoria

Las distintas etapas que vivió la escuela, marcadas por sus directores.
En 100 años la institución de Picún Leufú sufrió grandes cambios, pero también tuvo sus alegrías.

Picún Leufú > Con 29 años de historia, luego de haber sufrido un primer incendio y el posterior traslado a orillas del río Limay, la Escuela 167 quedó a cargo del director Hilario Vásquez Adaro, quien relató de puño y letra la labor desarrollada con tesón en pos de la institución.
Entre sus escritos figuran las gestiones llevadas a cabo ante las autoridades para conseguir desde un carro aguatero hasta mejoras para la escuela, semillas para la siembra y la instalación de un taller de fabricación de alpargatas.
“Recuerdo que Adaro hacía gestiones en Buenos Aires para conseguir los materiales con que los chicos pudieran aprender un oficio y salir de la escuela sabiendo al menos una profesión”, recordó Ignacio Jerez, ex alumno.
La historia indica que en 1938 Jerónimo Sosa continuó las gestiones para construir un edificio y el 28 de marzo de 1952 logró instalar una escuela acorde a las necesidades del pueblo.
Ya entrados en los ‘60, la directora María Cardozo organizó el comedor escolar con apoyo de la cooperadora y una biblioteca que reunió más de 100 textos.
Desde 1981 hasta 1993, la escuela funcionó como núcleo Nº 3 a través del programa EMER (de vocación rural). “Esto posibilitó estar muy relacionado a las escuelas rurales que venían a compartir jornadas de taller y aprendizaje, lo cual dio muchas aperturas”, contó Roberto Sandoval, ex vicedirector del establecimiento.
En 1998 se creó el servicio especial y un gabinete psicopedagógico. “Ésta es la anécdota más linda y gratificante de mi gestión como directora. Brinda amor y enamora a propios y extraños”, afirmó María Inés Grosso.

Tres hitos amargos y resonantes

Todos los vecinos del pueblo tienen presentes los momentos trágicos de la institución.

Picún Leufú > La escuela del pueblo abrió sus puertas a principios de abril de 1905 como Escuela Nº 4 bajo la dirección de Enrique Pérez Petit, en un rancho donado por la señora María de Churrarín.
El primer duelo ocurrió en el año 1908 cuando sufrió el primer incendio. Debido a ese trajinar, la escuela quedó cerrada hasta abril de 1909, momento en que reabrió sus puertas bajo la dirección de Luis Beltrán Mercado a una legua del río Limay.
Como segundo trago amargo, figura lo ocurrido en el año 1975. Esta fecha es recordada porque el río, al desbordarse, ingresó en el poblado, tras haberse trasladado del viejo pueblo a Picún Leufú el 19 de mayo de 1974. Por ese entonces la escuela era conocida como “galería vieja”.
Por último, veinte años atrás, mientras las maestras esperaban que sonara el timbre para regresar del recreo, un nuevo incendio destruyó el techo de la galería. Fue el 29 de agosto de 1985; no hubo que lamentar víctimas, pero si la destrucción total del colegio. De todas maneras, las clases se siguieron dictando en dos salones prestados por vecinos de Picún Leufú.
Susana Arrospide, con sus ojos a punto de lagrimear, recordó al respecto que “fue lo más triste de mi vida. La sensación era que se había quemado mi propia casa”. Y agregó: “Teníamos calefacción a leña con salida afuera, agarró el material del techo y empezó a propagarse por toda la galería. En una hora no quedó nada -precisó-. Sacamos a los chicos al patio, los mandamos a su casa y no pudimos hacer nada”.
Al poco tiempo, con la ayuda de todo el pueblo, la escuela fue reconstruida.

 

 


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